Aritz Recalde, octubre 2010.
La FUBA desarrolló una campaña política partidista por intermedio de la ocupación de la Facultad de Ciencias Sociales y del Ministerio de Educación de nación. Su objetivo real y pese a que no siempre es declarado públicamente, busca establecer en la opinión pública que el gobierno nacional aplica una política de infraestructura educativa “igual a la de Mauricio Macri”. El resultado lógico del planteo, se resume en lo siguiente: si el gobierno nacional y el de la Ciudad son “burgueses de derecha y están enfrentados a los intereses de los estudiantes”, la alternativa política del país es alguna extravagante secta de izquierda o la FUBA. Tomando distancia y en nuestra opinión:
- PRIMERO: queda demostrado en los hechos que la Ciudad y la Nación están aplicando dos proyectos claramente enfrentados y antagónicos en todos los ámbitos y en especial, en el educativo;
- SEGUNDO: la gestión de Néstor y de Cristina representan al gobierno que mayor inversión ha realizado en ciencia y técnica desde la década del setenta a la fecha. Dicha cuestión implica que nuestra inversión en educación sobre el PBI (6,47%) es de las más altas de la región (ver anexo de gestión K en educación);
- TERCERO: las actitudes de la FUBA no se proponen resolver las demandas estudiantiles, sino que y por el contrario, solamente quieren hacer una campaña política partidaria de sus agrupaciones nacionales.
- CUARTO: el modo en que se plantean las iniciativas desde la conducción de la FUBA - y sin desconocer que hay jóvenes bien intencionados que participan de las tomas-, es erróneo y equivocado y denota una marcada ignorancia, irresponsabilidad y oportunismo.
En opinión de la FUBA la toma de la Facultad y del Ministerio se justificaría por el mal estado de algunos edificios. Sin negar la importancia de seguir mejorando las instalaciones, queremos decir dos cosas. PRIMERO: el gobierno nacional está invirtiendo importantes cifras de dinero en la Facultad de Sociales y en la UBA. SEGUNDO: no se terminan las obras por negligencia de la propia universidad y no por responsabilidad del Estado Nacional.
Sobre el primer aspecto es importante mencionar la existencia del PROGRAMA DE APOYO PARA EL DESARROLLO DE LA INFRAESTRUCTURA UNIVERSITARIA, a partir del cual ya se terminaron 110 obras en las universidades nacionales. En dicho programa y solamente en la UBA, el gobierno está invirtiendo $ 147.150.829 entre obras terminadas, en ejecución y proyectadas. Entre las obras terminadas se encuentra la Primera Etapa de la remodelación de la FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, los ascensores del HOSPITAL DE CLÍNICAS y de la FACULTAD DE ARQUITECTURA y la renovación de la Instalación eléctrica de la SEDE DE URIBURU 950. Entre las obras en ejecución se encuentra el importante edificio de la FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS que cuenta con una inversión de más 48 millones de pesos y que tiene un nivel de avance superior al 98%. Entre las obras del Programa se encuentra la Segunda Etapa de la FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES que implica una inversión de $ 23.995.947 y dicha obra tiene un avance físico cercano al 76%.
Sobre el SEGUNDO aspecto queremos resaltar la responsabilidad que tiene el gobierno de la universidad. La UBA en el goce de su autonomía dispuso de aproximadamente 2 mil millones de pesos de la partida presupuestaria 2010. A dicha cifra deben sumarse los aumentos otorgados por el Estado nacional en el año, más las partidas de programas especiales (voluntariado, planes de mejoramiento, becas, etc.-) más los proyectos de ciencia y técnica (CONICET, incentivos, etc.), más los programas de infraestructura del MINPLAN y además y cuestión central, deben computarse los cientos de proyectos de consultorías rentadas con el sector privado y público que ejecutan. A partir de aquí, podemos aseverar que la UBA administra más de 3 mil millones de pesos anuales.
En este marco, la pregunta que podría hacerse la FUBA es a donde se destinan los millones de pesos de los trabajos rentados y por qué no se reserva una modesta cifra de ellos a un fondo de obras e infraestructura, que permita acelerar y finalizar los trabajos (por ejemplo, destinar solamente 4 millones para terminar la segunda etapa de sociales). La única respuesta posible a estas actitudes es que la UBA se gobierna con altos niveles de negligencia y de desidia y esto involucra a todos los claustros. Para cerciorarse de lo que estamos diciendo, resta visitar otras universidades que heredaron de los años ochenta y noventa dificultades presupuestarias y que inician y culminar obras haciendo una utilización racional, eficiente y ordenada de los recursos públicos. En una universidad autónoma los responsables de la administración de los recursos son los miembros del cogobierno, incluyendo a los estudiantes y no es cuestión solamente de mirar al “gobierno K”. La autonomía da derechos, pero además, implica responsabilidades.
Otro punto fundamental a resaltar, es la distancia existente entre los dichos y las prácticas concretas de los miembros de la FUBA. Una de las manifestaciones de esto quedó reflejada en la toma cuando rompieron un aula para hacer un bufete… Hay que decir además, que administran empresas que facturan varios miles de pesos mensuales (fotocopiadoras y bufete en una universidad de aproximadamente 330 mil alumnos - consumidores) sin pagar impuestos, ni servicios, ni alquileres y con salarios bajísimos y casi sin excepciones, en negro y sin hacer aportes. De estos fondos que no son de un partido y tampoco de la FUBA y que son de la universidad en su totalidad, no surgen recursos ni para cambiar un foquito, ni pintar un aula, ni comprar un picaporte. Los negocios de la FUBA ejecutados sobre los bienes del Estado y el dinero de los estudiantes, son una caja negra utilizada para pagar la política de los partidos nacionales. Pese al discurso revolucionario del hombre nuevo pidelotodo, nunca la FUBA realizó ni una sola campaña de voluntariado para mejorar el patrimonio universitario que dicen defender y menos aún, para concientizar sobre su cuidado. Es el socialismo del “animémonos y vallan”. Por el contrario y cada vez que pueden como hicieron en la toma, descuidan y destruyen lo que es de todos. Eso sí, cuando aparece un gobierno que invierte millones, que les hace obras y que apoya la ciencia y la universidad, lo combaten con rimbombantes consignas.
Otra cuestión digna de mencionarse, es el hecho de que las tomas y reclamos se profundizan contra aquellos decanos que están apoyando medidas populares y trascendentes para el futuro del país. Un caso típico es el debate encarado por la Facultad de sociales para la sanción de la ley de medios. La FUBA no apoya a un decano y a una Facultad que contribuyen a sancionar una medida que es histórica y que es revolucionaria y que encarna los anhelos y las luchas de las carreras de comunicación y del conjunto de la universidad. Por el contario, se aboca al consignismo partidista para arrimarle votos a algún partido autodenominado de izquierda en el año 2011.
Frente a lo injusto e innecesario de la toma, la comunidad universitaria y el conjunto de las organizaciones libres del pueblo, tienen la responsabilidad de defender, de difundir y de profundizar el proyecto nacional en ciencia y técnica más importante de las últimas décadas. El gobierno nacional aplica una política industrialista y popular que recuperó la ciencia y la técnica al servicio de la industria y los intereses nacionales. Estamos seguros de lo que decimos y no necesitamos que la FUBA secuestre ningún ministerio o que digan que “le tuercen el brazo al gobierno”, para seguir haciendo cientos y cientos de obras.
La FUBA desarrolló una campaña política partidista por intermedio de la ocupación de la Facultad de Ciencias Sociales y del Ministerio de Educación de nación. Su objetivo real y pese a que no siempre es declarado públicamente, busca establecer en la opinión pública que el gobierno nacional aplica una política de infraestructura educativa “igual a la de Mauricio Macri”. El resultado lógico del planteo, se resume en lo siguiente: si el gobierno nacional y el de la Ciudad son “burgueses de derecha y están enfrentados a los intereses de los estudiantes”, la alternativa política del país es alguna extravagante secta de izquierda o la FUBA. Tomando distancia y en nuestra opinión:
- PRIMERO: queda demostrado en los hechos que la Ciudad y la Nación están aplicando dos proyectos claramente enfrentados y antagónicos en todos los ámbitos y en especial, en el educativo;
- SEGUNDO: la gestión de Néstor y de Cristina representan al gobierno que mayor inversión ha realizado en ciencia y técnica desde la década del setenta a la fecha. Dicha cuestión implica que nuestra inversión en educación sobre el PBI (6,47%) es de las más altas de la región (ver anexo de gestión K en educación);
- TERCERO: las actitudes de la FUBA no se proponen resolver las demandas estudiantiles, sino que y por el contrario, solamente quieren hacer una campaña política partidaria de sus agrupaciones nacionales.
- CUARTO: el modo en que se plantean las iniciativas desde la conducción de la FUBA - y sin desconocer que hay jóvenes bien intencionados que participan de las tomas-, es erróneo y equivocado y denota una marcada ignorancia, irresponsabilidad y oportunismo.
En opinión de la FUBA la toma de la Facultad y del Ministerio se justificaría por el mal estado de algunos edificios. Sin negar la importancia de seguir mejorando las instalaciones, queremos decir dos cosas. PRIMERO: el gobierno nacional está invirtiendo importantes cifras de dinero en la Facultad de Sociales y en la UBA. SEGUNDO: no se terminan las obras por negligencia de la propia universidad y no por responsabilidad del Estado Nacional.
Sobre el primer aspecto es importante mencionar la existencia del PROGRAMA DE APOYO PARA EL DESARROLLO DE LA INFRAESTRUCTURA UNIVERSITARIA, a partir del cual ya se terminaron 110 obras en las universidades nacionales. En dicho programa y solamente en la UBA, el gobierno está invirtiendo $ 147.150.829 entre obras terminadas, en ejecución y proyectadas. Entre las obras terminadas se encuentra la Primera Etapa de la remodelación de la FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, los ascensores del HOSPITAL DE CLÍNICAS y de la FACULTAD DE ARQUITECTURA y la renovación de la Instalación eléctrica de la SEDE DE URIBURU 950. Entre las obras en ejecución se encuentra el importante edificio de la FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS que cuenta con una inversión de más 48 millones de pesos y que tiene un nivel de avance superior al 98%. Entre las obras del Programa se encuentra la Segunda Etapa de la FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES que implica una inversión de $ 23.995.947 y dicha obra tiene un avance físico cercano al 76%.
Sobre el SEGUNDO aspecto queremos resaltar la responsabilidad que tiene el gobierno de la universidad. La UBA en el goce de su autonomía dispuso de aproximadamente 2 mil millones de pesos de la partida presupuestaria 2010. A dicha cifra deben sumarse los aumentos otorgados por el Estado nacional en el año, más las partidas de programas especiales (voluntariado, planes de mejoramiento, becas, etc.-) más los proyectos de ciencia y técnica (CONICET, incentivos, etc.), más los programas de infraestructura del MINPLAN y además y cuestión central, deben computarse los cientos de proyectos de consultorías rentadas con el sector privado y público que ejecutan. A partir de aquí, podemos aseverar que la UBA administra más de 3 mil millones de pesos anuales.
En este marco, la pregunta que podría hacerse la FUBA es a donde se destinan los millones de pesos de los trabajos rentados y por qué no se reserva una modesta cifra de ellos a un fondo de obras e infraestructura, que permita acelerar y finalizar los trabajos (por ejemplo, destinar solamente 4 millones para terminar la segunda etapa de sociales). La única respuesta posible a estas actitudes es que la UBA se gobierna con altos niveles de negligencia y de desidia y esto involucra a todos los claustros. Para cerciorarse de lo que estamos diciendo, resta visitar otras universidades que heredaron de los años ochenta y noventa dificultades presupuestarias y que inician y culminar obras haciendo una utilización racional, eficiente y ordenada de los recursos públicos. En una universidad autónoma los responsables de la administración de los recursos son los miembros del cogobierno, incluyendo a los estudiantes y no es cuestión solamente de mirar al “gobierno K”. La autonomía da derechos, pero además, implica responsabilidades.
Otro punto fundamental a resaltar, es la distancia existente entre los dichos y las prácticas concretas de los miembros de la FUBA. Una de las manifestaciones de esto quedó reflejada en la toma cuando rompieron un aula para hacer un bufete… Hay que decir además, que administran empresas que facturan varios miles de pesos mensuales (fotocopiadoras y bufete en una universidad de aproximadamente 330 mil alumnos - consumidores) sin pagar impuestos, ni servicios, ni alquileres y con salarios bajísimos y casi sin excepciones, en negro y sin hacer aportes. De estos fondos que no son de un partido y tampoco de la FUBA y que son de la universidad en su totalidad, no surgen recursos ni para cambiar un foquito, ni pintar un aula, ni comprar un picaporte. Los negocios de la FUBA ejecutados sobre los bienes del Estado y el dinero de los estudiantes, son una caja negra utilizada para pagar la política de los partidos nacionales. Pese al discurso revolucionario del hombre nuevo pidelotodo, nunca la FUBA realizó ni una sola campaña de voluntariado para mejorar el patrimonio universitario que dicen defender y menos aún, para concientizar sobre su cuidado. Es el socialismo del “animémonos y vallan”. Por el contrario y cada vez que pueden como hicieron en la toma, descuidan y destruyen lo que es de todos. Eso sí, cuando aparece un gobierno que invierte millones, que les hace obras y que apoya la ciencia y la universidad, lo combaten con rimbombantes consignas.
Otra cuestión digna de mencionarse, es el hecho de que las tomas y reclamos se profundizan contra aquellos decanos que están apoyando medidas populares y trascendentes para el futuro del país. Un caso típico es el debate encarado por la Facultad de sociales para la sanción de la ley de medios. La FUBA no apoya a un decano y a una Facultad que contribuyen a sancionar una medida que es histórica y que es revolucionaria y que encarna los anhelos y las luchas de las carreras de comunicación y del conjunto de la universidad. Por el contario, se aboca al consignismo partidista para arrimarle votos a algún partido autodenominado de izquierda en el año 2011.
Frente a lo injusto e innecesario de la toma, la comunidad universitaria y el conjunto de las organizaciones libres del pueblo, tienen la responsabilidad de defender, de difundir y de profundizar el proyecto nacional en ciencia y técnica más importante de las últimas décadas. El gobierno nacional aplica una política industrialista y popular que recuperó la ciencia y la técnica al servicio de la industria y los intereses nacionales. Estamos seguros de lo que decimos y no necesitamos que la FUBA secuestre ningún ministerio o que digan que “le tuercen el brazo al gobierno”, para seguir haciendo cientos y cientos de obras.
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