lunes, 15 de noviembre de 2010

El 17 de octubre de Cristina Fernandez

Aritz Recalde, noviembre 2010.

Para la Agencia Periodistica del Mercosur

La masiva movilización de despedida de Néstor Carlos Kirchner lejos de ser un homenaje a la muerte, fue una clara demostración de su vitalidad política. El desfile popular que saludó los restos en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos y la inmensa procesión que cubrió las calles, reconocieron y ratificaron las acciones de un dirigente que marcó una etapa trascendente de la nueva Argentina.

La movilización pública, de manera similar al 17 de octubre del año 1945, fue una ratificación de los rasgos centrales del modelo de país. En 1945 los argentinos revalidaron el modelo industrial iniciado en el año 1943 que dejó atrás el proyecto liberal oligárquico. En la despedida del 28 de octubre de 2010, el pueblo ratificó el proyecto productivo inaugurado en 2003, que echó por tierra al neoliberalismo financiero y ello se expresó en la participación de los trabadores de la Confederación General del Trabajo (CGT) o de las cooperativas.

Aquel 17 de octubre, las masas dejaron atrás el proyecto de la oligarquía reflejado en los dirigentes empresarios y en los partidos demoliberales. La movilización de este 28 de octubre repudió a la oligarquía y lo expresó claramente al denunciar a su figura emblemática: se pronunció un fuerte repudió al vicepresidente opositor, Julio Cleto Cobos, que es el símbolo de la traición política y de la resolución 125 –medida a la cual asestó el tiro de gracia y que suponía regular las retenciones a la agro exportación para derivar esos fondos a obras y servicios públicos-.

El pueblo en el año 1945rechazó al imperialismo norteamericano encarnado en la figura del embajador Braden. Los participantes del homenaje a Kirchner reivindicaron las críticas de Néstor al FMI y su defensa a los programas populares latinoamericanos asediados por la CIA, como fueron los casos de Bolivia y Ecuador.

El 17 de octubre los trabajadores defendieron las leyes sociales, la baja de alquileres y el conjunto de las acciones de la Secretaria de Trabajo y Previsión. La última caravana humana que despidió al ex mandatario, se conformó de miles de trabajadores sindicalizados, de organizaciones sociales o de jubilados que reconocieron la importancia de la medidas como las 800 mil viviendas construidas por el Plan Federal, los 3,5 millones de subsidios de la asignación universal, la entrega de más de 2 millones de jubilaciones o las importantes reducciones alcanzadas en los índices de la pobreza, el desempleo y la indigencia.

Como en el año 1945, una parte importante de la sociedad ratificó el camino iniciado y está dispuesto a profundizar el modelo. Entre ellos, se encuentra un fragmento considerable de la juventud que reconoció en Néstor la posibilidad de volver a creer en la política, manifestando su admiración por las acciones antiimperialistas ejecutadas contra el ALCA o por aquellas ligadas al freno que se puso a los golpes de Estado en el continente.

La juventud, e importantes sectores de clase media, se identifican en la sanción de la Ley de Servicios Audiovisuales, en la política de Derechos Humanos, en la inversión histórica en ciencia y técnica, en la democratización de la televisación del deporte nacional o en la valiosa propuesta cultural del Sistema de Medios Públicos en canales como ENCUENTRO o en programas como 678.

El respaldo popular dado a Cristina permitió romper el bloqueo y la feroz campaña mediática contra el gobierno ejecutada por los monopolios. A partir de aquí, quedó demostrado que Néstor no era “tan malo” como estableció Clarín y que Cristina tenía mejor opinión pública que aquella supuesta condición de ser una “soberbia que compra carteras”.

La manifestación consiguió mejorar la performance electoral de cara al 2011 y pone a Cristina como candidata indiscutible del espacio del oficialismo. El homenaje permitió -al menos por ahora- disciplinar a algunos sectores díscolos del kirchnerismo que venían ejecutando acciones divisorias para ocupar candidaturas. En dicho cuadro, el gobierno dispone del apoyo explicito de la CGT que liga directamente su viabilidad histórica al modelo económico y político abierto en 2003. Si el proyecto triunfa crecerá la industria y a partir de allí, aumentarían los afiliados y el poder de los sindicatos. Caso distinto es la clase política y el Partido Justicialista, cuya dirigencia, en muchos casos y no en todos, apuesta a su juego propio a sabiendas de que no depende en el corto plazo del modelo.

El desafío que tiene que franquear el oficialismo va a ser el de garantizar la unidad política de un frente de gobierno que contiene a empresarios, a trabajadores, a sindicalistas, a gobernadores, a intendentes y a sectores medios. Dicha tarea implica promover nuevas figuras capaces de articular la heterogeneidad y de conducir el Partido y la política de alianzas para las internas simultaneas y obligatorias del año entrante. El triunfo electoral del 2011 y el correcto y necesario trasvasamiento generacional del proyecto, van a depender de la solidificación de la herramienta política.

Frente al espacio oficialista la oposición mediática va a jugar una guerra a todo o nada por la no aplicación de la Ley de Servicios Audiovisuales. Los grupos concentrados del campo se encuentran divididos, con buenos precios internacionales y con economía en crecimiento, cuestión que no permitiría repetir lo ocurrido en 2009. En este último año consiguieron convencer a la opinión pública de que fue la resolución 125 y no la crisis mundial o la sequía, las causantes de la recesión y de la caída de la actividad económica.

El capital financiero va a oponerse a la reforma de la legislación que impulsa el gobierno nacional por intermedio de Carlos Heller. Lo mismo va a ocurrir con el trascendente proyecto de distribuir ganancias de las grandes empresas –motorizado por la CGT-, que va a tener en los grupos concentrados un fuerte rechazo. La posibilidad de reformar la Carta Orgánica del Banco Central como viene proponiendo el oficialismo, va a correr igual suerte. En este cuadro, no deben descartarse que se repitan acciones desestabilizadoras al estilo del asesinado del militante Mariano Ferreira, del fomento de inflación o de la aplicación de operaciones psicológicas constantes desde los medios.




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