El tercer Justicialismo regresó al poder en base a la ORGANIZACIÓN, la RESISTENCIA POPULAR y la brillante estrategia de UNIDAD NACIONAL que enhebró Perón durante 18 años.
Como en el año 1946, en 1973 el pueblo organizado asumió las
riendas del gobierno desplazando a los
delegados de las corporaciones y de los organismos extranjeros que controlaban
al país desde las sombras.
La Revolución Justicialista promovió un MODELO ARGENTINO DE SER
(COMUNIDAD ORGANIZADA) y un PROYECTO NACIONAL (PLAN TRIENAL).
Paulatinamente, desde el gobierno se desarmó la arquitectura
tiránica de la finanza y de las corporaciones. El país volvió a ser y la
CONCIENCIA HISTÓRICA SE HIZO VOLUNTAD POLÍTICA en torno de tres pilares:
liberación, reconstrucción del hombre argentino y justicia social.
La revolución impulsó un programa de desarrollo:
- RADICAL EN SUS OBJETIVOS de emancipación y de lucha contra la
explotación del trabajador y contra los abusos de la usura;
- PACIFICO y tiempista en sus métodos democráticos y no
violentos;
- MODERNISTA en su impulso tecnológico, científico e industrial
y;
- TRADICIONALISTA en sus valores humanistas y cristianos que
eran los propios de la gran masa del pueblo.
La UNIDAD NACIONAL forjada previamente en las COINCIDENCIAS
PROGRAMÁTICAS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS y en las ACTAS DE COMPROMISO NACIONAL,
le otorgaron al proyecto un importante consenso para implementar las reformas
institucionales.
Lamentablemente, los poderes foráneos y los enemigos internos de
la soberanía y de la de justicia social, trabajaron activamente para impedir
los cambios iniciados y la paz social alcanzada luego de años violentos de dictaduras
y de proscripciones.
Los ultras de izquierda y de derecha, consiente e
inconscientemente, debilitaron al justicialismo,
minaron la unidad nacional y favorecieron la maniobra de las oligarquías
auspiciando el debilitamiento del proceso revolucionario. El 18 de febrero de
1974 Perón había dicho que “Nuestro
movimiento es de gran amplitud. No somos sectarios ni queremos sectarizar a
nadie. Nuestro Movimiento tiene una amplitud absoluta que va desde la derecha a
la izquierda, con una Absoluta libertad de pensamiento y de acción, que es la
forma constructiva en el orden de las ideas. Todo eso tiene un límite. Es
decir, lo que está en la ultraizquierda o en la ultraderecha, no es aceptable
para nosotros. Jugamos dentro de una faja racionalmente aceptable para un
movimiento revolucionario como el nuestro, que tiene una ideología con más de
30 años de pasado y que tiene también sus aspiraciones futuras”.
El desenlace político de esta estrategia fue el golpe sangriento
del año 1976. Las consecuencias de largo plazo fueron el subdesarrollo
estructural argentino y la instalación de la democracia demoliberal de la
derrota inaugurada en 1983. Desde éste último año con la actividad política
vive muy bien la dirigencia y la gran masa del pueblo no come, ni se viste, ni
se educa.
En 18 años de lucha y de resistencia Perón demostró que se puede
liderar con ideas y valores y sin recursos y que:
- conducir es persuadir y no meramente contratar;
- que la política se desenvuelve como la lucha por la verdad de
la doctrina y no como una mera tarea de mentir mediáticamente en beneficio de una
facción;
- que los dirigentes son la vanguardia en el sacrificio y la ejemplaridad
en la vida y que tienen que renunciar a los honores para servir al pueblo y no meramente
servirse del Estado.
La consecuencia de la derrota justicialista y del demolberalismo
iniciado en 1983 fue la crisis del 2001. Hace décadas que no existe un mito
movilizador y que la democracia acumula pobreza y deuda externa, desesperanza,
resentimientos y decepciones.
En la gesta de 1946 y 1973 las nuevas generaciones tienen un
modelo y una causa. También disponen de un ejemplo de los errores, de los desafíos
y de dramas que acarrea la política de liberación.