miércoles, 8 de junio de 2011

Raúl Scalabrini Ortiz. Modelo de intelectual nacionalista.


Aritz Recalde, junio de 2011.

El trabajo se organiza a partir de rescatar cuatro ejes sobre los cuales se constituye una parte considerable de la obra del autor. Esos son:
- el revisionismo histórico;
- el nacionalismo económico;
- el antiimperialismo político;
- el modelo de intelectual nacionalista y popular.

Previo a abordar estos temas, desarrollamos una breve reseña sobre el contexto de su vida y obra.


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Apartado 4- Modelo de intelectual nacionalista y popular.

“El día que los profesionales aprendan a ser leales al pueblo de donde provienen, ganarán una estabilidad emocional e intelectual de que ahora carecen, y el pueblo argentino, una clase dirigente de que ahora está huérfano”. Raúl Scalabrini Ortiz
“Por mi parte, yo tengo una fe profunda en la juventud de mi tierra”. Raúl Scalabrini Ortiz.
Scalabrini legó un modelo de intelectual democrático y popular comprometido con la emancipación de las organizaciones libres del pueblo y con la ruptura del neocolonialismo. Su obra, pero además su vida misma, son un ejemplo de entrega desinteresada a la defensa de los intereses nacionales y a las luchas del pueblo argentino por su liberación.
Renunciando a la comodidad y el resguardo del aparato cultural oficial, bajó a la arena de la lucha política y enfrentó a los representantes de los imperialismos más poderosos de los que haya tenido memoria el continente. Scalabrini denunció a Inglaterra y a Estados Unidos y con esa acción, puso en jaque los cimientos culturales del liberalismo dependiente.
Frente a la oligarquía y a sus difamadores a sueldo, opuso una vocación popular y nacionalista infranqueable, caracterizada por una acción periodística y de investigación con un estilo literario apasionado y con una fe plena en la emancipación americana.
Así fue, que presenció con profundo entusiasmo patriótico la eclosión en la historia de la clase trabajadora y frente a la movilización del 17 de octubre de 1945 sostuvo que “Era el subsuelo de la patria sublevado (…) presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado, estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacético, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”. Su opinión sobre el peronismo no era la hegemónica en la época y por el contrario, el aparato oficial de la prensa y la cultura fue severamente crítico, de derecha a izquierda, de la aparición del nuevo sujeto histórico. Entre los “críticos de izquierda” al 17 de octubre, estuvieron los comunistas que a pocos días de producida la movilización establecieron desde el órgano de prensa Orientación que “también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad, no representan ninguna clase de la sociedad argentina. Era el malevaje reclutado por la policía y los funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población”.
La actitud de Scalabrini a la hora de pensar los cambios del país y su respeto por la democracia popular de masas iniciada en 1946, lo diferenció de otros intelectuales que en nombre de la libertad, apoyaron el golpe militar y el terrorismo aplicado desde 1955 y como fueron los casos de Gino Germani, de Jorge Luis Borge, de Ezequiel Martínez Estrada o de José Luis Romero. Exceptuando Martínez Estrada, los otros tres pensadores recibieron cargos públicos de la dictadura y fueron entronizados por el aparato de prensa oficial como los fundadores de la cultura de las libertades públicas y de la democracia. Mientras la dictadura repartía entre los intelectuales que apoyaron el golpe los cargos de las universidades sitiadas ilegalmente o los diarios asaltados por militares, Scalabrini era violentamente silenciado. En el año 1955 la dictadura clausuró El Líder y como sostuvo Norberto Galasso “Otra vez, como en los años de Señales, como en la época de Reconquista, le birlan la tribuna en el momento que más lo necesitaba”.
En este contexto y a diferencia del europeísimo académico de la universidad tradicional, Scalabrini construyó un modelo de intelectual orgánico a las luchas populares y contribuyó con su pluma a la consolidación de la independencia económica y política del país. La adscripción al nacionalismo lo tornó un maldito para las casas de altos estudios, en las que se puede ser liberal o izquierdista, pero nunca nacionalista. Su extensa obra teórica estuvo centrada sobre la búsqueda de caminos que permitieran romper la dependencia económica, cultural, política y la tragedia social que ella traía aparejada. Desde la derecha y la izquierda, Scalabrini recibió fuertes críticas, incluyendo que fue sentenciado a prisión por opinar públicamente a favor de la neutralidad en la guerra y por denunciar el imperialismo inglés.
Por su actitud patriótica y como tantos otros, sufrió persecuciones y proscripciones con los gobiernos militares y fraudulentos. Pese a esto, Scalabrini demostró que se puede servir a la patria luchando contra el poder y la entrega y ser además, un hombre de ciencia y un teórico riguroso del accionar de los engranajes de nuestra dependencia. Por su acción fue y seguirá siendo, un modelo de intelectual nacionalista, que no perdió de vista la importancia de la inclusión popular y la dimensión latinoamericana para resolver nuestros problemas. Su férreo compromiso con el país lo llevo a desligarse del aparato oficial y de los círculos literarios y periodísticos. A lo largo de su vida renunció a las ofertas de cargos y mantuvo una línea de conducta intachable, asentada en convicciones y prácticas ejemplares. Su vocación patriótica quedó escrita para la posteridad: “Hay quienes dicen que es patriótico disimular esa lacra fundamental de la patria, que denunciar esa conformidad monstruosa es difundir desaliento y corroer la ligazón espiritual de los argentinos, que para subsistir requiere el sostén del optimismo. Rechazamos ese optimismo como una complicidad más, tramada en contra del país. El disimulo de los males que nos asuelan es una puerta de escape que se abre a una vía que termina en la prevaricación, porque ese optimismo falaz oculta un descreimiento que es criminal en los hombres dirigentes: el descreimiento en las reservas intelectuales, morales y espirituales del pueblo argentino”.

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