INDUSTRIALIZACIÓN Y PODER NACIONAL
Aritz Recalde
Junio de 2012
“Hay
que tener siempre presente que aquella nación que pierde el control de la
economía, pierde su soberanía”. Juan
Perón[1]
“Sin industrialización no hay independencia
económica base de la soberanía nacional. Y sin soberanía nacional no hay
autonomía cultural. Tal tarea sólo puede cumplirla el Estado Nacional (…) Toda
industrialización es un intento consciente del país que ejecuta para alcanzar
la plena soberanía.” Juan José Hernández Arregui[2]
“El
poder de una nación se mide por sus riquezas y la riqueza de las naciones no
sólo depende de sus ventajas naturales, sino, principalmente, de la importancia
del trabajo nacional. Fomentar y proteger ese trabajo representado por la
industria nacional, es no sólo derecho, sino el deber de la Nación.” Carlos Pellegrini[3]
OBJETIVOS
“Durante
muchos años de dijo y se repitió que la Argentina es un país agrícola –
ganadero. Esta verdad -como todas las verdades del liberalismo- es una verdad a
medias y trae contrapeso de la otra mitad, que es una mentira. Ese estribillo se repitió tanto y
durante tanto tiempo que acabó por convertirse en un axioma: somos un país
agrícola ganadero; luego, no podemos ser un país industrial. (…) Por ella seguíamos siendo un país
colonial y un país que se medía con fanegas de trigo y cabezas de ganado. (…)
La carencia de industrias origina los siguientes males: Dependencia económica
(…) Dependencia política (…) Desequilibrio económico (…) Desocupación (…)
Empobrecimiento técnico (…) empobrecimiento económico.” Manual Práctico del segundo Plan Quinquenal
(1953)[4]
En
el cuaderno número 12 del CEHA, vamos a abordar la relación existente entre la
industrialización y el poder nacional. El poder nacional de un Estado, se
define a partir del análisis de sus capacidades de decisión política dentro y
fuera del país y se concretiza por eso, a través del ejercicio pleno del
derecho a la autodeterminación y la soberanía política por parte de los Estados
y las organizaciones libres del pueblo. En torno de este principio, el Cuaderno
desarrolla 2 hipótesis:
Hipótesis 1: la fortaleza o la
debilidad del poder nacional de un Estado está directamente relacionada a su
nivel de desarrollo económico.
Hipótesis 2: dentro de las
actividades económicas, la industria es la base del poder nacional.
Con
la finalidad de alcanzar los objetivos planteados, el Cuaderno elabora dos ejes
de análisis:
- Analiza
las relaciones entre el poder nacional y la industrialización;
- Menciona
las modificaciones que puede traer aparejada la industrialización sobre la
arquitectura institucional, cultural y social.
En
todos los casos, consideramos que la economía y en particular la industria,
generan “condiciones de posibilidad” para el cambio político, social, cultural
o institucional. Ahora bien, en ningún caso lo determinan. Por un objetivo meramente
didáctico, es que presentamos de manera simplificada las variables de estudio y
las relaciones entre ellas.
EL PODER NACIONALY LA INDUSTRIA
“El objetivo a perseguir es romper
definitivamente la dependencia financiera, tecnológica y comercial,
asegurando para todos los argentinos el
poder de decisión económica sobre los resortes de su propio desarrollo que así
se manifiesta plenamente autónomo.” Plan
Trienal Para la Reconstrucción y Liberación nacional 1974-1977[5]
Industria y planificación
“Cabe
una reflexión relativa al poder de decisión: a lo largo de nuestra historia,
dicho poder se ha conformado, tejiéndose una red de compromisos políticos que
representan diferentes intereses. Si las alternativas son neocolonialismo o
liberación, y si hemos optado por la liberación, el ajuste de ese poder es
indispensable para lograr que responda a nuestros intereses. En lo político,
liberación significa tener una Nación con suficiente capacidad de decisión
propia, en lugar de una Nación que conserva las formas exteriores del poder,
pero no su esencia. La Nación no se simula. Existe o no existe.” Juan Perón (2006: 37)
La
soberanía política de un Estado depende directamente del nivel de desarrollo de
su estructura económica. Un país dependiente económicamente, tarde o temprano,
delega las decisiones de política a sus acreedores o a sus proveedores
externos. Por esta razón, las potencias industriales
manejan la economía y organizan la vida y la muerte de los pueblos y de los
gobiernos del conjunto del planeta. En este cuadro, dentro de las acciones
productivas, la industria es la actividad fundamental del poder nacional. Es
por ello, que la promoción y la consolidación de la industria son etapas
irremplazables de la organización nacional independiente. El proyecto
industrialista le devuelve el poder de decisión a la comunidad nacional y por
eso, la autodeterminación política del Estado se organiza desde la
planificación de su desarrollo integral. En la historia de la Argentina del
siglo XX, los puntos más altos en la planificación de nuestra independencia
económica se ubicaron en los siguientes momentos:
- Primer
Plan Quinquenal (1946 – 52);
- Segundo
Plan Quinquenal (1953- Incompleto por
golpe militar);
- Gestión
de Aldo Ferrer (1970 – incompleto por cambio de gobierno);
- Plan
Trienal (1974 - Incompleto por golpe militar);
- Plan
Industrial 2020 (2012- en ejecución).
Soberanía política y justicia social
“En
la reforma económica está el secreto de nuestro porvenir libre o esclavo, o del
bienestar de las penurias de los argentinos y del juicio definitivo que la
historia formulará sobre los hombres y las instituciones que asumieron la
responsabilidad de mandar en esta tierra.” Arturo Jauretche[6]
Industria,
política y frente nacional
“En
la vasta zona de países rezagados, que abarca a dos tercios de la población
humana, América Latina vive su segunda revolución nacional. La primera, de la
Independencia, fue obra del pueblo en armas. La segunda y actual, es la de su
desarrollo integral”. Enrique
Gugliarmelli [7]
La
lucha por la industrialización integral genera las condiciones de posibilidad
para articular el frente nacional de liberación. La alianza dependiente entre el
capital financiero, las corporaciones trasnacionales y la oligarquía local, es un
factor político retardatario de todo tipo de desarrollo soberano e inclusivo. En
el marco del proyecto nacional industrialista, el empresario y el trabajador, pueden
ser incluidos como sujetos organizadores de la política de Estado y como
beneficiarios de la riqueza social. En este marco, los conflictos de clase
dentro del frente del pueblo, no desaparecen sino que se modifican en su
dinámica. En su lugar, se subordinan a la lucha contra el programa del
subdesarrollo que es conducido por el enemigo externo y sus aliados dentro del
país. El avance del proceso industrialista, es un paso sin el cual no se pueden
mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. A partir de este punto de
partida, se generan las condiciones para mediar los conflictos de clase en
términos institucionales, permitiendo mejorar las condiciones sociales del
pueblo y evitando con ello, en enfrentamiento civil permanente propio de los
proyectos agroexportadores.
Industria
y justicia social
“El
justicialismo (…) subordina el capital a la economía y ésta al bienestar
social. (…) Se ha elevado el standart de vida general del pueblo. (…) La
economía justicialista de basa en el consumo.” Raúl Mende[8]
El
aporte de valor agregado que genera la industria es un medio fundamental para
la creación de puestos de trabajo. Sobre dicha plataforma laboral, se generan
las condiciones para la inclusión social y la inserción de las masas a la vida
económica y cultural del país. El aumento del empleo fortalece la capacidad de
consumo de los habitantes y robustece el mercado interno del país. En una
economía en crecimiento centrada en la industria y en el mercado interno, el
aumento de salarios fortalece la capacidad de consumo y la demanda de
productos. A partir de acá, que la ecuación salario y consumo, son piezas
fundamentales del sistema industrialista. Una economía industrializada permite a
la nación enfrentar con mayor solidez las oscilaciones de los precios de
nuestros productos agropecuarios, las operaciones de dumping o las trabas a las
importaciones producto de las crisis internacionales. En este contexto y tal
cual se demostró históricamente, frente a crisis económicas y a procesos de
fuerte dependencia externa, los ajustes se produjeron sobre las condiciones
sociales de los trabajadores. A partir de acá, que la fortaleza económica es un
instrumento básico para la defensa de los empleos y de las condiciones de vida
de los trabajadores. La actividad industrial y los empleos derivados de ella,
permiten al Estado recaudar los impuestos a partir del los cuales se financian
las políticas sociales y educativas. El fortalecimiento de la estructura
económica y la producción de riqueza que genera el trabajo, son los elementos
fundamentales para la formulación de los programas de emancipación social del
pueblo.
DESCARGALO COMPLETO ACA
[1] Perón, Juan, Modelo Argentino Para el Proyecto Nacional,
Instituto Nacional Juan Domingo Perón, Buenos Aires, 2006, p. 94.
[2] Hernández
Arregui, Juan José, Imperialismo y
Cultura, Amerindia, Buenos Aires, 1957, p. 326.
[3] Extraído de Gugliarmelli,
Enrique, “Carlos Pellegrini: protección de la industria nacional”, Revista Estrategia, N° 45, marzo de
1977.
[4] Manual Práctico del segundo Plan Quinquenal, Presidencia de la
Nación, Buenos Aires, 1953, pp. 191-193.
[5] Plan Trienal Para la Reconstrucción y Liberación nacional 1974 – 77,
Presidencia de La Nación, Buenos Aires, 1974, pp. 14-15.
[6] Jauretche, Arturo, El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje,
Peña Lillo Editor, Buenos Aires, 1975,
p. 135.
[7] Gugliarmelli, Enrique, “Función
de las Fuerzas en la actual etapa del proceso histórico argentino”, Revista Estrategia N° 1, mayo de 1969,
p. 27.
[8] Mende, Raúl, El justicialismo, Mundo Peronista,
Buenos Aires, 1952, pp 98-99.
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