Aritz Recalde, agosto de 2010
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“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”. Eduardo Galeano.
“El Estado promoverá, sobre los principios de una relación justa, equitativa y con reconocimiento de las asimetrías, las relaciones de integración social, política, cultural y económica con los demás estados, naciones y pueblos del mundo y, en particular, promoverá la integración latinoamericana”. Artículo 265 de la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia.
“Les convoco a que suscribamos un verdadero Tratado de Comercio de los Pueblos, bajo los principios de integración de nuestras economías y sociedades, que nos complemente, que sea solidario, como los dedos de una mano, para ir con firmeza y afecto a sentar las bases reales de nuestras soberanías alimentarias, energéticas y financieras de la región, que sean sostenibles en el tiempo, respetuosos de nuestro ambiente”. Rafael Correa
El siglo XXI conmemora el bicentenario de las revoluciones latinoamericanas y nos encuentra en el proceso de construcción y de edificación de la segunda y definitiva independencia, que es el desarrollo integral de nuestras naciones. La primera independencia fue la política y paradójicamente, en la medida que rompimos lazos con las metrópolis ganando soberanía, quebramos los vínculos con los pueblos y los gobiernos de la nación latinoamericana y esta condición favoreció la dependencia de nuestros Estados frente a los intereses de las potencias. Salimos de la esfera colonial española y portuguesa para ingresar a la órbita del imperialismo británico, francés o alemán que aceleró la balcanización del continente.
Tal cual estableció Enrique Gugliarmelli la primera “Independencia, fue obra del pueblo en armas. La segunda y actual, es la de su desarrollo integral” . La segunda independencia reconoce entre sus tareas impostergables la necesidad de consolidar el desarrollo económico pleno y sustentable, emancipar socialmente y políticamente a las organizaciones libres del pueblo e implica solidificar una cultura nacional y latinoamericana que permita dar el salto científico y tecnológico. Además y cuestión primordial, la segunda emancipación americana tiene que consolidar la soberanía política de los Estados pero - y a diferencia de las independencias del siglo XIX- debe integrar a los gobiernos y a los pueblos del continente en un sistema confederado, cooperativo y solidario. Esta tarea implica conocer los puntos de encuentro y las diferencias de los Modelos de Desarrollo de cada país de América Latina, apuntalando o promoviendo en la agenda de integración la resolución de los intereses globales de la región.
La segunda independencia y la integración regional no son una mera manifestación de deseo intelectual, sino que y por el contrario, son un camino imprescindible para que los pueblos del continente no sean aplastados por los intereses objetivos de las metrópolis imperialistas. Los recursos del tercer mundo son un objetivo económico, político y militar permanente y tomada la decisión por parte de las potencias de apropiarse de los bienes de los Estados del sur de la tierra, es un problema meramente de tiempo, de posibilidad y de circunstancia. La confirmación de la política expansionista y colonial no debe verificarse en torno del debate moral que ella esconde, sino que y por el contrario, se deduce del más elemental análisis histórico. Ya lo estableció claramente Justino O` Farrell cuando afirmó que “las grandes potencias imperiales, bajo el pretexto de desarrollar la “obra civilizadora”, ocultan su verdadera esencia y escamotean a la realidad lo que deben garantizar: su expansión” . Así fue como la ciencia occidental dio un marco de posibilidad concreta a la obra imperialista y la navegación y la técnica para superar distancias, apuntalaron la vocación expansionista europea: la historia del imperialismo fue y sigue siendo, la historia de la tecnología y la innovación puesta al servicio de las potencias expansionistas. Los límites expansionistas del imperialismo los dispone su capacidad industrial, su avance tecnológico y la organización política del pueblo y el gobierno que quieren ocupar: el tope a los intereses objetivos de las potencias está dispuesto por nuestros Modelos de Desarrollo y por la capacidad que dispongamos para alcanzar la integración regional.
La historia reciente de occidente y lamentablemente, lejos de frenar la política expansionista del imperialismo europeo o norteamericano, ha acelerado el proceso de apropiación de los recursos de los otros Estados del planeta . Durante la colonización inicial la población de América Latina fue la mano de obra de Europa que operó la exportación de los recursos naturales. La segunda etapa expansionista europea posterior a las independencias americanas, fue la neocolonial e implicó la apropiación de los mercados para la colocación del trabajo extranjero y la confiscación de la energía y de los recursos naturales. La tercera etapa expansionista neoliberal es el resultado del triunfo político y militar garantizado por las dictaduras y los gobiernos apuntalados por Estados Unidos y su finalidad privilegiada fue cerrar la etapa de las revoluciones nacionalistas y socialistas del tercer mundo. Se trató con esta política y en gran parte de los casos, de obstruir la posibilidad de aplicar Modelos desarrollistas, socialistas y nacionalistas. Una vez obstruida la etapa de liberación y destruida la industria de los países, se promovió una política de integración regional dependiente a los anhelos del capital financiero y monopólico norteamericano y europeo.
En palabras de Methol Ferre para América “Nacemos entonces bajo la hegemonía del Imperio Hispánico, el primero en dar la vuelta al mundo. Pero a Magallanes le siguió el pirata Drake. Y España en su retroceso histórico hace lugar desde la Independencia al predominio del Imperio Británico, que a su vez lo va cediendo al Imperio Yanqui, llegado con el siglo XX y consolidado en la segunda Guerra Mundial. Tres imperios sucesivos signan nuestra historia” .
La aplicación de Modelos de Desarrollo Neoliberales permitió que el imperialismo se apropie de las empresas públicas y privadas de las periferias fruto de la acumulación y el trabajo de los Estados. Paralelamente a la desindustrialización, el neoliberalismo produjo una distribución asimétrica de los recursos entre el capital y el trabajo a favor del primero, sumergiendo en el terrorismo del hambre y la pobreza a gran parte de las organizaciones libres del pueblo de América Latina.
La vertiginosidad de la expoliación del tercer mundo adquirió ribetes trágicos en países como Argentina, Bolivia o Perú, que vieron destruir sus economías, desarticular las legislaciones sociales y privatizar sus empresas fruto de los procesos nacionalistas y desarrollistas. El embate imperialista neoliberal dispuso de los mercados, de los recursos naturales y financieros y de la mano de obra y con esta finalidad, las empresas trasnacionales y el capital financiero se organizaron políticamente a través de los gobiernos de las potencias y los organismos internacionales. A su expansión económica le correspondió una organización política y militar que le otorgó sostén: organizadas sus industrias las potencias se abren paso hacia la conquista de mercados y materias primas por intermedio de las finanzas, la política o la guerra, que son sólo medios para alcanzar sus fines. Las potencias no tienen ética, sus leyes escritas son sólo eso y la política, el terrorismo económico o la guerra y el exterminio de pueblos o de líderes populares , son decisiones circunstanciales de una misma codicia: la ganancia de sus capitales y el crecimiento de sus naciones.
Los países cuando amplían su estructura industrial y productiva, se proyectan en el plano político y cultural haciendo de su visión del mundo, un modelo de esquema mental distorsionado que exportan con la finalidad de que sea asimilado por las periferias: una de sus manifestaciones es la exportación de Modelos de Desarrollo y de Integración para América Latina. El pensamiento de las potencias es apropiado de forma deformada por los intelectuales y los políticos de los Estados subdesarrollados, que a través de este acto de sometimiento mental, planifican y justifican las políticas antinacionales sobre su pueblo y cavan las tumbas en donde enterrarse como miembros de un país subyugado. La justificación de los proyectos antinacionales que no pueden garantizar los fusiles, los aviones o las cancillerías, los ejecutan las instituciones educativas, culturales y periodísticas del aparato de la colonización pedagógica, que es planificado en las metrópolis y ejecutado por sus operadores internos en los Estados dependientes. Frente a este panorama, las organizaciones libres del pueblo y sus intelectuales enfrentan una batalla política y cultural por la supervivencia nacional y regional de América Latina. No existe emancipación social sin autonomía política, sin independencia económica y sin soberanía cultural y estos aspectos fundamentales de un Modelo de Desarrollo, no se consolidan sin integrar la región latinoamericana para poner tope a los intereses expansionistas del imperialismo.
En este cuadro, es que introducimos el debate sobre los Modelos de Desarrollo y su relación con la integración regional, ya que consideramos que de la realización o la obstrucción de ambos, se define parte importante de la viabilidad social, cultural, económica y política de América Latina.
Objetivos
El presente documento tiene como objetivo central analizar la relación existente entre los Modelos de Desarrollo y los tipos de integración en América Latina actual. Con dicha finalidad, vamos a tomar como casos de análisis las experiencias nacionales de Brasil y de Argentina, por un lado; y los casos de Cuba y Venezuela por otro. La elección de los países no es aleatoria sino que responde a que los Estados de Argentina y del Brasil conforman uno de los polos de integración con características y perspectivas propias y diferenciadas. Asimismo ocurre con Venezuela y con Cuba que conforman un modelo de integración que y tal cual veremos, reposa en su Modelo de Desarrollo particular.
Para alcanzar los objetivos establecidos el documento introduce una definición de los conceptos utilizados como el de Modelo de Desarrollo, nación, oligarquía, geopolítica, pueblo e integración regional. Con dichas categorías abordaremos un breve análisis de las experiencias nacionales identificando los cruces entre Modelos de Desarrollo y los tipos de Integración. Asimismo y a modo explicativo, mencionaremos un conjunto de HIPÓTESIS que articulan las relaciones entre los conceptos y que manifiestan nuestro punto de vista sobre las relaciones históricas, actuales y futuras entre los Modelos de Desarrollo y la integración regional.
“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”. Eduardo Galeano.
“El Estado promoverá, sobre los principios de una relación justa, equitativa y con reconocimiento de las asimetrías, las relaciones de integración social, política, cultural y económica con los demás estados, naciones y pueblos del mundo y, en particular, promoverá la integración latinoamericana”. Artículo 265 de la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia.
“Les convoco a que suscribamos un verdadero Tratado de Comercio de los Pueblos, bajo los principios de integración de nuestras economías y sociedades, que nos complemente, que sea solidario, como los dedos de una mano, para ir con firmeza y afecto a sentar las bases reales de nuestras soberanías alimentarias, energéticas y financieras de la región, que sean sostenibles en el tiempo, respetuosos de nuestro ambiente”. Rafael Correa
El siglo XXI conmemora el bicentenario de las revoluciones latinoamericanas y nos encuentra en el proceso de construcción y de edificación de la segunda y definitiva independencia, que es el desarrollo integral de nuestras naciones. La primera independencia fue la política y paradójicamente, en la medida que rompimos lazos con las metrópolis ganando soberanía, quebramos los vínculos con los pueblos y los gobiernos de la nación latinoamericana y esta condición favoreció la dependencia de nuestros Estados frente a los intereses de las potencias. Salimos de la esfera colonial española y portuguesa para ingresar a la órbita del imperialismo británico, francés o alemán que aceleró la balcanización del continente.
Tal cual estableció Enrique Gugliarmelli la primera “Independencia, fue obra del pueblo en armas. La segunda y actual, es la de su desarrollo integral” . La segunda independencia reconoce entre sus tareas impostergables la necesidad de consolidar el desarrollo económico pleno y sustentable, emancipar socialmente y políticamente a las organizaciones libres del pueblo e implica solidificar una cultura nacional y latinoamericana que permita dar el salto científico y tecnológico. Además y cuestión primordial, la segunda emancipación americana tiene que consolidar la soberanía política de los Estados pero - y a diferencia de las independencias del siglo XIX- debe integrar a los gobiernos y a los pueblos del continente en un sistema confederado, cooperativo y solidario. Esta tarea implica conocer los puntos de encuentro y las diferencias de los Modelos de Desarrollo de cada país de América Latina, apuntalando o promoviendo en la agenda de integración la resolución de los intereses globales de la región.
La segunda independencia y la integración regional no son una mera manifestación de deseo intelectual, sino que y por el contrario, son un camino imprescindible para que los pueblos del continente no sean aplastados por los intereses objetivos de las metrópolis imperialistas. Los recursos del tercer mundo son un objetivo económico, político y militar permanente y tomada la decisión por parte de las potencias de apropiarse de los bienes de los Estados del sur de la tierra, es un problema meramente de tiempo, de posibilidad y de circunstancia. La confirmación de la política expansionista y colonial no debe verificarse en torno del debate moral que ella esconde, sino que y por el contrario, se deduce del más elemental análisis histórico. Ya lo estableció claramente Justino O` Farrell cuando afirmó que “las grandes potencias imperiales, bajo el pretexto de desarrollar la “obra civilizadora”, ocultan su verdadera esencia y escamotean a la realidad lo que deben garantizar: su expansión” . Así fue como la ciencia occidental dio un marco de posibilidad concreta a la obra imperialista y la navegación y la técnica para superar distancias, apuntalaron la vocación expansionista europea: la historia del imperialismo fue y sigue siendo, la historia de la tecnología y la innovación puesta al servicio de las potencias expansionistas. Los límites expansionistas del imperialismo los dispone su capacidad industrial, su avance tecnológico y la organización política del pueblo y el gobierno que quieren ocupar: el tope a los intereses objetivos de las potencias está dispuesto por nuestros Modelos de Desarrollo y por la capacidad que dispongamos para alcanzar la integración regional.
La historia reciente de occidente y lamentablemente, lejos de frenar la política expansionista del imperialismo europeo o norteamericano, ha acelerado el proceso de apropiación de los recursos de los otros Estados del planeta . Durante la colonización inicial la población de América Latina fue la mano de obra de Europa que operó la exportación de los recursos naturales. La segunda etapa expansionista europea posterior a las independencias americanas, fue la neocolonial e implicó la apropiación de los mercados para la colocación del trabajo extranjero y la confiscación de la energía y de los recursos naturales. La tercera etapa expansionista neoliberal es el resultado del triunfo político y militar garantizado por las dictaduras y los gobiernos apuntalados por Estados Unidos y su finalidad privilegiada fue cerrar la etapa de las revoluciones nacionalistas y socialistas del tercer mundo. Se trató con esta política y en gran parte de los casos, de obstruir la posibilidad de aplicar Modelos desarrollistas, socialistas y nacionalistas. Una vez obstruida la etapa de liberación y destruida la industria de los países, se promovió una política de integración regional dependiente a los anhelos del capital financiero y monopólico norteamericano y europeo.
En palabras de Methol Ferre para América “Nacemos entonces bajo la hegemonía del Imperio Hispánico, el primero en dar la vuelta al mundo. Pero a Magallanes le siguió el pirata Drake. Y España en su retroceso histórico hace lugar desde la Independencia al predominio del Imperio Británico, que a su vez lo va cediendo al Imperio Yanqui, llegado con el siglo XX y consolidado en la segunda Guerra Mundial. Tres imperios sucesivos signan nuestra historia” .
La aplicación de Modelos de Desarrollo Neoliberales permitió que el imperialismo se apropie de las empresas públicas y privadas de las periferias fruto de la acumulación y el trabajo de los Estados. Paralelamente a la desindustrialización, el neoliberalismo produjo una distribución asimétrica de los recursos entre el capital y el trabajo a favor del primero, sumergiendo en el terrorismo del hambre y la pobreza a gran parte de las organizaciones libres del pueblo de América Latina.
La vertiginosidad de la expoliación del tercer mundo adquirió ribetes trágicos en países como Argentina, Bolivia o Perú, que vieron destruir sus economías, desarticular las legislaciones sociales y privatizar sus empresas fruto de los procesos nacionalistas y desarrollistas. El embate imperialista neoliberal dispuso de los mercados, de los recursos naturales y financieros y de la mano de obra y con esta finalidad, las empresas trasnacionales y el capital financiero se organizaron políticamente a través de los gobiernos de las potencias y los organismos internacionales. A su expansión económica le correspondió una organización política y militar que le otorgó sostén: organizadas sus industrias las potencias se abren paso hacia la conquista de mercados y materias primas por intermedio de las finanzas, la política o la guerra, que son sólo medios para alcanzar sus fines. Las potencias no tienen ética, sus leyes escritas son sólo eso y la política, el terrorismo económico o la guerra y el exterminio de pueblos o de líderes populares , son decisiones circunstanciales de una misma codicia: la ganancia de sus capitales y el crecimiento de sus naciones.
Los países cuando amplían su estructura industrial y productiva, se proyectan en el plano político y cultural haciendo de su visión del mundo, un modelo de esquema mental distorsionado que exportan con la finalidad de que sea asimilado por las periferias: una de sus manifestaciones es la exportación de Modelos de Desarrollo y de Integración para América Latina. El pensamiento de las potencias es apropiado de forma deformada por los intelectuales y los políticos de los Estados subdesarrollados, que a través de este acto de sometimiento mental, planifican y justifican las políticas antinacionales sobre su pueblo y cavan las tumbas en donde enterrarse como miembros de un país subyugado. La justificación de los proyectos antinacionales que no pueden garantizar los fusiles, los aviones o las cancillerías, los ejecutan las instituciones educativas, culturales y periodísticas del aparato de la colonización pedagógica, que es planificado en las metrópolis y ejecutado por sus operadores internos en los Estados dependientes. Frente a este panorama, las organizaciones libres del pueblo y sus intelectuales enfrentan una batalla política y cultural por la supervivencia nacional y regional de América Latina. No existe emancipación social sin autonomía política, sin independencia económica y sin soberanía cultural y estos aspectos fundamentales de un Modelo de Desarrollo, no se consolidan sin integrar la región latinoamericana para poner tope a los intereses expansionistas del imperialismo.
En este cuadro, es que introducimos el debate sobre los Modelos de Desarrollo y su relación con la integración regional, ya que consideramos que de la realización o la obstrucción de ambos, se define parte importante de la viabilidad social, cultural, económica y política de América Latina.
Objetivos
El presente documento tiene como objetivo central analizar la relación existente entre los Modelos de Desarrollo y los tipos de integración en América Latina actual. Con dicha finalidad, vamos a tomar como casos de análisis las experiencias nacionales de Brasil y de Argentina, por un lado; y los casos de Cuba y Venezuela por otro. La elección de los países no es aleatoria sino que responde a que los Estados de Argentina y del Brasil conforman uno de los polos de integración con características y perspectivas propias y diferenciadas. Asimismo ocurre con Venezuela y con Cuba que conforman un modelo de integración que y tal cual veremos, reposa en su Modelo de Desarrollo particular.
Para alcanzar los objetivos establecidos el documento introduce una definición de los conceptos utilizados como el de Modelo de Desarrollo, nación, oligarquía, geopolítica, pueblo e integración regional. Con dichas categorías abordaremos un breve análisis de las experiencias nacionales identificando los cruces entre Modelos de Desarrollo y los tipos de Integración. Asimismo y a modo explicativo, mencionaremos un conjunto de HIPÓTESIS que articulan las relaciones entre los conceptos y que manifiestan nuestro punto de vista sobre las relaciones históricas, actuales y futuras entre los Modelos de Desarrollo y la integración regional.
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