miércoles, 23 de abril de 2014

Arturo Jauretche y el Nacionalismo Popular


por Aritz Recalde, abril 2014 
Revista Aluvión Popular 
  
Arturo Jauretche forjó una manera particular de entender, sentir y actuar la política argentina, que podríamos denominar como Nacionalismo Popular. El autor entiende que los argentinos tenemos que delinear, construir y consolidar en el tiempo una Política Nacional de recuperación y de afirmación de nuestra Soberanía económica, social, cultural y política. En su óptica, la Nación se relaciona con el Pueblo al menos por dos cuestiones esenciales: por el hecho de que el Pueblo es el sujeto político revolucionario que le va a dar identidad y que va a construir y transformar la Nación, pero además, porque consideró que la riqueza social del país tenía que beneficiar, principalmente, al Pueblo.
 
¿Qué es lo popular para Jauretche?
El concepto de Pueblo y de defensa de lo popular, adquiere dimensiones políticas y culturales. En el terreno político, el compromiso del intelectual y del activista con el Pueblo, se ejerce a través del vínculo directo con las luchas de los trabajadores y de sus Organizaciones. Para Jauretche, defender los intereses del Pueblo implicó involucrarse activamente en sus luchas concretas, interviniendo desde adentro de la esfera política. No es exagerado sostener que Arturo Jauretche entregó todos sus años de vida a la militancia estudiantil, periodística o partidaria. Tal es así, que participó en el año 1933 en un levantamiento cívico militar contra el fraude electoral, la proscripción del Radicalismo y la entrega económica del país. La arriesgada acción que dejó un saldo de más de 50 muertos y en la que puso su propia vida en juego, fue relatada en su libro del año 1934, El Paso de los Libres. Según mencionó Jorge Abelardo Ramos en el Prólogo a la segunda edición: “Jauretche tuvo doble autoridad para escribir el Paso de los Libres: su condición de soldado y de poeta.
En el plano cultural, reivindicar lo popular implicó el respeto de sus valores, prácticas y tradiciones, frente a la denigración y el desconocimiento ejercido por las instituciones educativas. Su punto de vista interpeló las bases del Pensamiento Liberal Neocolonial que fue impuesto al país por las clases dirigentes aliadas al extranjero. Para el Liberalismo, el Pueblo era bárbaro por ser mestizo, pobre y heredero de una cultura que asimiló la tradición hispánica con los valores autóctonos. En nombre de la Civilización, se divulgó la supuesta supremacía cultural y política del inmigrante blanco, de clase alta, anglosajón y europeísta en sus costumbres. Contrariando la tesis de la Civilización y de la Barbarie, Jauretche afirmó la existencia de una Cultura Nacional propia, conformada por la identidad y por la práctica histórica del Pueblo argentino. A la oligarquía que Sarmiento y Mitre bautizaron como portadora del “Progreso”, Jauretche la acusó de aliarse al extranjero y de profundizar la condición dependiente del país. Alberdi postuló la incapacidad de los argentinos para gobernarse de manera independiente y planteó la sustitución de razas por intermedio de la inmigración (bajo el lema de que civilizar es poblar). Por el contrario, Jauretche encontró en el sustrato mestizo y popular, al sujeto de la revolución nacional. A partir de aquí, puede entenderse su reivindicación histórica de la acción de los Caudillos federales y de la masa popular que los acompañó. Reivindicó, además, la capacidad política del Pueblo para elevar a la Argentina a la condición de Potencia mundial. Frente al hecho movilizador del 17 de Octubre de 1945 y de la asunción del Peronismo en el gobierno, no fueron pocos los que postularon la incapacidad política casi congénita del los argentinos de bajos recursos. Los trabajadores fueron caracterizados como “víctimas” manipuladas por un régimen “fascista” o, incluso algunos dirigentes, los consideraron “racialmente inferiores” y los compararon con los animales (aluvión zoológico). Por el contrario, Jauretche auguró que la asunción en el poder de la clase trabajadora y del conjunto del Pueblo, generó las condiciones de posibilidad de una nueva Nación, prospera y pujante. Con esta interpretación, se distanció del Liberalismo y de la Izquierda. Los primeros, postularon que la conducción del país tenía que recaer en la clase alta blanca y preferiblemente extranjera (civilizada). La Izquierda creyó que el Pueblo tenía que ser dirigido por la clase media alta ilustrada, ya que ésta era poseedora de la ciencia europea (vanguardia marxista). 

¿Qué es el Nacionalismo para Jauretche?
La noción de Nacionalismo en Jauretche implica considerar tres aspectos fundamentales: el territorio, la economía y la cultura. Defender la Nación era una manera de afirmar los Derechos territoriales de los argentinos y latinoamericanos, contra cualquier tipo de Colonialismo. En la perspectiva del autor, el territorio nacional tenía dos grandes dimensiones. La primera unidad geopolítica de la Nación, se organizó en torno del territorio de la actual Argentina. Según Jauretche, la posesión efectiva del suelo la garantizaron Juan Manuel de Rosas y Julio Roca. En este sentido, reivindicó la defensa territorial efectuada por Rosas contra el intento de ocupación militar de Francia, Inglaterra y Brasil. Por el contrario, cuestionó con dureza a los argentinos aliados al extranjero francés e inglés y que la historia oficial elevó a “libertadores”: Bartolomé Mitre, Valentín Alsina y Esteban Echeverría. Aseveró Jauretche que mientras nuestro país se “achicaba” por la acción de los titulares de la Patria Chica, por el contrario “toda la historia del Brasil es una dura y continuada lucha por el espacio.” La segunda unidad nacional geopolítica era la “Patria Grande”, que Jauretche definió en torno de las fronteras del antiguo Virreinato y del resto de Iberoamérica. La consideró una realidad  histórica, cultural, social y política anterior a la Argentina y sostuvo en consecuencia que: “Una Política Nacional supone una idea de Patria Grande, de finalidades trascendentes y de empresa colectiva hacia un ideal nacional, no hacia formas circunstanciales. Para reencontrarla hay que volver a la Patria Grande.” En Ejército y Política, argumentó que existían dos corrientes históricas enfrentadas en su concepción geopolítica y territorial. La “Patria Chica”, postulada por Sarmiento que aseguró que “el mal que aqueja a la Argentina es la extensión”, o por Rivadavia que no apoyó consecuentemente la guerra contra España en el Alto Perú y que permitió la desmembración del Uruguay. Entre los promotores de la Patria Grande, Jauretche nombró a José de San Martín, a Rosas, a Yrigoyen y a Perón.
En El plan Prebisch. Retorno al coloniaje, Jauretche postuló que la defensa nacional tenía que ver con proteger nuestro Patrimonio económico. Mencionó como un requisito impostergable de todos los Estados, la necesaria consolidación de una “Política Nacional” que motorice el esfuerzo productivo argentino en beneficio propio. Se defiende a una Nación industrializándola y recuperando para el país y el Pueblo, el patrimonio acaparado en manos extranjeras. Por eso, defendió la Ley de Aduanas de Rosas de 1835 y consideró como actos soberanos, la decisión de Perón de industrializar el país y de administrar desde el Estado el crédito y la moneda, la energía, el transporte o el Comercio Exterior.

Finalmente, para Jauretche defender la Nación tenía que ver con afirmar la Soberanía cultural frente a la Colonización Pedagógica impuesta por la oligarquía y por el Imperialismo. Gran parte de la obra de Jauretche está dedicada a develar los efectos de la Colonización Cultural en el terreno de la producción intelectual, académica y periodística (Los Profetas del odio y la Yapa), de la dirigencia política y social (Manual de las Zonceras Argentinas) o en el terreno historiográfico (Política Nacional y revisionismo histórico). Jauretche demuestra que los poderes extranjeros manejan los valores y los contenidos transmitidos por las instituciones culturales tales como la Escuela o la Prensa. El resultado de la dominación cultural, es la conformación de una clase dirigente que no es “inteligente”, sino que se conforma como una “intelligentzia” al servicio del extranjero y de la oligarquía. El distanciamiento entre el intelectual y su Pueblo, conduce al primero a profesar el odio, el racismo y el resentimiento contra el país y su gente. Jauretche destacó que la tarea de imposición cultural colonial, atraviesa a todas las clases y esferas sociales y va conformando un sentido común para ver y para actuar, que denominó como “zonceras.” Además, argumentó que era necesario conformar una clase dirigente y una masa social  nacionalista ya que: “Una política del desarrollo económico nacional supone un paralelo y recíproco desarrollo de Pensamiento Nacional: del pensamiento y la ética nacional, porque es necesario una moral nacional que es lo que se llama patriotismo.

1 comentario:

Matias Córdoba dijo...

¡Exclente expliación!

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