martes, 15 de marzo de 2016

La “grieta” de las universidades argentinas

Aritz Recalde, marzo 2016

Transcurridos apenas tres meses  de la asunción de un nuevo gabinete nacional, se hace difícil alcanzar una conclusión acabada de cuáles serán los lineamientos de la política educativa. A continuación, meramente vamos a exponer algunas unas reflexiones iniciales.
Inicialmente, Cambiemos intentó ubicar a las universidades públicas como parte del diagnóstico de la existencia de un Estado “politizado” y caracterizado por el “despilfarro y la corrupción”. Con ese cuestionable y dudoso diagnóstico, en otras dependencias públicas ya aplicaron más de 25.000 despidos.
Los despidos directos en universidades están imposibilitados por la autonomía y la autarquía que gozan las Casas de Altos estudios. Pese a ello, se sancionó el decreto 336/16 que dejó sin efecto los convenios entre las universidades y otras reparticiones del Estado, posibilitando despidos “indirectos” de profesionales que estaban desempeñando actividades académicas y de investigación. El decreto obliga a que los nuevos acuerdos entre instituciones sean ratificados por el Ministerio de Modernización macrista.
Compartiendo esta definición política, el Ministro de Educación de La Nación Esteban Bullrich designó originariamente en la Secretaría de Políticas Universitarias, al productor televisivo de Animales Sueltos, Juan Cruz Ávila. Esta persona no tenía trayectoria académica, ni tampoco en gestión universitaria. Según le comentó el Ministro de Educación al Diario La Nación el 1/12/15, Ávila venía a saldar una “grieta” entre las universidades peronistas y radicales. Paradójicamente y pese a enarbolar la “neutralidad valorativa”, Bullrich reconoció que solamente había conversado la designación del Secretario con los rectores radicales. El Ministro también  aseveró que existe un conglomerado de “universidades nuevas, del conurbano”, que profundizaron la “grieta” y que obligaron a tal desafortunada designación. El nombramiento de Ávila fue rechazado de plano por la comunidad académica y el Presidente de La Nación designó en su remplazo a Albor Cantard, dirigente con trayectoria académica y de extracción radical. Este nombramiento parece más lógico por el hecho de la UCR integró el frente Cambiemos y tiene dirigentes con trayectoria en universidades nacionales, a diferencia de los funcionarios del PRO de origen educativo en el sector privado y extranjero.
La caracterización de la actualidad universitaria como parte de una “grieta” es tendenciosa, inexacta y cuestión fundamental, es peligrosa para la sustentabilidad de las políticas científicas del país. Durante la gestión universitaria iniciada en 2003 existió una excelente articulación entre las diversas corrientes ideológicas y políticas universitarias, al punto de que el Secretario de Políticas Universitarias fue durante mucho tiempo un ex rector de la UNLP de origen UCR (Alberto Dibbern).
Todas las universidades argentinas, sin banderías, fueron parte de un programa de gobierno de reparación histórica en los temas concernientes a la universidad. En el año 2002 el presupuesto universitario era de 1900 millones y en 2016 superó los 40.000 millones anuales. Por primera vez en toda la historia, los docentes y los no docentes poseen su propio Convenio Colectivo de Trabajo y tuvieron paritarias todos los años. El periodo 2003/15 fue la etapa de mayor apertura universitaria de la argentina y las 15 nuevas instituciones completaron la federalización de la Educación Superior en lugares tan disimiles como Tierra del Fuego, San Luis, Misiones, Florencio Varela o Avellaneda. Todas las universidades de beneficiaron del plan de infraestructura más ambicioso que se haya conocido en décadas y que permitió construir aulas, laboratorios,  playones deportivos, nuevas sedes o modernizar tecnológicamente las instalaciones académicas y deportivas. En 2002 había 5000 becas universitarias y hoy ascienden a 50.000. Ésta larga lista de realizaciones a lo largo y ancho del país, podría continuar con lo realizado en el CONICET, con la repatriación de científicos del Programa RAICES o con el plan de promoción de carreras prioritarias e ingenierías, etc.-
La opinión de Esteban Bullrich sobre la “grieta” coincidió con la de Mauricio Macri, quien viene reiterando que las nuevas universidades son “políticas” y no “académicas”.  La descalificación realizada sobre las universidades como “políticas” es peligrosa y nos retrotrae al año 1955 cuando el golpe de Estado cerró la Universidad Obrera, solamente por el hecho de haberla creado el peronismo. Es como si Néstor Kirchner hubiera amenazado cerrar las más de diez universidades nacionales que impulsó Carlos Menem. Imagínense qué ocurriría si Juan Perón en 1946 clausuraba la Universidad Nacional de Cuyo por que se abrió en la década infame (1939) o si a la vuelta de la democracia Ricardo Alfonsín cerraba la Universidad de Rosario por surgir en pleno gobierno de Juan Carlos Onganía (1968).
El comentario del Presidente y de su Ministro de Educación estigmatiza a instituciones, docentes e investigadores sumamente prestigiosos y es, cuanto menos, desafortunado. Lo primero que hay que decir es que todas las universidades nacen de un acto político como es la sanción de una ley. Asimismo, se debe destacar que las instituciones se administran de manera cogobernada desde la recuperación de la democracia y ello implica una actividad política permanente e indelegable. Por otro lado, toda práctica científica conlleva valores e ideologías, sean los neoliberales de Macri o los desarrollistas de Cristina Kirchner y eso está lejos de ser un defecto de las nuevas o las viejas universidades.
Hoy los universitarios están sintiendo el impacto económico de las últimas medidas de gobierno. El contexto socioeconómico del país y la región no son alentadores, atendiendo la recesión de Brasil (primer aliado comercial argentino), la baja del precio de la soja y de otros productos exportables y la caída del crecimiento de China o Europa. Argentina que venía creciendo a tasas bajas en los últimos dos años, está entrando en recesión. La situación de estancamiento económico está siendo profundizada por el aumento del desempleo, resultante de los despidos de los sectores público y privado. El país tiene una excesiva inflación que es consecuencia de una devaluación que nació, principalmente, para otorgarles una rentabilidad extraordinaria a los exportadores de cereales. Los anuncios de apertura de las importaciones para bajar la inflación, genera el riesgo ya conocido de los años noventa, de cerrar fábricas y de primarizar la economía, perdiendo valor agregado y fuentes de empleo calificadas. En el plano estrictamente de los trabajadores universitarios, se está produciendo un elevado desempleo, revirtiendo la tendencia a la recuperación de las condiciones laborales de la última década.

Los diversos gobiernos tienen que construir sobre los aciertos del anterior, conformando  políticas de Estado. El caso universitario no es la excepción. Construir y consolidar una universidad conlleva varias décadas y no involucra a la gestión de una sola persona o fuerza política. Si no se cumplen estos principios elementales de la nación, el país puede retroceder décadas en sus planes científicos y culturales y conjuntamente vamos a deteriorar el desarrollo productivo y social del país.

martes, 1 de marzo de 2016

Juan Bautista Alberdi y el Brasil


Juan Bautista Alberdi y el Brasil
Aritz Recalde, Febrero 2016
Proyecto de Investigación “Modelos de desarrollo Argentino Brasileño”,
UNAJ – Secretaría de Política Universitaria.


Juan Bautista Alberdi (Tucumán 1810 – Francia 1884) desarrolló una extensa obra sobre temas institucionales, políticos, filosóficos o históricos. Lejos de ser un analista imparcial de los sucesos acaecidos en su época, el autor se involucró activamente en el devenir político de su tiempo desde su condición de periodista, ensayista, encargado de negocios de la Confederación en Inglaterra y Francia o de diputado. Su obra está estrechamente relacionada con su trayectoria política y no en pocas cuestiones, Alberdi modificó sustancialmente sus puntos de vista en los disímiles contextos en los cuales interactuó y tal cual manifestó Juan José Hernández Arregui, el pensamiento de Alberdi “es dispar según las etapas de su vida” (Arregui 2004: 102).

La geopolítica de la Cuenca del Plata ocupó un espacio importante de sus investigaciones. En este contexto, no fueron pocos los artículos, libros y opiniones en los cuales estudió las relaciones históricas, actuales y futuras con el Imperio del Brasil. Tal cual vamos a analizar en el texto, Alberdi describió el comportamiento político del Brasil en relación a las siguientes variables:
-       Composición racial de su población y clima.
-       Ampliación de su superficie territorial y control de vías navegables de la Cuenca del Plata.
-       Injerencia política y militar en Uruguay y el Paraguay.
-       Relaciones con los Estados Unidos y las Potencias europeas.    

Los Alberdi/s, Las Bases y el colonialismo europeo
La diversidad de su producción tanto durante su vida y principalmente luego de su deceso, fue parte de apropiaciones y de reinterpretaciones parciales e interesadas. Inmediatamente a la batalla de Pavón del año 1861, las clases dominantes porteñas ejercieron un predominio fundamental sobre el conjunto del país y cuestión importante, fueron las encargadas de fundar los principales rasgos de la cultura oficial de la República Argentina. Para el caso de Alberdi, ésta última operación implicó la canonización de algunas de sus obras como son Las Bases, en relación a textos como “Grandes y pequeños hombres del plata” o “Fragmento preliminar al estudio del Derecho”.
No por casualidad, su trabajo más difundido fueron Las Bases. Este texto fue escrito desde Valparaíso, Chile, luego de salir del país en el año 1838 con destino a Montevideo[1]. Su extensa pasadía por el exterior del país, incluyó la ciudad de Montevideo, Europa, Estados Unidos, Rio de Janeiro o Chile. En el año 1837 poco tiempo antes de viajar al extranjero, publicó Fragmento preliminar al Estudio del derecho, realizando varias loas a Juan Manuel Rosas[2] a quien caracterizó como “representante que descansa sobre la buena fe, sobre el corazón del pueblo. Y por pueblo no entendemos aquí a la clase pensadora, la clase propietaria únicamente, sino también la universalidad, la mayoría, la multitud, la plebe (…) no sería el despotismo de un hombre, sino el despotismo de un pueblo” (Alberdi 1920: 36-37).
Pese a las opiniones del Fragmento preliminar, el autor destacó que prefirió salir del país ya que con Juan Manuel de Rosas no hubiera “podido publicar las Bases, en que propuse dar a los extranjeros todos los derechos civiles y sociales del ciudadano extranjero” (Alberdi 1953: 55). El antiimperialismo de Rosas expresado en su negativa a entregar la economía y la administración a las potencias extranjeras, estuvo entre sus motivos principales para autoexiliarse.
Alberdi acompañó las agresiones militares de Francia contra el país de 1838 y según se destacó en los “Apuntes Biográficos” introductorios a la edición de sus Obras Completas, el General Lavalle lo designó secretario de campaña y lo tuvo a su lado “en las entrevistas que diariamente tenía con los marinos franceses” (Alberdi 1886: XXI). Lo mismo haría en el conflicto con Brasil en 1852 y con la contienda frente la escuadra anglo francesa de 1845 y en ambos casos apoyó a al ocupante foráneo. El autor reconoce que en el año 1852 en la antesala de la batalla de Caseros, “Francia iba a abandonar toda esperanza de libertad fluvial en los afluentes del Plata (tratado Lepredour) cuando las provincias argentinas vencieron el americanismo de Buenos Aires (…) las provincias abrieron sus ríos para recibir en su seno la civilización de la Europa” (Alberdi 1964: 56). Bartolomé Mitre, Justo José de Urquiza y el Imperio del Brasil iban a derribar el programa americanista, para entregar la economía argentina a Inglaterra y a Francia.
En el año 1845 Alberdi publicó en el diario El Mercurio un texto a favor de la ocupación anglo francesa. Entre las justificaciones que dio para apoyar al agresor foráneo, estuvo que los ocupantes garantizarían el remplazo de las razas barbarás que seguían a Juan Manuel de Rosas. Manifestó con un dejo de ironía que Buenos Aires y Montevideo “van a tener paz y progreso, al favor de auxilios prestados por ingleses, franceses y brasileiros, en lugar del glorioso apoyo que los hermanos pehuenches, prestan al actual Gobierno de Buenos Aires! (…) gloria eterna al general Rosas, que nunca quiso tratos con ingleses ni franceses; y que siempre que necesitó aliados para apoyar su americano y glorioso sistema, los buscó en las nobilísimas razas que moran en los desiertos más meridionales de América”. Alberdi insistió a lo largo de su obra, en la necesidad de se produzca la ocupación militar a favor de Inglaterra, de Francia o incluso del Imperio Brasileiro, con la finalidad de “ligarse a los pueblos más civilizados de la tierra, para asuntos de civilización y no a los indígenas, como el General Rosas” (Alberdi 1953: 109-110).
Inicialmente, se podría suponer que la notoriedad de Las Bases tuvo que ver con el hecho de que  algunas de sus propuestas integraron la Constitución Nacional de 1853[3]. El argumento es discutible ya que y por ejemplo, en el contexto de su promulgación Buenos Aires desconoció al gobierno nacional de Justo José de Urquiza e inició una etapa secesionista que incluyó la sanción de una constitución propia en 1854. Sin negar la importancia institucional que adquirió con el transcurso del tiempo éste documento, consideramos que hay otras causas más importantes por las cuales una extensa, diversa y polémica producción como la de Alberdi, se presentó ligada meramente a uno de sus trabajos, desconociendo o al menos subestimando a otros.
El texto de Las Bases fue formulado por Alberdi en su estadía en Valparaíso. Durante buena parte del gobierno de Juan Manuel de Rosas, Chile ofició como un ámbito de articulación de la oposición al gobierno argentino. El país trasandino cobijó además de Alberdi, a Domingo Faustino Sarmiento quién publicó El Facundo en el año 1845 con la decisión manifiesta de apoyar a los franceses e ingleses, en la invasión militar a Buenos Aires en las costas del Paraná. En carta a Alberdi del 16 de septiembre de 1852, Sarmiento caracterizó a Las Bases como “la bandera de todos los hombres de corazón”.
Poco tiempo después, ambos intelectuales iniciaron caminos políticos diferentes y enfrentados. El tucumano apoyó a Urquiza y a la Confederación reunida en Santa Fe y Sarmiento estrechó sus vínculos a Bartolomé Mitre y a los unitarios porteños. Si las agresiones militares de Francia o de Inglaterra contra el país en época de Juan Manuel de Rosas los mantuvo unidos, el reparto de poder político interno a la caída del Restaurador de Leyes los distanció crudamente. Entre sus diversas publicaciones acusatorias, Alberdi atribuyó a Sarmiento hacer del “terror” un medio de gobierno y de haber escrito la “teoría del despotismo argentino y del crimen político” (Alberdi 1964: 20 y 24). Su antiguo aliado para derrotar al “tirano Rosas” en alianza con Francia en 1838 o con Brasil en 1852, se había vuelto el representante despótico de la economía porteña y un teórico carente de realidad. Alberdi le cuestionó que había caracterizado como “barbarie” a los obreros rurales o gauchos de la campaña, que eran los legítimos productores de la “riqueza rural, que es toda la riqueza del país” y con la cual se “paga la riqueza manufacturada que la Europa le vende para llevar la vida civilizada y europea” (Alberdi 1964: 26 y 77). El tucumano destacó como una cualidad de las poblaciones rurales y de los “barbaros de las provincias”, la apertura comercial frente a Europa y su vocación de forjar una alianza militar con el extranjero para derribar a Rosas (Alberdi 1964: 56).

Más allá de sus luchas y enfrentamientos, Sarmiento y el Alberdi de Las Bases, conformaron la matriz ideológica oficial del país a la caída de Juan Manuel de Rosas. De manera resumida, a la salida de la batalla de Caseros Alberdi postuló para la organización del país:

·         Un programa liberal en lo económico.
“El liberalismo inglés no impidió el progreso material de Inglaterra y EEUU; y al mismo tiempo cadaveró al León Hispánico (…) lo atrasó; o subdesarrolló como ahora se dice”. Leonardo Castellani

En su estadía en Valparaíso Alberdi ejerció el bufete de abogados, representando a sectores económicos locales y extranjeros. Según un estudio de Juan Pablo Oliver, el texto de Las Bases reunía una serie de editoriales periodísticas de defensa de intereses mercantiles y estaba dirigido a “asegurar a algunos de sus clientes ingleses que alentaban extender sus empresas allende los Andes, determinadas bases o garantías económico - comerciales que les evitaran las obligaciones, cargas, impedimentos estatales” (Oliver 1970: 16).
En el preámbulo a Las Bases de 1852 insistió en su obstinada posición librecambista, al punto de criticar el proteccionismo inicial de los Estados Unidos y de la Francia napoleónica. El autor reconoce que la revolución francesa “desconoció y persiguió la libertad de comercio (…) la convención hizo de las aduanas un arma de guerra, dirigida especialmente contra Inglaterra (…) la industria europea se acostumbró a vivir de protección, de tarifas y prohibiciones” (Alberdi 1928: 41). En relación a los norteamericanos mencionó que habían impulsado la defensa del país contra los extranjeros  adoptando una “política destinada a proteger su industria y su marina contra la concurrencia exterior, por medio de exclusiones y tarifas” (Alberdi 1928: 42). Alberdi destacó que ambos esquemas proteccionistas eran meramente coyunturales y que los países americanos que los habían reproducido cometieron un grave error, que tenía que ser modificado de raíz.
El país debía importar la manufactura extranjera, exportando los productos agropecuarios que demandaba Europa. Además y tema central, la economía de libre mercado era el instrumento ideal para la importación de hombres blancos y anglosajones (inmigración). Alberdi subrayó que si la organización de la población es una ciencia “no es otra cosa que la economía política” (Alberdi 1928: 19).

·         Un proyecto racista y represivo en el plano político.
“En el Plata, como en el resto de América, no hay más que una división del hombre americano: el indígena, es decir salvaje y el europeo de raza y de extracción, que representa la civilización cristiana”. Juan B. Alberdi (1964: 54)

En la edición de Las Bases del año 1873 Alberdi introdujo unas “páginas explicativas” escritas desde París. Allí destacó que “civilizar es poblar” en la medida de que se importen (inmigración) representantes de la “Europa más adelantada en libertad y en industria”. Había que evitar el ingreso de chinos, indios asiáticos, africanos y otomanos ya que “el buen trigo puede nacer del mal trigo, pero no de la cebada (…) poblar puede ser apestar, embrutecer, esclavizar, según que la población trasplantada o inmigrada, en vez de ser civilizada, sea atrasada, pobre, corrompida” (Alberdi 1928: 15). Su descrédito acerca de las posibilidades de desarrollo de los asiáticos, africanos u otomanos, lejos de ser una invención de Alberdi, era una reproducción lineal del neocolonialismo francés y británico. Ambas potencias estaban ocupando militarmente diversas posiciones a lo largo y ancho del planeta y en paralelo a la guerra y el saqueo colonial, fueron organizando una justificación que presentaron como “científica” y “racional”.
Alberdi mencionó que las “coyunturas” proteccionistas de Francia o Estados Unidos,  influyeron en nuestros países y ello conllevó un pernicioso sistema de prohibiciones y de cercenamiento de los derechos a la ciudadanía plena y al comercio sin límites de los extranjeros. En su análisis de las Constituciones de Chile, Perú, Colombia, Méjico o Uruguay mencionó negativamente que no garantizaban el pleno acceso al poder político y económico a los ciudadanos extranjeros. Alberdi reconoció el acierto de Bernardino Rivadavia de no participar del Congreso de Panamá convocado por Bolívar, ya “que favoreciéndolo aniquilaba desde el origen sus miras de inmigración europea y de estrechamiento de este continente con el antiguo”  (Alberdi 1928: 57-58).
Su descreimiento de las capacidades del pueblo americano para alcanzar la civilización, lo condujo a proponer restricciones políticas según origen de clase y de etnia. En “Derecho público Provincial” propuso quelas constituciones que busquen la paz deben encerrar el poder electoral en el pueblo inteligente. El hombre de pueblo ínfimo vende su voto a la demagogia, y sin saber elegir sólo sirve de máquina electoral y de instrumento automático de desorden. Los sectores populares iban intervenir meramente en cuestiones de gestión administrativa, dejando los aspectos políticos restringidos a “condiciones de moralidad, de fortuna y de aptitud, que garanticen pureza”. El voto universal podría ser aplicado meramente a nivel municipal y en ámbitos políticos superiores era necesario elvoto indirectoy calificado (Alberdi 1917: 109-110).

·         Una ideología europeísta y neocolonial en el aspecto cultural.
 Las Bases contienen y difunden una ideología neocolonial, que es la resultante del expansionismo británico y francés a nivel planetario. Como resultado de esta ideología, se organizó un sistema político, económico e institucional favorable a la oligarquía argentina y a las potencias en ascenso en la nueva división mundial del trabajo.
Para Alberdi el camino hacia la civilización tenía que organizarse importando de Europa los hombres que iban a reproducir las leyes, las costumbres o las teorías económicas[4]. Había que suprimir las diversas etnias indígenas y el bagaje de la cultura hispánica criolla, para importar en su lugar la tradición inglesa y francesa civilizada.

Brasil: un gobierno europeo y monárquico administrando directamente la política americana.
En su libro “La monarquía como mejor forma del gobierno de Sudamérica” publicado en 1867, Alberdi argumentó que Brasil disponía de dos características fundamentales del buen gobierno, que eran tener una dirigencia con tradición étnica y racial europea y el hecho de organizarse bajo la forma monárquica. En esa obra destacó que “El Rey de Portugal se trasladó al Brasil y gracias á la actitud que allí tomó, consiguió dejar un trono que salvó la libertad, la independencia y el orden de esa parte del nuevo mundo, con gran ventaja del Portugal mismo que lo ocupó con unos de sus príncipes, se evitó una guerra (…) El Portugal tuvo la sensatez de poner en obra el consejo que el Conde de Aranda diera en vano à Carlos III en un tiempo que América no era todavía responsable de su conducta” (Alberdi 1970: 158).
Según se lee en la cita, Alberdi reivindicó las propuestas del Conde de Aranda que fueron realizadas a Carlos III. El autor destacó que en el año 1783 Aranda le propuso al monarca impulsar la fórmula de “príncipes regentes”, que favorecieran “la independencia completa de América, y su distribución entre los príncipes erigidos en Reyes, con ciertas condiciones remunerativas, compatibles con la independencia entera”. Estos gobernantes tenían que reconocer como emperador y jefe supremo a Carlos III y debían casarse con princesas españolas (Alberdi 1970: 94 y 270).
Según Alberdi, la Argentina había iniciado antes que Brasil la propuesta de formar protectorados europeos de corte monárquico y la proposición del Conde Aranda había sido “aclimatada en Buenos Aires, más temprano que en Brasil (…) En 1814, Belgrano y Rivadavia trajeron por misión à Europa, la negociación del concurso de España è Inglaterra para el establecimiento de una monarquía constitucional en el Plata. El Congreso de Tucumán, tuvo en 1816, la misma idea. La tuvieron los hombres de Buenos Aires en 1819. La tuvo San Martín en 1821 y 1822 en Lima” (Alberdi 1970: 227). La conceptualización que hace Alberdi de José de San Martín[5] a quien define por tener ideas monárquicas, puede ser aceptada. Por el contrario, lejos estuvo el eminente militar de compartir las actitudes políticas del tucumano referidas a la agresión francesa del país. El General héroe de la Independencia nunca apoyó la ocupación militar extranjera, sea de la bandera que fuera. Mientras Alberdi impulsaba entusiastamente a Francia, San Martín le escribió a Rosas desde Grand Bourg el 5 de agosto de 1838, mencionando que estaba al tanto del bloqueo y que era su “deber de americano” defender a la Confederación. El General se ponía voluntariamente a las órdenes del Restaurador de Leyes. Poco tiempo después, San Martín retomaba su correspondencia con Rosas y en el mes de junio del año 1839 le escribió irritado que “lo que no puedo concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar a su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de dominación española”. Oponiéndose a la nueva agresión inglesa y francesa de 1845, carteó al mandatario argentino en enero de 1846 sosteniendo que pese a su mal estado de salud, “me hubiera sido muy lisonjero poder nuevamente ofrecer mis servicios (como lo hice a usted en el primer bloqueo por la Francia) servicios que aunque conozco sería inútiles, sin embargo demostrarías que en la injustísima agresión y abuso de la fuerza de la Inglaterra y Francia contra nuestro país, éste tenía aún un viejo defensor de su honra y su independencia” (Chávez 1991).   

La monarquía en Sudamérica
En “La monarquía como mejor forma del gobierno de Sudamérica”, el autor se propuso reivindicar ese sistema sobre otras experiencias como eran la república y el federalismo. Tal cual manifestó Juan Pablo Oliver en el Estudio Preliminar a ese trabajo, Alberdi estaba influenciado por el drama que conllevaron los enfrentamientos anárquicos producidos en Argentina, en Colombia, en Chile o también aquel desatado como producto de la guerra civil de los Estados Unidos.
Al descreimiento de las capacidades de la republica de garantizar el orden, Alberdi le sumó una potencial “ayuda” e intervención de las monarquías extranjeras. Oliver destacó que el tucumano viajó por Europa entre 1855 y 1864 entablando relaciones con las Cortes y fue “recibido por Napoleón III, la Reina Victoria de Inglaterra, Isabel II de España, S. S. Pío Nono, soberanos que constituían “la Civilización” por antonomasia” (Oliver 1970: 28). Alberdi argumentó que la monarquía europea iba a generar condiciones para el orden y la estabilidad, cuestiones necesarias para construir la “civilización” en América.  
Alberdi sostiene que la instalación de la Corona Portuguesa en Sudamérica había evitado la guerra que caracterizó a las independencias españolas y consolidó un sistema de gobierno estable y “El Brasil ha debido á la monarquía lo que nosotros no hemos podido obtener de la república (…) el Paraguay, como el Brasil, completó su independencia sin revolución, ni guerra” (Alberdi 1970: 193 y 508).
El tucumano citó como antecedentes americanos de monarquías a México, a Brasil, a Cuba, a Puerto Rico, a las Antillas o la Guayana (francesa, inglesa y holandesa). Un caso particular, es la inclusión que hizo el autor de las islas Malvinas como “países monárquicos”, dando por hecho la ilegal ocupación colonial británica (Alberdi 1970: 261).
La mención a México como un antecedente monárquico a tener en cuenta, es emblemática de la ideología geopolítica del autor. Aduciendo una deuda impaga, México había sido agredido militarmente en el año 1862 por una alianza entre Inglaterra, España y Francia. En dicho contexto, Napoleón III coronó a Maximiliano de Habsburgo como monarca del país y según Alberdi “la campaña de la Francia en Méjico, puede merecer todos los reproches; pero es justo que reconozcan que no es guerra de conquista por la Europa, no es una lucha de independencia por parte de América, como se pretende por un sofisma natural (…) una intervención de la Europa que tuviera por resultado fortificar los gobiernos de América y poner fin á la vida de revoluciones, que lleva ya cincuenta años continuos, no podrá dejar de ser un beneficio (…) Méjico recibe su regeneración de un poder europeo” (Alberdi 1970: 129, 405 y 508).
Según argumenta Juan Pablo Oliver, en los años sesenta al momento de publicar esta obra, Alberdi tenía la intención de coronar un emperador francés en la Argentina. Su férrea defensa de la monarquía a la que inscribió como parte de los programas de San Martín, Bolívar o Manuel Belgrano, tenía que servir como punta de lanza para iniciar un protectorado extranjero, ya que el tucumano sostuvo que si “Napoleón I libró á Sud América de su antiguo gobierno: á Napoleón III toca ayudarle á darse el gobierno independiente”  (Alberdi 1970: 263).
A diferencia del tratamiento favorable del colonialismo de Inglaterra y Francia, en 1867 definió a la actitud expansiva de Portugal como “enfermiza”, cuestión que también aplicó a su réplica brasileña. Las agresiones del Imperio a sus vecinos los desacreditaban y ello implicó debilitar la posibilidad de replicar las monarquías en toda América. Brasil contribuía “como la antigua monarquía española á desacreditar la buena monarquía constitucional. Los brasileros son los yankees negros de la República Argentina; un amago á su integridad, como los Estados Unidos a Méjico” (Alberdi 1970: 238-239).

La expansión territorial del Brasil
“El Brasil es y será para los Estados de origen español, en América, lo que fue la corona de Portugal para con la corona de España, cuando los dividía, no el principio político, sino la aspiración á extender los límites de su imperio respectivo en el suelo americano”. J. B. Alberdi (1970: 481).

Alberdi destacó que la relación entre Brasil y nuestro país había sido de rivalidad e incluyó disputas políticas, diplomáticas y enfrentamientos militares. El autor mencionó que “el Virreinato de Buenos Aires fue constituido por España para contener las usurpaciones portuguesas” (Alberdi 1946: 40). Buena parte de estas contiendas, habían consolidando un sentimiento que Alberdi denominó una “antipatía tradicional, entre las familias española y portuguesa” (Alberdi 1970: 238).
Alberdi analizó la geopolítica de Brasil en la Cuenca del Plata con mayor objetividad y menor parcialidad que lo realizado sobre los intereses ingleses y franceses. En “El Brasil ante la democracia de América”, el autor argumentó que ese país mantuvo siempre vivo su intento de extender las fronteras por la vía militar o diplomática. El Imperio del Brasil luchaba por apropiarse de la tierra, los ríos navegables, los bienes materiales y los hombres blancos de las ex colonias españolas.


lunes, 1 de febrero de 2016

El macrismo, etapa superior del neoliberalismo

Aritz Recalde, febrero 2016

La restauración conservadora
CAMBIEMOS no solamente impulsa un nuevo tipo de gobierno, sino que se propone destruir el Estado empresario y de bienestar, para retrotraerlo al esquema anterior al año 2003. El PRO y la UCR plantean modificar sustancialmente el modelo de desarrollo nacional de la última década. Los ejes centrales de su propuesta consisten en lo siguiente:
1-      Destinar los recursos del conjunto del país a las arcas de la oligarquía terrateniente y de las grandes cerealeras.
La megadevaluación del peso y la reducción de las retenciones a las exportaciones de granos, implicaron una inmensa transferencia de recursos hacia los grandes grupos agrarios. Para la mayoría de los argentinos, ambas decisiones trajeron aparejadas la reducción sustancial de su poder de compra como resultado de la inflación.
2-      Transferir el ahorro nacional  y las empresas públicas al capital trasnacional y a los grupos económicos concentrados.
Sus operadores ya iniciaron el círculo de la especulación financiera, reiterando el ciclo del oneroso endeudamiento inaugurado en el año 1976 y profundizado a la vuelta de la democracia. 
3-      Sustituir a la pequeña y mediana empresa nacional por el trabajo extranjero.
Desde CAMBIEMOS hicieron pública la eliminación de diversas medidas protectoras de la industria, favoreciendo las importaciones de los excedentes de la producción mundial. Con el pretexto de “bajar precios”, el gobierno anunció el ingreso de diversos productos extranjeros, descomprimiendo el desempleo y los superávit comerciales de las potencias. No se proponen interpelar a los formadores oligopólicos de precios, sino simplemente beneficiar a los grupos económicos foráneos que los llevaron al poder y a sus aliados de las grandes corporaciones internas que los financian.

4-      Disminuir la participación de los trabajadores en la distribución de la renta nacional.

La política de desempleo es un medio, no un fin en sí mismo
En la ideología neoliberal de CAMBIEMOS el trabajador es un mero costo en lo económico y un enemigo potencial en el terreno político.
Por el contrario, para el nacionalismo popular, el obrero es el centro del dispositivo político y las acciones gobierno están centradas en su emancipación social, cultural y política. En línea con la doctrina social de la iglesia y con los movimientos socialistas o humanistas, el trabajo es conceptualizado como un derecho fundamental y como un medio de realización humana individual, familiar y colectiva.
Con la finalidad de alcanzar los cuatro objetivos mencionados, CAMBIEMOS diagramó una “política de empleo” que no es un fin en sí mismo, sino un “medio” para beneficiar el programa de país dependiente de las clases dominantes. Tanto a nivel nacional, como en los ámbitos de gestión de gobierno provincial (Jujuy o Mendoza) y municipal (La Plata, Quilmes o Morón) aplican programas de despidos masivos y arbitrarios. En paralelo a la disminución de empleos estatales, están favoreciendo la expulsión de obreros del sector privado.  Bajando el nivel de empleo, las clases dominantes se proponen:
I-       Crear una masa de trabajadores sobrantes que les permitan disminuir salarios (“ejército industrial de reserva”). 
A diferencia del periodo 2003-15, actualmente el gobierno nacional apoya a las patronales en sus políticas de reducción de puestos de trabajo. Van a revertir las políticas laborales iniciadas en 2003, que redujeron considerablemente el desempleo y vía subsidios universales, paritarias y regulaciones (consejo del salario y leyes protectoras) mantuvieron el piso del salario mínimo.
II-     Debilitar al sindicalismo reduciendo el número de sus afiliados. 

III-   Eliminar la pluralidad de opiniones existente dentro del Estado y de las empresas privadas. CAMBIEMOS conduce al desempleo a miles de trabajadores y busca instaurar un discurso único aplicando:
a-     una política del “temor al despido” como factor disuasorio.  
b-     la represión a manifestantes y el encarcelamiento de dirigentes sociales.
c-      el silenciamiento mediático y la complicidad judicial.

La reinstauración de la Argentina dependiente
La situación económica de la región no es muy favorable y nuestro principal aliado comercial Brasil, no parece salir de la recesión en el corto plazo. Las cifras de crecimiento de EUA, China y Europa tampoco son las más auspiciosas. En este contexto, era de esperar el impulso a una política pública de apoyo al mercado interno, manteniendo los ingresos de los trabajadores y el consumo popular. Al aplicar la política de ajuste y de transferencia de recursos a los grupos concentrados, CAMBIEMOS conduce al país a la recesión económica y a la destrucción de la producción y el empleo.
Nuevamente como en los años noventa, el sufrimiento de las familias argentinas va a garantizar el nivel de vida de las potencias extranjeras y de los financistas internacionales.
El país corre el riesgo de perder una generación de trabajadores capacitados técnicamente, profundizando nuestra condición económica y científica dependiente.

Una vez derrotada la clase trabajadora y debilitado el empresariado argentino, los grandes grupos económicos locales y extranjeros van a poder apropiarse plenamente de la riqueza nacional.



sábado, 2 de enero de 2016

CAMBIEMOS al gobierno, las corporaciones al poder

Aritz Recalde, enero 2016

Mauricio Macri organizó un gabinete nacional con diversos representantes de las corporaciones trasnacionales. Tal cual vamos a mencionar a continuación, no fue el primero en la historia nacional y todo indicaría que su programa de gobierno aplicará las mismas políticas que los casos analizados.

Los representantes de las corporaciones al poder
“Con los monopolios sucede que cuando les cierran la puerta entran por la ventana, y cuando un gobierno les abre puertas y ventanas, cunde una política de saqueo y banalidad irresistible. La industria argentina y la empresa de capital estatal quedaron atrapadas por una pinza inflexible formada por el gobierno y los monopolios”. Rogelio García Lupo (1975: 67)

En su libro Política británica en el Rio de La Palta, Raúl Scalabrini Ortiz destacó que en la historia de la Argentina existieron una política “visible” y otra que caracterizó como “invisible”. En el siglo XIX y principios del XX, esta última la ejercían Inglaterra y sus aliados internos, quienes controlaban puertos, servicios públicos, bancos, la tierra productiva y las instituciones culturales como la prensa o la universidad. Como resultado de esta política, el Estado era conducido por una minoría al servicio de intereses empresarios. Estas elites propugnaron como referente al “abogado de empresas extranjeras, es decir, justamente el tipo que los ingleses han querido imponer al país (…) la política invisible de la penetración capitalista había dado resultados óptimos” (Scalabrini 2004: 126-127).
Impedidos de alcanzar plenamente el gobierno por la oposición democrática y popular que les efectuó Hipólito Yrigoyen, los grupos económicos agitaron la dictadura de 1930. Caído el presidente, las corporaciones manejaron lugares centrales de gabinete nacional.  Por citar algunos casos, el titular de la cartera de Interior Matías Sánchez Sorondo era abogado de la petrolera estándar Oil; en Agricultura asumió Horacio Beccar Varela que tenía participación en la empresa La Plata Cereal y en Firestone, entre otras; el canciller Ernesto Bosch fue presidente de la Sociedad Rural Argentina (Galasso 2011, T II: 196).
Durante los años treinta la fusión entre la gestión pública y las corporaciones se profundizó en un contexto de crisis económica, desigualdad social, violencia política y fraude electoral, cuestión que llevó a José Luis Torres a nominar la etapa como “la década infame”.  En su obra Algunas maneras de vender la Patria, Torres denunció que “ha venido afirmándose cada vez más, con el transcurso del tiempo, el control de Bemberg sobre la conducta de los gobiernos argentinos en el manejo de los intereses económicos del pueblo”. El autor destacó que el asesor de empresas británicas  y mandatario electo en septiembre del año 1937, Roberto Marcelino Ortiz, “designó al doctor Pedro Groppo, Ministro de Hacienda de La Nación, ascendiéndolo así de jerarquía política, para llevarlo al sitial que ocupara años antes el doctor Federico Pinedo. Un contratante de Bemberg remplazaba a otro contratante de Bemberg en el manejo de las finanzas argentinas” (Torres 1973: 75).
En el año 1958 en su libro los Vendepatria, Juan Perón sostuvo que “entre los veinte millones de habitantes que tiene el país, el Gobierno de facto tuvo entonces dificultades para obtener algunos ministros que no hubieran sido o fuesen en ese momento, abogados, asesores o agentes de las grandes empresas extranjeras. Basta enumerar los nombres de Bunge, Ygartúa, Martínez, Morixe, Lauracena, Blanco, Cueto Rúa, Krieger Vasena, etc., para poder asociar poderosos consorcios o grupos de intereses foráneos”. El ex presidente denunció que el gabinete estaba “integrado por agentes de Bunge y Born, Benberg Ansec, Chade, Bovril, Estándar Oil, Texas Oil o algún banco extranjero” (Perón 2006: 17). En ese mismo libro, Perón enumeró en una lista de 16 funcionarios de la dictadura detallando los cargos que cumplieron y que ejercían en los grupos económicos concentrados. El ex mandatario aseveró que estos administradores de gobierno defendían los intereses de las empresas y no los públicos y “responden ciegamente a todo cuanto se les ordene desde distintos directorios” (Perón 2006: 80). Con exactitud, Arturo Jauretche denominó a la etapa abierta en el año 1955 como un “retorno al coloniaje”, a partir del cual las corporaciones se apropiarían de los recursos de la Nación a costa de bajar el nivel de vida de los trabajadores y de destruir la industria argentina importando las manufacturas del extranjero . 
La dictadura de Juan Carlos Onganía iniciada en 1966 profundizó la política que mencionaron Scalabrini Ortiz, Torres y Perón. Inicialmente, en el área de economía asumió Jorge Salimei del grupo SASETRU quien según Rogelio García Lupo estaba “ligado directamente con Europa a través del mercado de oleaginosas de Rotterdam” (García Lupo 1975: 24). Dirigentes de la oligarquía terrateniente ocuparon lugares centrales de gobierno, como es el caso de Tomás de Anchorena nombrado Subsecretario de Agricultura  (Galasso 2011, T II: 424).
Con Onganía adquirieron celebridad dos figuras emblemáticas de la “tecnocracia” que fundaron escuela: Álvaro Alsogaray y Krieger Vasena. Álvaro Alsogaray ejerció tareas en la cartera de economía ya desde la dictadura de 1955. Se desempeñó como ministro de Arturo Frondizi en su etapa liberal y fue embajador en los EUA tras el golpe de Estado de 1966. Algunas décadas después siendo titular de la Unión del Centro Democrático (UCeDé), asesoró a Carlos Menem para la destrucción del aparato del Estado y la apertura comercial de los años noventa. Vasena desplazó a Salimei y según García Lupo, ello se debió a la presión de los intereses norteamericanos que se impusieron sobre los europeos. Vasena fue “uno de los hombres más importantes del capital monopolista internacional en argentina (…) su nombre aparece en un número elevado de sociedades anónimas” (García Lupo 1985: 132-138). Con Alsogaray o con Vasena “el gran capital internacional y los monopolios mundiales operan a través de hombres de confianza, identificados ideológicamente con ellos antes que comprados por dinero (…) los agentes bancarios y los directores de las compañías anónimas vuelcan sobre sus cuadros de la burocracia estatal a sus emprendedores, brillantes y eficientes ejecutivos. Son casi perfectos: al servir al gran capital y a los monopolios lo hacen con el corazón alegre y la frente alta. Están satisfechos de servir a la patria universal del dinero” (García Lupo 1975: 39 y 42). En el plano militar “los generales y almirantes que van a parar a los consorcios monopolistas extranjeros, no hacen sino respaldar con su presencia en ellos la transferencia del capital nacional, privado y estatal, a aquellos monopolios” (García Lupo 1975: 164). En su libro Contra la ocupación extranjera, García Lupo denominó esta fusión entre el Estado, el gobierno y las empresas extranjeras como “la dictadura de los banqueros”, el “gobierno de los monopolios”  y la “hora del saqueo”. 
La saga de los empresarios en el poder, se continuó con la dictadura de 1976 que organizó un gabinete con personeros como José Martínez de Hoz ligado al Chase Manhattan o el grupo Rockefeller; y con Walter Klien, representante del Banco de Boston y de Bunge Born.
Domingo F. Cavallo  es un caso paradigmático de cómo transformar las riquezas públicas, en negocios privados. Cavallo fue Subsecretario del Interior en la dictadura de 1976 y durante el mismo gobierno, ocupó el cargo de presidente del Banco Central. Él, conjuntamente a otros funcionarios como Lorenzo Singaut, Roberto Alleman o José María Dagnino Pastore, fueron los artífices de los seguros de cambio y otras acciones de política económica, que permitieron transferir al conjunto de la sociedad argentina la deuda de las grandes empresas . Entre los beneficiarios directos del gobierno militar, estaban el grupo Macri (SOCMA), Loma Negra, Bunge Born, Pérez Compac, Shell o Papel Prensa (Basualdo 2006: 174-191) (Olmos 2004) (Galaso 2003) (Verbitsky H. y Bohoslavsky J.P. 2013). El grupo Macri tuvo el privilegio de aumentar su patrimonio de 7 empresas en 1973, a 47 en 1983 (Galasso 2011: 522). El balance económico de la gestión de estos miembros “ilustres” de las empresas trasnacionales, fue el aumento inusitado de la deuda externa, la desindustrialización, el estancamiento productivo, el desempleo, la concentración económica y la extranjerización de nuestras empresas.
Desde el año 1989 Carlos Menem y Fernando De La Rúa desarrollaron una política en la cual los grupos económicos concentrados y sus representantes, adquirieron una centralidad inusitada para diagramar la política pública. Menem por recomendación del empresario Franco Macri, designó al delegado de Bunge Born, Miguel Roig, en el ministerio de economía. Por temas de salud renunció éste último y asumió otro Bunge Born: Néstor Rapanelli. Franco Macri también estuvo entre quienes propusieron al Presidente a Domingo F. Cavallo, en remplazo de Erman González.  Atendiendo que su grupo empresario se estaba enriqueciendo y ensanchando “achicando” el Estado, no es casualidad que Mauricio Macri se autodefinió con orgullo y en diversas oportunidades, como “supermenemista”.
Durante los años noventa, los representantes del capital trasnacional en el gobierno le transfirieron a sus verdaderos jefes de los grupos económicos, el ahorro nacional y las empresas del Estado.
En el año 1955 la Argentina había alcanzado pleno empleo, la economía era sólida, no tenía deuda externa y el pueblo estaba socialmente emancipado y accedía a servicios públicos gratuitos y de calidad en salud, educación y esparcimiento. En el año 2002 y luego de que el Estado fue manejado por los representantes de las empresas extranjeras y de la oligarquía, la deuda externa aumentó a 142.000 millones de dólares, el desempleo al 24%, la indigencia al 27% y la pobreza al tenebroso 54 %. El pueblo argentino tuvo conciencia del vaciamiento al que fue sometido el país en el año 2001 y salió a la calle a pedir que se “vayan todos y no quede ni uno sólo”.

CAMBIEMOS representantes del pueblo por corporaciones
Mauricio Macri y CAMBIEMOS le entregaron el gobierno a las corporaciones. Solamente por mencionar algunos casos, el ministro de energía Juan José Aranguren es un representante de Shell. El ministro de agricultura Ricardo Buryaile es delegado de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). El ministro de economía Alfonso Prat Gay, es un hombre ligado al Banco JP Morgan y del conglomerado Loma Negra. Carlos Melconian que dirige el Banco Nación, durante la gestión de Menem acompañó el lavado de deuda de los grupos económicos. Federico Sturzenegger está procesado por el Megacanje, considerado una estafa contra el país que dejó millones en dividendos para los intermediarios y aumentó la deuda en miles de millones de dólares. En la Unidad de Información Financiera (UFI) Macri propone a Mariano Federici, quien trabaja en el Fondo Monetario Internacional y que está defendiendo a empresas en litigios contra la misma UFI . En transporte designó al empresario Guillermo Dietrich y en Aerolíneas Argentinas a Isela Costantini, empleada de General Motors. En producción nombró a Francisco Cabrera, ex HSBC, Máxima AFJP y Diario La Nación. Susana Malcorra está a cargo de Cancillería, habiendo sido funcionaria de TELECOM luego de la privatización de ENTEL. Andrés Ibarra fue nombrado en el ministerio de modernización y formó parte de las empresas del grupo Macri (Sideco S.A, Autopistas del Sol o Correo Argentino).
Los dirigentes de CAMBIEMOS no son nuevos en política, sino que varios de ellos ocuparon cargos en la gestión neoliberal de la UCR o el Partido Justicialista. Trabajaron con De La Rua Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Federico Sturzenegger u Oscar Aguad, entre otros. Rogelio Frigerio (ministro del interior de CAMBIEMOS) fue Secretario de Programación Económica durante la gestión menemista del ministro Roque Fernández. En general, estos dirigentes están o estuvieron ligados a casos de corrupción, a las privatizaciones y a los ajustes contra los trabajadores. Por ejemplo, Sturzenegger sigue procesado judicialmente en la estafa del Megacanje  y Patricia Bullrich implementó el ajuste del 13 % a los empleados públicos con Fernando De La Rua. Fernando Niembro debió bajar su candidatura en Buenos Aires por recibir prebendas del gobierno de la Ciudad y el “amigo de Mauricio” Nicolás Caputo, quedó involucrado en grandes negocios con la obra pública siendo asesor del Jefe de Gobierno.
Si se analizan la ideología y trayectoria laboral y partidaria de los funcionarios y sus vinculaciones empresarias, es de suponer que desanden el núcleo fundamental del Estado social y empresario iniciado en 2003. El gabinete reúne a privatizadores, a lobistas de la oligarquía terrateniente, a representantes de las petroleras internacionales y las AFJP y a miembros de grupos financieros que acrecentaron la deuda externa y el endeudamiento del país. El grupo Macri se enriqueció con el desguace del Estado y ahora está en condiciones de profundizar su fortuna a costa del ahorro nacional de todos los argentinos.

La justificación: es bueno que gato cuide las sardinas
La articulación entre el poder económico y la gestión pública que describimos, encontró en sus beneficiarios una justificación permanente. Buena parte de esta ideología, se organizó en fundaciones, en ONG o en las universidades. Para poder actuar con total impunidad, las corporaciones crearon ámbitos de educación de sus dirigentes de gobierno y conformaron un discurso para justificarse frente a la opinión pública. En el siglo pasado, erigieron el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA, año 1979), la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL , año 1964) o la Fundación Mediterránea iniciada (año 1977) (Basualdo 2002: 32-33) (Verbitsky H. y Bohoslavsky J.P. 2013: 57). Continuando la tradición neoliberal, actualmente los funcionarios del macrismo intervienen en la Fundación Pensar, la Fundación Libertad o la Fundación de Análisis y Estudios Sociales (FAES), en las cuales reúnen a referentes de la derecha mundial.
El discurso del neoliberalismo de CAMBIEMOS se sostiene en base algunos supuestos fundamentales:
-           Primero. Una buena gestión de gobierno es aquella que escinde la lucha por el poder (la política), de la toma de decisiones que son imparciales (acciones técnicas). En dicho supuesto, no existiría un contenido de clase en las políticas del Estado. Por el contrario, acusan a sus adversarios electorales de querer “dividir” la sociedad y de “inventar” adversarios que no existirían. La teórica desaparición de los intereses de clase o de facción que representan, les permite construir un relato de una sociedad del diálogo y el consenso.   
-           Segundo. Si el funcionario es hábil para acumular riqueza individual y acrecentar poder en la actividad privada, debería serlo también en la gestión pública. Si el dirigente político es rico y exitoso en su empresa o con su pareja, debería conducir al Estado con eficiencia.
-           Tercero. El desarrollo del país es sinónimo del crecimiento de las grandes empresas multinacionales. Las corporaciones requerirían mayores niveles de rentabilidad para invertir y es por ello, que los trabajadores no pueden hablar de distribución del ingreso, siendo una categoría “populista” o “demagógica”.
-           Cuarto. El Estado es mal administrador y hay que privatizarlo en el mediano plazo. En el corto, hay que entregarle su control a las empresas trasnacionales.

A lo largo de la historia, el primer razonamiento se mostró falaz y en nombre de la técnica neutral, el gobierno benefició a los factores de poder concentrado que detentaron el mando de la política. Se achicó el Estado, para enriqueces empresas y gobiernos foráneos. El segundo enunciado es de dudosa comprobación histórica. Primero, por el hecho de que en muchos casos la acumulación privada de los funcionarios se realizó estafando al Estado (riqueza pública). Además, ello supone un planteo darwinista que sostiene que el interés privado es un motor de desarrollo y de estabilidad social. Por el contrario, los poderosos al mando del Estado se apropiaron vorazmente del trabajo nacional y fueron los artífices del vaciamiento y el subdesarrollo del país. La crisis de año 2001 es el reflejo más claro de lo que puede ocurrir exacerbando la acumulación desenfrenada de la riqueza y la desigualdad,  ya que y tal cual destacó Perón, estos dirigentes “responden ciegamente a todo cuanto se les ordene desde distintos directorios”. Asimismo y lejos del método del “diálogo”, los representantes de los grupos económicos reprimieron de manera violenta a sus adversarios sindicales, culturales o políticos tanto en dictadura, como en democracia. El tercer punto nos retrotrae a la “teoría del derrame” de los años noventa, que en nombre del crecimiento económico permitió la fuga de capitales y la sobreexplotación del obrero, que perdió todos los derechos laborales. Este supuesto permite a los grupos concentrados aumentar la desigualdad existente y bloquear reclamos sindicales. El discurso del punto cuatro, le garantizó a los grupos económicos que hoy manejan el país con CAMBIEMOS, quedarse con el ahorro nacional y con las empresas públicas. Como resultado de esa ideología, actualmente los trabajadores y empresarios nacionales podrían perder el ANSES, los ahorros del Banco Nación, la infraestructura tecnológica, YPF  y el conjunto de leyes protectoras de la industria y la producción nacional.   
Algunas de las empresas que hoy gobiernan la Argentina por decisión de CAMBIEMOS, integran los gabinetes de los grupos económicos responsables de la crisis económica mundial. Destruyeron la Argentina y también acompañaron el desastre social y económico internacional del cual estamos siendo parte. Son momentos para fortalecer la memoria y recordar quiénes efectivamente son las personas que nos gobiernan y qué alcance pueden tener sus acciones. En su defecto, se va a repetir una constante en la historia nacional: un gobierno industrializa y distribuye el ingreso, para que otro venga luego y lo destruya y acentúe la desigualdad social. No hay que olvidar las palabras de Ringo Bonavena quien manifestó que “la experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado”.

Textos citados
Basualdo Eduardo  (2002) Sistema político y modelo de acumulación, UNQ, Buenos Aires.
                                   (2006) Estudios de historia económica argentina, siglo XXI, Buenos Aires.
Galasso Norberto   (2003) De la banca Baring al FMI, Colihue, Buenos Aires.
(2011) Historia de la argentina, TII, Colihue, Buenos Aires.
García Lupo Rogelio (1975) Contra la ocupación extranjera, FC, Buenos Aires.
(1985) Mercenarios y Monopolios en la Argentina, Legasa, Buenos Aires.
Olmos Alejandro   (2004) La deuda externa, Peña Lillo, Buenos Aires.
Perón Juan D.      (2006) Los Vende Patria, INJDP, Buenos Aires.
                         (2006-b) Del Poder al exilio. Cómo y quienes me derrocaron, INJDP, Buenos Aires.
Scalabrini Ortiz     (2004) Política británica en el Rio de La Plata, Plus Ultra, Buenos Aires.
                          (2009) Cuatro verdades sobre nuestra crisis, Lacelot, Buenos Aires.
Torres José L.       (1973) Algunas maneras de vender a la patria, Freeland, Buenos Aires.

Verbitsky H. Y Bohoslavky J. P (2013) Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires.

domingo, 13 de diciembre de 2015

60 AÑOS DEL “EL PLAN PREBISCH, RETORNO AL COLONIAJE” DE ARTURO JAURETCHE

CUADERNO DE TRABAJO N° 18 DEL CENTRO DE ESTUDIOS JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI

 ARITZ RECALDE
DICIEMBRE DE 2015
 “La enorme masa de obreros y empleados tendrá que ajustar el cinturón a fin de salvar el país de una catástrofe que sólo existe en la inventiva de Prebisch”. Arturo Jauretche

“El doctor Raúl Prebisch (…) empuñaba el cetro del comando en la gerencia del Banco Central durante el desarrollo de esa tragedia nacional ocurrida en el decenio 1930 – 1940, en el que la inteligencia política británica nos hundió sin contemplaciones en la ciénaga sin horizontes de una factoría, con una red de leyes consecutivas complementarias y coincidentes en su objetivo de cercenar las posibilidades argentinas de autonomía y orientar las subsistencias en el mejor servicio de las conveniencias británicas (…) no retaceamos los méritos técnicos, ni la amplitud de conocimientos ni la ductilidad de inteligencia del autor (…) la técnica es un arma de la política  y el problema es saber lo antes posible quien va a empuñar el arma y a quién se va a apuntar”. Juan D. Perón (1958: 129-130)


En el mes de diciembre del año 1955 se publicó la primera edición del Plan Prebisch, retorno al coloniaje. El libro es un estudio crítico y sistemático del Informe Económico elaborado por el economista de la CEPAL Raúl Prebisch, por recomendación expresa de la dictadura iniciada en el año 1955.
En la óptica de Arturo Jauretche, la dictadura cívico militar encabezada por Eduardo Lonardi tenía por finalidad fundamental “encubrir una contrarrevolución económica y social”. La violencia militar había permitido que las fuerzas políticas derrotadas en las urnas desde el año 1946, vuelvan al gobierno y con ellos “los viejos equipos del país colonial que habían quedado marginados en 1945 (…) quisieron restaurar un país ya perimido y borrar todo lo que diferenciaba su presente del pasado” (Jauretche 1974: 13).
El programa económico de Prebisch y de los grupos que organizaron el golpe de Estado consistía en lo siguiente:
-       Transferir al sector agropecuario una mayor parte del ingreso nacional, por intermedio aumentar sus precios (devaluación monetaria y liberar controles de precios), abrir importaciones, desregular las exportaciones (desandar el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio o IAPI) y congelar salarios. Eliminados los controles del Estado la riqueza iba pasar de “las clases populares al sector de los terratenientes y de los exportadores” (Jauretche 1974: 110).  Este asunto fue retomado por el autor en un artículo en la revista Que del año 1957. Jauretche insistió que al destruir el IAPI los consorcios Bunge y Born y Dreyfus tomaban directamente el monopolio del comercio de granos haciendo un “nuevo intervencionismo donde el Estado no interviene (…) el intervencionismo se dirige desde fuera” (Jauretche 1957: 363).
-       Otorgar mayor poder al capital extranjero y adquirir onerosos empréstitos (endeudamiento). El autor entiende que nos iremos “hipotecando con el fin de permitir que falsos inversores de capital puedan remitir sus beneficios al exterior” (Jauretche 1974: 134). 
-       Reducir la inflación bajando el nivel de la ocupación obrera y del consumo popular.

Jauretche destacó que el Informe de Prebisch tenía deficiencias en la interpretación de datos y manejaba fuentes erróneas. La finalidad del trabajo era presentar una Argentina quebrada e inviable económicamente, como resultado de una década de gobierno peronista y “según Prebisch, nuestro país atraviesa por la crisis más aguda de su desarrollo económico” (Jauretche 1974: 22).

La severidad del diagnostico del economista, fue utilizada por la dictadura para modificar las estructuras de gobierno nacional y retrotraer la distribución de la riqueza al país pre peronista.


Situación de la economía del gobierno peronista
“En economía no hay nada misterioso ni inaccesible al entendimiento del hombre de la calle. Si hay misterio, reside él en el oculto propósito que pueden perseguir el economista y que no es otro que la disimulación del interés concreto a que se sirve”. Arturo Jauretche

Jauretche analizó la situación de la economía argentina de la década peronista e indicó que en el año 1952 el crecimiento se detuvo como resultado de la sequía y de un contexto mundial caracterizado por el deterioro de los términos de intercambio de nuestros recursos exportables.
Jauretche presentó cifras estadísticas que reflejaban que desde “1953 se observa una recuperación que lleva a la renta cerca de los niveles del año 1951, tendencia que adquiere proporciones destacables en el año 1954 que supera ampliamente todos los registros anteriores” (Jauretche 1974: 25). En particular, el autor destaca que aumentaron la ocupación, los volúmenes de producción industrial, el comercio minorista y la construcción, cuestión que se reflejó directamente en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. Pese a esta realidad contrastable para las mayoría de los argentinos, Prebisch sostenía que el país estaba quebrado y es “aquí donde el hombre de la calle comienza a sospechar (…) tenía recuerdo vago de las crisis anteriores, con sus cuadros de desocupación de miseria popular y se creía ahora en el mejor de los mundos”  (Jauretche 1974: 22).
Jauretche destacó que pese al negativo diagnostico del autor del Informe, desde el año 1948 al 1955 ingresaron al país 700.000 inmigrantes que se insertaron a la industria y “es así como la Argentina vuelve a crecer aceleradamente, después de un período de estancamiento demográfico” (Jauretche 1974: 75). A diferencia del Informe, Jauretche concluye que “el pueblo vive mejor y consume más, no a costa de la descapitalización y del endeudamiento nacional, sino merced a la limitación del derroche y del lujo de las clases parasitarias” (Jauretche 1974: 98).


Para justificar su diagnostico pesimista, Prebisch introdujo las variables de análisis “divisas”, “transporte”, “energía”, situación del “agro y la industria”, “deuda pública” e “inflación”. 

Desarrollo nacional o desintegración

  Aritz Recalde, julio 2025    Ser o no ser Nación, esa es la cuestión El tiempo actual nos enfrenta a todos los argentinos a un dilem...