lunes, 9 de diciembre de 2019

Del Estado Neoliberal al Estado de Justicia



Aritz Recalde, diciembre 2019
“No vamos a salir de esta crisis sólo con planes macroeconómicos o ajustando el déficit fiscal. Esto es más profundo, en lo ético, en lo moral, en los subsuelos en donde se edifica la sociedad visible de nuestro tiempo. Tenemos que buscar la salida y resolver cómo concretamos la Comunidad Organizada”. Antonio Cafiero



La Globalización Neoliberal
“No puede haber organización económica mundial con el inmenso poderío de unas pocas naciones por un lado y el resto del orbe empobrecido por el otro”. Antonio Cafiero

La noción de Globalización Neoliberal fue formulada y difundida por las Naciones occidentales anglosajonas. Sus impulsores postulan que explica una inevitable mundialización y que describe un proceso natural del desenvolvimiento de las relaciones internacionales. En realidad, no es la única y necesaria forma de organizar el sistema mundial, sino que representa y que beneficia a los intereses de un grupo reducido de Estados y de corporaciones.
La Globalización Neoliberal impone y justifica la división internacional del subdesarrollo. Su vocación de universalidad la hace totalitaria y sus detractores niegan el derecho a la autodeterminación nacional de los pueblos y de los países del mundo. En su sistema de pensamiento binario existe la libertad de ser neoliberal, pero está suprimida la posibilidad de no serlo.
La Globalización Neoliberal edifica y justifica el caos político en el mundo contemporáneo, que está caracterizado por cinco aspectos:
- Primero: por la existencia de pocas Naciones ricas y de una mayoría de países pobres y subdesarrollados. 
- Segundo: hay Naciones soberanas que deciden y que planifican sus proyectos de desarrollo y otras que acatan los mandatos externos.
- Tercero: por el desenvolvimiento de un sistema económico internacional que privatiza ganancias en unos pocos bancos y empresas financieras radicadas en los países centrales; y que en paralelo socializa las pérdidas sobre el conjunto de los pueblos del mundo.
- Cuarto: por la existencia de países que exportan alimentos y que en paralelo y paradójicamente, producen millones de hambrientos. Hay Estados que acumulan deuda externa y al mismo tiempo acrecientan la deuda social. En la división internacional del subdesarrollo los países débiles entregan a las Potencias anglosajonas sus mercados, sus recursos naturales y su soberanía.
- Quinto: por la conformación de un orden político que genera profundas divisiones dentro de cada Nación. El neoliberalismo divide las áreas geográficas entre zonas desarrolladas integradas al consumo capitalista y periferias pobres de descarte social. Políticamente, separa a la elite que decide de la masa que a lo sumo delibera, pero que nunca gobierna. En el terreno social, la Globalización Neoliberal divide a los habitantes de la Nación en tres grandes sectores que son los excluidos, los explotados y los integrados al sistema. 

Fundamentos ideológicos de la Globalización Neoliberal
“El neoliberalismo, si bien minoritario como corriente política, trata de instalar –con el auspicio de los poderosos- una cultura hegemónica y se presenta como la ubica alternativa racional al progreso. Sus aires mesiánicos evocan los del marxismo en el siglo pasado. Está tratando de imponer sus creencias, valores, paradigmas al peronismo: se afirma en las supuestas virtudes del mercado máximo y del Estado mínimo y se despreocupa de la autonomía nacional, la igualdad, la equidad y la solidaridad”. Antonio Cafiero

La Globalización Neoliberal se sostiene en base a una ideología que es asimilada y aceptada por un sector importante de la sociedad. Principalmente, adquiere consenso entre las clases altas y los sectores medios. Los pilares ideológicos en los que se apoyan son los siguientes:
- El materialismo: las personas se reúnen sobre principios económicos y se integran y se relacionan a partir del mercado con la única finalidad de acumular bienes.
- El individualismo: se niegan los valores de comunidad y se desestima que la cultura nacional pueda edificar un principio de solidaridad social y una unidad de destino.
- La sociedad estratificada: se profundizan las diferencias sociales y se conforman clases antagónicas. Los neoliberales proponen un Estado de clase y le otorgan el poder político al sector económicamente dominante.
- La inmoralidad: se considera a los pueblos como una variable de mercado y se desconoce a la persona humana integral. Es por eso, que proponen la explotación y el descarte social como un supuesto medio para atraer inversiones. No tienen moral y con el objetivo de acumular riquezas están dispuestos a romper todos los códigos culturales e históricos y se comportan más allá del bien y del mal.
- El cosmopolitismo económico: no creen en la capacidad del productor y del trabajador nacional para construir y comandar un programa económico. Le otorgan al capital extranjero el manejo de los principales resortes de la producción y éste actor deja de ser un aliado para conformarse como el centro del proyecto de desarrollo.
- La ideología agroexportadora: proponen orientar toda la actividad productiva al comercio exterior. El mercado interno y la búsqueda de la calidad de vida del pueblo desaparecen como metas del desarrollo. El sector exportador se vuelve el fin de toda la programación económica y deja de ser un medio para el progreso integral del país.


El Estado de Justicia
“El fin propio de la sociedad civil no consiste solamente en garantizar el respeto a las libertades individuales y a los derechos de cada uno, y asegurar el bien material: debe asimismo procurar el bien verdaderamente humano de la sociedad, que es de orden moral”. Jaques Maritain
“La ley tiene un oficio moral: es maestra de los hombres en la ciencia de ser libres; y los deberes que impone, cuando es justa, obligan a la conciencia. La prescripción injusta no es formalmente ley; por eso es permitido resistirla”. Jaques Maritain

En el marco de unos cursos del año 1989 el pensador y político bonaerense Antonio Cafiero, mencionó que “los liberales hablan del Estado de Derecho, nosotros hablamos del Estado de Justicia. Los liberales hablan de los Derechos del Ciudadano, nosotros hablamos de los Derechos del Hombre, que es más que un ciudadano: el hombre es una persona que genera familia, trabajo, profesiones, vida barrial, vida vecinal, partidos políticos y una multitud de acciones sociales. Los liberales creen en la magia del mercado libre, nosotros no creemos en la mano invisible y tampoco creemos en la mano de hierro que ahoga toda iniciativa y conduce toda actividad; creemos más bien en lo que Perón llamaba la “mano que guía”, que es la planificación concertada”.
En la óptica de Cafiero, el Estado de Justicia incluye al Estado de Derecho, pero lo supera ampliamente al proponer la organización de un gobierno y de una comunidad cuya meta es la dignidad, la justicia y la libertad humana. El Estado de Justicia contiene una ética nacional, un humanismo social y una voluntad política de realización histórica.
En la visión doctrinal del pensador bonaerense, la democracia no puede subsumirse a la aplicación de un régimen político formal o meramente procedimental. En realidad, para Cafiero la democracia debe consolidarse como la voluntad de realización de un pueblo en un tiempo histórico. La actividad política no se reduce a lo jurídico institucional, sino que incluye los “derechos sociales, económicos y culturales y hasta espirituales” de un pueblo.
En el Estado de Justicia la vocación de formar comunidad es fundamental. No se pueden construir vínculos sociales estables con individuos egoístas y materialistas. Destacó Cafiero que los “pueblos no avanzan en la historia detrás de los objetivos de consumo, sino guiados por pasiones elevadas”. El egoísmo del mercado no es un factor de aglutinación social, sino que ese lugar lo ocupan los valores trasmitidos por la cultura y por el legado histórico de un pueblo.
La comunidad no nace de un contrato o de un mero pacto legal y racional, sino que implica la unidad moral y afectiva de la comunidad. La Nación es una unidad política y emocional de destino y no una acumulación gregaria de individuos capitalistas. 

El orden internacional
Cafiero consideró que la inmensa desigualdad existente entre las Naciones era un factor desestabilizador del orden mundial. Asimismo, cuestionó el colonialismo, el intervencionismo y las diversas violaciones de la soberanía que ejercieron los organismos internacionales, las Potencias y las corporaciones.
En su óptica, las comunidades tenían que reivindicar el irrenunciable derecho a la autodeterminación política, económica y cultural frente a la Globalización Neoliberal. En el 2006 propugnó forjar un “nacionalismo competitivo” que “defiende la identidad de nuestras naciones y sostiene que la globalización no debe avanzar ignorando las patrias. Que defiende la propiedad nacional de los recursos naturales. Que alienta la participación de las empresas nacionales. Que estimula el orgullo nacional”.   
La esfera nacional sería la base para constituir la soberanía regional y la “paulatina ciudadanía latinoamericana”. 

El individuo y la comunidad
“La comunidad a la que debemos aspirar es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto de una alegría de ser fundada en la dignidad propia, donde el individuo tenga algo que ofrecer al bien general y no sólo su presencia muda”. Antonio Cafiero

Cafiero creyó primordial impulsar la autonomía del individuo en tanto persona y caracterizó críticamente a los Estados comunistas, ya que en el “sistema colectivista no existe la libertad, y el Estado va absorbiendo paulatinamente todas las funciones, insectificando al individuo”. En su ideario, se tenía que garantizar la integridad de la persona y el reconocimiento del justo valor del trabajo.
Por otro lado, consideró que la libertad individual debía ser entendida desde una función social. Los pueblos tenían que actuar a partir de los valores de solidaridad y de patriotismo. El individuo debía asumir la misión de acompañar los fines colectivos del pueblo y de la Nación. En 1989 Cafiero destacó que “al egoísta perfecto lo suplantaremos por la personalidad comunitaria trascendente, queremos al hombre que aspira a un destino superior”.

La propiedad privada y el Estado social
Para edificar el Estado de Justicia debe refundarse el Estado Liberal. La función del gobierno no puede ser solamente la de garantizar o la de imponer el egoísmo de una clase social. En la óptica de Cafiero el Estado tiene que fijar las directivas políticas y los objetivos tendientes a consumar los derechos de la colectividad. En sus palabras “el bien común es la meta y la razón de ser de todos los actos de gobierno”.
Cafiero destacó que no hay orden económico viable si no se “respeta la economía nacional como unidad nacional”. En este marco, el Estado debe contribuir a consumar la independencia económica que es la base de la soberanía política nacional. En 1952 mencionó que en el Justicialismo “la riqueza es considerada como un bien individual que debe cumplir una función social”. Nadie tiene derecho absolutos sobre las riquezas de la tierra: ni el hombre, ni la sociedad”.
Tal cual plantea el pensador bonaerense, le corresponde al Estado la indelegable tarea de ser el garante de la justicia distributiva y de la dignidad humana. Destacó que “la solución de los graves problemas de la marginalidad y la pobreza no puede ser librada a las leyes del mercado ni al asistencialismo. Reclama una política común del Estado y las organizaciones libres del pueblo”.

La voluntad política de realización histórica
“El peronismo no es una etapa en la marcha hacia el socialismo democrático o marxista, ni nació para evitar el comunismo, ni puede confundirse con el radicalismo (…) el nuestro es un proyecto específico y original”. Antonio Cafiero

A lo largo de su destacada trayectoria partidaria, Cafiero reflexionó acerca del origen, de la historia y del futuro del Justicialismo al cual le atribuyó un protagonismo político indelegable. En 1984 mencionó que “el peronismo no será absorbido en otros movimientos en tanto siga expresando un modo de pensar y sentir la Argentina que le es propio e intransferible”.
En su óptica, el peronismo no podía ser caracterizado como un mero mecanismo electoral y tampoco como un sistema de gestión de los problemas sociales.
En su punto de vista, el Justicialismo es una organización y una doctrina humanista en movimiento detrás de una misión trascendente. El peronismo contiene y emana una doctrina de “filiación socialcristiana” que “es al Movimiento lo que el alma al cuerpo”. Es por eso, que sus militantes deben convencerse del valor de su causa y tal cual sostiene Cafiero “no se puede luchar sin verdades”.
El Justicialismo en la perspectiva de Cafiero, es una tradición histórica hecha voluntad política, es una realidad cultural en desenvolvimiento y un Movimiento de realizaciones económicas y sociales.
El peronismo es una causa nacional y democrática por la reparación social y contiene un anhelo de justicia que busca liberar al país y dignificar al hombre argentino en una Comunidad Organizada.
Cafiero sostiene que el “peronismo no nació para las tareas pequeñas; está en política para las grandes causas”. El Justicialismo es un proyecto de desarrollo integral, una emoción en marcha, un pensamiento que se renueva, una mística de grandeza nacional y una fe popular en la capacidad del triunfo de la causa.



jueves, 5 de diciembre de 2019

¿Existe un peronismo universitario?: tradiciones, rupturas e innovaciones


Aritz Recalde y Nancy Mateos
Octubre 2019


Resumen. En el artículo tomaremos cuatro ejes de política universitaria del periodo 1946 a 1955, con la finalidad de demostrar  dos hipótesis:
Hipótesis 1: el peronismo forjó un proyecto universitario original y diferenciado en relación a las tradiciones liberales y reformistas. Si bien recuperó aspectos de ambas corrientes académicas y políticas, el resultado fue una experiencia novedosa.
Hipótesis 2: varios de los rasgos del actual sistema universitario son una derivación y una renovación de los principios institucionales del peronismo universitario.

I-                  Los cuatro aspectos centrales del peronismo universitario
Eje 1. La política universitaria se integra al Proyecto Nacional de desarrollo.
Eje 2. Las universidades deben regionalizarse articulando la oferta educativa y las funciones de investigación y de trasferencia con las demandas de cada localidad dónde están radicadas.
Eje 3. La universidad tiene una función de igualación y de democratización social, cultural y política
Eje 4. Los miembros de la comunidad académica son trabajadores y como tal deben tener derechos laborales
II-              Reflexiones finales: la actualidad del peronismo universitario

Normativa citada
-          Ley 13.031 de 1947, Nuevo Régimen Universitaria.
-          Ley 14.297 de 1954, Orgánica de universidades.
-          Decreto 26.944 de 1947, Fines de la Educación.
-          Decreto 6233 de 1949, creación de la Subsecretaria Universitaria.
-          Decreto 29.337 de 1949, supresión de aranceles universitarios.
-          Decreto 16.251 de 1951, Estructura y Organización del Ministerio de Educación.
-          Decreto 4.493 de 1952 de Gratuidad de la Enseñanza.
-          Constitución Nacional del año 1949

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miércoles, 20 de noviembre de 2019

1949 – 2019: 70 aniversario de la sanción de la Gratuidad Universitaria


Aritz Recalde
Noviembre de 2019


1.      Introducción
El 22 de noviembre del año 1949 por Decreto Presidencial 29.337, se suspendió el cobro de los aranceles universitarios. Con la medida se apuntó a democratizar el ingreso a la educación superior favoreciendo importantes reformas políticas, económicas y culturales en la sociedad argentina.
Hasta el advenimiento del Peronismo, la institución fue elitista y funcionó como un medio de separación de clases sociales otorgando el monopolio del conocimiento y del poder que ello conlleva, a una minoría selecta. La oligarquía terrateniente, el capital extranjero y un reducido grupo de empresarios y de comerciantes radicados en las capitales de provincia, detentaron el poder económico y también el cultural. Ello les otorgó capacidad de decisión política y el control institucional del Poder Judicial, de la administración económica, la salud pública y la educación, entre otras esferas de gobierno.
Según lo detalló Arturo Jauretche en su libro el Medio Pelo en la Sociedad Argentina, el desarrollo económico y social argentino de fines del siglo XIX y de principios del XX, generó las condiciones para el surgimiento de los sectores medios y de pequeños empresarios, muchos de ellos de origen inmigrante. Estos grupos forjaron un status aspiracional conformado por valores, prácticas y consumos culturales. La identidad de los sectores medios se construyó a partir del deporte (tenis o del rugby), de habitar barrios acomodados, ir al hipódromo, tener auto y pileta o viajar de vacaciones. La posibilidad de estudiar en colegios de elite y de acceder a la universidad fueron dos piezas fundamentales de su status.
Jauretche puntualizó que las clases altas y los representantes de los poderes extranjeros delinearon los contenidos y las finalidades de la educación superior, en un proceso que denominó de “colonización pedagógica”. El resultado fue que las clases medias y los empresarios argentinos educados en las universidades aspiraron a ser “clase alta terrateniente” y a verse más como europeos que como americanos y eso los condujo a distanciarse del pueblo. Los intelectuales de clase media se convirtieron en una “intelligentzia” y reprodujeron inconscientemente los conceptos formulados por las usinas ideológicas del extranjero. Como resultado de esa educación, las burguesías locales carecieron de ideología propia, de conciencia y de normas de grupo y para ellos “inglés es el lenguaje de los negocios” y “francés el lenguaje del espíritu”.
Jauretche mencionó que los descendientes de los criollos, de los pueblos originarios y de los gauchos fueron desplazados violentamente a los márgenes de las grandes urbes y culminaron en las villas miseria. Fueron por mucho tiempo desempleados, trabajadores rurales temporarios y con el advenimiento de la industrialización integraron las cuadrillas de obreros de la incipiente economía nacional. Los sectores populares tenían vedado el ingreso a los colegios nacionales y a la universidad y accedían meramente a la escuela primaria en la cual asimilaban los valores de la clase dominante, que edificó desde allí una “política de la historia” y una “colonización pedagógica”.

Ese esquema clasista, racista y estratificado de la universidad fue cuestionado por los nuevos grupos políticos y culturales que paulatinamente se integraron al socialismo y a la Unión Cívica Radical y que confluyeron en las jornadas de la Reforma del año 1918.
La sanción de la gratuidad universitaria de 1949 supuso un reconocimiento a los reclamos y a las luchas de las generaciones anteriores. Tal medida fue facilitada por el hecho de que el Justicialismo logró apoyó en un sector del reformismo[2] y por la capacidad de instalar agenda que tuvo el Movimiento Obrero organizado.
La eliminación de los aranceles adquirió implicancias sociales, ideológicas, políticas y económicas de largo alcance y fue y sigue siendo un rasgo fundamental de la cultura nacional de la Argentina. La democratización de la educación favoreció un cambió de status de las clases medias y de los trabajadores. Los primeros modificaron su visión del mundo acercándose a las posiciones populares y como parte de dicho proceso es que pueden interpretarse la nacionalización de los grupos medios de los años sesenta, el Cordobazo o el rol de los jóvenes en el tercer gobierno Justicialista. Para los trabajadores la gratuidad de la universidad supuso un cambio político y aspiracional. Los obreros ascendieron socialmente, ocuparon lugares fundamentales del poder estatal y privado y tuvieron una renovada conciencia de su centralidad en la construcción de La Nación Argentina.

En el presente artículo vamos a documentar brevemente el marco histórico de aparición de la gratuidad universitaria. Haremos referencias a un conjunto de iniciativas previas al año 1949 y detallaremos de manera sucinta algunos debates sobre el restablecimiento de los aranceles luego de 1955.
       
2.      La Reforma Universitaria del año 1918 y la gratuidad universitaria
En el año 1972 el filósofo Juan José Hernández Arregui mencionó que la gratuidad universitaria alcanzada en 1949, integró el ideario de los reformistas de 1918. Puntualizó que “En 1943 la universidad tenía algo más de 60 mil alumnos. Con Perón llegó a 260 mil. La enseñanza universitaria era gratuita, comedores estudiantiles, apuntes sin cargo impresos en la Fundación Eva Perón, privilegios para los estudiantes que trabajan, colonias, supresión de los exámenes de ingreso, mesas examinadoras mensuales, acortamiento de las carreras, etc.- Tal cual lo había reclamado la Reforma de 1918, en la Argentina, la enseñanza media y superior dejó de ser un prerrogativa de clase” (Hernández Arregui 1972: 120).
Como bien sostiene Hernández Arregui, la Reforma Universitaria del año 1918 estuvo caracterizada por un anhelo de cambio social y por un espíritu democratizador. Sus protagonistas cuestionaron el carácter arancelado y elitista del ingreso a las instituciones educativas públicas, ya que ese limitante dejaba como saldo que solamente las clases altas y medias acomodadas podían estudiar.
La experiencia reformista propuso acercar a la universidad a los problemas de la comunidad y favoreció la apertura de programas de extensión y de vinculación con el medio. En su ideario la universidad no podía estar aislada de la vida cultural del país, sino que debía comprometerse consciente y activamente con la vida nacional.
Como resultado del mandato del Primer Congreso Nacional de Estudiantes efectuado en el mes de julio del año 1918, Gabriel Del Mazo y Dante Ardigó elaboraron un Proyecto de Resolución de “Gratuidad de la Enseñanza Superiorcon el fin de elevarlo al poder público. La iniciativa propuso constituir una universidad “absolutamente gratuita” y que esté caracterizada por ser “abierta, amplia y democrática”. Del Mazo y Arigó destacaron que los altos aranceles conformaron una institución de carácter “oligárquica”, que profundizaba las desigualdades sociales existentes impidiendo a los pobres estudiar. La limitación económica se convertía en un filtro y muchos jóvenes no alcanzaban ese derecho pese a que tenían capacidades y vocaciones. En su óptica, la gratuidad de la institución iba a “afianzar la justicia”, contribuyendo a forjar un nuevo humanismo educativo.
Para financiar el Proyecto Del Mazo y Arigó impulsaron una reforma tributaria recuperando la experiencia de la República Oriental del Uruguay[3], que implementó un “Impuesto al Ausentismo” compuesto con una contribución inmobiliaria efectuada sobre las personas que tenían una propiedad y no eran residentes en el país.

La iniciativa de gratuidad universitaria no fue implementada en 1918 y no derivó en la propugnada actualización de la normativa nacional en la materia. Retomando los postulados reformistas, en el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios del mes de agosto de 1932, los jóvenes siguieron pidiendo la democratización del acceso a las Casas de Altos Estudios. Entre las resoluciones del Congreso, se consideró necesario:
“1) El Estado debe establecer una asignación fija, que en ningún caso podrá ser disminuida, que permita el eficaz desenvolvimiento de la Universidad, limitándose únicamente a controlar la inversión de la misma. Ello sin perjuicio de la formación del fondo universitario proveniente del gravamen al privilegio y a la riqueza improductiva;
2) La gratuidad de la enseñanza, que es una consecuencia de la democracia universitaria y de la asistencia e investigación libre;
3) Aumento de la remuneración a los profesores con el fin de asegurarles su independencia económica;
4) Se creará un amplio sistema de becas con el fin de: a- asegurar a los estudiantes pobres sus estudios; b- asegurar a los estudiantes capacitados sus cursos de perfeccionamiento con vistas a sus vocaciones docentes o de investigación”. 

En esta oportunidad como en el año 1918, la gratuidad no fue sancionada y las universidades siguieron siendo aranceladas y elitistas.


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[2] La rama política del peronismo se organizó con dirigentes originarios de la izquierda –principalmente socialista-, del Partido Independiente (conservadores), de sectores nacionalistas y de un importante grupo de miembros de distintas corrientes de la Unión Cívica Radical.  El Vicepresidente de Perón desde 1946, Hortensio Quijano, fundó la UCR Junta Renovadora (UCR-JR) y con este espacio alcanzaron la banca de la Cámara de Diputados de La Nación 27 legisladores. Se sumaron al Justicialismo otros 10 diputados de distintas corrientes internas del radicalismo, en un bloque partidario compuesto de 109 miembros. El Proyecto de Ley Universitaria del justicialismo del año 1947 fue presentado en el recinto de la Cámara de Diputados por varios miembros de la UCR-JR. Estos sectores y otros radicales oriundos de FORJA aportaron muchos miembros de militancia universitaria reformista, que tuvieron influencia en la organización de la educación superior de la etapa.  
[3] En la actualidad Uruguay sigue impulsando mecanismos alternativos de financiamiento educativo. La ley 16.524/94 creó el Fondo de Solidaridad que “tendrá como destino financiar un sistema de becas para estudiantes de la Universidad de la República y del nivel terciario del Consejo de Educación Técnico-Profesional”. Según lo estipuló la normativa “El Fondo se integrará con aportes anuales efectuados por todos los egresados en actividad que posean título profesional expedido o revalidado por la Universidad de la República o por el nivel terciario del Consejo de Educación Técnico-Profesional”. La norma tuvo algunas modificaciones con la ley 17.451/02.

sábado, 9 de noviembre de 2019

El pensamiento nacional y popular


Aritz Recalde, octubre 2019

¿Cómo definir al pensamiento nacional y popular?
El pensamiento nacional y popular es una corriente intelectual y política con rasgos propios. Su particularidad no estriba en la ubicación geográfica de nacimiento de sus titulares y no tiene que ver tampoco con una línea disciplinaria en particular. El pensamiento nacional no supone necesariamente una única afiliación partidaria. Se puede nacer en cualquier país y ser nacionalista, liberal, de izquierda o desarrollista. Los miembros de dicha corriente intelectual poseen una formación disciplinar diversa, siendo Raúl Scalabrini Ortiz agrimensor, Alberto Baldrich obtuvo el título de abogado, Juan José Hernández Arregui era filósofo, Juan Perón adquirió una formación militar y Leonardo Castellani era filósofo y teólogo. Dentro del pensamiento nacional existió una diversidad de orígenes y de modalidades de acción partidaria y no se los puede circunscribir a una sola expresión política.
El pensamiento nacional es una perspectiva para analizar los problemas y para construir los proyectos de país, de región y de mundo. En una gran síntesis, articula tres grandes perspectivas:
- La pregunta por el ser nacional. ¿Qué rasgos históricos, presentes y futuros definen la personalidad nacional?.  Dicho interrogante contempla aspectos culturales e históricos y también temas sociales, económicos y políticos. La nación es una herencia espiritual y un patrimonio civilizacional que pasa de generación en generación. La afirmación nacional de una comunidad contiene un pasado compartido, un adversario y/o enemigo presente y una unidad de destino futuro.
- Un análisis de nuestra condición nacional a partir de la inscripción del país en el sistema mundo. Este aspecto supone un análisis crítico de la dependencia y de todo tipo de colonialismo o de neocolonialismo en las relaciones internacionales.
- Una voluntad de emancipación política. El pensamiento nacional y popular valida sus análisis y sus aportes conceptuales en la capacidad histórica de la comunidad de realizarse. Lejos de ser una mera especulación teórica o académica, el pensamiento nacional se consuma y se valida en la acción política de las organizaciones libres del pueblo.
En una gran síntesis, para esta corriente intelectual y política, la comunidad nacional debe edificar y potenciar cuatro grandes pilares:
PRIMERO.  La nación es una unidad de destino. La nación se construye a partir de lo que una comunidad siente, desea y funda políticamente. Tal definición supone un principio de unidad cultural y una identidad colectiva que se despliegan en tensiones y en contradicciones. Las disputas de clases, de etnias o las diferencias de género existentes en el seno de cada país, no deben imponerse si ello supone desandar el interés nacional. En caso que esto ocurra, se puede llegar a fragmentar territorialmente un Estado en guerras étnicas o incluso destruir el proyecto colectivo en enfrentamientos internos de facciones. Si bien el conflicto nunca desaparece dentro de una nación, la tendencia a edificar una unidad superior debe prevalecer. Juan Perón lo explicó con lucidez cuando afirmó que primero están la patria, luego el movimiento y finalmente los hombres y sus intereses y sus ambiciones. 
La unidad de destino de una nación se desenvuelve como un proyecto social de vida en comunidad, como una organización de poder y como una fe.  Los pueblos que no tienen fe en la legitimidad de su causa y en su capacidad histórica, presente y futura para realizarla, no serán una nación, sino un mero conglomerado de individuos.
La nación es un principio de unidad moral y emocional y para que pueda unificase es necesario que el individuo actúe libremente al servicio de la colectividad, percibiendo en su tarea diaria la satisfacción del deber cumplido.
SEGUNDO: la nación es un principio de solidaridad social. Los pueblos sin ideales y sin sentimientos de justicia, no pueden conformar una comunidad y serán una mera acumulación gregaria de egoísmos. El interés comercial puede constituir un mercado, pero no una nación. Las naciones avanzan si tienen la capacidad de imponer un imperativo moral de colaboración con el prójimo, de bien común y de solidaridad con los hijos de la misma patria. 
TERCERO. La nación requiere del efectivo cumplimiento del derecho de los pueblos a la autodeterminación política. Cada comunidad organizada es única y diferenciada en relación a las otras unidades humanas. Como tal, cada pueblo debe tener el derecho propio e irrenunciable a construir y a planificar su propio modelo de desarrollo nacional.
CUARTO. La nación requiere de una economía independiente. En el siglo XX la categoría de nación se convirtió en sinónimo de industrialización y de planificación productiva y social. No hay nación posible, si los principales elementos de la economía de un país son manejados por el “mercado mundial”, que es la forma eufemística de nombrar a un grupo reducido de países y de corporaciones a ellos vinculadas.
Los Estados sin industria y sin una actividad productiva planificada socialmente, no pueden generar condiciones de empleo y dignidad para su pueblo. El resultado de dicho modelo económico es el descarte en masa de los seres humanos, que son sumergidos en la pobreza, el subconsumo y en la marginalidad. El pensamiento nacional argentino del siglo XX conceptuó como los pilares fundamentales de la soberanía de un país, la capacidad de los Estados para administrar los recursos naturales, la finanza (bancos y Banco Central), el comercio exterior y los servicios públicos.
El pensamiento nacional y popular comparte el respeto hacia las minorías, sin por eso olvidar el principio fundamental e irrenunciable de consumar primero la emancipación de las mayorías. Esta corriente intelectual considera al pueblo y a sus dirigentes como actores centrales de la nación y descree de la capacidad de las oligarquías para construir un programa colectivo y soberano. También niega el modelo de la dictadura del proletariado o del clasismo como posible esquema para organizar una comunidad libre. El pensamiento nacional no es xenófobo y su participación activa de apoyo al peronismo, demostró que es posible asimilar la diversidad étnica, en el marco de un programa soberano y antiimperialista.     

El pensamiento nacional del siglo XXI es la antítesis del pensamiento neoliberal
Hay que decirlo sin titubear: actualmente el país y la región se encuentran ante el dilema histórico de forjar la soberanía nacional o de profundizar la sumisión al imperio anglosajón.
Los comunicadores e ideólogos del establishment presentan a la globalización como un único e incuestionable camino al desarrollo. En realidad, detrás de esta categoría aparentemente neutral, se esconden los intereses y el proceso de expansión política de los norteamericanos que fue desenvuelto con fuerza desde la caída de la Unión Soviética.
El gobierno de las elites financieras trasnacionales pone en riesgo las democracias. El neoliberalismo busca destruir la organización del pueblo y le entrega la soberanía política y las decisiones gubernamentales a los organismos multilaterales y a los CEOS. En este sistema, el pueblo a lo sumo delibera, pero nunca gobierna y sus decisiones están enajenadas en las elites que son designadas por las corporaciones.
En nombre de la libertad el régimen político neoliberal conforma un totalitarismo de mercado, que está caracterizado por exportar las riquezas del centro hacia la periferia y por fabricar millones de pobres y de desempleados.
En el aspecto económico, la “división neoliberal del subdesarrollo” opera como un programa de socialización de pérdidas y de privatización de ganancias. A los países del sur les cabe la tarea de primarizar la producción, para reconvertirse definitivamente en economías agropecuarias y en una plaza para la especulación financiera. A este proceso, se le suma la tendencia a la concentración y a la extranjerización permanente de su patrimonio que se fuga hacia los centros de poder occidental. De no revertirse la tendencia, el capitalismo neoliberal puede destruir la propiedad privada y productiva de Sudamérica.
En el plano social, el gobierno de la finanza del siglo XXI está superando la clásica lucha entre las clases productivas. En su lugar, quiere instaurar el sistema de los descartados y de los excluidos que pelean por ingresar al mercado o por no caerse definitivamente al abismo de la miseria estructural. Los grupos financieros y los Estados que controlan las principales decisiones del mundo, están insectificando la vida de las barriadas populares en Sudamérica. La geografía del hambre y la cultura de la marginalidad estructural, se están tornando dos características centrales del caos políticos del mundo contemporáneo. Al modelo actual le sobran trabajadores y a diferencia de la modernidad liberal, ya no plantea un progreso en el futuro que sea capaz de revertir la tenebrosa tendencia.
La cultura neoliberal se presenta como universal y eso la hace represiva. En dicha ideología, se piensa como ellos o se está contra ellos. Caracterizan a las ideas políticas que no son liberales anglosajonas, como antidemocráticas y autoritarias (hoy le dicen “populistas”). A este esquema lógicamente totalitario, hay que enfrentarlo con la bandera del derecho a la identidad nacional, en el marco de un proyecto mundial de pluri-verso cultural y civilizatorio.    
El neoliberalismo difunde una ideología individualista, narcisista y nihilista y es por eso anti nacional y anti colectivista. La evocación al individuo consumista con derechos y sin deberes con la comunidad, conduce a que desaparezca el concepto de colectividad. La sociedad se disgrega y aumenta la violencia y la desigualdad. Lo que nunca debe olvidarse y pese a que quieran encubrirlo los cultores del liberalismo, es que la supervivencia de la nación es la única garantía de la libertad del individuo.
En el sistema neoliberal el hombre no tiene fe en el progreso de la humanidad y la remplazó por el deseo de consumir. Se es lo que se tiene y la patria es el dólar, la bolsa de valores es la iglesia y la ganancia su Dios único.
El fetiche tecnológico neoliberal está corroyendo los valores humanos fundamentales. Se plantea como un hecho positivo remplazar al trabajador en una empresa con la finalidad de no pagar cargas sociales, no financiar una licencia por maternidad o para evitar conflictos sindicales. Esta ideología conduce a la sustitución del hombre por la máquina. Con esa actitud aumentan el desempleo y se reduce el mercado interno y a la larga van conformando una crisis capitalista de superproducción. La ciencia desligada de la filosofía y de la metafísica puede conducir al mundo al caos ecológico, al desempleo, la pobreza y al enfrentamiento bélico de inusitadas dimensiones.  
El neoliberalismo difunde el mito de la republica formal y tal cual explicó Antonio Cafiero “Los liberales hablan del Estado de Derecho, nosotros hablamos del Estado de Justicia. Los liberales hablan de los derechos del ciudadano, nosotros hablamos de los derechos del hombre, que es más que un ciudadano: el hombre es una persona que genera familia, trabajo, profesionales, vida barrial, vida vecinal, partidos políticos y una multitud de acciones sociales”.

Los argentinos y sudamericanos tenemos el deber histórico de rehacer la patria sobre las ruinas del neoliberalismo. Para eso, es necesario fortalecer la comunidad nacional y la unidad moral del pueblo en una nueva fe cívica movilizadora y vital.




domingo, 29 de septiembre de 2019

Las Políticas de Salud Pública del Gobernador Antonio Cafiero


Aritz Recalde, septiembre 2019
“Queremos un Estado de Justicia. Ese es el ideal que desea alcanzar el gobierno bonaerense, porque cuando los hombres no sólo sean libres por sus expresiones sociales y políticas, sino cuando sean libres de sus necesidades básicas insatisfechas, cuando sean libres de la pobreza, de la marginación, de la presión social, cuando esas libertades se logren, podremos decir que se ha llegado al Estado de Justicia, de la mano del Estado de Derecho”. Antonio Cafiero
“Los fundamentos filosóficos que orientan la política sanitaria son el producto de una ideología cuyo objetivo central es la justicia social, y en parte representan una versión actualizada de los principios doctrinarios de la llamada “sanidad justicialista”, concebida y ejecutada hace casi 50 años por el Dr. Ramón Carrillo, Primer Ministerio de Salud Pública argentino y pionero de la Medicina Social”. Ministerio de Salud bonaerense, año 1991

 Las propuestas de la campaña electoral del año 1987
“La Provincia deberá duplicar su capacidad hospitalaria instalada en el próximo quinquenio. Sin embargo, la verdadera revolución justicialista en el campo de la salud, no deberá producirse ahora, como en 1945, en la ampliación de las instalaciones sanitarias fijas, sino en la atención de la salud ambulatoria con una concepción preventiva asistencial de atención progresiva de la salud, realizada por el equipo de salud familiar”. Centro de Estudios para la Renovación Justicialista

En las Bases para el Plan Trienal Justicialista los equipos técnicos nucleados en el Centro de Estudios para la Renovación Justicialista (CEPARJ), puntualizaron que “la salud es un derecho esencial con la condición de bien social y por lo tanto ajeno a las condiciones de lucro y especulación de la economía de mercado” (CEPARJ 1986: 7). A partir de este concepto, incluyeron a la salud como un componente central de la justicia social y consideraron que el Estado tenía que garantizar su pleno derecho a todos los bonaerenses. Promovieron una gestión descentralizada, participativa y articulada entre los distintos niveles del sector público, social y privado.
Las Bases incluyeron una iniciativa de “Programa Provincial de Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud” y propugnaron la transformación del Ministerio de Salud en el Ministerio de Salud y Acción Social.  
El Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA) sería “gobernado por sus afiliados de acuerdo con las formas y condiciones de las organizaciones gremiales involucradas convengan oportunamente”. Se crearía el IOMA para “Trabajadores Autónomos”. El Instituto sería regionalizado y proponían sancionar un Vademécum Terapéutico Provincial (CEPARJ 1986: 8 y 13).
El CEPARJ planteó que las obras sociales debían ser administradas por las organizaciones sindicales que las crearon y que las financian. El Estado tenía la tarea de garantizar una efectiva solidaridad interna dentro del sistema, tendiendo a reducir las asimetrías de tamaño y de cantidad de afiliados.

  La opinión de las organizaciones libres del pueblo
“La intervención de los representante de la comunidad organizada en la deliberación, en la toma de decisiones, en la asunción de responsabilidades, en la ejecución y control de los servicios y acciones de salud, constituye el proceso de la Participación Social en el Sistema de Salud y es el instrumento sectorial de la democracia social”. Ministerio de Salud, 1991

Entre los meses de marzo y de octubre del año 1988 la Dirección de Entidades de Bien Público de la Provincia, realizó seis encuentros regionales de reflexión en las localidades de Quilmes, Moreno, Olavarría, Necochea, Bahía Blanca y San Nicolás. Intervinieron miembros de Sociedades de Fomento, Clubes y entidades deportivas, Hogares policiales, Cooperadoras, Cetros Nativistas, Centros de Jubilados y Pensionados, Cooperativas, Talleres Protegidos, Mutuales, Bibliotecas y de Bomberos Voluntarios (Dirección de Entidades 1989).
La dinámica de los encuentros fue de reflexión conjunta en comisiones temáticas y una de ellas trató el eje Salud Pública. Las Entidades de Bien Público propusieron:
-       Retomar el modelo de Ramón Carrillo que postuló una perspectiva integral de las políticas de salud;
-       Promover la participación comunitaria en la planificación de la salud y crear cuerpos de voluntarios;
-       Implementar planes de vacunación;
-       Subsidiar las salas de primeros auxilios municipales y otorgarle prioridad a la atención primaria de la salud;
-       Implementar campañas de concientización utilizando los medios de comunicación y formular un boletín informativo de salud;
-       Permitir que los hospitales atiendan a los afiliados del PAMI;
-       Agilizar la implementación del Vademécum Provincial único;
-       Realizar campañas de prevención y de detección temprana del cáncer;
-       Realizar campañas de detección de Diabetes Oculta y facilitar los tratamientos;
-       Implementar campañas sobre el peligro de la drogodependencia y crear Centros de rehabilitación;
-       Promover salas geriátricas en hospitales y Hogares de Día en acuerdo con los gobiernos municipales y provinciales y con los Centros de Jubilados;
-       Impulsar políticas de discapacidad;
-       Implementar programas de salud alimentaria;
-       Reducir la contaminación y principalmente los desechos industriales e impulsar la apertura de espacios verdes y de áreas recreativas.

Las Políticas de Salud Pública
A- Floreal Ferrara y el Programa de Atención Ambulatoria Domiciliaria de Salud (ATAMDOS) de 1987
“Hoy debemos acerca al médico a la familia y sólo en caso en que se detecte una enfermedad debe intervenir el hospital, pero antes hay toda una tarea que realizar. Una tarea que antiguamente desarrollaba el médico de cabecera. Era un hombre esforzado, que sabía no sólo prevenir y curar al enfermo, sino que también atendía las necesidades psíquicas de la familia. El médico era una institución familiar que se fue perdiendo”. Antonio Cafiero

Floreal Ferrara era un destacado médico sanitarista y ya había ocupado la cartera de Salud durante la gobernación de Oscar Bidegain en el año 1973.
En el N° 1 de la Revista del CEPARJ Ferrara publicó el artículo “Farmacodependencia”. Allí proponía implementar una política de salud preventiva desde la escuela, los Centros de Salud, las Sociedades de Fomento, los clubes de barrio, los Centros Asistenciales y las instituciones vecinales. Impulsaba la labor interdisciplinaria y la intervención comunitaria para facilitar el diagnóstico precoz y el correcto tratamiento de la salud (Ferrara 1987).
Una vez designado por Cafiero como Ministro del área, Ferrara elaboró un Plan Provincial de Salud que se integró al Plan Trienal de Gobierno 1989/1991 (Síntesis Bonaerense 1988: 53).
Ferrara puso en marcha el programa de Atención Ambulatoria Domiciliaria de Salud (ATAMDOS). La propuesta tenía como objetivo la atención preventiva y domiciliaria de la salud a partir de un equipo interdisciplinario de médicos, enfermeros, psicólogos y de trabajadores sociales. Los equipos tendrían a cargo un barrio y un centenar de familias a las que atenderían aplicando una perspectiva integral e interdisciplinaria de la salud. Se les garantizaría a los pacientes el acceso gratuito a los medicamentos, a la radiología, a los laboratorios y a la internación de ser necesario. 
El Ministerio de Salud y como bien sostiene Antonio Cafiero en el epígrafe, proponía recuperar la figura del médico familiar no ya como un individuo sino “como un conjunto de hombres que viene a sustituir de una manera más compleja al viejo médico de cabecera. Este equipo interdisciplinario no va a ser un conjunto de burócratas, sino un grupo de profesionales unidos por una misma vocación” (Síntesis Bonaerense 1988: 52).
El ATAMDOS estaba gestionado por un Consejo de Administración elegido por las mismas familias. En una entrevista del mes de marzo de 1988 Ferrara puntualizó que pondrían en funcionamiento mil equipos y que la comunidad sería protagonista en la gestión y en el control del programa y “estamos con esto consolidando la posibilidad de que el pueblo defienda la Democracia, que el pueblo sea el artífice de su propio destino” (Ferrara 1988: 11).

B- La Política Provincial de Salud de 1988 a 1991
“La medicina como ciencia adquiere valor social y justifica su existencia, cuando es capaz de aplicarse en beneficio de la salud del hombre y de los pueblos”. Ministerio de Salud

Ginés González García era médico sanitarista y asesor del bloque Justicialista de la Cámara de Diputados de La Nación. Asumió como Ministro de Salud en lugar de Floreal Ferrara el 15 de julio del año 1988.
En el año 1991 el Ministerio de Salud bonaerense publicó un informe sobre la gestión de Ginés. Lo tituló “La Salud en la Provincia de Buenos Aires, política provincial de salud 1988-1991”. Allí se señaló que la salud es un derecho personal y también social y que el Estado era el encargado de ejecutar, regular, planificar y controlar las acciones. Como un balance general de la etapa, se puntualizó que entre 1988 y 1991 se atendieron 18 millones de consultas en los más de mil establecimientos entre Hospitales y Unidades Sanitarias bonaerenses. Solamente en 1990 se realizaron 520.000 internaciones y esa cantidad implicó un aumento del 25% en relación a 1984 (Ministerio de Salud 1991: 20).



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