jueves, 30 de julio de 2020

Los tres legados de Juan Domingo Perón

Aritz Recalde, 22 de julio 2020

Revista VIENTOSUR

Juan Domingo Perón legó a la posteridad una importante obra intelectual, una doctrina política y fundó las bases de una Argentina industrial, moderna e integrada socialmente.

El primer legado de Juan Perón: una obra intelectual

Juan Perón fue un lúcido pensador y escribió una importante cantidad de libros y de artículos periodísticos en los cuales reflexionó en profundidad sobre los problemas nacionales y mundiales.

El mandatario adquirió una sólida formación geopolítica, filosófica e histórica en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra. Recibió una importante influencia de la Iglesia Católica y de las corrientes de la Doctrina Social de la Iglesia. En su paso por la actividad gubernamental y política tuvo relación estrecha con el sindicalismo y con sectores del activismo socialista. Estos dirigentes lo acompañaron luego en su gobierno y le aportaron una renovada perspectiva sobre los problemas de los trabajadores. A lo largo de sus viajes por el país, por la región y por Europa, pudo tomar contacto con las distintas corrientes ideológicas y políticas que le permitieron reforzar su ideario y forjar las peculiaridades propias de su doctrina nacionalista, humanista y popular.

La formación enciclopédica, metódica y permanente de Perón, y su habilidad en la escritura, facilitaron la elaboración de tan importante producción, que fue escrita en paralelo a su intensa vida política. Sus destacados dotes de orador y de educador, y su carisma, le dieron potencia para comunicar y persuadir sobre su ideario y su programa.

Fueron pocos los mandatarios sudamericanos con estas condiciones intelectuales y con tan prolifera, profunda y original obra. A mi modo de ver, Juan Domingo Perón y José María Velasco Ibarra son los dos grandes arquetipos de presidentes, estadistas, pensadores y escritores.

 

En una gran síntesis, los libros y los diversos textos de Perón pueden ordenarse en cuatro grandes temas:

1- Historia, cultura y coyuntura política: Toponimia Patagónica, Apuntes de Historia Militar, Los Vende patria y La Fuerza es el Derecho de las Bestias. El primer trabajo es una etimología araucana y los Apuntes reúnen sus clases en la Escuela Superior de Guerra. Los dos últimos libros analizan, centralmente, la coyuntura económica, política y social del país luego del golpe de Estado del año 1955.

2- Filosofía y doctrina nacional: La Comunidad Organizada y Filosofía Peronista. El primer trabajo incluye su aporte en el Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949. Filosofía Peronista reúne algunos de sus cursos en la Escuela Superior Peronista.

3- Organización política: Conducción Política y la Hora de los Pueblos. El primer trabajo es un clásico y contiene algunas de sus clases en la Escuela Superior Peronista. Si bien La Hora de los Pueblos analiza distintos temas y no meramente cuestiones de organización política, contiene la perspectiva de Perón acerca del agotamiento de los partidos demoliberales. En el trabajo anuncia la evolución de los partidos y regímenes políticos hacia nuevas formas sociales y de socialismo nacional. Hay varias referencias de Perón al tema en los editoriales de Mundo Peronista y en otras publicaciones. 

4- Organización del Estado: Planes Quinquenales, Plan Trienal y discursos de apertura a las Sesiones Legislativas. La Planificación Justicialista del primer gobierno fue formulada, inicialmente, en el Consejo Nacional de Posguerra. Esta obra aportó una sólida visión estratégica y armónica del ordenamiento institucional, tendiente a garantizar el bien común de la colectividad, a industrializar el país y a generar condiciones de bienestar social. La planificación del Justicialismo conformó una propuesta integral y alternativa al liberalismo, y ordenó las relaciones entre capital y trabajo y entre el Estado y la economía.

Estos cuatro grandes temas aparecen condensados en uno de sus más logrados libros: Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Esta obra  tiene una actualidad y una riqueza fundamental y contribuye a mantener vivo su ideario y su programa de gobierno, generación tras generación.

Para formarse, los activistas de izquierda leerán a Marx, Lenin, Mao, Trotski o Guevara y a sus ideólogos Gramsci o Althusser. Los liberales harán lo mismo con Adam Smith, Locke o más recientemente con Friedman o Popper. Los argentinos nacionalistas pueden leer a Perón y a los intelectuales Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Antonio Cafiero, Hernández Arregui, Fermín Chávez, Vicente Sierra o José María Rosa que conforman un pensamiento totalizador y profundo, que nada tiene que envidiar a liberales y a comunistas.   

El segundo legado de Juan Perón: el organizador político y el doctrinario

Perón diagramó, teorizó e implementó un original modelo de organización política.  Con este sistema alcanzó el poder y protagonizó una experiencia revolucionaria exitosa de gobierno (1946-1955). Además, condujo desde el exilio la dinámica de la resistencia a las dictaduras y a los gobiernos fraudulentos cívico-militares (1955-1973). Con ese método regresó a la presidencia luego de 18 años. Durante esta última experiencia, conformó un inédito y efectivo modelo de concertación política (Hora del Pueblo), institucional (Coincidencias Programáticas de los partidos políticos) y social (Pacto Social).

Perón denominó a su sistema de organización interna de poder como «Comunidad Organizada», mientras que la proyección de la Nación en el plano internacional se denominó Tercera Posición. La Comunidad Organizada consistía en un sistema civilizatorio alternativo al liberalismo y al comunismo. Además, fue un modo original de distribuir el poder social, político e institucional.

Perón destacó el hecho de que la comunidad se organiza libremente atendiendo el bien común de sus miembros y el cumplimiento de los fines de la colectividad. El Estado es un medio para alcanzar el bien común y el orden justo de dicha comunidad. La economía es un ámbito para la asignación y distribución de bienes y no construye en sí mismo sociedad. Al poner a la comunidad organizada por sobre el Estado, se diferenció del Comunismo. Al subordinar la economía a los fines de la comunidad, se alejó del liberalismo.

El Movimiento Nacional

El Justicialismo se integró a las corrientes políticas mundiales antiliberales del siglo XX, que desde la izquierda y desde la derecha venían elaborando cuestionamientos al régimen de gobierno y al de organización institucional y social vigente. Perón consideró que los partidos políticos liberales habían agotado su función histórica y que la democracia avanzaba hacia nuevas formas de participación social, a las que bautizó como Movimiento Nacional.

El Movimiento Justicialista integró a una amplia coalición social, partidaria y étnica, y surgió como un instrumento para resolver los problemas permanentes de la comunidad y no meramente para ganar elecciones. Su acción incluyó al Partido (instrumento electoral), pero lo superó cualitativa y cuantitativamente.

Dentro del Justicialismo hubo dirigentes originarios en la UCR, en el conservadurismo, en el socialismo, en el nacionalismo y también comunistas, entre otros. Si bien había diferencias entre ellos, los vinculó la orientación social y nacionalista del nuevo Movimiento Político. Se sumaron católicos, musulmanes, judíos y agnósticos, y durante su gestión se concilió armoniosamente la doctrina nacionalista, humanista y cristiana junto con la existencia de una plena pluralidad de cultos.

El Movimiento fue pluriclasista, aunque le dio poder, principalmente, al empresariado industrial y al Movimiento obrero, este último caracterizado por Perón como la «columna vertebral» del espacio.

El Modelo Sindical Argentino

Uno de los grandes legados de Perón es el Modelo Sindical Argentino, que fue reconocido institucionalmente con la legislación de Asociaciones profesionales y de Convenciones Colectivas. El Mandatario puso a los trabajadores como el centro del dispositivo político del Justicialismo y los obreros ocuparon cargos de diputados, de senadores y de ministros, e incluso tuvieron funciones en Embajadas. Perón abogó por la unidad de los trabajadores en una sola central y favoreció el hecho de que se convirtieran en instituciones de fomento y no solo de lucha. Con apoyo gubernamental, el Movimiento Obrero capacitó a sus dirigentes y fue un gran protagonista en la elaboración de programas nacionales de desarrollo desde 1943 hasta la fecha.

La burguesía nacional

Perón impulsó la formación de un empresariado industrial dinámico y organizado institucionalmente. Con esta meta, creó un Banco Industrial, una legislación protectora, y diagramó ambiciosos Planes Quinquenales de promoción de la actividad. En el primer gobierno les otorgó a sus representantes la administración del Banco Central y del Comercio Exterior, entre otras estratégicas carteras del Estado.

El mandatario apoyó la creación de la Confederación General Empresaria (CGE) y les otorgó centralidad para intervenir en los Congresos de la Productividad y en otras diversas mesas de debate.

Con la finalidad de potenciar algunas áreas estratégicas del desarrollo industrial, Perón fomentó la tarea productiva de los militares, que se complementaron, e incluso en algunos casos remplazaron, a la de la burguesía nacional.

Una nueva cultura política

El ascenso político del Justicialismo reordenó el sistema de partidos e incluyó una nueva agenda de problemas a resolver por parte de la dirigencia, creando una nueva noción de derecho entre la masa popular. Juan Perón difundió y generalizó una cultura política caracterizada por los valores nacionalistas y antimperialistas. El justicialismo instaló además una preocupación genuina respecto de la resolución de los problemas del pueblo. 

Propuso la conformación de una fuerza armada nacionalista y consustanciada con el desarrollo industrial y científico argentino. 

Su aparición en la esfera pública debilitó a los partidos tradicionales y fundó en su lugar una fuerza política que existe hasta la actualidad y que sigue definiendo el ordenamiento institucional argentino. Desde 1974, ya sin su líder, esa organización varió considerablemente. Actualmente, el espacio peronista funciona como una federación de gobernadores, de intendentes, de sindicatos y de miles de agrupamientos, a lo largo y a lo ancho del país. No existe un líder o un espacio político en su vértice que lo centralice. John William Cooke sostuvo que el justicialismo fue el hecho maldito del país burgués y, en buena medida, esa caracterización sigue vigente. Hoy en día, y pese a las claudicaciones neoliberales de los años noventa, el peronismo sigue manteniendo una vocación de rebeldía frente a los poderosos de adentro y de afuera.

El tercer legado de Juan Perón: el constructor de la Argentina moderna

Julio Argentino Roca llevó a su esplendor el modelo liberal y refundó el Estado. Juan Perón constituyó un nuevo programa de desarrollo nacionalista, industrialista e integrado socialmente. Los debates políticos del siglo XIX y XX giraron en torno a estos dos sistemas. El desarrollismo se acercó al programa de Juan Perón y el neoliberalismo al esquema de Julio A. Roca.  

En tan solo una década (1946-1955), el Justicialismo potenció el perfil productivo e industrial argentino y construyó una infraestructura moderna de transporte, puertos, rutas y energía. Alcanzó históricos niveles de bienestar social y todo esto lo hizo desendeudando al país y demostrando que se puede crecer con base en el ahorro y en el trabajo nacional. En el año 1973, Perón ratificó todos estos planteos y políticas con el revolucionario Plan Trienal.

El Justicialismo fue el único programa de desarrollo integral que planificó el crecimiento armónico, el poblamiento y el progreso sustentable de las provincias. En Tucumán se producían Ferrocarriles y en Jujuy se instaló una potente actividad siderúrgica; En Córdoba y en la zona centro se producían autos y aviones; La Provincia de Buenos Aires, por su parte, potenció su tejido industrial y su capacidad de fabricación naval, así como también fortaleció la producción agropecuaria en el marco de una potente política de tecnificación del sector. En el Sur del país se apoyó la producción petrolífera y energética y se fomentó la ciencia atómica y el saber aplicado a la innovación.

 Hace 46 años que Perón nos abandonó, y transcurrieron sangrientas dictaduras y la implementación de planes económicos neoliberales, que fueron demoliendo muchas de sus obras. El mundo en que vivió el mandatario cambió: cayó el Comunismo, Europa profundizó su crisis y China avanza vertiginosamente a superar a los EUA en la carrera económica y tecnológica. Pese a todos estos cambios, la Argentina sigue en pie luchando por la edificación de una nación libre, justa y soberana, y esa voluntad indeclinable es, también, el legado de Juan Perón.  

 


domingo, 12 de julio de 2020

La grieta del Coronavirus


Aritz Recalde, 12 de julio 2020

Para enfrentar un problema y poder resolverlo, el primer paso que hay que dar es el de plantearlo correctamente. El debate actual sobre el Coronavirus está siendo atravesado, cada día con más fuerza, por la desafortunada “grieta” partidaria. De un lado a otro hay acusaciones cruzadas. Por un lado, los críticos de la Cuarentena son acusados de “contra-oficialismo”, mientras que, por el otro, aparecen manifestaciones que caracterizan las propuestas del Gobierno Nacional como parte de una mera estrategia política, carente de toda justificación sanitaria. 
Para profundizar la grieta, crecen las especulaciones respecto de qué ocurriría actualmente si el que estuviera a cargo del gobierno fuera Mauricio Macri, vaticinando catástrofes espantosas. Frente a esto, desde la otra vereda se asegura que, si ellos fueran los que gestionaran el Estado, el problema ya se hubiera resuelto fácilmente, casi por arte de magia. Ambas interpretaciones son incomprobables, de manera que se vuelven innecesarias y dañinas para el debate general.
Desde mi punto de vista, erran los fanáticos de ambos lados de la grieta y, frente a tamaña crisis e incertidumbre, no es momento profundizar la división de los argentinos. El país requiere un debate abierto y plural, que contemple opiniones diferentes, y eso supone escuchar y respetar al otro, e incluso revisar y rectificar la política pública de ser necesario. No hay una sola manera de enfrentar al Coronavirus y eso queda claro si uno ve a otros países de la región y del mundo, que aplicaron acciones diferentes. Asimismo, el país requiere urgentemente que la dirigencia partidaria actúe mancomunadamente, teniendo como objetivo la unidad nacional de todos los argentinos.

¿Quién NO cumple la Cuarentena?
Para comprender profundamente la complejidad de lo que está pasando es importante superar las visiones parciales. Hay manifestaciones callejeras que se expresan en contra de la Cuarentena y seguramente muchos de sus impulsores tienen una postura partidaria al respecto, o los motiva una cuestión de ese estilo. Sin embargo, independientemente de ello—y del uso que los medios de comunicación quieren hacer de estas expresiones—, no se puede desconocer que en esas manifestaciones conviven opiniones diferentes y no todas son simplemente la mera expresión de los “agentes de la oposición”. Hay muchos argentinos disconformes con la dinámica de la Cuarentena y caratularlos de “antioficialistas”, o ubicarlos a un lado u otro de la grieta, no resulta productivo. El esfuerzo debería estar en intentar separar las distintas motivaciones que unifican ese posicionamiento y, sobre todo, tratar de interpretar lo que los lleva a esa postura, teniendo en cuenta que las realidades del país son variopintas.
Por otro lado, tenemos que ser conscientes de que hoy los que realmente violan la Cuarentena son los trabajadores empobrecidos y principalmente los de la economía informal.  Estos sectores no tienen la alternativa de “quedarse en casa”, ya que si no salen a buscar el mango no pueden darle de comer a sus hijos, o comprar remedios, ni pagar los alquileres o los servicios básicos. Miles y miles de personas de la economía informal y de los oficios están circulando pese a las medidas de aislamiento, ya que si no lo hacen corren serio riesgo de enfermarse por el hambre y por la miseria. Tienen que salir a hacer la “changa” o a revolver basura, ya que los subsidios del Estado no son suficientes para solventarse, e incluso en muchos casos no les llegan. Todo esto sin mencionar el hecho de que existe una cultura del trabajo, que hace que millones de argentinos no estén dispuestos a vivir de planes sociales.
Los pequeños comercios de las barriadas humildes tienen dos alternativas: abren o conducen a toda su familia a la más humillante miseria, y con eso la ponen en un serio riesgo sanitario. Los vendedores ambulantes gastan zapatos para conseguir el mango y poco les importan las movilizaciones a favor o en contra de la Cuarentena de la Ciudad de Buenos Aires. Posiblemente, ni se enteren de la acalorada discusión que aparece en los medios de comunicación y que divide a la clase media. Muchos de ellos votaron a Alberto Fernández y lo volverían a hacer, porque no se trata de que sean anti oficialistas, o anti Cuarentena, sino de sus realidades y sus carencias impostergables.
El Estado y la comunidad organizada tienen que ayudarlos y para eso hay que saltar el laberinto del debate “anti” o “a favor” de la Cuarentena o del Gobierno. Sería un gran error denunciarlos o reprimirlos y en caso de hacerlo eso se volvería una causa perdida, ya que saldrían igual tras meses de encierro y de privaciones.
La comunidad organizada, movida por principios de solidaridad social, hoy rompe diariamente la Cuarentena y asiste a millones de argentinos hambrientos y angustiados. Sin esa organización en movimiento y sin los programas sociales del Gobierno, las barriadas humildes estarían sumergidas en un enfrentamiento civil difícil de mensurar.   
Hay que proponer políticas concretas y plausibles para proteger a estos grupos sociales. Gobernar en democracia es el arte y la voluntad de resolver problemas. La realidad no tiene que ver con el ideal del gabinete y no se puede negar que millones de argentinos no pueden respetar la dinámica actual de la Cuarentena.

El miedo como estrategia de comunicación
Debido a lo inusual y novedoso del Coronavirus surgieron lógicos temores en un contexto sin demasiadas certezas. Frente a esa poco previsible realidad, políticos y comunicadores no hablan de otra cosa que no sea de la muerte, ya sea de los casos concretos o de la muerte “potencial” que, aseguran, devendrá como una plaga. Hay una exagerada e insana campaña del miedo.
Pocas veces se hizo tanto hincapié en la morbosidad y el terror comunicacional. La estrategia mediática no se explica solamente por la cantidad de contagiados y de muertos. Todos los años fallecen en Argentina más de 30.000 personas solamente por gripe y por neumonía y es poco o nada lo que se dice. Más de 60 mil argentinos mueren por tumores y más de 60 mil por enfermedades respiratorias cada año y no hay campañas mediáticas de prevención, ni de cuidado, y mucho menos se divulgan permanentemente los partes diarios y las cifras de esas muertes.
Los humildes, que no tienen obras sociales, padecen la falta de atención y mueren por enfermedades que podrían ser evitadas, ligadas al hambre y la pobreza. Pese a esto, no hay muchos comunicadores consustanciados con la causa de la salud popular y el trabajo en blanco protegido.     
Por otro lado, decirle a un trabajador informal que no salga por el miedo a enfermarse de Coronavirus tiene un límite. Para la gran mayoría de los trabajadores su actividad es y será insana y siempre será parcial o altamente peligrosa. Corren riesgos de accidente o enfermedad profesional los obreros de la construcción, los repartidores de Uber, los pescadores, los operarios de las empresas metalúrgicas, los basureros, los químicos y los policías del conurbano bonaerense. Hay actividades, incluso, que reducen considerablemente la esperanza de vida, como la minería tradicional.
En la economía informal todo esto se exacerba, ya que frente a un accidente o una enfermedad no hay cobertura sanitaria, ni asistencia paga contemplada. Para el trabajador el debate real es entre el “peligro ya conocido” de su labor y el “peligro potencial por conocer” del Coronavirus.  Para matizar el riesgo que tiene el trabajo o para reducir su impacto hay leyes protectoras y regímenes especiales, aseguradoras y un sistema de pensiones. Lamentablemente, estos derechos contemplan solo al trabajador formal, dejando alrededor del 40% de la población, que vive de la economía informal, sin estos mecanismos institucionales que prácticamente no existen.
El Gobierno Nacional hizo bien en “aplanar la curva” y preparar el sistema de salud para atender casos de Coronavirus. Luego de casi cuatro meses de Cuarentena, hay que empezar a organizar y concientizar a la comunidad para la vuelta al trabajo y a las actividades de las familias. Para esto, los comunicadores tienen que difundir un mensaje educativo, que contribuya a conformar una renovada actitud para el cuidado de la salud y que favorezca a la organización comunitaria. Hay que transmitir esperanza, fe en que vamos a superar el problema y que para eso hay que tener un pueblo y un gobierno organizados.
Además, los argentinos tenemos el deber de debatir y concretar una solución real a los problemas sociales, de empleo y sanitarios que son anteriores al Coronavirus, aunque hoy este último los haya exacerbado.

La Cuarentena y los nuevos peligros
El Coronavirus existe y es un problema serio y eso debe quedar bien claro. No negamos la utilidad de la Cuarentena, pero sabemos que tiene sus límites emocionales, sanitarios, económicos y sociales y que trae otro gran número de complicaciones que a la larga pueden ser catastróficas para la población.
Hay que tener conciencia de que llevamos casi cuatro meses de desatención de los recién nacidos, de las embarazadas y de la tercera edad y eso es muy peligroso. El deficiente cuidado y seguimiento de los enfermos crónicos y de pacientes con males recientes, puede dejar un daño irreversible en la población. Casi cuatro meses de sedentarismo, de mala alimentación y del aumento de la automedicación complican aún más la situación. Esta realidad se da en el marco de una sociedad angustiada, deprimida y en no pocos casos desesperada. A este sombrío panorama se le suma la  pobreza e indigencia creciente y la deficiencia alimentaria y sanitaria que eso origina.
En algunos meses más y de no revisarse la dinámica de la actual Cuarentena, todo ese universo de caídos del sistema económico, social y sanitario pueden ocupar las terapias intensivas arrastrados por los nuevos problemas de salud. Allí además, posiblemente también se contagien de coronavirus. El desafío actual e impostergable del Gobierno y del pueblo es el de normalizar la atención primaria de la salud y de ir recuperando los servicios sanitarios fundamentales.
La economía de la pospandemia
Proponer abrir la economía como si nada hubiera ocurrido es una irresponsabilidad. Ahora, tampoco es muy serio sostener que tenemos que seguir con la actual Cuarentena ya que en otros países del mundo la economía está en caída. Dicha simplificación puede ahondar y empeorar aún más la dramática situación de recesión generalizada de la producción.
El Gobierno tiene la obligación de presentar su plan económico de corto y de largo plazo, tanto para las zonas sin Cuarentena, así como para las que atraviesan distintas fases de la misma (total, parcial, etc.). Las organizaciones libres del pueblo pueden proponer soluciones para eso. Pueblo y gobierno tienen que superar el exceso de diagnóstico y avanzar propositivamente en la implementación de soluciones.   

La unidad nacional para la reconstrucción
La realidad cotidiana no encaja en la dicotomía a favor o en contra de la Cuarentena.  Necesitamos un pueblo libre, organizado y responsable y no uno aterrorizado y gregario. Luego de meses de Cuarentena, se debe iniciar una nueva etapa en la cual la conciencia y la responsabilidad de la gente y de la organización comunitaria estén en el centro. Las campañas del miedo y los controles permanentes a la circulación deben ir desapareciendo.  No hacerlo es una forma de subestimar al pueblo argentino y de creer que es una masa inconsciente, amorfa y temeraria.  
Los representantes de la producción y del trabajo tienen que unirse al gobierno y formular mancomunadamente el Plan de la Reconstrucción.  
La Comunidad Organizada superará este desafío y como bien dijo Antonio Cafiero “Ningún peronista de ley sabe lo que es renunciar a la esperanza”. 



jueves, 9 de julio de 2020

Aritz Recalde: “Es momento de declarar una nueva independencia en la línea que planteó Perón en el año ’47”


Entrevista a Aritz Recalde de Gustavo Ramírez para AGN Prensa

Es 9 de Julio, una tarde apacible de invierno. Indefectiblemente el presente nos lleva a pensar en el futuro y a interrogarnos sobre el pasado. Mientras uno reflexiona suena Inconsciente Colectivo y Charly García canta:
Tal vez este párrafo enmarque el contexto preciso para transcribir el diálogo que mantuvimos hace horas con el sociólogo  Aritz Recalde, autor de libros como:  Intelectuales, peronismo y universidad, Estudios Sobre Brasil y El pensamiento de Jhon Willian Cook en las Cartas a Perón, entre otros. Pero más allá de los textos y los títulos, es un pensador nacional y allí está la clave para encontrarnos con esta fecha histórica en un nuevo contexto crítico y pensar a este bendito país.

G. R.: LA DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA DE 1816 VISTA DESDE LA PERSPECTIVA PRESENTE NOS PERMITE INTERROGARNOS SOBRE LO QUE NECESITAMOS COMO PUEBLO: ¿INDEPENDENCIA NACIONAL O DEMOCRACIA LIBERAL?
A. R. Si claro. En realidad uno podría decir que la Independencia en 1816, siendo la primera, es la independencia política. La segunda y definitiva independencia es la del desarrollo integral de la Nación Argentina. El desarrollo integral tiene un aspecto económico, no hay independencia política si no hay  independencia económica. Si vos para gobernar necesitás la plata de un organismo internacional, la inversión extranjera, sos esclavo de una corporación o de un organismo multilateral y no hay realmente soberanía política e independencia económica definitiva sin Justicia Social. Insisto, la primera independencia fue la política, la segunda va a ser la de la soberanía del desarrollo integral, que es la que tiene que ver con la independencia económica y la justicia social.

Independencia económica y justicia social salen, claramente, de los marcos del liberalismo clásico. El resultado del liberalismo clásico en los países es que queda mucha gente afuera y que el desarrollo económico, por ejemplo en nuestro país, termina siendo raquítico, insuficiente y subdesarrollado. Entonces, no necesitamos una democracia formal o liberal, porque en nombre de las buenas intenciones lo que se esconde es un sistema de explotación del trabajador y del productor argentino.

G. R: CON ESA REFERENCIA, ENTONCES, ¿CÓMO DEBERÍAMOS ABORDAR AL PENSAMIENTO NACIONAL ?
A.R.: El pensamiento nacional es una reflexión sobre los problemas de la Nación. La Nación es un territorio con un pueblo encima que comparte un problema y construye una unidad de destino y un principio de solidaridad social. Una Nación es lo que su pueblo está dispuesto a hacer frente a otros países. Entonces, el pensamiento nacional argentino discutió estas cuestiones, la unidad de destino, qué queríamos hacer con Argentina y dentro de esa unidad de destino discutió cuál era el principio de organización, indentitario, cultural, la conciencia nacional que refuerza el principio de solidaridad social y que le permite, a esa comunidad, insisto, pensar un proyecto, diagramarlo e implementarlo.
Dentro del pensamiento nacional se incluyó esta discusión desde distintos lugares: Raúl Scalabrini Ortíz pensó la Nación desde el transporte, desde la energía, desde la renovación del Banco Central. Arturo Jauretche pensó el tema nacional, centralmente, desde la cultura, desde la necesidad de revisar el rol de los medios de comunicación de masas, desde re-discutir los programas y planes de estudio. Hoy tenemos que reactualizar esos debates. O sea, pensar la nación, cómo la nación construye su unidad de destino, cuál es su proyecto de comunidad frente a los otros Estados y cómo esa unidad de destino, ese proyecto de solidaridad social se implementa sobre uno de  los pilares fundamentales de la Nación, que es su programa económico independiente y con un pueblo con Justicia Social y libre.

G.R: ¿ EN ESE “PENSAR EL PAÍS” QUE ASIGNACIÓN HAY QUE OTORGARLE AL CONCEPTO DE COMUNIDAD ORGANIZADA?
A.R. El concepto de Comunidad Organizada lo planeta Perón, en Mendoza, en el marco de un Congreso de Filosofía en 1949 y ahí Perón plantea que la Comunidad Organizada tiene dos aristas. Por un lado,  es un sistema civilizatorio  alternativo al liberalismo y al comunismo. Es la idea de que el hombre se realiza en comunidad, este es un principio moral. El hombre es feliz si la comunidad en la que vive se realiza y esa es una conducta política, pero sobre todo principios morales.
Hoy hay un tema fundamental, el liberalismo, el neoliberalismo, es un sistema egoísta que dice que la persona se realiza consumiendo o comprando, es un liberalismo filosófico existencialista que está destruyendo a la sociedad; la idea de Comunidad Organizada está fuerte como principio civilizatorio contrario al liberalismo, que plantea que el mercado organiza a la sociedad y eso es mentira. El mercado asigna bienes pero no construye sociedad. Después, a su vez, la Comunidad Organizada es un sistema de organización del poder. Perón lo que planteó , de abajo hacia arriba, es que el individuo tiene una tendencia natural a vivir en comunidad y consuma la comunidad primero a partir de la familia y esa familia va tendiendo otro sistema de relaciones hacia lo que Perón llama Organizaciones Libres del Pueblo y ese pueblo construye su representación y esa representación construye democracia.
A la Comunidad Organizada hay que re-actualizarla pero con este planteo que hace Perón: Crear un sistema civilizatorio alternativo a lo que expresa el liberalismo en la guerra del hombre contra el hombre y a su vez tenemos que ir hacia un sistema democrático donde el pueblo sea el sujeto de representación de la democracia.

G.R.: VEMOS QUE HUBO AUTORES QUE NOS PRONOSTICARON EL FIN DE LA HISTORIA, LA CAÍDA DE FRONTERAS Y LA DESINTEGRACIÓN DE LOS ESTADOS NACIÓN. NO OBSTANTE, LA ACTUAL COYUNTURA, HA DEMOSTRADO QUE ESTO NO ERA ASÍ. HOY HAY  AUTORES COMO ALEXANDER DUGUIN  QUE DAN CUENTA DEL PERONISMO, DEL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO Y COMIENZAN A HABLAR SOBRE UNA CUARTA TEORÍA POLÍTICA. ¿QUÉ PENSÁS DE ÉSTE FENÓMENO?
A.R. -Primero habría que ver la cuestión de las naciones.  Hoy las naciones están vivas, el planteo de la muerte de las naciones fue la ideología de la Nación Norteamericana. Cuando la Nación Norteamericana impone su interés por sobre el resto del mundo eso fue llamado globalización, que es la ideología que esconde el interés de una nación sobre otras. La cuestión de la pandemia puso en el centro esta cuestión nacional. Hoy ningún país sale de los problemas que tiene con la ayuda internacional o con la globalización. No, todos los países salen con políticas nacionales, económicas y sanitarias nacionales.
Vos incluías en el planteo a Duguin. Duguin dice que hay que construir una teoría, un sistema de desarrollo social que supere a los sistemas tradicionales del fascismo, nazismo, comunismo y liberalismo. Entonces ahí habla de  la cuarta teoría política. El peronismo, en su momento, lo ordenó como tercera posición. Duguin hace mucho hincapié en la afirmación cultural de los pueblos. En realidad, lo que Duguin dice es que esta cuarta teoría política de lo que da cuenta es de una cultura nacional rusa cuya entidad amerita creación de una nación soberana. Construir  un Estado Nación sobre un principio cultural histórico que antecede a la Nación Rusa que atraviesa el tiempo. La posición de Duguin, en esa línea,  es acertada. Duguin ve en el peronismo un ejercicio de construcción soberana que se afirma frente a los otros pueblos y que plantea el derecho del principio para construir el destino y las formas de la democracia propia, original y que debe respetado por los otros. Ahí, en Duguin, algunas cosas son aciertos para pensar algunos elementos del peronismo.

G.R: ALGO QUE EN ALGÚN SENTIDO HABÍA PENSADO Y DESARROLLADO ABELARDO RAMOS CUANDO HABLA DE LA NACIÓN LATINOAMÉRICA.
A.R. -Claro, si. Eso atraviesa el pensamiento nacional, porque el tema es así: Si uno mira a la Argentina, a las Provincias Unidos del Río de la Plata y que las Provincias Unidas del Río de la Plata vienen de la experiencia del Virreinato del Río de la Plata y que el Virreinato del Río de la Plata viene del Virreinato de las Indias. Incluso que en 1816 participaron del Congreso de Tucumán representantes de la actual Bolivia y no participaron representantes de algunas provincias de nuestro litoral. Qué quiero decir con esto, que hispanoamérica precede a la República Argentina, entonces Abelardo Ramos dice que es lógica la construcción de una patria sudamericana. Es lógica por su historia, por su afinidad cultural y por su enemigo común, eso, en parte también, es  el discurso de Duguin que dice: hay una identidad histórico cultural que precede a la organización estatal o a la actual organización estatal y eso le permite plantear la organización del Estado que empieza a mover las fronteras.
En el pensamiento nacional de Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos y Juan Domingo Perón, desde otro punto de vista, Cafiero. Todos ellos tenían la idea fuerte de que había una dimensión sudamericana de la construcción nacional y esa dimensión sudamericana tiene  antecedentes históricos culturales y obviamente una actualidad muy fuerte porque compartimos enemigo y si no tenemos conciencia del enemigo, bueno, difícilmente tengamos un país soberano.

G.R. POR ÚLTIMO. ¿ARGENTINA NECESITA PENSAR UN NUEVO ESTATUTO DE INDEPENDENCIA?
A.R: -Claro, mirá, Perón en 1947, también un 9 de julio, fue a Tucumán a declarar el Acta de la Independencia Económica y ahí estaba la idea moderna de la Nación, la segunda Independencia. La segunda Independencia real es la del desarrollo integral, el desarrollo integral implica a  la Independencia Económica y a la Justicia Social. Creo que hoy nosotros necesitamos una nueva declaración de la independencia que le de a la comunidad la administración de sus principales resortes de soberanía: economía, comercio exterior, el sistema de administración financiera y los principales resortes de la actividad industrial, hoy enajenados por corporaciones extranjeras y hacer de independencia económica un instrumento para emancipar socialmente al pueblo. Creo que hoy, comparto, es momento de declarar una nueva independencia pero en esta óptica, en la línea que planteó Perón en el año ’47.

Cae la tarde. Es 9 de Julio. Un tanto distinto pero tal vez algo igual. Ahora Charly canta, tan solo como una anécdota:
QUIÉN SABE ALICIA ÉSTE PAÍS
NO ESTUVO HECHO PORQUE SÍ.
TE VAS A IR, VAS A SALIR
PERO TE QUEDAS,
¿DÓNDE MÁS VAS A IR?


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