lunes, 27 de octubre de 2008

John William Cooke y el Partido Justicialista.


Apartado del libro "EL PENSAMIENTO DE JOHN WILLIAM COOKE EN LAS CARTAS A PERÓN 1956-1966". Aritz Recalde, noviembre de 2008.


(...) “Lo que antes insinué tímidamente, debo afirmarlo ahora con toda mi responsabilidad: el Partido Justicialista puede ser el camino para que la corrupción penetre en el Peronismo” (...) “Ya esos hombre ensayaron el neoperonismo y la política de no violencia con la libertadora, que a estos efectos era torpe” (...) “el triunfo de esa tendencia nefasta es el mejor regalo que puede hacerse al gobierno”. J. W. Cooke, 5 febrero de 1959 (Tomo II, P. 148).

Los Partidos políticos y como punto de partida, podemos decir que son agentes de organización y de representación política. A lo largo de la historia argentina y en una extrema síntesis, coexistieron dos tradiciones para pensar la finalidad, la forma de organización y las tareas que ejercieron, ejercen y que “deberían” implementar los Partidos. Por un lado, se ubica la tradición demoliberal burguesa y por otra y vinculado a la figura de Yrigoyen, pero y particularmente a la de Perón, transcurre la tradición del “Movimiento Nacional” a la cual se va a referir Cooke a lo largo de las Cartas.

Los Partidos de la tradición demoliberal burguesa tienen una génesis en el siglo XIX dado que son producto del afianzamiento del régimen liberal aliado al mercado mundial. Estos Partidos institucionalizaron el orden político de la oligarquía que es económicamente liberal, políticamente aristocrático, socialmente desigual y culturalmente neocolonial y dependiente de Europa. Dichos Partidos tuvieron en su origen y poseen actualmente, la finalidad prioritaria de ser un mero “agente electoral” y actúan como medios de representación en el “mercado político” estableciendo agendas de gobierno y canalizando demandas del electorado. Dichos Partidos se plantean representar a “ciudadanos” individuales que actúan en el mercado político y que son definidos de forma similar al movimiento de los factores del libre mercado. En su mayoría, poseen una identidad difusa que se modifica según el marco y el contexto de la alianza electoral. Desarrollan una organización burocrática y profundamente cerrada consolidando una cúpula profesionalizada con lógica propia en la cual se toman las decisiones, que esta separada de los cuadros auxiliares y los adherentes del Partido que se los convoca solo en períodos electorales. El teatro de operaciones de estos Partidos son los gabinetes empresarios, generalmente extranjeros, el Congreso y las instituciones del gobierno. Su relación con la masa se opera a través de los medios de comunicación de masas y/o la compra de aparatos y estructuras políticas preexistentes. En tanto su condición de clase los liga a la oligarquía, el capital financiero y a los grupos económicos extranjeros, sus programas de gobierno enfrentan cualquier posibilidad de desarrollo industrial independiente del país. A partir de aquí, que escinden la práctica política de la transformación social y económica a la cual definen como propia del “mercado”.

En el reverso de este modelo de Partido demoliberal se ubica el Movimiento Nacional producto del ingreso a las masas a la arena política en el siglo XX. Juan Perón[1] se refirió a la muerte del demoliberalismo y al nacimiento de nuevas formas políticas ya que:
(…) “la democracia de nuestro tiempo no puede ser estática, desarrollada en grupos cerrados de dominadores por herencia o por fortuna, sino dinámica y en expansión para dar cabida y sentido a las crecientes multitudes que van igualando sus condiciones y posibilidades a las de los grupos privilegiados. Esas masas ascendentes reclaman una democracia directa y expeditiva que las viejas formas ya no pueden ofrecerles” (…) La historia del demoliberalismo burgués es simple y casi reciente. Cuando hace vente años el Justicialismo anunciaba desde la Argentina la “Hora de los Pueblos” y su doctrina, el mundo demoliberal y el soviético, apoyados por el imperialismo capitalista, lanzaban ya su ofensiva contra nosotros con la acusación de “antiliberalismo”, “demagogia”, “nazifacismo”, etc. Sin embargo, ha pasado el tiempo y la evolución paulatina e irremediable ha ido alejándonos cada día más de los supuestos liberales que ya en la segunda mitad del siglo XIX comenzaron su fracaso, que se acentuó decisivamente con el desarrollo económico del siglo XX y se hizo efectivo e irreversible en la situación emergente de la Segunda Guerra Mundial”

A diferencia del Partido demoliberal el Movimiento puede ser un “agente electoral” pero “no solo”, “ni necesariamente”, ese es su único objetivo. Por el contrario, dentro del Movimiento existe una herramienta política electoral (en este caso, denominada Partido Justicialista) y otro conjunto de ámbitos organizativos. La trayectoria de Cooke luego del golpe del año 1955 se ejerció dentro del Movimiento que estaba impedido de actuar políticamente a través del Partido sin por eso, desaparecer el peronismo que excedió en su conformación ser una mera herramienta electoral. El Movimiento y dada su composición de clase, se plantea representar “colectivos” organizados y no individuos tal cual lo hace la tradición demoliberal. La noción de ciudadanía típica de los Partidos Demoliberales deja paso a la de “pueblo”[2], que involucra al conjunto de las clases y actores de un país enfrentados al imperialismo y su socio local, la oligarquía terrateniente o el capital financiero extranjero. Ya vimos como Perón denominó a dicho conjunto de clases y actores capases de alcanzar el desarrollo nacional y la industrialización, como Comunidad Organizada. En el contexto de acción del Movimiento la política y la economía se fusionan y la herramienta política es un medio de transformación económico y social. Su condición revolucionario implica, obligatoriamente, la necesidad de organizar al pueblo y es a partir de aquí, que el teatro de operaciones del Movimiento es la nación en su conjunto:

a- se enseña la Teoría y se inculca la Doctrina[3] en las masas[4] y en los cuadros políticos. Su práctica se desenvuelve en el marco del Estado y las organizaciones libres del pueblo.
b- se organiza el Movimiento a partir de la acción en la totalidad de la nación. Aparece dentro del Movimiento la rama sindical; una barrial; una cultural; una juvenil; una femenina, las formaciones especiales; etc.

El objetivo del Movimiento es alcanzar el desarrollo nacional y a partir de aquí que es, objetivamente, antiimperialista ya que enfrenta la dependencia estructural operada a partir del capital extranjero y sus socios internos. La inexistencia de industrias, la dependencia tecnológica y científica y el genocidio social del Tercer Mundo, reúne a diversos actores y clases en un mismo proyecto. El Movimiento es además, antioligaquíco, ya que el desarrollo nacional enfrenta a los poseedores de la riqueza social que en las naciones periféricas está, mayoritariamente, en manos del extranjero y sus aliados locales, la “oligarquía”. El proyecto de las minorías ligados a la metrópoli en el plano económico es agro exportador y dependiente; en el plano político es represivo y parasitario del Estado y actúa como la garantía de los intereses foráneos y el infra desarrollo del país.

La tarea básica de un Partido demoliberal o un Movimiento Nacional y más allá de una u otra tradición, consiste en articular una fuerza social de manera mancomunada con el objetivo de desarrollar una disputa por la distribución del poder político, económico y social. En este sentido, se puede sostener que dichos entes son la manifestación política de la lucha de clases. En ambos casos y generalmente luego de alcanzar nivel de desarrollo considerable y sin mediar un golpe militar o acto similar, uno de los ámbitos de actuación de los Partidos intenta ser el Sistema Institucional[5]. Una institución es la cristalización jurídica de una relación de poder y el mencionado “Sistema Institucional” y tal cual lo dice su nombre, es un conjunto de instituciones y actores organizados y reglamentados jurídicamente a través de la acción de “funcionarios de carrera” y de “cuadros políticos”. Estos últimos son sujetos con capacidades de actuar en función de un proyecto político estratégico y se formaron, históricamente, en los Partidos o Movimientos. Un Funcionario de carrera es un sujeto con capacidades de gestión administrativa de los proyectos y a diferencia de un Cuadro político, se forman en la Carrera profesional[6]. En este contexto, la lucha contra la dependencia y el subdesarrollo neocolonial se da a partir de la organización del Movimiento, que hace de la nación una gran escuela en donde reclutar y educar a sus cuadros políticos para encarar el control del Sistema Institucional y el enfrentamiento de poder.

El Movimiento es un agente de representación y de organización política que tiene una función electoral, ya que del resultado de las elecciones depende la posibilidad o no, de ocupar espacios en el sistema institucional. Su condición de ser un agente de representación implica canalizar y expresar demandas del pueblo; determinar las agendas de gobierno y dar continuidad la ideológica a los miembros del Movimiento. En tanto tiene una función de organización de la fuerza social para disputar el poder, se entiende que debe mantener la unidad del movimiento (organización y solidaridad entre sus miembros); dar orientación ideológica y promover la unidad doctrinaria a los Cuadros y la masa; y contribuir a que exista una unidad de “concepción” (conocer la “doctrina” y la “teoría de la práctica”) y de acción. El Movimiento se aboca a promover e implementar las vinculaciones con otros Partidos y Estados con los cuales interactúa.


Dentro del Movimiento existe una estructura compuesta por “cuadros de conducción” que desarrollan la estrategia; “cuadros auxiliares” que aplican la táctica y ofician como intermediarios con los adherentes y la masa del pueblo cuya finalidad es que este organizada y educada, elementos sin los cuales no se puede conducir. En este contexto adquiere suma importancia estratégica la formación de los cuadros políticos de conducción y auxiliares.

La historia de los Partidos políticos que acompañaron a Perón es relativamente corta. El primero fue el Partido Laborista que como ya mencionamos, fue fundado luego del 17 de octubre y disuelto tras la unidad de los partidos de la revolución en el año 1946. El Partido único, luego Justicialista, fue el instrumento electoral que dio el triunfo al gobierno en todas las oportunidades en las cuales se presentó a las urnas. Elecciones mediante, el peronismo más que un Partido, se caracterizó ante todo y desde sus orígenes, como un Movimiento, conformado por distintas expresiones de la sociedad argentina, a diferencia de la U.C.R. o de los partidos Socialista o Conservador, que poseían una estructura partidaria clásica.

El golpe de 1955 trajo nuevos desafíos al Partido Justicialista, dada la imposibilidad de practicar las elecciones y disputar el poder en las urnas, lo cual llevó a Cooke replantear los métodos de la acción política. El Partido Justicialista con Perón en el exilio y proscrito y desde la óptica de Cooke, no llegó nunca a ser el elemento de conducción que la historia exigía. Por el contrario, Cooke se refirió críticamente el comportamiento los cuadros políticos al mando del Partido a los que acusó, en muchas ocasiones, de no resistir la acción de los militares en 1955 y de pactar con diversos dirigentes de la oposición.

Las causas de esta práctica eran diversas. Cooke le mencionó a Perón en varias oportunidades que la formación ideológica de los cuadros de conducción era deficiente. Otra cuestión de suma importancia, tuvo que ver con los métodos de lucha empleados por el Movimiento ante una dictadura que prohibió las elecciones. En este contexto Cooke consideró que el Partido Justicialista debería actualizar su organización para la resistencia o en su defecto, no tenía razón de existir ya que y en sus palabras del 5 febrero de 1959 “no estoy exagerando en un ápice la importancia del Partido Justicialista. Como no creo que nosotros podamos llegar al poder por un proceso democrático y normal, no considero al Partido Justicialista como el medio de cumplir los objetivos finales” (Tomo II, p 149). Según Cooke uno de los dramas centrales del Partido tuvo que ver con que sus dirigentes tenían un punto de vista meramente electoralista, a partir del cual se cerró la posibilidad de desarrollar una política revolucionaria e insurreccional. No plantearse la vía insurreccional bajo un sistema político que bloqueaba la alternativa electoral, hacía del Partido una cáscara vacía sin una función concreta acorde a los desafíos de la resistencia.

Siguiendo con las críticas y tal cual Cooke mencionó en la nota del epígrafe, el Partido podía ser el camino para que “entre la corrupción” y se formulen acuerdos con los adversarios de Perón y del Movimiento. Las incapacidades y responsabilidades del Partido luego del año 1955 fueron mencionadas por Cooke en Carta del 24 de julio de 1961 cuando estableció que “los que hemos tenido la preocupación de meditar sobre las causas de nuestra caída del gobierno, computado tanto los factores que en un momento dado fortalecieron el frente cipayo como las fallas internas que entonces afloraron, hemos atribuido la máxima importancia a una debilidad estructural que resultaba de tener un líder revolucionario y una masa revolucionaria pero también una capa burocrática -sindical, política y administrativa- que hacía de aislante y no de mecanismo de transmisión, de freno y no de ejecutora de una política revolucionaria. (...) Es allí, en esas posiciones ideológicas absurdas y reaccionarias, donde está el mal y donde radica nuestra debilidad (Tomo II, Pp. 181-182).

En este cuadro y pese a que Cooke fue interventor en el Partido luego de junio del año 1955, su tarea se centró en la formación de los Comandos clandestinos y de las organizaciones extra partidarias ya que y en sus palabras del 25 de junio de 1958 en el Partido “el proceso de desintegración no se detuvo en ninguna estructura, y para la acción contra la tiranía hubo que valerse de los Comandos, nuevas formaciones que nada tenían en común con las formaciones políticas partidarias. (...) Por eso he luchado tanto por la incorporación directa de los obreros a los cuadros dirigentes partidarios, para que ese contacto no se debilite” (Tomo II, Pp. 78-79).

En la Carta del 3 de marzo del año 1962 Cooke estableció una diferencia clara entre los miembros del Partido y los gremios y desde Cuba sostuvo que “aquí estuvieron los gremialistas metalúrgicos (Vandor, Niembro, etc.). Recorrieron, vieron las cosas y comprendieron. Cuando se hacía la conferencia en Punta del Este, las 62 dieron una magnífica declaración. Los cuadros políticos, como son conservadores y están mentalmente congelados en el año 1945, nos están abochornando en toda América” (Tomo II, P. 212).

Con posterioridad a la elección a la gobernación de Buenos Aires que culminó con la caída de Frondizi, Cooke se refirió críticamente a los miembros del Partido. En la Carta del 15 de junio del año 1962 y adelantándose varios años a la futura organización de la izquierda peronista, estableció que existía una contradicción entre la “tendencia revolucionaria del Movimiento” y las “posturas reaccionarias” ya que los “cuadros intermedios que vienen de la vieja burocracia, que sólo conciben la política en los marcos tradicionales, ansiosos por congraciarse con los factores de poder y temiendo ser acusados de peronistas” (Tomo II, P. 228).


Eduardo Gurucharri mencionó una de las últimas participaciones públicas de Cooke, que no por casualidad, fue en el Plenario del Peronismo Revolucionario del año 1968 que marcó un hito importante en la conformación de la “tendencia revolucionaria” del peronismo. Dicha corriente política y tal cual mencionó Cooke más arriba, iba a aparecer como una alternativa a las “conducciones burocráticas” del Movimiento. En palabras de Gurucharri:

(…) “la apreciación de Cooke databa de 1964. Ahora era el momento y la gente del Bebe, Acción Revolucionaria Peronista, también estaba de acuerdo”. (…) “Debe rechazarse toda ilusión idealista de contar con las masas como acto reflejo por la sola presencia de un grupo armado”, había insistido Rearte en el documento de convocatoria. La idea, un tanto confusa aún, era crear una especie de partido de la izquierda peronista, aunque esas palabras no se usaran. Una plataforma donde hubiera lugar para representantes de las incipientes formaciones guerrilleras que estaban organizándose, aunque todavía no actuaran públicamente, para los sindicalistas de la CGTA y para las diversas agrupaciones políticas y del ámbito de la juventud y el estudiantado, apoyada en una red de organizaciones de base barriales y comandos fabriles” (…) “Roberto Sinigaglia, Jorge Gil Solá, Raimundo Villaflor y Bruno Cambareri representaban ARP. El domingo por la tarde, 19 de agosto de 1968, llegó Alicia Eguren acompañando al Bebe. Gil Soria fue el primero en reaccionar. Se paró y empezó a aplaudir. Los treinta o cuarenta reunidos lo siguieron. Un aplauso largo y un tanto asordinado por las circunstancias de la reunión, saludó la que sería la última aparición pública, si se puede calificar así la concurrencia a una asamblea clandestina, de John William Cooke. Estaba gravemente enfermo y todos lo sabían”.[7]

Tal cual pronosticó Cooke y luego de su muerte, se desarrolló la “tendencia revolucionaria” del peronismo que intentó desplazar a las “conducciones burocráticas” del Movimiento. Lo que no pudo percibir Cooke fue el fuerte enfrentamiento entre corrientes internas del Movimiento, Ezeiza y primero de mayo incluido. Asimismo y cuestión importante, Cooke no percibió la dinámica violenta y confrontativa que adquirió el debate de Montoneros o las FAP con Perón y luego de casi dos décadas de lucha por su regreso. Cooke había planteado y con razón, que el Partido Justicialista iba ser el instrumento de penetración neocolonial, cuestión que finalmente se confirmó en los hechos. Ahora bien y pese a eso y en el plano de la mera especulación, cuesta pensar que Cooke pueda haber justificado el enfrentamiento directo de la Tendencia con Perón y más allá de las provocaciones de la derecha peronista y el imperialismo que fueron en ese sentido. Cooke y pese a que discutió con el líder, lo reconoció como dirigente máximo del proyecto y como un legítimo conductor de la liberación nacional al cual había que acompañar conjuntamente al pueblo.


[1] Perón Juan, “La Hora de los Pueblos”, Ed. Norte, Madrid, 1968. Pp. 14-15.
[2] Ernesto Laclau desarrolló un prolifero debate en relación a la noción de “pueblo” y de “populismo”. En sus palabras, “el pueblo no constituye una expresión ideológica, sino una relación real entre agentes sociales. En otros términos, es una forma de constituir la unidad del grupo. No es, obviamente, la única forma de hacerlo; hay otras lógicas que operan dentro de lo social y que hacen posibles tipos de identidad diferentes de la populista”. “La razón populista”, Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2005. Pp. 97-98.
[3] (…) “Las doctrinas son, generalmente, exposiciones sintéticas de grandes líneas de orientación, y representan, en sí y en su propia síntesis, solamente el enunciado de innumerable problemas; pero la solución de esos problemas, realizada por el examen analítico de los mismos, no puede formar cuerpo en esa doctrina sin que constituya toda una teoría de la doctrina misma, así como también de ese análisis surgen las formas de ejecución de esa doctrina y de esa teoría. Una doctrina sin teoría resulta incompleta; pero una doctrina y una teoría sin las formas de realizarlas, resultan inútiles”; (…) “las doctrinas no son eternas sino en sus grandes principios, pero es necesario ir adaptándolas a los tiempos, el progreso y a las necesidades” (…) “lo importante en las doctrinas es inculcarlas, vale decir, que no es suficiente conocer la doctrina: lo fundamental es sentirla, y lo más importante es amarla” (…) “La Teoría es solamente la interpretación inteligente de la doctrina y la forma de ejecutarla es ya la acción mecánica en el empleo del esfuerzo llevarla a cabo” Juan Perón, “Conducción política”. Ed. Secretaria de la Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1974. Pp. 5-9.
[4] (…) “En esto, como en todo lo demás, se comienza a construir desde abajo y nunca desde arriba. Es inútil dar a una masa inorgánica y anárquica un conductor. Lo van a colgar. Primero hay que formar esa masa” (…) “Esto es simple: un conductor, por genial que fuese, no podría llegar a cada uno de los millones de hombres que conduce. Hay una cosa que debe marchar sola; es decir la doctrina, que pone a todo el mundo “a patear el mismo arco”. Luego está la organización, que le da unidad en la ejecución de las cosas”. Perón Juan, “Conducción política” (1974). P. 35.
[5] (…) “Cuando observamos el sistema institucional, lo común es ver al: gobierno y sus ministerios, con sus funcionarios y cuadros políticos; el Parlamento y sus comisiones, con sus cuadros políticos y asesores de partido político; los Partidos Políticos con sus cuadros políticos y militantes. En síntesis, observamos, al ejecutivo del gobierno como coordinador de una constelación de cuadros políticos y funcionarios organizados en ministerios, Secretarias subsecretarias y jefatura de gabinete. También al parlamento en su juego de presiones, regateos y acuerdos entre partidos políticos; oficialista y oposición”. Walter Formento “El Sistema Institucional Político de Dominación” (Conducción, Liderazgo, Represión). Ed. Centro de Investigación en Política y Economía (CIEPE), Buenos Aires 1998.
[6] Walter Formento (1998) “El Sistema Institucional”.
[7] Gurrucharri Eduardo, “Un militar entre obreros y guerrilleros” (2001). Pp. 245-247.

jueves, 16 de octubre de 2008

La comunicación que queremos para el siglo XXI: debates y propuestas para un nuevo Plan de Estudios









Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

Comunicadores Para el Pueblo (Editores) Aritz Recalde (compilador)


La versión impresa la podes adquirir en la mesa del CPP en la Facultad, sede del bosque.

Introducción: La Comunicación Social y la Reforma Plan de Estudios de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (FPyCS) Puntos de partida y desafíos para el debate.

La FPyCS ha tenido un crecimiento notable a nivel institucional en los últimos años y actualmente cuenta con alrededor de 6000 alumnos cursando y con aproximadamente 230 graduados que egresan al año. Dicha matricula de ingreso y egreso, ubica a la Facultad en el tercer lugar de importancia entre las carreras de Ciencias Sociales de la UNLP y en el octavo en relación al conjunto de carreras de la universidad. Asimismo y cuestión trascendente, la FPyCS de la UNLP se encuentra entre las tres Carreras de Comunicación Social de mayor de importancia del país.
El trabajo que presentamos a continuación introduce un debate de suma importancia para la agenda pública Argentina: desarrolla un breve repaso de los principales temas que se están discutiendo en la actualidad en el campo de la Comunicación Social, atendiendo particularmente las funciones que podría o que debería, según cada entrevistado, tener la disciplina. Ambas cuestiones se abordan teniendo como marco general la potencial reforma del Plan de Estudios de la FPyCS de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Dicha discusión y entre otras cuestiones y abordajes, involucra la posibilidad y la trascendente necesidad, de discutir la formación académica del comunicador social en relación a las demandas propias del campo de la disciplina, pero además y cuestión prioritaria, requiere establecer la formación educativa del comunicador en torno a las prioridades y objetivos de los habitantes de la región y el país, que nos dan el financiamiento y lo que es importante remarcar, nos aportan nuestra razón última de ser.
La FPyCS en el año 2006 presentó una propuesta de reforma del Plan de Estudios del año 1998 que fue suspendida. Este último Plan y entre otros temas, introdujo las Tesis, los Seminarios Interdiciplinarios, la orientación del Profesorado y la flexibilización en la elección de materias dejando entre las “optativas” varios cursos tradicionalmente obligatorios. Entre los temas más cuestionados y que tras un diagnostico certero la reforma del año 2006 se propuso modificar, fue este último de la flexibilidad en la elección de la formación por parte de los alumnos. Con este objetivo, se propuso un nuevo esquema de correlatividades y de materias obligatorias, que conjuntamente a la promoción de dos nuevas orientaciones y de espacios permanentes de investigación y de formulación de Tesis, sintetizan el núcleo duro de la propuesta 2006. El proyecto del 2006 fue el tercero en el período de la democracia, continuando las experiencias de reforma e implementación del Plan 1989 -que sustituyo al de 1977 de la dictadura- y el actual de 1998. El proyecto y más allá de que sea perfectible, inició un importante camino hacia la reformulación de nuestra formación académica. Lejos del consignismo y la simplificación realizada sobre el mismo por parte de algunas agrupaciones, consideramos oportuno analizar a conciencia, sin anteojeras y sistemáticamente, dicha propuesta, rescatando los avances que presentó en varios aspectos y marcando, cuando consideramos pertinente, las críticas y promoviendo propuestas para mejorarlo. El trabajo que usted va a poder leer a continuación se vincula a la reforma del Plan de Estudios mencionado y cuenta con el antecedente en la Consulta Popular Estudiantil sobre las fortalezas y debilidades del Plan 1998 que desarrolló Comunicadores Para el Pueblo en el año 2007. Conjuntamente a la consulta, se desarrolló una actividad de debate abierta con la presencia de un panel conformado por varios docentes de la Facultad. Con posterioridad a dichas actividades y como complemento, implementamos un diagnostico comparativo de los programas de otras carreas, lo cual nos permitió tener algunas herramientas para analizar el Plan 1998 y la propuesta 2006.
Finalmente y continuando las actividades mencionas y con el objetivo de enfrentar el desafío que implica una reforma académica, convocamos a un debate abierto a la comunidad docente, los profesionales y a un conjunto de actores ligados a la comunicación desde organizaciones sociales, políticas y culturales externas a la Facultad. La apertura que abrimos a la voz de las organizaciones libres del pueblo, tiene, por lo menos, dos claras justificaciones: por un lado, son esos habitantes y organizaciones de la nación los que sostienen con sus impuestos la educación pública y en cuanto tal, se torna prioritario poder vincular la formación académica de la Facultad a la solución de sus problemas y expectativas. Pero además y tema importante, nos distanciamos del pensamiento “cientificista” que establece que el saber se produce solamente en la Universidad y por el contrario, estamos convencidos que las organizaciones libres del pueblo desarrollan cotidianamente un conocimiento y son protagonistas de una experiencia rica y profunda, que puede ser un gran aporte al debate de la reforma del Plan de Estudios de la Facultad.
El planteo de la reforma de un Plan de Estudios adquiere una dimensión teórica y a su vez y paralelamente, incluye una dimensión pedagógica. Ambas cuestiones, tanto la elección de materias y temas, como la forma práctica de encarar el aprendizaje, van a tener un resultado político. Toda elección de materias y de programas, implica y solamente por una cuestión básica de tiempo y de recursos, recortar los temas a introducir, sumando algunas problemáticas y excluyendo otras. Esta elección va a implicar un posicionamiento, una mirada y una forma de entender y transmitir el conocimiento, que va a promover un determinado tipo de profesional de la comunicación.
En este marco, el recorte teórico y la proyección del perfil del comunicador del nuevo Plan, debería partir de un acuerdo general y básico entre la sociedad que nos financia y la Facultad, del tipo de profesional que queremos y que necesitamos para resolver los problemas de la región y el país. Es importante recordar que articular la formación académica con los problemas de la nación, involucra tener en cuenta la posibilidad de establecer una relación armónica entre la formación del comunicador, las políticas públicas, el conjunto de las organizaciones libres del pueblo y el resto de los factores de poder de la sociedad.

Este debate no es fácil de resolver y por el contrario, tiene distintos puntos de vista que deberán conciliarse. Entre las distintas miradas sobre el tipo de comunicador social podemos reconocer, al menos, cuatro propuestas de formación “profesional”:
1-están aquellos actores que sostienen que el Comunicador Social debe atender, prioritariamente, las necesidades y debates de la “Comunicación Alternativa” y la práctica de las Organizaciones libres del pueblo;
2- por otro lado, algunos van a plantear la importancia de vincular el perfil del profesional a las “demandas del mercado”;
3- asimismo, algunas personas van a plantear la importancia de mantener distancia del contexto y promover la “producción científica” independiente;
4- y por último, también estamos aquellos que sostenemos que el perfil del comunicador social debe relacionarse, prioritariamente, a las demandas del conjunto de las políticas de Estado depositarias de la soberanía popular e instrumentos de desarrollo nacional integrado.

Está claro que la elección de las alternativas mencionadas trae detrás de si un profundo debate desarrollado a través de la historia de la Comunicación y su relación con el país y el continente. Los cuatro posicionamientos no son los únicos y además y es bueno remarcarlo, no se excluyen necesariamente. Ahora bien y en una somera síntesis, si quisiéramos ubicarlos históricamente, podemos identificar cuatro momentos ligados a los puntos arriba mencionados:
1- durante las décadas de 1960 y 1970 los debates y prácticas de la
comunicación en Latinoamérica alcanzaron su punto más alto en lo que respecta a la crítica ideológica y la articulación, individual y colectiva, con la acción política. Allí están los libros e investigaciones de Heriberto Muraro de la década del setenta o los trabajos de Mattelart escritos durante el gobierno de Salvador Allende. Asimismo y en relación a las prácticas comunicacionales, podemos recordar las experiencias de comunicación alternativa de las Radios Mineras de Bolivia de las décadas del cincuenta y sesenta, la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) de Rodolfo Walsh o el paso del argentino Ricardo Masseti en la fundación de Prensa Latina. Asimismo y llegando a la actualidad, podemos ver que existen diversas experiencias de comunicación en el marco de las organizaciones libres del pueblo, como y por ejemplo, aquellas vinculados al Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO). En este contexto, varios estudiantes, profesionales o docentes, van a sostener que el perfil de comunicador debe ligarse al estudio y/o el acompañamiento de experiencias de esta índole.
2- En lo que respecta a la articulación de la Comunicación Social y el Estado y
pese a la prácticamente inexistencia histórica de Políticas Nacionales de Comunicación en el país, es innegable la trascendente dimensión que adquirió la ley 14.241/53 del Servicio Nacional de Radiodifusión, la agencia de noticias TELAM o el Canal 7, creados durante los dos primeros gobiernos peronistas. Asimismo y de distinta índole o latitud, es bueno recordar la trascendente importancia que adquirieron el programa de Comunicaciones de Velasco Alvarado de Perú del año 1968, el debate de la UNESCO y el Informe Mac Bride en los setenta, el actual canal latinoamericano TELESUR, la programación del canal del Ministerio de Educación de la Nación ENCUENTRO o el proyecto reciente del Satélite Simón Bolívar. Estos casos son expresiones claras y trascendentes, de la potencialidad que tiene el Estado para desarrollar y promover las comunicaciones en una nación del sur de América. En este marco, vamos a encontrar propuestas que establecen que el perfil del comunicador debe estar orientado, prioritariamente, al estudio de la Planificación de la esfera Pública y las Políticas Nacionales de Comunicación.
3- De la crítica ideológica de los años setenta ingresamos a la década de 1980
en donde se desarrollaron extensamente los “Estudios Culturales”, muchos de ellos, importaciones de marcos conceptuales del marxismo europeo de posguerra. A diferencia de las décadas anteriores, se abordaron las diferencias culturales desentendidas de los factores materiales de poder y en muchos casos, se naturalizó la realidad existente y el programa neoliberal implementado en esa década y la siguiente. Ante el afán de recalcar la capacidad del receptor de resignificar lo que recibe de los medios de comunicación, se perdió de vista en estos estudios, el proceso de concentración de medios y de poder de la década.
4- Durante los años noventa se promovió un modelo de comunicación
estrechamente relacionada a los estudios de marketing y opinión pública publicitaria o electoral. En este sentido y de manera similar a los modelos anteriores, estarán aquellos docentes, profesionales o estudiantes, que van a sostener la importancia de orientar la formación académica en torno de la demanda laboral de mercado.

Una vez que acordemos los puntos precedentes, vamos a tener que plantear algunas dicotomías que nos presenta la posibilidad de la Reforma del Plan. Por un lado, entre los planteos que sostienen la importancia de mantener una Formación Teórica amplia y entre aquellos que por el contrario, promueven una formación prioritariamente técnica y más bien orientada a la práctica periodística concreta, que a los estudios o investigaciones. En el caso de la Facultad y durante el año 2007, se aprobó la Tecnicatura de Periodismo Deportivo, cuestión que, parecería, impulsó esta última posibilidad. Pero, tecnicatura mediante y en lo que respecta a las Licenciaturas, consideramos importante conservar la matriz teórica amplia en nuestra formación y fomentar, paralelamente, las prácticas laborales y comunitarias.

Asimismo, la reforma del Plan incluye decidir entre propuestas que hacen
hincapié en la importancia de implementar una Formación Básica extensa ampliando la obligatoriedad de materias. Por otro lado, están aquellas personas que promueven un núcleo básico de materias obligatorias corto siguiendo el modelo del Plan de Estudio sancionado en el año 1998. En este sentido y tras la experiencia como docentes y alumnos, consideramos importante ampliar la formación básica y las correlatividades para homogeneizar las formaciones y elevar el nivel de los debates en los cursos. La especialización puede quedar circunscrita a la orientación en la última etapa de la carrera y paralelamente, a la elección de Seminarios de práctica técnica e instrumental de la comunicación, de ámbitos de formación de Tesis, de programas de Extensión o de Cátedras Paralelas. En lo que respecta a la propuesta del Plan del año 2006, observamos que introdujo el ciclo básico o “ABC” en el cual se propuso ampliar a 20 las materias obligatorias (en vez de las 13 actuales) y se introdujo un nuevo esquema de correlatividades. Asimismo, y en el tema de las especializaciones, el proyecto conservó las orientaciones de “Periodismo” y de “Planificación Comunicacional” y agregó además, las de “Investigación Socio Cultural y Política” y la de “Opinión Pública”. En este último punto por qué no pensar en la posibilidad ampliar los contenidos de la orientación de Planificación Comunicacional en cuestiones de agenda y políticas de Estado y servicios públicos de comunicación.

Hechas estas aclaraciones, podemos ver que la posibilidad de reformar el Plan incluye muchos interrogantes a contestar y diversas variables a resolver. Ahora bien y pese a esta complejidad, hay una pregunta que consideramos importante traer: ¿qué cuestiones no pueden dejar de estar en el nuevo Plan? Veamos algunos temas.
Como punto de partida, es de suma importancia para el Comunicador Social adquirir una formación sólida en Economía Política, conocimiento sin el cuál dificultosamente podemos comprender tres de los rasgos más importantes de los medios de comunicación del país y el continente: primero, la concentración de medios audiovisuales y gráficos en pocas manos; segundo, la extranjerización de las emisoras y las agencias de producción de programación y noticia; y tercero, la articulación de los intereses de empresas y gobiernos extranjeros y los medios de comunicación, simbiosis que se estructura y desenvuelve como imposición cultural y “política neocolonial”.
Asimismo, consideramos prioritario en nuestra formación reforzar el estudio de las Políticas y la Planificación incluyendo materias que aborden las siguientes temáticas: la legislación, planificación pública y las regulaciones de medios; una teoría del Estado del tercer mundo; la relación entre Planificación de la Comunicación y Desarrollo Nacional; la importancia existente entre las categorías de soberanía política, independencia económica y tecnológica y Plan Nacional de Comunicación.
Vamos a promover que las investigaciones se orienten hacia los problemas de la región y el país, superando los frecuentes estudios de “discursos sobre discursos”. Es importante implementar talleres e intervenciones comunitarias con el objetivo de generar ofertas académicas relacionadas con las demandas de las organizaciones libres del pueblo. Para garantizar la masividad de estas prácticas, es importante promover la acción comunitaria desde medidas que acrediten y premien académicamente a los participantes en este tipo de proyectos. Consideramos importante desarrollar Seminarios de grado sobre Comunicación Alternativa, Social y Comunitaria.
Un tema importante que quedó planteado en la Consulta Popular Estudiantil del año 2007 fue la posibilidad de hacer anuales las historias argentina y latinoamericana, con el objetivo de reforzar la mirada desde nuestro continente en la formación académica. Es importante traer a consideración que la propuesta del año 2006 contempló este tema ampliado las historias obligatorias en el Plan. Otra cuestión pendiente estrechamente ligada a esta, es que no existe en el Plan actual la materia Historia Argentina del siglo XIX.
Con el objetivo de articular la formación integral del comunicador social, consideramos central implementar espacios institucionales permanentes en los cuales los estudiantes desarrollen prácticas concretas sobre las herramientas de trabajo periodístico y de investigación, tales como la radio, la edición de programación, las prácticas de cámara, la formación de espacios de comunicación digitales, portales WEB, etc.

Con el objetivo de responder a estas y otras inquietudes familiarizadas, desarrollamos tres preguntas que fueron contestadas por un conjunto de docentes, profesionales y comunicadores sociales, universitarios y no universitarios, que nos dieron sus opiniones personales. La primera pregunta se relaciona a un “Diagnostico del estado actual de la Comunicación Social” y fue redactada de la siguiente manera: ¿Qué temas usted considera, se están debatiendo en el campo de la comunicación actual? Los temas que aparecieron están ligados a diversos debates entre los cuales podemos mencionar: cuestiones de incumbencia de la disciplina; temas vinculados a la aparición de nuevas tecnologías; a la digitalización; cuestiones ligadas a la Ley de Radiodifusión; a la extranjerización de la prensa; a los debates de la democratización en función de los alcances de los canales de cable y la televisión abierta; al estudio del poder económico y los medios; al conflicto agrario y la cobertura de la prensa; a temas de comunicación comunitaria y la tensión con la academia; a los desafíos que traen aparejados los tratados de libre Comercio y la Cultura; al debate de las desigualdades entre naciones en el terreno de la comunicación; a la tensión libertad de prensa y de empresa; a temas del rol del Estado y su relación con las organizaciones populares; a la falta de debate de muchos temas; a los análisis de la relación entre la disciplina y el mercado; a la aparición de nuevos estudios culturales; cuestiones de las Políticas Nacionales de Comunicación y el Desarrollo; al problema de duración de la carreras y las tesis: otros se refirieron al Observatorio de Medios; al debate sobre la libre expresión y el COMFER; al rol de las agencias de noticias como CNN o Al Jazzira; a la aparición de TELESUR; al abandono de los debates sobre el poder y la crítica o la diversidad de estudios, entre otros temas.

La segunda pregunta se relaciono al “Deber ser” de la Comunicación
Social” y quedo redactada de la siguiente manera: ¿Cuál es en su opinión la función o el “deber ser” del Comunicador Social? Aquí aparecieron respuestas que establecieron la importancia de distintas cuestiones entre las cuales se pueden rescatar los planteos de: comunicar de manera real; de acompañar la formación de una sociedad más justa; de afrontar el debate sobre calidad de los medios; de problematizar la relación entre comunicación y conciencia nacional; de apoyar la militancia e intervenir en el conflicto social; de acompañar el bien común; de apoyar el desarrollo de una mirada política, social y cultural propia del continente; de promover las Políticas de Comunicación Públicas; de acompañar el desarrollo nacional; de discutir la dinámica de la sociedad y la forma como transformarla; de cuestionar la concentración mediática de rediscutir la idea de verdad o de ubicar al comunicador en un proyecto nacional, entre otros.

La tercera y última pregunta, se relacionó a la “Articulación de los puntos 1
y 2 en el Plan de Estudios” y quedó redactada de la siguiente forma: ¿Qué problemáticas, materias o áreas de investigación, usted considera, deberían introducirse o tendrían que ocupar un lugar más amplio en el Plan de Estudios de la Carrera?. Entre las respuestas encontradas debemos mencionar la posibilidad de: desarrollar una formación curricular basada en una mirada latinoamericana; promover la práctica laboral y la extensión permanente; poner a prueba los marcos teóricos; difundir la comunicación Alternativa incluyendo una orientación en Comunicación Popular o Comunitaria; desarrollar una formación humanista; promover la articulación entre investigadores y docentes; modificar las correlatividades de algunas materias; modificar la duración de materias; articular el trabajo de las cátedras; articular Proyecto nacional y reforma curricular o introducir nuevas materias, entre otras cuestiones.

Las entrevistas aparecen por orden alfabético y van acompañadas de una breve referencia de las actividades en las que se desenvuelve el entrevistado.
El trabajo cuenta con una breve historia de la Carrera denominada “Siete décadas de estudios en Periodismo y Comunicación” que aporta una mirada integral del desarrollo desde sus orígenes a la actualidad.

Debemos recordar que el Plan de Estudios establece pautas generales y que solamente su aplicación concreta y comprometida por parte de los universitarios, promoverá determinado posicionamiento político e ideológico en relación su articulación o no, a las Políticas públicas, las Organizaciones Libres del Pueblo y el Conjunto de factores de poder de la sociedad. En este sentido, solamente la práctica cotidiana de los miembros de la Facultad y sus relaciones con el medio, dirá la última palabra sobre el nivel de adecuación o de distancia de la formación académica y la producción científica, en relación a los temas y la información socialmente necesaria para la región y el país.
Por último y cuestión que excede el mero debate del Plan, estamos seguros de la importancia de promover en nuestra formación una mirada desde autores latinoamericanos y nacionales. En el mediano y largo plazo, este posicionamiento debe dar los frutos esperados: desarrollar una escuela de comunicación social con una mirada y una teoría nacional y latinoamericana, que responda a los desafíos, las demandas y las exigencias del país y del sur del continente.-

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Liberación o dependencia: Bolivia y la Constituyente



Aritz Recalde, febrero de 2007.


“Se trata, para el Tercer Mundo, de reiniciar una historia del hombre que tome en cuenta al mismo tiempo las tesis, algunas veces prodigiosas, sostenidas por Europa, pero también los crímenes de Europa, el más odioso de los cuales habrá sido, en el seno del hombre, el descuartizamiento patológico de sus funciones y la desintegración de su unidad; dentro del marco de una colectividad la ruptura, la estratificación, las tensiones sangrientas alimentadas por las clases; en la inmensa escala de la humanidad, por último, los odios raciales, la esclavitud, la explotación y, sobre todo, el genocidio no sangriento que representa la exclusión de mil quinientos millones de hombres. No rindamos, pues, compañeros, un tributo a Europa creando estados, instituciones y sociedades inspirados en ella.” Frantz Fanon[1]

Como pudo observarse en páginas precedentes, el proyecto de la “Constitución Escrita” expresa desde lo hondo del pueblo boliviano la “Constitución Real” y es claramente una “Constitución Justa”. El proyecto de la nueva Constitución boliviana es expresión clara y profunda de la revolución que conduce Evo Morales, junto a la acción cotidiana y las ilusiones de las mayorías populares que están exigiendo el ingreso a la participación nacional tras siglos de humillación y postergación. En este contexto, es importante resaltar que el proyecto será sometido a referéndum y si resulta positivo, constituirá un importante sustento a la marcha de la revolución. Demás esta decir que, en el contexto de la disputa va a adquirir importancia el resultado en los departamentos opositores. El enfrentamiento electoral es la forma política que actualmente adquiere la lucha social en el país y es, entonces, un suceso de gran trascendencia histórica para Bolivia que quiere ser una nación definitivamente libre y soberana. Ahora bien, el triunfo electoral y la sanción de la Constitución están lejos de dar por tierra las contradicciones y los enfrentamientos políticos nacionales. La Constitución es un paso firme que dará marco para profundizar las necesarias transformaciones del esqueleto institucional neocolonial heredado de siglos de explotación y penetración imperialista, pero las reformas, una a una, las harán las organizaciones libres del pueblo que enfrentan a una oposición que ayer, hoy y probablemente también mañana, desconozcan los avances en la institucionalización de los anhelos de las mayorías populares, no importa si son hechas a través de una ley, una Constitución, un decreto, una movilización o una toma “ilegal” de tierras. La Constitución permitirá -o por lo menos eso está intentando el gobierno- transitar un camino pacifico para la transformación del país y la ruptura de la dependencia. La oposición en este cuadro, se rearma y busca apoyos en proyectos sediciosos de diferente índole, ya sea los ataques al orden político desde intentonas separatistas en Tarija, Pando, Beni, Cochabamba o Santa Cruz o a través de los sabotajes económicos huelguísticos y del desabastecimiento. En este caso especial y en lo que refiere a la Constitución, se enfrentan al proyecto utilizando los medios de difusión ideológica que poseen -prensa, universidades, tribunales, comités y todo el conjunto del inmenso aparato cultural de la oligarquía y el imperialismo-.
La Constitución sólo es un paso más y no el definitorio en la formación del “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario”. Ahora bien, debemos decir, respondiendo a algunas opiniones que recorren los debates actuales en torno a la constituyente, que no es cierto que este proyecto sea el causante que inventó a la oposición o que dicho texto promueva un supuesto sentimiento indigenista que polarizaría políticamente al país. El país, desde la colonia y sin distinciones de imperios, está trágicamente en términos sociales y políticos, estructural y culturalmente, polarizado. La oposición encuentra en el Parlamento un lugar para enfrentar a un gobierno legítimo y a su proyecto de Constitución, pero lo mismo haría con otros programas de construcción de una alternativa de poder, no importa el ámbito y la forma. En este cuadro, la polarización política pone a los profesionales y a las clases medias en una situación de ambivalencia e inseguridad ante los vertiginosos sucesos políticos que atraviesan el país. En muchos casos, presas de la supremacía cultural y económica de la oligarquía, las clases profesionales desde los claustros universitarios, los juzgados o la prensa, repiten los temores infundados y las construcciones ideológicas, en su mayoría, importadas por las potencias imperiales. Las clases medias y las clases altas caminan por una cornisa entre el apoyo a los movimientos sediciosos y su fusión con el gobierno legal y legítimo del país. A su costado, las organizaciones libres del pueblo marchan y presionan a la conducción del programa revolucionario. En este cuadro, el gobierno está enredado en una situación política de suma tensión, pero creemos, que dicho enfrentamiento puede postergarse, no suprimirse. Esta cuestión no es una decisión solamente de Evo Morales, sino que forma parte de la dinámica impuesta por una minoría hoy y tantas veces a lo largo de la historia, reacia a la democracia y al gobierno de las mayorías. En este sentido, afirmamos que el proyecto constitucional no inventó a la oposición, ni dividió al país. Simplemente, la constituyente manifestó a la luz pública la lucha por el poder y la resistencia al cambio de sectores de un Estado con raíces neocoloniales que históricamente fue operado por una oligarquía gamonal enemiga de la democracia, siempre que este mecanismo representó la decisión de las mayorías. Completando lo dicho, es seguro que esta oposición que hoy encuentra el Parlamento como un ámbito de disputa política, el día de mañana no vacilará en recorrer los cuarteles una vez derrotada por medio del camino pacifico y democrático. En este complejo contexto, las Fuerzas Armadas poseen una eminente responsabilidad histórica: o acompañan el desarrollo industrial independiente del país y a las organizaciones libres del pueblo en la formación de una nación plural y participativa o en su defecto, Bolivia por intermedio de un baño de sangre fruto de una guerra civil, retrocederá hacia el abismo liberal y la asunción de un gobierno despótico, sea militar o liberal, pero inevitablemente, será un Estado en donde las decisiones se tomarán entre pocos y en el extranjero. Evo y el conjunto del gobierno revolucionario en este juego de tensiones, deberá encontrar el momento y la forma de manejar las agresiones del imperio y de la oligarquía nativa. Ya lo anunció Cristo cuando afirmó “He aquí, yo los envió como a ovejas en medio de lobos, sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”
Ahora bien, para no caer en falsas suposiciones de una supuesta “simple conciliación y dialogo con la oposición”, es bueno hurgar en los papeles olvidados por los engranajes de la memoria oficial: Villarroel es ahorcado en la Plaza Murillo por la oligarquía; Arbenz derrocado con un intervención militar con apoyo público norteamericano; Argentina fue bombardeada en el año 1955 con los aportes norteamericanos y británicos con el objetivo de derrocar y asesinar a Perón; Cuba, agredida en el desembarco en Bahía de los Cochinos, donde los terroristas poseían armamento y capacitación proveniente de los EUA; en la Casa de la Moneda, Allende resistió hasta morir en manos de un golpe militar organizado con apoyo norteamericano; el asesinato de Torres o Prats en Argentina o el intento de derrocar a Chávez en el golpe del año 2002, caen, ambos, bajo la “estrategia del pentágono o la Comisión de Relaciones exteriores del Senado de EUA”. Estas muertes nos hablan del desafío que actualmente enfrenta la revolución, que a lo sumo puede postergarse o modificarse por un tiempo en el terreno de la disputa, pero que, inevitablemente no puede evitarse.
La nueva Constitución expresa los anhelos y los objetivos de la revolución. En una primera instancia y como pudimos notar, introduce a los pueblos originarios en la política del país, contemplando tanto su participación en el Estado, como asimismo, en la formación de ámbitos autónomos de organización política. En este contexto, la ratificación del texto en el referéndum es una parte de la disputa: el tiempo y la lucha política dirán la última palabra acerca de la viabilidad y de la aplicación práctica de la Ley Marco de Autonomías y Descentralización y de cada una de las leyes respectivas. La Constitución abre la posibilidad de transitar un importante capítulo en la historia de los pueblos originarios del Tercermundo, que desde ahora, tendrán la responsabilidad de escribirlo.
Como comentamos precedentemente, el proyecto de Constitución establece la defensa del patrimonio del país, cuestión que implica la salvaguardia de la producción nacional, el uso estratégico de los recursos naturales y la utilización social de la propiedad. Concerniente a esta cuestión, debemos señalar que la cuestión nacional está estrechamente relacionada a la emancipación social y por eso, el texto introduce importantes avances en la distribución de la riqueza y en el ejercicio pleno de la democracia social. La reforma agraria, la prohibición del latifundio o la defensa del patrimonio del Estado, son parte de los ejes neurálgicos del texto. Asimismo, es importante remarcar el derecho al seguro social de salud o a las jubilaciones, que se introducen en el texto.
Los derechos de los trabajadores, el fomento del capital nacional o de las cooperativas, la defensa y promoción de la industrialización o la producción para el mercado interno, forman parte de los nudos políticos que plantea la Constitución y que constituyen parte fundamental de la agenda del nuevo modelo de desarrollo económico y social boliviano.
Para resumir los anhelos del proyecto de Constitución, reproducimos las palabras de Álvaro García Linera:[2]

“El primer resultado de esta revolución es la igualdad, entre pueblos, entre sociedades, entre culturas, entre idiomas, entre vestimentas, entre colores de piel. Éste es un hecho irreversible, ya no se puede ir para atrás, Bolivia ya no soportaría un regreso a formas de dominación colonial y de racismo camuflado. Bolivia ha cambiado y hoy, indígenas y mestizos, como en esta mesa, podemos compartir la toma de decisiones políticas y económicas, y la manera cómo conduciremos el país. El segundo resultado: el papel del Estado. Hemos pasado del Estado débil, adelgazado, light, que nos convirtió en furgón de cola de una globalización irrespetuosa y alocada, a un Estado fuerte. Hoy, el Estado boliviano controla cerca del 21% de la economía, del Producto Interno Bruto del país, nuestro horizonte es llegar al 30%. Y en lo productivo, el Estado boliviano que recibimos, literalmente aniquilado con apenas el 0,6% del control de la riqueza productiva de Bolivia, hoy mínimamente controla el 7 y 8% de la parte productiva de la riqueza. Es nuestra esperanza llegar a un 20 y a un 25% como un Estado sólido, moderno y capaz de redistribuir su riqueza.”

El tren de la revolución inició su marcha y las organizaciones libres del pueblo no están dispuestas a bajarse en estaciones intermedias hasta llegar a su destino. No están dispuestas a frenar el reloj de arena. Sólo podemos decir, que así sea. Si la máquina se detiene, si el reloj ya no vierte los granos de arena, en palabras de Tupac Katari: “Nayjaj sapjarukiw jiwyapxittaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw kutt'anipxani.” [3]


[3] “A mí sólo me están matando, pero volveré y seré millones.” Extraído de Marina, Ari, Biografía. En: http://www.alternativabolivariana.org/.

[1] Fanon, Frantz, Los Condenados de la Tierra, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1974, p. 291.

[2] García Linera, Álvaro (2008).“Solemne Instalación del periodo ordinario de sesiones de la Legislatura 2008-2009", La Paz, 22 de enero de 2008.” En: www.vicepresidencia.gob.bo

sábado, 20 de septiembre de 2008

¿Ley de educación superior o política nacional educativa?


Aritz Recalde, agosto 2008


Hay hoy más científicos vivos que en toda la historia previa de la humanidad, y disponen de recursos en cantidad más proporcional a su número. Con esos recursos adquieren aparatos y materiales maravillosos, asistentes bien entrenados, bibliografía completa y rápida. Disfrutan de gran prestigio y de sueldos nada despreciables. ¿Qué han producido con todas esas ventajas? toneladas de papers y muchos objetos, pero menos ideas que antes. Oscar Varsavsky[2],



Entre los universitarios y miembros del Congreso nacional y de los ministerios, se esta debatiendo la posibilidad de modificar la actual ley de educación superior (LES). La norma es del año 1995 a partir de lo cual, se la relaciona directamente con el proceso neoliberal y pareciere y sin excepciones, que esta última característica justifica que todos estén de acuerdo en derogarla. Este “anhelo reformador” es positivo, pero y valga la aclaración, dicho punto de partida no resuelve por si mismo ninguno de los desafíos que aquejan a la universidad y particularmente y cuestión que nos interesa, dicho énfasis en cambiar la LES no garantiza que la universidad cumpla las ansias de aquellos que la financian: el pueblo que en su mayoría no ingresa a los estudios superiores.
Dentro de la universidad y detrás de la modificación de la LES, hay y en una somera síntesis, tres posicionamientos sobre la necesidad y los alcances de su potencial reforma.


1- Por un lado, está la corriente política que llamaremos del reformismo conservador que es hija del alfonsinismo y de la transición democrática de 1983 y que cuenta con fuerte anclaje en los claustros docentes (UCR, PS, etc.), de graduados y de estudiantiles (FM, MNR, etc.-). El origen histórico e ideológico de esta corriente y pese sus menciones al año 1918, se remonta a la reivindicación del proyecto educativo de la dictadura de Eugenio Aramburu que derrocó a Juan Perón, que sancionó la existencia del gobierno tripartito[3] y que enfrentó a las mayorías populares a las que proscribió del sistema de partidos y expulsó masivamente de las universidades. Su modelo cultural reposa en la reproducción del canon “cientificista” generado por autores europeos y norteamericanos. Dichas corrientes políticas y culturales quieren cambiar la LES con el objetivo “simbólico” de terminar con el “neoliberalismo” que y según estos, buscó coartar la autonomía y la gratuidad de la universidad. Su proyecto de LEY y a partir de aquí, es “negativo”: intenta que el Estado y la sociedad no intervengan en la política universitaria y que solamente la financien. Su justificación teórica es resguardar a la “ciencia autónoma” ante la irracionalidad de las mayorías, expresadas en organizaciones económicas y políticas o en el sistema de partidos. Gobierno tripartito, gratuidad y autonomía son sus lemas de campaña para la nueva ley.

2- Por otro lado, se ubica la corriente política y cultural universitaria que denominaremos y siguiendo una palabra de Arturo Jauretche, como reformismo mitromarxista[4]. Dicha corriente política y cultural tiene un escaso desarrollo entre los docentes y los graduados y cuenta con una organización estudiantil de mayor envergadura relativa en algunas universidades (especialmente maoísta o trotskista). El origen histórico de esta corriente universitaria es la reivindicación de la fraseología de la reforma del año 1918 y de algunas corrientes políticas de izquierda de los sesenta y a partir de aquí, que hacen hincapié en el rol transformador de la juventud en la sociedad. Su propuesta se basa en derogar la LES “para terminar con el neoliberalismo” y mantener la autonomía de la cual y a diferencia del reformismo conservador, no creen, ya que ni en Rusia, ni en Cuba, ni menos aún en China, no existió, ni existe, ni existirá nada que se le parezca. Su modelo cultural se basa en la reproducción de las teóricas e interpretaciones de un conjunto de autores europeos y en algunos casos y excepcionalmente, asiáticos. A diferencia del reformismo conservador, la autonomía es vista como una táctica y no como una estrategia: hay que sostenerla para preparar las condiciones objetivas para la toma del poder obrero y la sanción del decreto que inaugure el socialismo. Son enemigas del Estado y de la democracia de partidos siempre que no ganen las elecciones, a partir de lo cual y ya que nunca triunfaron en una votación en la historia, sostienen a rajatabla el funcionamiento de la universidad corporativa distante del medio que la rodea. Democratización, gratuidad y autonomía son sus lemas para la nueva LES.

Ambas corrientes y como se puede ver, quieren derogar la LES y sancionar otra que coarte toda posibilidad de injerencia posible dentro de la universidad, tanto del Estado elegido por la democracia de partidos, como y asimismo, de la sociedad en general. Pese a que desarrollan distintas justificaciones doctrinarias, ambas tienen una concepción negativa y liberal para la nueva LES que tiene como objetivo garantizar que en las universidades no cambie nada para mantener sus lugares de privilegio. Ambas son profundamente elitistas y enemigas de las decisiones de las mayorías: una en nombre de la vanguardia científica y la otra, bajo la consigna de la vanguardia política, se autodenominan las únicas y legítimas detractoras de la planificación de la política y del uso del gasto educativo. A partir de aquí, sus consignas para otra LES son vagas y generalistas: autonomía, democratización, gobierno tripartito o gratuidad. Estas corrientes involucran los anhelos del 3,5% de los universitarios preocupados por seguir conduciendo la universidad sin importar la opinión de la democracia de masas y las organizaciones libres del pueblo.

3- Finalmente, existe una tercera corriente que vamos a llamar "nacional y popular" que nació en el año 1918 y que se expresó dentro del proyecto universitario y las tres leyes[5] de los gobiernos de Juan Domingo Perón. Dicha corriente tiene un desarrollo escaso entre los docentes y graduados y cuenta con un crecimiento significativo en el claustro estudiantil. Su modelo cultural se basa en el reconocimiento de la existencia de un pensamiento nacional y latinoamericano cristalizado en la obra de intelectuales y de políticos de nuestro continente. Esta corriente se plantea que es importante cambiar la LES, pero que y particularmente, hay que desarrollar una política educativa desde la acción del Estado y a partir de la voluntad popular y las organizaciones libres del pueblo. Dentro de las propuestas para la nueva LES, esta corriente se centra en proponer mecanismos que permitan a la universidad contribuir a resolver las demandas económicas, sociales y culturales del país. El debate de la “democratización” entre docentes o estudiantes, deja lugar a otro que incluye la posibilidad o no, de que la investigación, la extensión y la enseñanza sean instrumentos para acompañar el desarrollo nacional y la emancipación del hombre argentino. La corriente nacional y popular no solo le pide al Estado que financie la universidad, sino que además, le exige a esta última que cumpla con su deber de acompañar el desarrollo nacional y regional a través de diferentes mecanismos como y por ejemplo: un gasto estratégico de su presupuesto; a partir de la promoción de carreras y planes de estudio prioritarios para cada región; a partir del planeamiento de investigaciones con pertinencia social y productiva; el fomento de las carreras ligadas a la industrialización; la difusión de los intelectuales defensores del patrimonio nacional; a partir del ingreso de la voz de la sociedad y el Estado en la universidad a partir de Consejos Sociales y la participación directa en el gobierno. Esta corriente, entre otras cuestiones, propone un servicio social obligatorio y federal para estudiantes y la obligatoriedad de que los docentes con dedicaciones exclusivas otorguen asesoramiento gratuito a la sociedad que los financia.


La corriente nacional y popular y como mostramos en una extrema síntesis, considera que la sanción de una LES es solo un aporte parcial al debate universitario. Este diagnostico nació tras un supuesto que sostiene que solamente una política de planificación universitaria que nazca desde el Estado y a través de la acción de las organizaciones libres del pueblo, puede articular directamente las necesidades sociales y económicas, con la producción científica y técnica.
A la corriente nacional y popular y para hacerle un tributo a su historia, le cave la pesada responsabilidad de vincular la educación superior al desarrollo nacional enfrentando las concepciones, que de derecha a izquierda, atan a la universidad al neocolonialismo. Esta corriente deberá revertir el diagnostico de Juan José Hernández Arregui[6] que estableció que “la historia de la universidad es por eso, la historia de nuestra oligarquía. Con breves intervalos, esa oligarquía durante una centuria logró consolidar e imponer a la Nación su despotismo más o menos ilustrado. Esa universidad, sin ritmo, ni estilo peculiar, fue el medio más sutil del predominio espiritual del coloniaje”. El desafío es grande, pero el deber es impostergable y ya lo dijo Amílcar Herrera cuando estableció que “para los científicos del Tercer Mundo, la aplicación de la ciencia a la superación del subdesarrollo representa uno de los desafíos morales e intelectuales más grande de la historia.[7]


[2] Ciencia Política y cientificismo, Ed. Centro Editor de América Latina, 1969. P 36
[3] Hasta la dictadura de 1955 que apoyó el PS y la UCR solamente existió en algunas universidades, el “cogobierno”. El tercer actor que justificó la designación de “tripartito” (graduados) ingresó después de 1956.
[4] Personas que leen y reivindican a Carlos Marx y que son a su vez, defensores de la historia oficial de Bartolomé Mitre.
[5] Leyes 13.031/47; 14.297/54 y 20.654/74.
[6] La Formación de la conciencia nacional. Ed. Pella Lillo, Buenos Aires 2004. p 73.
[7] Ciencia y política en América Latina, Ed. Siglo veintiuno, México, 1974. P 18.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Universidad, ciencia y desarrollo Latinoamericano independiente


Aritz Recalde

Recién iniciado el ciclo político de la Independencia en las tierras del sur americano, se desató una batalla sobre el modelo de naciones a conformar. Por un lado, estaban aquellos políticos e intelectuales que abogaron por construir una gran nación cuya unidad geopolítica continuara los marcos territoriales de los antiguos Virreinatos e Intendencias. Para estos la independencia y la unidad americana implicaban, necesariamente, motorizar y organizar una gran gesta patriótica capaz de conjugar la acción mancomunada de los diferentes sectores sociales: el teatro de operaciones de la causa americana sería el pueblo en armas. Este programa en tanto intentó ser articulador de la voluntad del pueblo, se propuso como objetivo indeclinable la defensa de las economías artesanales americanas y sus poblaciones que eran agredidas por la economía de las metrópolis y en especial, por el imperio británico. Este modelo de naciones y en un exacerbado resumen, consistió en “independencia política” en base a la “unidad Latinoamericana”, la “integración social y la participación del pueblo postergado en la toma de decisiones” y en la promoción del “desarrollo industrial y artesanal y el proteccionismo” para el continente. Entre los abanderados de la unidad latinoamericana, no podemos dejar de mencionar a José de San Martín, Simón Bolívar y Juan Manuel de Rosas. Entre los promotores de la democracia social quién mejor que Gervasio Artigas. Entre los dirigentes industrialistas y proteccionistas, es bueno mencionar a Solano López o la gestión como gobernador de Mendoza, del ya citado San Martín.
Dicho proyecto encontró un enemigo en el imperialismo de las metrópolis y sus aliados locales, la oligarquía terrateniente, minera o comercial. El modelo de nación de estos sectores contempló la fragmentación del continente en diversos países. La América balcanizada sería administrada por las elites, sin participación popular en la toma de decisiones. El esquema económico de este programa estaba ligado directamente a la inserción dependiente del continente al mercado mundial en base a la exportación de materias primas. En resumen, este programa y en contraposición al primero, planteó un “continente fragmentado en distintos países”, profundamente “desigual en términos sociales y de acceso al poder político”, y cuya estructura productiva estaba centrada en el “modelo agro exportador y liberal”.
Al programa americanista impulsado por los primeros, se le opuso el mencionado esquema neocolonial dependiente. Así vimos como la oligarquía de las Provincias Unidas no envió a los delegados al Consejo Anfictiónico de Panamá de 1826, torpedeando la unidad del continente tras la decisión de Bernardino Rivadavia y el imperio británico. Los grupos allegados a este mismo dirigente, se opusieron a financiar la campaña del libertador San Martín en Perú, culminada finalmente por Bolívar y con el objetivo de desarrollar la guerra civil interna, en particular contra referentes políticos como Gervasio de Artigas. La oligarquía porteña y con posterioridad a la gestión rivadaviana y bajo la figura de Bartolomé Mitre, enfrentó en la Guerra de la Triple Alianza desde 1865 a Paraguay destrozando el proyecto industrialista independiente del país.
Como podemos observar, los dos programas se enfrentaron militarmente, políticamente, económicamente y en particular y tema que nos interesa en este documento, se opusieron en sus proyectos culturales. El programa de la balcanización y de la destrucción de las economías del continente fue parte del proyecto británico y francés para Latinoamérica. El plan contempló diferentes estrategias. Por un lado, la ocupación militar y la acción política colonial directa: por ejemplo, en las invasiones inglesas en el Virreinato del Río de La Plata en 1806, en la ocupación de las islas Malvinas en 1833 o durante el bloqueo militar y comercial al gobierno de Juan Manuel de Rosas. Es bueno recordar, que en la época de expansión imperial sobre América Latina, las metrópolis implementaron una política colonial sobre Asia y África: Francia ocupó Argelia y otras posiciones e Inglaterra haría lo mismo con Egipto, la India y gran parte de África.
El programa colonial fue resistido patrióticamente por los americanos. Fracasada la etapa colonial y de ocupación directa del territorio, se profundizó la política neocolonial tras la acción económica de la banca Baring Brothers y de la gestión política de las cancillerías y los servicios de inteligencia del imperio tras las figuras de Woodbine Parish o de George Canning.
La política neocolonial no se desentendió totalmente de la posibilidad de utilizar la violencia directa sobre Latinoamérica, cuestión que continuó siendo un mecanismo de dominación, incluso, en pleno siglo XX. Pero y pese a eso, es innegable que las derrotas militares británicas llevaron al imperio a centrar sus acciones sobre las tareas políticas, comerciales y culturales. De la misma manera que se desarrolla actualmente, el capital extranjero manejó directamente o por intermedio de sus agentes locales, la prensa escrita. Asimismo y cuestión elemental, desarrolló una acción profunda de asimilación neocolonial de los intelectuales y educadores americanos.
Una de las instituciones en las cuales el imperio operó para imponer su esquema dependiente en Latinoamérica fue la universidad. Es bueno recordar, que la historia de las universidades americanas tiene un origen colonial e hispánico, ya que tanto la Universidad de Caracas (1721), de Córdoba 1613 o de La Habana (1728), surgen bajo la orbita de España. La metrópoli tenía como objetivo primordial reforzar los lazos coloniales y con este fin, desarrolló las instituciones educativas en las cuales formar a los cuadros de la segunda línea de la administración. Los dirigentes de conducción de la primera línea política de los Virreinatos, Capitanías o Intendencias, provenían y dadas las restricciones legales, de la misma metrópoli. La matriz cultural de esta enseñanza estaba centrada en la religión católica y la enseñanza de las carreras de artes (filosofía, lógica, etc.-) y de teología. A esta primera universidad, de raíz colonial, vamos a llamarla de la Corporación Religiosa.
En el contexto del avance económico del imperio francés y británico se puede ver como su modelo económico, político y cultural se exportó al resto del planeta. En este cuadro, se ve como el desarrollo económico de la burguesía europea tuvo su proyección, por un lado, en el orden político con la centralización de gobierno ejercida por la monarquía y por otra parte, en el desenvolvimiento del plano cultural y científico. En esta última esfera y por ejemplo, es bueno mencionar la aparición de las Ciencias Naturales, en particular tras la figura de Isaac Newton y Galileo Galilei y los avances posteriores de la física y las matemáticas aplicadas que apuntalaron la revolución Industrial y la industria militar del capitalismo imperialista.
Este avance imperial expresado en la nueva forma de producir, de organizar políticamente la sociedad y de pensar al mundo, fueron, paulatinamente, asimilados en las universidad de la Corporación Religiosa en un contexto general de decadencia de España.
Tras la independencia y tal cual comentamos, los dos modelos de nación para nuestro continente entraron en disputa. Finalmente fue vencedor el esquema balcanizador, elitista y liberal expresado en los mencionados agentes locales y extranjeros. A dicho grupo social, generalmente ligado a la posesión de la tierra, los recursos naturales o el comercio, le toco planificar la política cultural y universitaria. Dada la estructura dependiente del continente, estas instituciones tuvieron, generalmente, una matriz de pensamiento cuya raíz era profundamente neocolonial. La metrópoli y como comentamos más arriba, operó su programa imperial a través de su política neocolonial. La persuasión que no garantizaban los cañones, la consiguieron los órganos de prensa, las acciones de inteligencia de las cancillerías y cuestión elemental, lo aplicaron los intelectuales americanos con mentalidad neocolonial.
En este cuadro y tras alcanzar una independencia inconclusa, dicha universidad de la Corporación Religiosa, pasó a manos de la Corporación Oligárquica. La alianza económica agro exportadora dependiente estaba centrada en la articulación comercial, la dependencia política y la implementación de una cultura neocolonial entre los funcionarios de gobierno americanos. En el marco de la expansión comercial de Inglaterra, tanto sus manofacturas, como su organización política (democracia burguesa liberal y parlamentarismo) se exportaron como modelo a imitar a través del desarrollo de las Ciencias Humanas. La intelectualidad de Latinoamérica miró a Inglaterra y la potencia comercial y política, exportó la justificación de su modelo económico (David Ricardo, Adam Smith) y su forma de organización política (John Locke y Tomas Hobbes). Las Ciencias Humanas producidas en Europa fueron asimiladas por los intelectuales latinoamericanos como un instrumento de penetración cultural y de justificación del imperialismo británico sobre el tercer mundo. Este proceso fue completado a partir de la introducción en la prensa escrita y en las aulas, del reflejo cultural del imperialismo francés: el iluminismo. La razón europea hizo universal al hombre de la metrópoli y le permitió a las potencias doblegar a las comunidades y a las formas de organizaciones sociales no capitalistas y originarias en su continente.
En la era de la expansión imperial sobre América, los intelectuales de la universidad de la Corporación Oligárquica hablaron castellano, pero pensaron en francés e ingles. De aquí nació la profunda escisión entre los intelectuales “afrancesados” y las elites de ideología liberal e europeísta, por un lado, y por otro, las masas y sus dirigentes, generalmente hispánicos, católicos y proteccionistas en el plano económico. En estas décadas se forjó el perfil de las universidades, que y lamentablemente, sigue en pie en muchas instituciones: una educación elitista, de contenido europeista y racista en relación al hombre americano, generalmente liberal en el terreno de la economía, de raíz profesionalista y no industrialista (ciencia aplicada). La universidad de los hijos de la Corporación Oligárquica formó abogados para administrar el esquema dependiente y de monocultivo y educó por mucho tiempo la dirigencia política que administró el sistema neocolonial enfrentando las alternativas políticas y sociales de raíz popular.
Contra esa universidad, pero en realidad contra ese modelo de país, nació el tercer momento de la tradición universitaria latinoamericana dando origen a la denominada corriente “reformista” o de la “Corporación Docente”[2]. Este programa universitario se caracterizó por plantear en un mismo tiempo “fines” y “medios”. Entre los “fines” de los reformadores, encontramos la posibilidad de que la universidad mire hacia América y no solamente a Europa. La recuperación de la perspectiva americana, sería acompañada por un movimiento juvenil con ímpetus de transformación social y emancipadores. A los fines, los reformistas le sumaron “medios”: el cogobierno[3]. Esta noción reposaba sobre la idea de que la juventud y los sectores medios, podían oficiar como “vanguardia” cultural en una sociedad y un contexto represivo. La historia latinoamericana mostró que en gran parte de los casos es más fácil introducir los “medios” de la reforma modificando leyes o estatutos (Argentina 1918; Ley docente de Cuba 1937; Venezuela ley de educación de 1940 y procesos de 1958 y 1968) que implementar e institucionalizar en el tiempo los “fines”. La experiencia argentina en este sentido, es la más paradigmática: las federaciones estudiantiles y docentes de la universidad autónoma apoyaron los golpes de Estado militar y las dictaduras contra los gobiernos populares de Hipólito Yrigoyen (1930) y de Juan Domingo Perón (1955). En esta línea, podemos ver las complejas dificultades actuales que enfrenta la revolución bolivariana para vincularse con las universidades autónomas. Otro caso ligado a esto, es el de las complejas dificultades que tiene el gobierno de Evo Morales para estrechar lazos entre la revolución boliviana y las clases medias.
La anacronía de la tradición reformista en el siglo XX y XXI se expresó en diversas circunstancias. Una tiene que ver con el modelo de revolución en el siglo XX: los obreros, campesinos o las FFAA, en gran parte de los casos, fueron la columna vertebral de las revoluciones y no las clases medias. El modelo vanguardista de la reforma fue dejando paso a la necesidad de abordar otro esquema de articulación entre la juventud y el cambio social. Por otro lado, es importante marcar la dificultad que tuvo y que tiene, el modelo teórico y cultural reformista para superar su dependencia neocolonial con el extranjero. Dicha dificultad se acrecentó con el desarrollo de las Ciencias Sociales y la expansión de la política imperial europea y norteamericana. En interesante plantear, que la política colonial europea desarrolló en el plano teórico y científico su propia justificación de la ocupación y el saqueo del tercer mundo: la antropología de Levis Strauss. La ciencia europea para reflexionar sobre el “hombre”, creó la sociología, para reflexionar sobre el habitante del tercermundo (no hombre) utilizó la antropología.
La asimilación de la cultura neocolonial en las universidades de la Corporación Docente adquirió una nueva forma con la expansión del imperio norteamericano tras la segunda guerra mundial. Las Ciencias Sociales latinoamericanas en la década del cincuenta se dividieron en Departamentos repitiendo los esquemas teóricos norteamericanos: la sociología, la economía y la ciencia política norteamericanas, ingresaron al continente latinoamericano en paralelo a las trasnacionales automotrices (FORD), los organismos multilaterales de crédito (FMI, BM) los bancos (City Bank, JP Morgan) y las operaciones militares sobre los gobiernos nacionalistas (contra Jacobo Arbenz Guzmán en Guatemala o contra Villaroel en Bolivia). El nuevo imperio se desarrolló económicamente, se organizo política y militarmente para oprimir otras naciones (por ejemplo, desde la OTAN) y se expreso culturalmente a través de las nuevas corrientes intelectuales desarrollistas, neoliberales, funcionalistas, etc. que fueron introducidas como “nuevas modas” intelectuales en las universidades cogobernadas. Es interesante ver como ante la eclosión de proyectos nacionales, los intelectuales de las universidades reformistas los caracterizan, generalmente, como fascistas, autoritarios, arcaicos, irracionales, setentistas, atrasados, comunistas, populistas y otro gran número de “ismos” que denotan la fuerte impronta de pensamiento importado entre nuestros teóricos, pensadores y estudiantes.
La aparición de los movimientos revolucionarios del siglo XX generaron un marco propicio para transformar las sociedades y en lo que a nosotros interesa en particular, permitieron avanzar en la superación de la universidad reformista o de la Corporación Docente, marchando hacia la cuarta etapa que vamos a denominar como la Universidad Nacional y Popular. Este modelo de universidad retomó los fines de la reforma y adecuó los medios para relacionarse con las revoluciones populares, abandonando los esquemas elitistas y de disputas sobre el cobobierno, pasando al debate sobre los distintos caminos que debe recorrer la juventud para acompañar el desarrollo nacional. Los casos de construcción de dichas universidades los encontramos en el marco de la revolución cubana, la revolución peronista[4] y la revolución bolivariana.
En la Universidad Nacional y Popular se fusiona la educación superior con las necesidades sociales del pueblo, los programas de desarrollo económico nacional, las políticas públicas del Estado y los procesos de refundación cultural de la revolución. Se redefine la “autonomía” y la universidad acompaña el camino de transformación social, política y cultural de los Estados (primero esta la revolución que encuadra a la nación entera y en segundo lugar los intereses sectoriales de los estudiantes o docentes y no viceversa). El nuevo eje ideológico que atraviesa la lógica universitaria se traslada del concepto de la “excelencia académica” entendida como monopolio del Cogobierno de la Universidad, hacia la “excelencia académica” en función de las necesidades de desarrollo de las naciones”. En este sentido, no es solamente el Cogobierno universitario el que define las líneas de investigación por fuera de la voluntad del resto del sistema político del país, sino que es el pueblo organizado en el Estado el que ejerce la soberanía y la planificación universitaria.
Es a partir de aquí, que las universidades intentan superar el modelo neocolonial impuesto por las metrópolis y comienzan a fomentar las carreras para terminar con la dependencia. Del fomento a las carreras con perfil agro exportador y profesionalista, se pasa al financiamiento de las ciencias aplicadas al desarrollo tecnológico y la industria, planificando los ingresos y las carreras en función de los objetivos del país y su revolución. En este cuado y traduciendo los anhelos populares de las revoluciones obreras y campesinas, se suprimen aranceles y se eleva el nivel educativo de las naciones. Son etapas caracterizadas por la movilización popular y la politización del pueblo: las ideas del pueblo son más avanzadas que los intereses de la corporación docente y es a partir de aquí, que se difunde una cultura nacional y latinoamericana, con perfil humanista y socio comunitario que se contrapone al modelo cultural neocolonial.
Gran parte de las universidades latinoamericanas actuales conservan muchos rasgos de las etapas de las universidades de la Corporación Oligárquica y de la Corporación Docente. Bajo esta última corriente es frecuente encontrar docentes y estudiantes detractores de los “medios” (gobernar la universidad) y no así, de los “fines” originarios de dicho movimiento juvenil. La posibilidad de superar la universidad reformista depende, directamente, del triunfo o no, de los movimientos nacionalistas y no viceversa. La juventud universitaria tiene que acompañar dichos procesos o en su defecto, va a la cola del tren de la oligarquía y el imperio, no importa si por derecha o por izquierda. En el marco de las revoluciones nacionales se van a discutir los programas políticos y teóricos para superar el esquema cultural neocolonial. Entre los desafíos actuales más importantes que tiene que superar la Universidad nacional y Popular están incluidos:
- la escasa inversión y resultados en ciencia aplicada al desarrollo tecnológico de las universidades latinoamericanas de tradición profesionalistas y de servicios;
- la defensa de una ciencia nacional y la promoción de patentes propias para terminar con la dependencia externa y los altos costos de importación tecnológica;
- la fuerte impronta agro exportadora o monoproductiva de las economías latinoamericanas y su reflejo en los accesos y egresos en las carreras a ellas vinculadas;
- la dependencia teórica y conceptual en relación a las metrópolis y la dificultad para desarrollar una ciencia propia para reflexionar sobre nuestro continente por fuera del racismo, el individualismo y el sentimiento de inferioridad neocolonial repetido por nuestros intelectuales durante siglos;
- el anacronismo del modelo de gobierno de la autonomía reformista y sus dificultades para vincular la universidad al desarrollo nacional;
- el ingreso de los sectores sociales más desprotegidos y la masificación de la educación superior;
- la integración curricular, teórica, cultural y organizativa, del MERCOSUR y la Unión de Naciones Suramericanas.

Estos son solo algunas cuestiones y un punto de partida para abordar la problemática, presentadas por cierto, de manera esquemática, simple y reduccionista. Queda en manos de los movimientos nacionales y del conjunto de las organizaciones libres del pueblo sean o no universitarias, pensar y aplicar las bases de la Universidad Nacional y Popular para el continente.

Citas
[2] Aritz Recalde, “Reflexiones sobre la Reforma Universitaria del año 1918: 7 hipótesis para el análisis”. (descargar del blog)
[3]Distinto del “gobierno tripartito” (graduados, docentes y alumnos). Esta forma de gobierno nació en Argentina en 1956 con la dictadura que derrocó al gobierno del General Juan Domingo Perón. Grupos de docentes y alumnos eran opositores a la revolución nacionalista, incluyendo en los segundos una participación en acciones terroristas contra los sindicatos obreros. Los graduados, fueron introducidos al gobierno para controlar el posible movimiento de acercamiento al pueblo de los estudiantes: eran un cuerpo profesional reaccionario de apoyo a los docentes opositores a Perón.
[4]Para leer un estudio de la relación entre la universidad y la revolución peronista se puede consultar: Recalde, Aritz y Recalde, Iciar, Universidad y Liberación nacional, Nuevos Tiempos, Buenos Aires, 2007. (Descargar del blog)

martes, 1 de julio de 2008

Peronismo y Política Agraria entre los años 1943-55 y 1973-75


Aritz Recalde, julio de 2008

Ponencia efectuada en la Carpa de la JP en Plaza Congreso, CABA, 30-06-08.



A continuación presentamos un breve resumen de los proyectos de política agraria del peronismo entre los años 1943 – 1955 y entre 1973 - 1975.

Consideramos pertinente establecer a modo explicativo la diferenciación existente entre los distintos actores que se apropian la renta agraria y con los cuales el peronismo se relacionó:
1- Productores (grandes, pequeños, arrendatarios, trabajadores).-
2- Exportadores (transporte, acopio, exportación, financiamiento).-
3- Estado.-

Asimismo, se deben diferencia los 4 momentos por los cuales atravesó la política agraria peronista en el período en cuestión:

1- 1943-46: aplicación de leyes sociales a favor del pequeño productor, del arrendatario y del trabajador rural.
2- 1946-52: Nacionalización del comercio exterior y transferencias de recursos del sector agrario hacia la implementación del Primer Plan Quinquenal. Política de colonización y expropiaciones públicas de tierras.
3- 1952-55: tecnificación del campo y caída de precios internacionales. Apuntalamiento del Estado al sector agrícola con el objetivo de aumentar divisas para desarrollar el Segundo Plan Quinquenal.
4- 1973-75: apoyó al arrendatario, nacionalización del comercio de granos y carnes y proyectos de impuestos a la renta potencial.

Los temas van aparecer de forma extremadamente resumida esperando poder contribuir al ingreso a la problemática de aquellos actores no especializados en problemas agrícolas e interesados en comprender el paro agropecuario actual a la luz y las políticas del programa del general Juan Domingo Perón.

Hay 3 actores que se distribuyen la renta agraria:



A- PRODUCTORES
1- Terratenientes - propietarios: Estancia Ganadera - agrícola. (Hoy: SRA, CARBAP,CRA)
2- Arrendamientos (chacras ganaderas o agrícolas). (Hoy: pool se siembra – FAA: Grito de Alcorta, Santa Fe, 1912)
3- Mano de obra (estable – temporaria) y pequeños productores familiares (MOCASE, MoCaFor, etc. - Frente Nacional Campesino-).


B- EXPORTADORES
(Hoy: Bunge Born, Nydera, Cargill, etc.-)
Transporte. Acopio. Exportador. Crédito.

C- ESTADO
Instrumentos e instituciones del Estado durante 1946 y 1955 vinculadas al programa agrícola:
CONSEJO NACIONAL DE POSGUERRA (Decreto 23.847/44)
CONSEJO AGRARIO NACIONAL (1940): desde 1945 depende de la Secretaria de Trabajo y Previsión.
INSTITUTO ARGENTINO DE PROMOCIÓN DEL INTERCAMBIO (IAPI)
JUNTA NACIONAL DE CARNES
JUNTA NACIONAL DE GRANOS
BANCO DE CRÉDITO INDUSTRIAL
BANCO HIPOTECARIO
FABRICACIONES MILITARES
(Industrias Aeronáutica y Mecánica de Estado –IAME-)
MINISTERIO DE ASUNTOS AGRARIOS



Políticas del período 1946-1955 y medidas desarrolladas por el gobierno sobre los 3 actores fundamntales:


Políticas aplicadas sobre los PRODUCTORES diferenciados por grupo y función:


1- TERRATENIENTES – PROPIETARIOS.
I Plan Quinquenal: Transfiere excedente al Estado.-
II- Plan Quinquenal: tecnificación y aumento productivo.

2- PEQUEÑOS PRODUCTORES Y ARRENDATARIOS
- Suspenden juicios por desalojo rurales.
- Dto./Ley 14.001/43 de Arrendamientos y Aparcerías Rurales (las anteriores eran de 1931 y 1932): fija las rentas y obliga al terrateniente a asumir riesgos. Congelan arrendamientos y favorecen el acceso a la propiedad (Crean Cámaras Paritarias para efectivizar esta cuestión).
- Instituto de Colonización (ley 12.636/40) Consejo Agrario Nacional (1940): la primer gestión esta en manos de Antonio Molinari. Se expropian 2 millones de hectáreas entre 1946 y 1955 ( a Patron Costas o Pereira Iraola). Publica revistas, diarios, desarrolla conferencias, entrega tierras fiscales.
En 1946 pasa a depender del Banco Central.
- Importan y producen tractores y maquinaria agrícola. IAME: tractor Pampa.
- Fijan precios justos.
- Se otorgan créditos y asesoramiento técnico.

3- MANO DE OBRA - PEQUEÑOS PRODUCTORES FAMILIARES
A- Leyes protectoras
- Estatuto del Peón Rural o del Campo (Dto-ley 28.194 de 1944): contempló a trabajadores permanentes. Fija salario mínimo (duplica el actual) y establece derechos sociales (vacaciones, descanso dominica, indemnizaciones, aguinaldo, comida, vivienda, etc.-)
-Trabajadores Rurales Transitorios ley 13.020/47.
- Estatuto Tambero Mediero (1946).

B- Derechos sindicales:
- Creación de Negociaciones Colectivas.
- Sindicatos rurales. 1945 Centros de Oficio Rurales.-
1947: Federación Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (FATRE)

Políticas aplicadas sobre los EXPORTADORES
Medidas tomadas:

I- COMERCIALIZACIÓN
- Se declara a los monopolios internacionales como adversos al interés general: Bunge Born, Dreyfus.

INSTITUTO ARGENTINO DE PROMOCIÓN DEL INTERCAMBIO Dto. 15.350/46 (liquidado por Dto. 2539/55)
Es un ente autárquico dependiente del Banco central (1946-49) y luego pasa al Ministerio de Economía (1949).

Pasa por dos Momentos:
Primero: Etapa Capitalizadora: el campo financia el Ier Plan Quinquenal.-

Segundo: Etapa Subencionadora.
Este segundo momento se liga a:
- la competencia internacional y caída de precios.
- a la sequía de 1951.
- Mayor consumo interno y menores saldos exportables.
- II Plan Quinquenal: Mecanizar; desarrolla nuevas semillas; fomentar las cooperativas.
- Se crea la Junta nacional de Carnes.
- Junta Nacional de Granos (1933 y refundada en 1944).

Tareas que desarrolladas:
1- Comerciales: compra, exporta y distribuye. Firma convenios y otorga créditos a naciones extranjeras para la compra de nuestra producción. Defender precios y proteger al pequeño en época de crisis ( principalmente desde 1951 y tras la segunda II guerra que introduce como competidores a Australia, Francia, EUA, Canadá).
2- Financieras. Otorga fondos al:
- Estado: nacionalización de servicios públicos (gas, trenes, flota mercante) y maquinaria e infraestructura.
- Sector privado: crédito y subsidios.
3- Regulaba mercado interno:
- Compra productos sin colocación (arroz 1952)
- Fija precios (carne, harina).
- Compra excedentes.
- Compra materia prima para la industria.
4- Promoción y fomento:
- Buscar Mercados: propaganda en el extranjero.
- Combate plagas.
- Aporta tecnología: inseminación artificial, leche y silos.
- Fomento y campañas de la inmigración y colonización.
- Venta de productos al costo a la industria.
- Distribuye semillas.
5- Abastecimiento del mercado interno y la industria: tenía facultades expropiatorias (Pino de Rumania 1949).
6- Subsidiaria para mantener bajo el costo del trabajo: ganadería, frigoríficos, etc.

II- BANCOS
- Nacionalización de depósitos bancarios y del Banco Central (Dto. 8503/46): se desarrolla una política activa de tipo de cambio. (fue suprimida la Corporación para la promoción del intercambio)
- Se fomenta: Banco de crédito Industrial.
- Banco Hipotecario.
- Leyes fijando las exportaciones de remesas de empresas extranjeras.

III- TRANSPORTE
- Desarrolla una Flota Mercante nacional.
- Se desarrolla una Flota Aérea.
- Se nacionalizan ferrocarriles.


Políticas desarrolladas para construir un nuevo ESTADO:

I y II Planes quinquenales: política nacional de desarrollo cuyos pilares eran la industria y la justicia social.
El campo oficiaría como medio para un fin: el desarrollo sustentable del país.

Organismos creados o promovidos:
CONSEJO NACIONAL DE POSGUERRA (Decreto 23.847/44)
CONSEJO AGRARIO NACIONAL (1940): desde 1945 depende de la Secretaria de Trabajo y Previsión.
INSTITUTO ARGENTINO DE PROMOCIÓN DEL INTERCAMBIO (IAPI)
JUNTA NACIONAL DE CARNES
JUNTA NACIONAL DE GRANOS
BANCO DE CRÉDITO INDUSTRIAL
BANCO HIPOTECARIO
FABRICACIONES MILITARES

El proyecto fue Institucionalizado con la CONSTITUCIÓN DE 1949 que estableció:
- Derechos del Trabajador sancionados desde 1943.-
- Noción de Estado Empresario.-
- Faculta al Estado para nacionalizar el Comercio Exterior



Políticas desarrolladas durante 1973-1975.



1972 “Actas de Compromiso” entre el futuro gobierno y la SRA, la FAA, las Ligas Agrarias (no acompaña CARBAP).

Se escribe el documento “Reforma Agraria Integral”. Objetivos:
1- Mayor productividad.
2- Colonizar tierras fiscales: Vs latifundio y apoyo a unidades familiares.
3- Impuesto a la renta potencia de la Tierra.
4- Restitución del Consejo Agrario Nacional: colonización, crédito, desalojos, seguro agrícola, etc.-
5- Programa de conservación de suelos.
6- Investigaciones del Estado.

Plan Trienal: Plan Sectorial Agropecuario (1974-77)
Horacio Giberti, Secretario de Agricultura y Ganadería de la Nación: ratifica Actas de Compromiso.

Leyes Sancionadas
1- Ley sobre desalojos 20.518/73.
2- Ley de fomento agrario 20.543/73.
3- Junta Nacional de Carnes 20.535/73
4- Junta Nacional de Granos 20.573/73: monopolio del comercio exterior de cereales. Se contempló la exportación de empresas nacionales.
5- Ley 20.538/72
a- Impuesto Nacional de Emergencia sobre tierra libre de mejoras.
b- Desde 1975 correría la Renta Potencial Normal de las Explotaciones Agropecuarias.
Se establece el impuesto porcentual sobre el suelo y se obliga a los propietarios a presentar declaraciones juradas de su costo (sería el precio de la potencial expropiación).

No sancionadas
ANTEPROYECTO DE LEY AGRARIA. 1er ronda mayo 1974 y luego septiembre 1974. Apoyó FAA y Ligas Agrarias. En contra: CRA, CARBAP, SRA.

- Incluyó las competencias de las leyes mencionadas.
- Facultades expropiatorias al Estado sobre las tierras improductivas: con el fin de alcanzar la política de colonización (se emiten bonos agrarios que se otorgarían para financiar la expropiación).
- Establecía prioridades al Estado para la compra del suelo.
- Fomentaba las formas directas de producción: familias y cooperativas.
- Arrendamientos: fijaba precios, obligaba a reconocer mejoras, establecía derechos preferenciales de compra. Establecía arrendamientos forzosos.

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