domingo, 7 de octubre de 2018

José Vasconcelos y la universidad

Aritz Recalde, septiembre 2018 

Vasconcelos en la Universidad Autónoma de México (UNAM)
“El cargo que ocupo me pone en el deber de hacerme intérprete de las aspiraciones populares, y en nombre de ese pueblo que me envía os pido a vosotros, y junto con vosotros a todos los intelectuales de México, que salgáis de vuestras torres de marfil para sellar pacto de alianza con la Revolución. Alianza para la obra de redimirnos mediante el trabajo, la virtud y el saber. El país ha menester de vosotros. La Revolución ya no quiere, como en sus días de extravío, cerrar las escuelas y perseguir a los sabios”. José Vasconcelos, 1920

El pensador, escritor y político mexicano José Vasconcelos (1881-1959) asumió el cargo de rector de la Universidad Nacional Autónoma[1] de México, en el período que transcurre de junio de 1920 al mes de octubre de 1921. En el momento de la toma de funciones sostuvo que:
"Yo soy en estos instantes, más que un nuevo rector que sucede a los anteriores, un delegado de la Revolución que no viene a buscar refugio para meditar en el ambiente tranquilo de las aulas, sino a invitaras a que salgáis con él, a la lucha, a que compartáis con nosotros responsabilidades y los esfuerzos. En estos momentos yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo. El pueblo ha estado sosteniendo a la Universidad y ahora ha menester de ella, y por mi conducto llega a pedirle consejo”.

En la UNAM puso en práctica muchas de sus ideas elaboradas en el Ateneo de la Juventud fundado en 1909 junto a Antonio Caso, Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña, entre otros. Estos pensadores y hombres de la cultura abogaron por el compromiso político del intelectual e hicieron una activa campaña por la renovación educativa del país y de la región. Los miembros del Ateneo se enrolaron en la lucha partidaria de su tiempo y fundaron organismos de prensa, dictaron conferencias y crearon la Universidad Popular (1912) que ofició como una experiencia de difusión social del saber que Vasconcelos retomó en la UNAM. En palabras de Alfonso Reyes, la Universidad Popular tenía su origen en que  Si el pueblo no puede ir a la escuela, la escuela debe ir al pueblo. Esto es la Universidad Popular, la escuela que ha abierto sus puertas y derramado por las calles a sus profesores para que vayan a buscar al pueblo en sus talleres y en sus centros de agrupación”[2].
Vasconcelos impulsó las campañas nacionales contra el analfabetismo, congregando una cruzada educativa con más 1500 “profesores honorarios”. Convocó a los pensadores y hombres de la cultura a erradicar la ignorancia y mencionó que “un peligro inmenso amenaza a nuestra patria mientras no redimamos la miseria del pueblo, mientras no ilustremos la mentes de todos nuestros compatriotas”.
En el rectorado trabajó para garantizar el derecho a estudiar de los jóvenes de bajos recursos, que fueron eximidos del pago de cuotas y la universidad creó comedores[3] para facilitar la educación popular. En su libro De Robinson a Odiseo remarcó el hecho de que durante su gestión el estudiante “rico” pagó cuotas altas, permitiendo al pobre acceder a las aulas. 
En línea con la tradición reformista del año 1918, promovió los Departamentos de “Intercambio” del cual dependía la “Escuela de Verano para extranjeros” y el de “Extensión Universitaria”. Desde su punto de vista, la extensión no implicaba una “distracción a la angustia” humana, sino el “remedio” y la solución a los problemas sociales. El universitario hispanoamericano no debe y no “puede eximirse del contacto humano, siquiera ocasional, a través del consejo técnico, la conferencia, el discurso y el libro”[4].  Estas experiencias fueron potenciadas e institucionalizadas en el rectorado de uno de los  miembros de aquel Ateneo, Antonio Caso (1921-1923).
Vasconcelos sostuvo que la universidad tenía que orientar a los estudiantes a realizar carreras “cortas de carácter inmediatamente práctico”, sin por ello abandonar el “espíritu del tiempo en asuntos que no son de ocasión, sino de raíz y perennidad”. No debía emularse el modelo institucional norteamericano que imponía un esquema práctico y materialista desligado del problema social general. Vasconcelos propuso seguir el programa francés que ubicaba a la ciencia en el “cuadro general de los conocimiento humanos”.

El autor concluyó que las universidades tendrían que ser vanguardia de la “investigación especializada” y “conservar la cultura y difundirla, aumentarla por obra de la investigación y de creación, organizar y defender el alma nacional, reglamentar y crear el profesionalismo, colaborar en la educación pública construyendo una aristocracia del espíritu y con ella aconsejar, dirigir los destinos patrios con miras de universidad”.





[1] Luego de diversas manifestaciones de la comunidad académica, la institución alcanzó la autonomía en el año 1929 por intermedio de la promulgación de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma.
[2] Gallegos Carlos, Pensamiento y acción política de José Vasconcelos, México, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 1992.
[3] En el libro “De Robinson a Odiseo” Vasconcelos se refirió a la importancia de los comedores en la escuela pública. La asistencia social en ámbitos educativos permitió reducir enfermedades y la institución dejó el típico hábito de “catalogar calamidades”, para pasar a desterrarlas. La escuela tenía como tarea central la prevención de la salud, el aseo de los estudiantes humildes, la alimentación sana, el servicio dental y la promoción del deporte.  Vasconcelos José, De Robinson a Odiseo, México, H. C. de Senadores, 1935.
[4] Vasconcelos José, De Robinson a Odiseo.

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