domingo, 27 de marzo de 2011

¿Chicos de la guerra o héroes de Malvinas?

Aritz Recalde, marzo 2011 “Los argentinos, especialmente no han podido olvidar que se trata de una parte importante de territorio nacional, usurpada a merced de circunstancias desfavorables, en una época indecisa, en que la nacionalidad luchaba aún con escollos opuestos a su definitiva organización (…) El precedente de la injusticia es siempre el temor de la injusticia, pues si la conformidad o indiferencia del pueblo agraviado consolida la conquista de la fuerza, ¿quién le defenderá mañana contra una nueva tentativa de despojo o de usurpación?”. José Hernández sobre Malvinas, año 1869.



La división mundial del trabajo establece que las naciones periféricas deben ser una granja de producción agropecuaria y que tienen que importar la manufactura para dar trabajo a los habitantes de las metrópolis. La división mundial de la ciencia y de la cultura, condena a los Estados del tercer mundo al subdesarrollo y a la importación de patentes e innovaciones, cerrando la posibilidad de producción autónoma de conocimiento y más aun, de saber articulado a la industria nacional. Claramente, las dos divisiones mencionadas consolidan una tercera, que es la social y que establece que los Estados del sur del planeta padezcan la desigualdad e inestabilidad social crónica y permanente, para alimentar el nivel de vida del primer mundo. Finalmente, hay una división mundial de la vida y de la muerte que permite que algunos Estados tengan el derecho a asesinar a los habitantes de otros pueblos. Las manos de Europa y de Estados Unidos están bañadas de sangre y dichas potencias se caracterizaron por la ocupación e intervención violenta en todo el planeta en guerras “ofensivas y defensivas” contra el “fascismo, el comunismo, el terrorismo, la droga o por la democracia”. Nuestro país fue víctima de esa división mundial de la guerra y la política y el mismo día que tomamos posesión de nuestro territorio en Malvinas, las potencias declararon el bloqueo económico, político y cultural al país y organizaron la agresión y el asesinato de nuestros soldados. La ONU, la OTAN, la Comunidad Económica Europea, los capitalistas y los comunistas, justificaron públicamente y ante el mundo, por acción o por omisión, la agresión a la Argentina por parte de Inglaterra. En la división mundial de la guerra que se refleja y por ejemplo, en el cine de EUA, se puede matar a un supuesto terrorista árabe, a un supuesto comunista latinoamericano, a un supuesto narcotraficante latinoamericano, nunca a un supuesto demócrata europeo. Perdimos la guerra en el año 1982 y la peor derrota no fue la militar, sino que fue la cultural. La derrota cultural frente a la agresión europea, fue producto del neocolonialismo y de la tarea de persuasión ideológica sobre nuestras clases medias y altas, ejecutada por los países centrales. Esa dirigencia neocolonial y sus intelectuales, fueron los que ocultaron en el patio trasero del país a los soldados cuando regresaron de la guerra en el año 1982. Actualmente, se continúa subestimando la acción de los combatientes que impidieron desembarcar y tomar posesión en tierra a los británicos y a la OTAN por casi 3 semanas, que destruyeron o averiaron 31 buques y 45 aeronaves y que ocasionaron, según fuentes oficiales británicas, la muerte de 255 agentes enemigos, hiriendo más de 700 de ellos . Nuestros patriotas y pese a esa importante resistencia al enemigo ingles y a las potencias aliadas, son denominados “chicos de la guerra” por los intelectuales protagonistas de la desmalvinización. En la reconstrucción oficial que impulsó el alfonsinismo, solamente se menciona a Galtieri como el causante fundamental del conflicto y se subestiman importantes elementos históricos para comprender la guerra del Atlántico Sur, como fueron las acciones diplomáticas iniciadas desde 1833 por Manuel Moreno, la resistencia del gaucho malvinense Antonio Rivero en 1833, las opiniones de figuras como José Hernández, las gestiones del gobierno de Perón iniciadas en 1946, el vuelo del Operativo Cóndor en 1966, los reclamos en la ONU o las innumerables negociaciones frente a Inglaterra y las naciones del mundo. La guerra y siguiendo a los promotores de la desmalvinización, fue solamente una especulación política de Galtieri. Según estos, no existió un ejército combatiente ni un pueblo que le dio apoyo, ni tampoco acciones militares de envergadura por parte de nuestro país, más allá del maltrato de los oficiales a los “chicos de la guerra”. Se esconde a las nuevas generaciones, el sentimiento de apoyo popular en el país que implicó y entre otras cuestiones, el soporte público de la CGT y una movilización de más de 50 mil personas en las calles. Poco y nada se dice a los jóvenes, que se produjeron masivas manifestaciones en el continente latinoamericano durante la guerra y que y por ejemplo, el 2 de abril de 1984 y pese a que Alfonsín sostuvo que la guerra “fue una aventura incalificable”, se reunieron 4 mil ex soldados y 15 mil civiles que arrancaron la estatua de George Canning y la tiraron al Rio de La Plata . Otro rasgo característico de los debates sobre la guerra, es que la severidad para cuestionar a los mandos argentinos, no se aplica para criticar las atrocidades de los ingleses en los fusilamientos a soldados y poco se dice de los maltratos que recibieron de los colonialistas que y por ejemplo, los enviaban a sacar minas que explotaban el camino. Frente a la agresión colonialista, no es frecuente mencionar que el desembarco nacional se ejecutó sin cometer atropellos contra los habitantes y con la perspectiva de forzar una negociación, que había sido negada por décadas por Inglaterra. No es frecuente escuchar entre tanta “mea culpa por el atrevimiento argentino”, de que los ingleses mataron, torturaron y constituyeron crímenes de guerra hundiendo al General Belgrano en la zona de exclusión. La intelectualidad protagonista de la desmalvinización, se siente cómoda denunciando los abusos de poder de los militares argentinos y poco dice de las atrocidades del enemigo y de su decisión de no negociar causando la muerte de los soldados. Analizando las opiniones sobre la guerra, debemos decir que no son los más de 600 muertos los que escandalizaron al alfonsinismo en 1983 y a los promotores de la desmalvinización. Por el contrario, el problema profundo que tienen estos actores con la guerra y aunque no lo digan públicamente, fue la existencia de un sentimiento de hostilidad al europeo por parte del pueblo. Por el contrario, es interesante remarcar que la historia del país se caracteriza por un constante derramamiento de sangre y que los símbolos de importantes grupos de clase media, son la Batalla de Caseros y el golpe militar 1955. Todo el aparato cultural liberal hace apología de la violencia y los asesinatos de los caudillos federales y los trabajadores peronistas y lo hace en nombre de la civilización europea y la democracia. ¿Por qué no hay una mención a los “chicos de la guerra” que participaron conjuntamente al imperio del Brasil, Inglaterra y a Urquiza en Caseros?, ¿por qué no existió una crítica a los comandos civiles y a los “chicos de la guerra” llevados por sus superiores para bombardear o asesinar niños y trabajadores en 1955?. Los intelectuales de la desmalvinización, sienten vergüenza de la existencia de un sentimiento popular nacionalista que niega la posibilidad de que el país se subordine a la “civilización” y que está dispuesto a combatir si es necesario. A partir de aquí, que dicho sector es más permeable a apoyar los asesinatos de trabajadores inocentes, que a reivindicar un combate contra los agresores de un imperio europeo. La vergüenza y la negación que sienten de la guerra de Malvinas muchos intelectuales, no se deducen ni de los muertos, ni la derrota de la guerra, sino del hecho de atacar a representantes de la “inmigración europea” que y tal cual sostiene el racista artículo 25 de la Constitución nacional, nos proponemos fomentar. La constitución en su artículo 25 y haciendo justicia con la historia, debería promover la inmigración de Perú, de Cuba, de los Países No Alineados o de los miembros de la UNASUR, que lucharon o que repudian actualmente, la acción de los ingleses en Malvinas. La historiografía que se escribió sobre la universidad argentina, es un claro ejemplo del tratamiento de las muertes y los conflictos militares que realizó el alfonsinismo en 1983. Actualmente, se continúa resaltando de manera positiva desde las casas de altos estudios, el golpe militar de 1955 y se denomina “edad de oro de la universidad”, a una institución que se organizó a partir de una cifra cercana a los 400 asesinatos entre el bombardeo y los fusilamientos de 1956. Algunos intelectuales universitarios, parecieran ser más proclives a justificar una intervención militar contra civiles para defender la autonomía de la institución, que para enfrentar al agresor extranjero en nuestros suelo. Incluso, con la agravante diferencia, que en 1982 se buscó forzar una negociación con una ocupación militar que no mató ni bombardeó a la población civil y que luego, por la negativa británica a negociar, culminó en la guerra. La hipocresía historiográfica de los alfonsinistas que impulsaron la desmalvinización, es un síntoma del neocolonialismo y del sentimiento de inferioridad que siguen padeciendo muchos argentinos. La interpretación neocolonial del conflicto de Malvinas, reniega del derecho del país sobre su suelo, desconoce la larga historia anterior al conflicto y esconde la voluntad férrea y valerosa de nuestros combatientes contra el agresor. El ocultamiento de dicho sentimiento nacional antiimperialista, no es el primero y tiene importantes antecedentes. En 1845 ganamos la guerra pese a la derrota militar de la Vuelta de Obligado y finalmente, fuimos vencidos cuando a partir de 1852 aplicamos el programa liberal británico y francés en el Rio de La Plata. Los patriotas muertos al mando de Santiago de Liniers en las primeras invasiones inglesas o tras el comando de Lucio Mansilla en Obligado, fueron humillados por nuestro sometimiento al proyecto dependiente que le entrego la económica y el Estado al extranjero. Lo que no pudieron hacer los cañones, lo realizó el neocolonialismo cultural europeo y sus operadores que escribieron la historia oficial y que manejaron la prensa. Los soldados murieron luchando contra el imperialismo, mientras los intelectuales afrancesados y pro ingleses, entregaban nuestra economía al extranjero y escribían a favor del agresor en las plumas de Esteban Echeverría o de Juan Bautista Alberdi. La sanción del feriado en homenaje a la batalla de la Vuelta de Obligado, le va a permitir a las nuevas generaciones recuperar un hecho falseado por la historiografía liberal, afirmando nuestra conciencia histórica. Serán estas nuevas generaciones, las protagonistas de una revalorización del conflicto de Malvinas que muestre que al Atlántico Sur no viajaron solamente “chicos”, sino que fueron y principalmente, soldados armados en defensa de la patria empujados por el sentimiento popular histórico. La recuperación de la gesta de Malvinas no tiene por qué desconocer los errores de preparación y de desarrollo de la guerra o todo lo nefasto que fue el gobierno militar. Ahora bien y pese a eso, los caídos en la guerra no son meras victimas, son héroes de Malvinas que lucharon por terminar con una posición colonial británica dando cause a un sentimiento profundo e histórico. La sangre derramada y la prepotencia imperial, demostró la importancia estratégica de Malvinas que es una plataforma de la OTAN en Atlántico Sur y una fuente de petróleo y de riquezas pesqueras para el extranjero. Malvinas es y seguirá siendo, una causa nacional contra el imperialismo europeo que agredió al país en 1806, en 1838, en 1845 o en 1982. Vaya nuestro homenaje a los civiles y a los soldados que lucharon con la pluma y con el fusil, defendiendo nuestra soberanía contra la prepotencia inglesa.

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