miércoles, 9 de mayo de 2012

Amelia Podetti: ciencia, política y dependencia en el tercer mundo

Aritz Recalde, mayo 2012

“Concordamos: primitivo, bárbaro, irracional no son categorías científicas, sino políticas; sirven para designar el enemigo interno o externo; para justificar la injusticia de que se lo hace víctima”. Amelia Podetti[1]

“Frente a la crisis se puede formular la hipótesis del desarrollo de un nuevo pensamiento, que no sólo pueda expresar en sus verdaderas estructuras y en sus verdaderas dimensiones el proceso contemporáneo de la universalización, sino que también pueda plantearse cuáles son las alternativas reales que están en juego, a partir de cuál es la naturaleza de esa crisis, de cuáles son los caminos para la solución”. Amelia Podetti[2]

La filosofa argentina Amelia Podetti[3] analizó detenidamente los alcances interpretativos de las ciencias sociales y humanas de su época. En particular, estudió las relaciones entre el pensamiento científico y las disputas de poder en América Latina. Del análisis de su obra, surge una hipótesis de lectura que está centrada en el hecho de que el pensamiento europeo generado por las ciencias humanas y sociales, poseía serias deficiencias teóricas y metodológicas para comprender cabalmente la sociedad y los cambios políticos que se producían en el tercer mundo.
Tal cual vamos a mencionar en el trabajo, Podetti organizó dicha perspectiva sobre la demostración de dos grandes supuestos:
-        los intelectuales situados en las ciencias sociales y humanas de Europa, empleaban una arquitectura teórica que les impedía aplicar un estudio objetivo de las sociedades no europeas. Estos aprioris conceptuales, derivaban en explicaciones de los procesos sociales como “racionales o irracionales” y tal cual estableció Podetti, “la explicación “científica” acerca de los países dependientes, sus relaciones con los países centrales y el proceso histórico que instauró la dependencia, maneja como categoría central la contraposición racionalidad / irracionalidad”[4].
-       la producción de conocimiento de las ciencias sociales y humanas, era un medio para profundizar las relaciones coloniales y de sojuzgamiento de Europa sobre el tercer mundo.

 A continuación, vamos a recuperar las opiniones de Amelia Podetti sobre Levi Strauss, Carlos Marx, Thomas Hobbes y José Ingenieros.

·         La antropología europeísta

“Pero después de Marx y Freud, a cuyas enseñanzas Levi Strauss otorga un alto precio, ya no puede concebirse la posibilidad de poner fuera de juego todos los mecanismos, estructuras, categorías, valores de la sociedad, internalizados en el individuo por una presión social que lo modela desde antes de su nacimiento, mediante una mera decisión (…) Levi Strauss propone sustituirlo por otra racionalidad que no es la de otra sociedad sino de la ciencia. La ciencia, por supuesto, occidental”.  Amelia Podetti (A 3er M, N° 2, p 41).

 En el número 2 de Antropología del 3er M de mayo de 1969, Amelia Podettí publicó “La antropología estructural de Levi Strauss y el tercer mundo”. En dicho documento, la autora realizó una recuperación crítica de los postulados de la antropología y de sus alcances para la interpretación de las sociedades periféricas.
En el texto, Podetti estableció que Levi Strauss analizaba la realidad del tercer mundo a partir de un conjunto de categorías que eran organizadas sobre una teorética racionalidad universal. Según la autora, dicho punto de partida carecía de objetividad y en su lugar, reproducía la cosmovisión ideológica del europeo. Podetti se refirió a ello cuando estableció que “Creemos que Levi Strauss incurre en el mismo egocentrismo e ingenuidad que reprocha a Sartre: la racionalidad que la etnología va a “descubrir” en las sociedades exóticas no es más que un modo de la razón europea: la razón analítica del pensamiento matemático y físico – matemático (y que en realidad es una interpretación, ya empobrecida y mistificada, del ejercicio de ese pensamiento): las sociedades exóticas se caracterizan a la vez “por una devorante ambición simbólica… y por una atención escrupulosa enteramente vuelta hacia lo concreto”, pero una actividad simbólica y la atención a lo concreto no se integran dialécticamente, sino en una relación abstracta donde la ambición simbólica devora lo concreto, según hemos visto, aunque Levi Strauss hable de inserción y de integración” (A 3er M, N° 2, Pp. 35 y 36). 

Levi Strauss aplicaba una teoría cuyo contenido ideológico profundizaba el error del empirismo lógico, que estaba caracterizado por separar lo que es “racional”, de la “realidad” que se quiere interpretar. En sus palabras “Esta interpretación, tanto por lo que dice como en lo que oculta, del pensamiento primitivo presenta una sorprendente analogía con el empirismo lógico: también el empirismo lógico proclama, a la vez, su devorante (o más bien devoradora) ambición conceptual y su respeto por los hechos (…) con el nombre de empirismo lógico designamos lo que nos parece construir un esquema lógico básico de todas las ideologías cientificistas y que incluye los siguientes momentos sistemáticamente enlazados: divorcio de la razón y lo real, reducción de la lógica a mera analiticidad, logitización de lo real o, como decía Kant “intelectualización de los fenómenos”, recurso a los “hechos”, a lo real ya interpretado y asignación de irracionalidad a todo lo real que no se deja reducir a mero predicado conceptual” (A 3er M, N° 2, Pp. 35 y 36). En esta línea de interpretación, Podetti amplía los alcances concretos que adoptaba la racionalidad antropológica europea y sostiene que “Cuando Levi Strauss descubre ““la estructura subyacente” de una institución o de un mito indígena no hace más que trasponer al pensamiento indígena categorías que los ideólogos de la sociedad industrial han elaborado interpretando y empobreciendo el ejercicio del pensamiento científico de su sociedad, pero en modo alguno da cuenta no ya de la especificidad de esa sociedad, sino tampoco de la racionalidad y la lógica que le son propias” (A 3er M, N° 2, p 36). Tal cual se lee, en opinión de la autora la antropología estructural intentaba forzar los procesos culturales y materiales del tercer mundo a la lógica, a la razón y a los “universales” de la ciencia europea.
Podetti remarca el hecho de que la actividad de los intelectuales y los teóricos europeos, se inscribía en el contexto histórico situado, caracterizado por promover un sistema de dominación colonialista e imperialista. En este marco, la producción de conocimiento científico podía ser instrumentado como una justificación y “racionalización” de los sistemas de poder europeos.
La expansión de Europa sobre el tercer mundo, era presentada como una ley universal y necesaria, del desarrollo del progreso capitalista. Las sociedades ubicadas geográfica e históricamente por fuera del occidente europeo, eran analizadas a la luz de los esquemas de desarrollo, teóricamente, objetivos y racionales y “del mismo modo que el positivismo presentaba como leyes científicas y por lo tanto objetivas, universales, necesarias y racionales del desarrollo social las exigencias políticas de la sociedad industrial europea en expansión imperialista, Levi Strauss presentan como leyes necesarias y universales del espíritu humano un modo particular de racionalidad de una sociedad particular: la occidental. Y de este modo la “equivalencia valorativa” desaparece totalmente: no sólo hay una sociedad que produce una “ciencia” extra social, por así decir, sino que su racionalidad es universalizada y transferida a las sociedades que la etnología estudia: si esas sociedades son racionales es por que en ellas la razón occidental pretende reconocerse” (A 3er M, N° 2, p 49).
Las limitaciones y falencias del planteo conceptual de Levi Strauss y la antropología, se originaban desde su condición misma de ser un producto social e histórico situados. A partir de acá, Podetti estableció que “Levi Strauss pasa por alto el hecho de que la etnología es el producto de una determinada sociedad, que le impone necesariamente su sistema de categorías, esto es, su modo de recortar, de interpretar, de relacionar, intelectuales, sensibles, corporales, estéticos, religiosos, su concepción de la sociedad y del hombre y que, de ese modo lo integra dentro del marco de su programa político más general: producto de una sociedad colonialista, la etnología también lo será, no por decisión consciente y voluntaria de los etnólogos, sino por que, incluso a despecho de lo que el etnólogo crea y se proponga, ella participa, como todo producto social, de las más profundas estructuras simbólicas  de esa sociedad a través de las cuales ella realiza y expresa su opción fundamental” (A 3er M, N° 2, p 40).

En la opinión de Amelia Podetti y resumiendo, la antropología de Levi Strauss:
-       Era una arquitectura teórica incapaz de interpretar los cambios de las sociedades del  tercer mundo. 
-       Reproducía bajo justificaciones “científicas”, la ideología eurocentrista.
-       Interpretaba a las sociedades del tercer mundo como “irracionales”, atrasadas o “bárbaras”. Frente a ello, Europa aparecía como el centro de la historia universal a partir del cual el resto de las sociedades iban a ser “comparadas”.
-       Producía información que era empleada por las empresas colonialistas.

La antropología y la expansión colonialista

“Levi Strauss es un humanista europeo, es decir un colonizador de pueblos “salvajes”; sin poder militar, ni económico, ni tecnológico, el arma será la ciencia”. Amelia Podetti (A 3er M, N° 2, p 47).

“Es decir, el etnólogo, si quiere ser científico, debe asumir una posición de “neutralidad valorativa”. Pero ¿cómo alcanzar el lugar extra social y extra histórico desde donde ejerceríamos nuestra aprensión científica a valorativa cuando la etnología es justamente la “ciencia” social que nace para justificar y al mismo tiempo informar a la prensa colonialista europea? (…) durante los siglos 16 y 17 los estudios etnográficos parecen no hacer otra cosa que describir la monstruosidad, las anomalías, las deformidades, en una palabra, la irracionalidad de los salvajes”. Amelia Podetti (A 3er M, N 2, p 38).

 En opinión de la autora, la antropología era doblemente conservadora políticamente. Por un lado, dificultaba la comprensión de los cambios y las revoluciones del tercer mundo, a los que caracterizaba como carentes de lógica y de viabilidad política e histórica. Por otro lado y cuestión importante, los trabajos de campo de los antropólogos suministraban insumos para la ocupación colonial de las periferias y tal cual lo menciona la autora en el epígrafe.
Sobre el primer aspecto, Podetti, sostuvo “Pero si nuestras híbridas sociedades resultan impensables  -salvo quizás las cuñas neocoloniales-, para la lógica estructuralista, mucho más aún lo es el hecho histórico decisivo que las sociedades del tercer mundo están realizando. Levi Strauss no puede proporcionar categorías para pensar ninguna revolución (…) Desde ésta perspectiva, -y esto nos importa-, pierde todo sentido la antítesis entre revoluciones racionales, civilizadas, modernas, políticas, y revoluciones (o rebeliones) irracionales, bárbaras, primitivas, pre políticas, que, desde Ingenieros hasta Hobsbawm, es uno de los leitmotive de la sociología “científica” cuando se ocupa de las áreas periféricas. Para Levi Strauss los modelos de racionalidad revolucionaria que el cientificismo nos ofrece alternativamente, son tan irracionales como cualquier rebelión primitiva: son un desorden, una ruptura de la racionalidad más violenta o más profunda que los acontecimientos ordinarios” (A 3er M, N° 2, Pp. 45- 46).

·         La ciencia moderna en Hobbes y Marx

“Si analizamos el contenido de la ciencia que nos presentan Hobbes y Marx y tratamos de desentrañar su verdadero sentido veremos que se trata en ambos casos de presentar bajo la “forma científica” el proyecto de esa sociedad con todas sus implicaciones: económicas, antropológicas, éticas, políticas. Y la forma “científica” les otorga validez universal y necesaria, objetividad, carácter apodíctico como quería Hobbes”. Amelia Podetti (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 75).

“Pero más allá de estas diferencias tanto Hobbes como Marx están totalmente identificados con las convicciones más profundas del nuevo orden “moderno”, de la comunidad disociada: el materialismo como filosofía, el egoísmo como motor de la conducta, el lucro, la competencia y la guerra como relaciones básicas y fundamentales entre los hombres, la glorificación de la actividad económica y técnica, la concepción de la vida humana y de la historia en términos económicos, el repudio de la filosofía y la sobreestimación de la ciencia físico – matemática, el ateísmo y la consecuente negación de un destino trascendente y de todo valor espiritual; la justificación de la expansión y de la explotación imperial; la degradación de la naturaleza, convertida en presa de los apetitos y objeto de guerra entre hombres; un hombre que al mismo tiempo es degradado de su dignidad cuanto mero ser económico y puesto por encima de la naturaleza como una cosa a la que debe someter y explotar”. Amelia Podetti[5] (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 86).

 En el año 1975 Amelia Podetti publicó “La Comunidad disociada y sus filósofos”. En el texto, la autora analiza los postulados de Hobbes y de Marx como dos exponentes importantes del pensamiento moderno.
Como veremos, Podetti entiende que los autores comparten:

-       el optimismo sobre la capacidad de la ciencia moderna de interpretar el mundo, superando las concepciones filosóficas, ideológicas o religiosas anteriores.
-        el supuesto de que las ciencias naturales eran puntos de partida a partir de los cuales organizar las ciencias sociales.
-       el supuesto de la expansión ilimitada de la evolución y el progreso de la sociedad occidental.
-       una opinión proclive a las acciones coloniales sobre las sociedades periféricas.

 Hobbes y el método de análisis de las sociedades

Tal cual muestra Podetti, Hobbes intentó producir un marco de pensamiento capaz de superar la arquitectura conceptual de su época. Su crítica a las teorías sociales, buscaba dar por tierra con las interpretaciones de la filosofía y tal cual sostiene Podetti,  este tipo de crítica constituye un lugar común en el pensamiento moderno y forma parte de la guerra contra la cultura medieval” (Hechos e Ideas, Año 2, N 8, p 71).
El pensamiento moderno iba a dar por tierra la filosofía griega y escolástica y con esa finalidad, Hobbes recuperaba los avances de las ciencias naturales y “afirma que hay una única ciencia: la geometría, y que para conocer las causas verdaderas de las cosas el único método es la geometría, conforme lo demostró Galileo al aplicarla para conocer los fenómenos naturales (…) Hobbes asume que también el hombre, la sociedad y el Estado son reductibles a cuerpo y movimiento y que, por lo tanto, es posible construir también allí una ciencia rigurosa y apodíctica, objetiva, necesaria y universal” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 71).

La nueva ciencia iniciada por Hobbes, sería un insumo para los gobernantes ávidos de dar estabilidad y continuidad al ordenamiento político monárquico. Por el contrario y como muestra Podetti, su planteo sería favorable a que los territorios, pueblos y gobiernos externos a Europa, sean sometidos a operaciones coloniales de desestabilización para su posterior expoliación y saqueo.

Marx y el método de análisis de las sociedades

Según Podetti, “Tanto Marx como Engel repudiaron siempre a la filosofía como saber teórico y consideraron que ella debía ser superada por dos vías: la revolución y la ciencia” (Hechos e Ideas, año 2, N° 8, p 73). En este cuadro, para Marx gran parte de las producciones científicas de su época se caracterizaban por tener una parcialidad y una incapacidad interpretativa evidentes. Frente a ello, elevaba el socialismo científico que tenía que superar las interpretaciones cargadas de ideología de la filosofía y de la economía política que denominó burguesas.
Podetti establece que Marx suponía que las ciencias naturales eran uno de los pilares sobre los cuales se organizaba la sociedad industrial capitalista. Es por ello, que la autora entiende que Marx no avanza demasiado en una crítica de los alcances políticos y de la ideología que poseían las ciencias naturales. Dicho punto de partida, conduce a Marx hacia un optimismo acrítico de los efectos de la ciencia y de la técnica occidental y “Pareciera que las ciencias sociales son ideológicas pero no así las ciencias físico – matemáticas. Marx ha criticado todo, desde la religión a la economía política, pasando por el derecho, la filosofía, la historia, la política pero, ¿cuántas líneas ha dedicado a la crítica de la ciencia físico – matemática, a la crítica del entendimiento abstracto, analítico, formal, que ya Kant y sobre todo Hegel analizaron en profundidad?. Y en cambio dedica muchas páginas, en muchas y diversas oportunidades, a la crítica de la ciencia social burguesa” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, Pp. 74 y 75).
Podetti establece que la metodología aplicada por Marx para comprender el desarrollo de las sociedades y pese a plantearse como neutral, repetía visiones preconcebidas que impedían el análisis objetivo de las sociedades del tercer mundo. La autora muestra como Marx eleva el sistema de dominación capitalista europeo con su sistema económico y tecnológico, como el programa evolutivo y universal que repetirían todas las sociedades. En sus palabras, “Es sabido además que sometió a una crítica implacable a la ciencia económica denunciando justamente su función encubridora y apologética. Pero a su vez Marx incurre en el mismo pecado que denuncia en los economistas: elevar a modelo universal y necesario un caso histórico particular por la misma razón, su identificación profunda con ese orden, con sus fundamentos únicos” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 77).
En ésta concepción, el modelo de desarrollo europeo era exportado como el camino evolutivo necesario hacia el progreso y “Marx universaliza de este modo una sociedad histórica y particular –pues ha elaborado su teoría sobre la historia a partir de la observación y el estudio de un solo caso: el de la formación y estructura de la sociedad capitalista en Inglaterra – y se vale para ello del carácter “científico” que atribuye a su teoría” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 78).

La explotación colonial

“Se suele objetar que tanto Marx como Engel se pronunciaron en contra de la política colonial citando fuera de contexto frases como: “El pueblo que avasalla a otro pueblo, forja sus propias cadenas”. Pero esta frase, como otras que consideran “un gran crimen” la conquista de un pueblo, se refieren a un solo y único caso: Irlanda”. Amelia Podetti  (Hechos e Ideas, año 2, N° 8, p 81)

Podetti establece que el planteo de Hobbes fue favorable a la acción colonialista inglesa y “Hobbes advirtió el papel de la expansión colonial en la política inglesa pues fue uno de los que idearon el plan gigantesco de la conquista de Sud América para Inglaterra y aunque ese plan no llegó a ejecutarse –se redujo a la ocupación de Jamaica- Spengler afirma que “quedó a su autor la gloria de haber sido uno de los fundadores del imperio colonial inglés”” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 79).
La autora sostiene que la teoría de Marx fue favorable al colonialismo europeo. En el planteo de Marx, el tránsito hacia la nueva sociedad iba a estar caracterizado por el desarrollo tecnológico universal y evolutivo de las fuerzas productivas. A partir de acá, Podetti menciona que Marx apoyó algunas intervenciones coloniales de Europa en el resto del mundo. Partía del supuesto de que el colonialismo llevaría el capitalismo y junto a él, generaría el proletariado industrial que era definido como el sujeto transformador de la historia que marchaba hacia el socialismo.
Por un lado, la autora analizó los derivados conceptuales de la teoría marxista y su inscripción en la esfera del tercer mundo. Asimismo, incluyó algunas menciones de Marx sobre la expansión imperialista inglesa y sobre Bolívar.
Podetti releyó El Capital de Marx y revisó la descripción efectuada por el autor acerca del proceso de acumulación originaria y el lugar que le dio a América. Podetti menciona como Marx resaltó la apropiación de la plusvalía de los trabajadores privados efectuada por parte de la burguesía. Dicha apropiación, formó parte de la acumulación originaria sobre la cual se estructuró el desarrollo capitalista. En dicho contexto, Podetti entiende que Marx no atribuyó la centralidad debida que tuvo la expoliación colonial en el proceso de acumulación originaria del capitalismo. El capitalismo Europeo, menciona la autora, se edificó en buena parte a partir de la apropiación del oro o la plata extraída de las posiciones coloniales.
Avanzando en los alcances concretos que tuvo la teoría marxista para la comprensión de las sociedades del tercer mundo, la autora mencionó que la interpretación evolutiva realizada por Marx lo llevó a apoyar las operaciones coloniales europeas. En sus palabras: “Por otra parte afirma el carácter civilizador de la expansión colonial. El pensamiento de Marx acerca del problema colonial no cambia, aunque se advierte un creciente disgusto ante los modos de la explotación y la guerra colonial. Pero nunca critica ante los modos de la explotación y la guerra colonial. Pero nunca critica o cuestiona el hecho colonial en sí, la política colonial como tal, sino la forma de esa política. Denuncia la torpeza, la rapacidad, la estupidez, la cortedad de visión, la crueldad de la política colonial, que incluso, la hacen menos eficaz y menos rendidora desde el punto de vista económico y político para la metrópoli, pero en última instancia todo eso resulta secundario ante el papel civilizador que la potencia colonial – aun sin saberlo- está cumpliendo (…) O sea que la civilización avanza de la forma más bárbara, rapaz y estúpida; incluso Marx llega a celebrar el coraje y los motivos éticos con que los pueblos barbaros se defienden de un avance civilizador alimentado por la búsqueda desaforada de lucro, pero eso le parece una “copla trágica”, no un motivo para cuestionar la validez de la política colonial” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 80).
Continuando dicha interpretación, Podetti se refiere a las opiniones positivas que efectuó Friedrich Engel sobre la anexión de California por parte de la ocupación militar de los Estados Unidos en el año 1846.
La autora cita las opiniones peyorativas de Marx sobre Bolívar cuando establece que “ver que comparen a Napoleón con el pillo más cobarde, más vulgar y miserable, es algo que excedía todo límite. Bolívar es el verdadero Soulouque”. Tal cual muestra Podetti, la opinión de Marx se relaciona a una apropiación acrítica y lineal, de las acciones culturales y políticas inglesas construidas y difundidas por los británicos en su lucha contra España para despojarla de territorios y mercados. Lejos de una interpretación objetiva, Marx recibe una perspectiva ideológica e intencionada, sobre los hechos americanos y por ello Podetti estableció que “Creemos que el problema es más profundo: la leyenda negra antiespañola constituyó un arma muy eficaz y duradera de la guerra secular que Inglaterra mantuvo con España precisamente para obtener el control de las colonias hispánicas. Y queda claro que Marx aprueba plenamente la política colonial inglesa” (Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, p 82).
·         Civilización y barbarie en José Ingenieros

“Esta teoría cuyo eje consiste en la “universalización” de una sociedad particular, proclamada “necesaria” y “racional” en virtud de conclusiones “científicas”, constituye la lógica implícita en la antinomia racionalidad – irracionalidad. Las exigencias de desarrollo de la sociedad “racional” son leyes que rigen universalmente. La “ciencia” lo atestigua en forma irrefutable y atestigua también la irracionalidad de todo enfrentamiento que pretenda cuestionarla”. Amelia Podetti (Podetti, 1969 - b: 19).
Amelia Podetti se refirió a José Ingenieros como una figura emblemática de la importación y asimilación de la ciencia europea, ejecutada por los pensadores argentinos durante los siglos XIX y XX. Tal cual sostiene la autora, la importación neocolonial de la cultura europea, llevó a Ingenieros a consolidar una interpretación racista, europeísta y profundamente negativa de las acciones de los pueblos de América.
La autora menciona que las luchas de poder y la acción de los líderes políticos enfrentados a la oligarquía porteña y el imperio inglés, serían simplificadas y desvirtuadas en sus objetivos y prácticas bajo la categoría de “barbarie”. Podetti sostiene que “El proceso de las guerras nacionales, desde Artigas hasta el Paraguay, contra el partido liberal y su programa de complementación al mercado mundial, apoyado por el capitalismo inglés, es explicado como la lucha de la barbarie contra la civilización” (Podetti, 1969 - b: 9).
La “barbarie” en nuestra historia nacional, era encarnada por los caudillos representantes de las economías y las provincias interiores. Ingenieros los definió como titulares de sistemas productivos arcaicos y feudales que tenían que desaparecer frente al progreso. En sus palabras “el caudillismo… fue la natural política de un régimen feudal” (Podetti, 1969 - b: 9).
La marcha evolutiva hacia el progreso y la civilización, iba a estar caracterizada por la superación del atraso económico y de sus expresiones políticas caudillistas. Frente a la condición de la barbarie y del atraso, civilizarse consistirá en europeizarse y Podetti entiende que dicha perspectiva europeísta conduce al exterminio y la represión política y “consecuentemente toda tentativa de impedir la europeización será categorizada como barbarie; y aquí tendrá su fundamento el empecinado racismo que caracterizará a todo el pensamiento liberal: el indio, el criollo, el gaucho, en una palabra el nativo, pertenecen a razas inferiores porque son incapaces de europeizarse: habrá que someterlos con el rigor o exterminarlos  (Podetti, 1969 - b: 13).
Podetti entendió que más allá de las interpretaciones de la ciencia europea y de sus aplicaciones locales en figuras como Ingenieros, existió una realidad nacional inexplorada, malinterpretada o directamente desvirtuada. A partir de acá, para el científico social se trataba de analizar la historia y el desarrollo económico, social, político y cultural en su dinámica nacional propia. En este sentido, sostuvo que “Son estos pueblos quienes, con sus luchas, han hecho manifiesto que no hay tal evolución de un todo social unitario, ni tal superioridad de una etapa; son esos pueblos quienes obligaron a la sociedad industrial a “planetizarse”, sin confiar en la necesidad científica; quienes evidenciaron que la proclamada universalización de la etapa capitalista es el resultado de una planificación política instaurada y mantenida por medio de la violencia; y que entre centros imperiales y sociedades dependientes la única relación lógica verdadera es la escisión” (Podetti, 1969: 42).

Bibliografía
·         Podetti, Amelia, “La Comunidad disociada y sus filósofos”, Revista Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, Buenos Aires, 1975.
           Comentario a la Introducción a la Fenomenología del espíritu, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2007.
         La Fenomenología del espíritu y la historia de occidente (1978). Extraído de Podetti (2007).
“Racionalidad, irracionalidad y Tercer Mundo”, Extraído de Norberto Wilner, Ser social y Tercer Mundo, Ed. Galerna, Buenos Aires, 1969 -b.
·         Podetti, Ramiro, “Advertencia Preliminar”, Montevideo, 2005. Extraído de Podetti (2007).
·         Poratti, Armando, “Amelia Podetti, sobre la ciencia y la política”, Hechos e Ideas, Año XXII, N° 23 y 24, Buenos Aires, 1995.

[1] Amelia Podetti, Antropología del Tercer Mundo, N° 2, 1969. p 47.
[2] “La Fenomenología del espíritu y la historia de occidente” (1978). Extraído de Comentario a la Introducción a la fenomenología del Espíritu, Ed. Biblos, Buenos Aires, 2007. Pp. 49 y 50.
[3] Amelia Podetti (1928 – 1979). Fue profesora en filosofía de la UBA y realizó estudios de perfeccionamiento en la Universidad de Paris y en el Institut Catholique. Fue docente de las universidades de La Plata, de Buenos Aires y del Salvador. Se afilió al Partido Justicialista en el año 1954 y participó de las Cátedras Nacionales de la UBA en los años sesenta. Ingresó a la agrupación peronista Guardia de Hierro. Dirigió la revista Hechos e Ideas en su Tercera época y fue Directora de Investigaciones Culturales de la Secretaria de Cultura de La Nación (1975).
[4] Amelia Podetti, “Racionalidad, irracionalidad y Tercer Mundo”, Extraído de Norberto Wilner, Ser social y Tercer Mundo, Ed. Galerna, Buenos Aires, 1969 - b. p 9.
[5] Amelia Podetti, “La Comunidad disociada y sus filósofos”, Hechos e Ideas, Año 2, N° 8, enero de 1975.

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