sábado, 15 de junio de 2024

Arturo Jauretche, el pensador nacional

 Aritz Recalde, junio 2024

“Yo soy un hombre de trabajo

y muy tranquilo en la paz,

pero estimo el deber más

que la paz que a mí me gusta:

por eso a una causa justa

no le he fallado jamás”.

Arturo Jauretche

 

En su importante obra escrita en libros y textos periodísticos, Arturo Jauretche abordó una diversidad de temas económicos, sociológicos, culturales, geopolíticos e históricos.

En sus investigaciones y ensayos se propuso identificar el ser nacional con una finalidad eminentemente política. Su objetivo era el de conocer el ADN cultural e identitario del pueblo, con el fin de formular las bases de un programa de desarrollo nacional.     

En el presente texto vamos a resumir algunos de los temas y de las perspectivas de análisis de Jauretche, sin ánimo de agotar su obra e ideario que son sumamente extensos. Nos vamos a referir, centralmente, a aquellas cuestiones a las que consideró que eran fundamentales para construir la soberanía nacional.

El analista político: la elite argentina vista sociológicamente

En el libro El Medio Pelo en la sociedad argentina (1966) Arturo Jauretche realizó un análisis sociológico de las elites de nuestro país. Desarrolló la hipótesis de que el país carecía de un grupo directriz, ya que esa función no la cumplían los empresarios rurales e industriales y tampoco los sectores medios.

En el Medio Pelo describió la dinámica a partir de la que se organizó nuestra estratificación social. Analizó como en el siglo XIX surgió la nueva burguesía porteña dedicada al comercio y a las labores de la hacienda rural. Este proceso fue conformando una nueva clase alta que controló los factores económicos y que construyó un estatus cultural diferencial con el pueblo. Con este último objetivo, dichos grupos formaron una identidad a partir de adquirir una vivienda en la ciudad,  disponer de tierra y de copiar las costumbres europeas. Importaron un racismo de clave “civilización y barbarie” y con ese esquema mental construyeron un muro emocional e ideológico frente a los grupos subalternos.  Jauretche interpretó que la clase alta, paulatinamente, se desentendió de la vida cívica y delegó la tarea partidaria y política a los “rangos más bajos”. 

Luego de la Independencia la elite local practicó  una sumisión ideológica a Inglaterra (ideología de los negocios) y a Francia (ideología del arte y de las instituciones). El autor concluyó que la burguesía agropecuaria fracasó en su condición de elite directriz. Dicha incapacidad fue, en parte, el resultado de la asimilación acrítica de una ideología extranjera. Las elites importaron el liberalismo y no fueron capaces de formular un proyecto económico industrialista y de integración social, base de la soberanía en la era de las nacionalidades del siglo XX.   

La burguesía argentina no consolidó un proyecto nacional soberano con el porteño Bartolomé Mitre y tampoco con el sanjuanino Domingo F. Sarmiento.  Julio Argentino Roca, al que Jauretche caracterizó de ser el militar más federal y nacional de esa generación  liberal, tampoco fue capaz de consolidar una elite con visión de desarrollo integral.

Con las migraciones externas e internas de los siglos XIX y XX se produjeron cambios importantes en la composición demográfica del país. En esa misma época, el desarrollo económico se extendió con las actividades agropecuarias a las provincias de Santa Fe y a Córdoba. Jauretche puntualizó que en ese marco surgió “el gringo”, representante de un nuevo grupo económico y políticamente en ascenso. Se desarrolló además una flamante burguesía industrial, que asimiló las pautas de la vieja oligarquía terrateniente.

Los sectores populares se fusionaron con la inmigración, integrando en una misma Nación a distintas tradiciones étnico-culturales. Jauretche remarcó el hecho de que la inmigración fue habitualmente masculina. Esto favoreció que los migrantes se juntaran con las mujeres locales auspiciando la fusión cultural y conformando los rasgos particulares de la familia argentina. Los migrantes y los trabajadores nativos no desarrollaron una ideología de clase como creyó el socialismo, sino más bien compartieron un conjunto de intereses comunes propios de los gremios y un sentimiento de irritación contra los ricos que incitó en varios contextos a la protesta social.  

El proceso de industrialización, el aumento del comercio y la expansión del mercado interno permitieron que surja la clase media que encontrará en la UCR un canal de representación. La clase media en términos de ubicación productiva era parte del proletariado y de los pequeños comerciantes. Pese a eso, en términos culturales el grupo creyó formar parte de la clase alta. Estos sectores construyeron un estatus aspiracional ético, estético e ideológico orientado a parecerse a la clase alta. El “medio pelo” buscó prestigio a partir de los consumos culturales de música y literaturas europeas, en la participación en clubes y colegios de elites, en los viajes al extranjero y en la compra de autos de alta gama. El estatus aspiracional los llevó a buscar habitar los barrios distinguidos. Asimilando las pautas de la clase alta se volvió racista con los sectores trabajadores y no comprendió con facilidad los procesos políticos como el yrigoyenismo y el peronismo.

Como conclusión de su estudio, Jauretche remarcó el hecho de que la Argentina no tenía elites nacionales empresarias y políticas capaces de construir y de mantener en el tiempo la soberanía. El neocolonialismo había calado profundo en nuestros grupos dirigentes, que no pudieron refundar el país en la era de masas y del industrialismo del siglo XX. 

En el libro Ejército y Política (1958) Jauretche desarrolló la hipótesis acerca de que en algunas épocas históricas los sectores militares ocuparon el vacío de conducción que dejó la dirigencia política. En particular, el autor argumentó que existió un Ejército Nacional en la etapa de Juan Manuel de Rosas y que eso le permitió al mandatario promover el Sistema Americano y mantener la soberanía territorial frente a la agresión colonialista foránea. La línea nacional de los militares volvió a aparecer con Julio Argentino Roca, a quien Jauretche le atribuyó la capacidad de consolidar la integridad territorial del país y de fundar el Estado moderno. En el libro remarcó que a partir del año 1943 el ejército y los trabajadores fundaron un nuevo pacto histórico y protagonizaron el último gran proyecto modernizador y de construcción de una Patria Grande. 

 

El economista: la derrota de los sectores industriales y populares de 1955

En varias oportunidades Jauretche abordó el tema de la economía con la certeza de que es un elemento fundamental de la soberanía nacional.

Entre sus trabajos destacados sobre el tema no puede dejar de citarse El Plan Prebisch, retorno al coloniaje publicado en el año 1955. El libro fue escrito al poco tiempo de producirse el golpe de Estado y allí describió –y cuestionó- el paquete de reformas implementado por la dictadura en base a un diagnóstico del pensador de la CEPAL. 

En el trabajo hizo una defensa del programa económico justicialista por considerarlo una obra de defensa y de afirmación de la soberanía nacional. Analizó la política financiera y consideró que fue acertado el uso de las libras bloqueadas en las nacionalizaciones y caracterizó de positiva la repatriación de la deuda externa. Jauretche remarcó la importancia que adquirió para la soberanía la política energética de YPF, el uso del carbón y el gas y las obras eléctricas del período. Describió la importancia estratégica para la soberanía nacional que tuvieron las políticas de transporte y la de siderurgia. Remarcó el impulso que se le dio a la actividad agropecuaria con la fabricación nacional de tractores por I.A.M.E.

La contrarrevolución del año 1955 se propuso desarmar el programa económico industrial anterior. Buscó transferir riqueza y poder de decisión al sector agropecuario, acrecentar la participación del capital extranjero, eliminar acuerdos bilaterales de comercio y bajar el nivel de ocupación.

La reducción del poder adquisitivo de los trabajadores favoreció la quiebra de los industriales ligados al mercado interno. El abandono de la política multilateral de comercio significó una mayor dependencia a un grupo reducido de potencias extranjeras. Grandes corporaciones foráneas ocuparon nichos de mercado anteriormente en manos de grupos nacionales.  

Jauretche interpretó que todas esas medidas ponían en riesgo la soberanía nacional. En su punto de vista, la dictadura de 1955 estaba demoliendo el único programa de desarrollo moderno que podía darle a la Argentina las bases materiales para garantizar la soberanía y competir en la nueva etapa del comercio internacional.  Sostuvo que en “la reforma económica está el secreto de nuestro provenir libre o esclavo, del bienestar o de las penurias de los argentinos y del juicio definitivo que la historia formulará sobre los hombres y las instituciones”.

 

El sociólogo: definiendo los valores del hombre argentino

Arturo Jauretche escribió varios trabajos de sociología de los sectores populares. En el ya mencionado Medio pelo en la sociedad Argentina efectuó un estudio sociológico de los valores, prácticas y formas de vida de la burguesía, de los sectores medios y de los trabajadores.

En la primera parte de Los profetas del odio y la yapa (1957) introdujo un interesante estudio sobre  la organización social, laboral y cultural del campo argentino. Analizó, en debate con Ezequiel Martínez Estrada, la forma en la cual se efectuó la transición del trabajador rural hacia la labor industrial y hacia la vida en las grandes ciudades. A diferencia de los estudios sociológicos habituales de su época, Jauretche aplicó un método culturalista. Describió los procesos demográficos y migratorios a la luz de las principales medidas políticas y sociales de cada contexto.

Su libro De memoria, Pantalones cortos (1972) reunió testimonios autobiográficos. En línea con los trabajos anteriores, allí también detalló las costumbres, la cultura, la vida política, la economía y las prácticas sociales de su pueblo natal (Lincoln) y de la provincia de Buenos Aires.  En esta obra y siguiendo con el Medio pelo, le dedicó un tiempo al análisis crítico de las clases medias y de los grupos intelectuales.   

Sus análisis sobre las elites, sobre la vida rural, acerca de la identidad de los obreros industriales y centralmente los realizados sobre las clases medias, lo ubican como uno de los pensadores más profundos y originales de la sociología argentina.

Asimismo y cuestión importante a destacar, sus investigaciones fueron siempre a la misma vez teóricas e históricas situadas. Tal cuestión no es común en la sociología y en la ciencia política, más habituadas a la abstracción o al estudio de casos de otras latitudes sin posibilidad de constatación empírica. Esta particularidad lo convirtió en un autor sumamente influyente en los ámbitos partidarios, sindicales y políticos de su tiempo.

 El analista internacional: el ser sudamericano y la defensa nacional

En el libro Ejército y política Jauretche analizó la evolución histórica del territorio argentino y sudamericano. En el estudio introdujo las categorías de Patria Chicha y de Patria Grande. Vinculó estos conceptos con el rol de las fuerzas armadas y los contrastó a partir de un estudio de casos históricos de la Argentina y de Brasil.

Sostuvo, en un gran resumen, que a partir la Independencia las elites debatieron   los alcances geográficos y conceptuales del territorio nacional.  La dirigencia de la Patria Chica impulsó la formación de un territorio acotado a la actual Argentina, oponiéndose a la conformación de una Nación sobre  los márgenes del entonces Virreinato del Río de la Plata. Jauretche sostuvo que tal cuestión fue el resultado de que la dirigencia padecía un “reaccionarismo ideológico” y un “descastamiento”. Los impulsores de la Patria Chicasólo ven instituciones y gobiernos; la ordenación jurídica antes que la tierra y los hombres”. En este marco, los dirigentes políticos les exigieron a los militares que intervengan en los conflictos civiles internos, descuidando la guerra que se estaba llevando contra España. Estas órdenes no siempre fueron acatadas y condujeron, por ejemplo, a la “desobediencia histórica” de San Martín.  Los impulsores de la Patria Chica eran operados por las Cancillerías y por los funcionarios políticos de Inglaterra, protagonista fundamental de la creación del Uruguay como un Estado separado de la Confederación y de sus pares del Virreinato del Río de La Plata.

Los impulsores de la Patria Grande  actuaban a partir del mandato cultural del “pasado hispanoamericano”. En la interpretación de Jauretche, estos grupos tenían una visión más realista que ideológica del ejercicio del poder y eso llevó a los dirigentes a construir acuerdos políticos federales tendientes a la unidad nacional. La edificación del programa de la Patria Grande fue posible gracias a la existencia de un “Ejército Nacional”.

Jauretche interpretó que la victoria de la línea histórica de la Patria Chica no fue cultural, ni económica como afirman los historiadores liberales, sino más bien que fue militar.  Entre otros hechos importantes en la diputa, el autor identificó la batalla de Caseros, la guerra de Paraguay y las represiones en las provincias comandadas por los líderes unitarios.

Jauretche analizó la experiencia de desarrollo del Brasil a la que consideró exitosa y parte de una concepción soberna y estratégica nacional.

El país atravesó la independencia sin pasar por una guerra destructiva material y humana como fue el caso de las colonias hispánicas. Esta cuestión facilitó su desarrollo económico y evitó la muerte de miles de brasileños.

Dicha particularidad auspició la formación de una cultura nacional conformada por una continuidad con  la tradición portuguesa. La contracara de la elite del Brasil era la dirigencia unitaria o de Patria Chica argentina, que fue promotora de una negativa fobia a España y que fue proclive a una emulación y copia de las ideologías anglosajonas y afrancesadas. La identidad brasileña se conformó en un proceso similar al norteamericano, cuya independencia no los llevó a proponerse abandonar emocional, ética e ideológicamente el mundo anglosajón del cual se sienten orgullosamente parte.

Durante el siglo XIX Brasil expandió su territorio por intermedio de la guerra y de la diplomacia. Este proceso fue complementado en el siglo XX con la creación de la ciudad de Brasilia en el centro del país, integrando su territorio y orientando el eje de desarrollo hacia el proceso interno. Jauretche mencionó que esa política le otorgó “primacía continental y absorbe todas las posibilidades de desarrollo industrial”.  En el siglo XX sus elites civiles y militares empujaron el desenvolvimiento industrial, proyectando al país como una gran Nación moderna e influyente en el sistema internacional.  

Según Jauretche, la potencia lusitana tuvo a lo largo de su historia una política exterior favorable a su interés nacional. A diferencia del caso argentino, Brasil se alió con Inglaterra y con los EUA en más de un contexto histórico, sin por ello obstruir su propio desarrollo de mediano y largo plazo.

El tema del espacio y de la geografía nacional también fue tratado en el libro Manual de zonceras argentinas (1968) y en distintas notas periodísticas.

En este punto vale la pena destacar tres claves de análisis de Jauretche. La primera, es su interpretación de la unidad regional sudamericana como parte de un mandato cultural y como una forma de reencontramos con nuestro ser histórico. La segunda, es su opinión acerca de que una Política Nacional requiere de un Ejército Nacional y de un programa integral de defensa. La tercera, es la caracterización de Brasil como un modelo nacional exitoso que los argentinos tenemos que conocer y analizar en profundidad.

 

El crítico cultural: ser o no ser

Posiblemente, el aspecto más difundido del pensamiento de Arturo Jauretche fue el de crítico cultural.

En Los profetas del odio y la yapa ofreció una teoría sistemática para el estudio de las prácticas e instituciones culturales.  La llamó de la “colonización pedagógica” y tal denominación tuvo que ver con la función política que cumplió la cultura en nuestro país. La hipótesis que manejó el autor es que nuestra cultura es resultante de una imposición  política por parte de las potencias extranjeras y de grupos de poder internos vinculados.  La colonización pedagógica le permitió a los otros Estados apropiarse de nuestros recursos convenciendo a las elites locales, sin necesidad de hacer uso de las armas.

En Los Profetas del odio analizó las instituciones oficiales argentinas de la cultura y la educación. En este y otros trabajos estudió en profundidad el tema universitario y la modalidad de formación de los intelectuales. Polemizó sobre literatura, el arte e historia, entre otros diversos aspectos de la cultura en los cuales demostró originalidad de pensamiento y conocimiento profundo de las fuentes.  

En la Revista Qué de la etapa del presidente Frondizi y en el libro Los profetas del odio y la yapa analizó el funcionamiento y los roles de los medios de información y propagada. Allí cuestionó las categorías de prensa independiente y de prensa libre. Citando casos históricos y experiencias personales, demostró que en nombre de la libertad se aplicaban métodos de censura, de silenciamiento y de desinformación. Un tema importante, es la descripción que hizo  Jauretche del funcionamiento internacional del periodismo y de la forma a partir de la cual los Estados imponían su línea editorial defendiendo sus propios intereses.

A lo largo de sus obras introdujo varias categorías sumamente actuales como la ya mencionada “colonización pedagógica”, la de “intelligentzia” y la de “estatus” utilizada en el Medio Pelo.

En sus trabajos buscó definir los marcos de un pensamiento y una cultura nacional y con este objetivo estudió los aportes históricos de las ideologías de derecha y de izquierda y describió y polemizó sobre los procesos de formación de nuestros hombres de cultura.

 

El historiador: la verdad nos hará libres

Tal cual venimos comentando, el sistema de pensamiento teórico y analítico de Jauretche tiene una fuerte impronta historicista. Las distintas categorías que formuló y que utilizó fueron siempre contrastadas con procesos políticos y sociales. 

En su libro Política Nacional y revisionismo histórico (1959) sistematizó su punto de vista sobre el tema. Allí hizo hincapié en la necesidad de descubrir la verdad de los hechos de nuestro pasado reciente. En su punto de vista, la historia cumplía un rol fundamental en la construcción política, al punto que consideró al “revisionismo” como un elemento estratégico para poder construir una política nacional. 

Sostuvo que la historia oficial del país era parte de una falsificación. Tal situación no era el resultado de la mera maldad o de la decisión personal de algún historiador, sino más bien que fue el resultado de una política diagramada desde el poder. En sus palabras, lo que “se nos has presentado como historia es una política de la historia” con fines neocolonialistas y oligárquicos. El relato oficial fue favorable a aquellas figuras y procesos de nuestra historia política que se propusieron desmembrar el continente y enfrentar a las naciones sudamericanas entre sí. Esos mismos gobiernos permitieron transferir nuestra riqueza al extranjero y justificaron la condición de postración de los sectores populares. 

La historia oficial se difundió a partir de las instituciones educativas del Estado. La misma además fue establecida en los nombres de pueblos, monumentos y ferrocarriles en una operación cultural que borró la tradición del lugar y que poco a poco fue olvidando la tradición oral. 

Jauretche se consideró parte del “revisionismo”, corriente intelectual surgida a partir de las obras de Saldías y Quesada y que luego fue ampliamente popularizada por José María Rosa o Juan José Hernandez Arregui, entre otros pensadores que él mismo solía citar.

En Política Nacional y revisionismo histórico introdujo una hipótesis que fue reiterada en otros de sus libros y que  sostiene la existencia de dos corrientes históricas enfrentadas. Una, identificada en Rivadavia, los unitarios y los impulsores de la Patria Chica. La otra corriente se referenció con San Martin, los caudillos federales y fundamentalmente con la doctrina de la Patria Grande. Esta última tradición histórica nacional encontró en Juan Manuel de Rosas su arquetipo más destacado.

 Vigencia de Arturo Jauretche

La diversidad de temas que trató, su agudo sentido de la observación, su eclético marco conceptual y teórico y su vocación política e historicista lo hacen un pensador original, polémico y no fácilmente encasillable en una escuela intelectual. Siempre que se lea y se relea su obra, se van a encontrar ideas nuevas, reflexiones agudas y pensamientos novedosos sobre diversos temas de la realidad pasada y contemporánea.

En este artículo trabajamos de manera sucinta solamente algunas ideas del Jauretche analista político, sociólogo, economista, analista internacional, el crítico de la cultura y el historiador.  Podríamos haber hecho lo mismo con el crítico de literatura, con el periodista, con el dirigente de partido, con el universitario o con el poeta. Sin duda alguna, también en estos terrenos vamos a descubrir un pensador agudo y un polemista de ideas nacionales único e irrepetible.

Si bien los contextos históricos cambiaron, las bases de sus puntos de vista siguen vigentes. La Argentina carece de elite nacional, como lo anunció en el Medio Pelo.  El mal augurio anunciado en el libro el Plan Prebisch,  lamentablemente, se viene cumpliendo a rajatabla.  Desde el año 1955 y con más claridad desde 1976  carecemos de rumbo económico estable y el país acrecienta, año a año, la deuda externa, la fuga de capitales y la pobreza. Las nuevas tecnologías y la revolución comunicacional direccionada por los norteamericanos, acrecentaron la dependencia cultural que Jauretche teorizó en los Profetas del Odio. 

 

En estos tiempos aciagos de confusión y de desesperanza es fundamental volver a Jauretche. Don Arturo nos va a acompañar en la impostergable tarea de rediscutir el ser nacional, de entender y de sentir nuestro modelo argentino. El paso siguiente al que la historia nos convoca, es el de formular y de forjar un proyecto de país que garantice la dignidad del pueblo y la grandeza de nacional. 

sábado, 20 de abril de 2024

La campaña electoral de Manuel Fresco en la provincia de Buenos Aires

 Aritz Recalde

Publicado en Revista Investigación en Movimiento

“La sede de mi gobierno, más que la capital de la Provincia, será su territorio, que he de recorrer continuamente en todos sus rumbos, para conocer personalmente sus necesidades y sus deficiencias”. Manuel Fresco, 15 de junio de 1935

“Nosotros no queremos mentirle al pueblo, no queremos engañarlo. Lo que exponemos desde las tribunas, lo hacemos con la expresión concreta de ideales y propósitos que dejamos escritos en los diarios del país, en folletos que se difunden en toda la Provincia, hacemos transmisiones radiotelefónicas para que se oigan en todo el país y lo hacemos en forma directa, entre orador y pueblo que escucha. Así entendemos el ejercicio de la democracia y así tratamos de educar al pueblo para que éste pueda emitir su voto y elegir su gobierno”. Manuel Fresco, 25 de octubre de 1935

 

En el año 1935 la Asamblea del Partido Demócrata reunida en la ciudad de La Plata, proclamó por unanimidad su fórmula para las elecciones de la gobernación bonaerense.  Manuel Fresco y Aurelio Amodeo serían los responsables de representar a la fuerza en la disputada contienda. A partir de acá, se inició una novedosa campaña que duró varios meses y en la cual el binomio recorrió los distritos de la provincia organizando multitudinarios actos y asambleas. 

A continuación, vamos a describir los principales proyectos presentados por Manuel Fresco a lo largo de la campaña. Con esta finalidad, tomaremos como fuentes, centralmente, los discursos que fueron transcriptos y reunidos en la obra “Ocho meses de campaña electoral” (Fresco 1936).

Los tres ejes fundamentales de la estrategia electoral fueron:

Primero. La inscripción de la campaña como parte del proceso político abierto en la revolución de septiembre del año 1930. De acá surgen dos cuestiones. Por un lado, la justificación del golpe militar realizado contra el presidente Hipólito Yrigoyen de la UCR. Además, Fresco reivindicó los programas de gobierno nacional iniciados a partir del año 1930 y centralmente los ejecutados en la gestión de Agustín P. Justo.

Segundo. La reorganización del Partido Demócrata y la implementación de estrategias  modernas para la difusión del mensaje entre la masa del pueblo.

Tercero. La formulación de un programa integral de políticas de Estado para la provincia, que fue presentado en actos y en asambleas y que fue difundido por los órganos de comunicación de masas creados en la etapa de campaña.

La inscripción de la campaña como parte del proceso político abierto en la revolución de septiembre del año 1930.

 

El significado de la democracia y de la Ley Sáenz Peña

“Trabajamos por el porvenir de la Nación. Hacemos obra de gobierno. Afirmamos las instituciones democráticas. Creamos la disciplina y el orden. Imponemos el trabajo, la seriedad, la mesura en la administración de los intereses públicos. Construimos sin demoler. Vamos hacia adelante, sin volver la vista atrás”. Manuel Fresco 25 de agosto de 1935

 

Manuel Fresco fue un activo protagonista y un defensor del golpe de Estado del año 1930. Sus argumentos para justificarlo fueron diversos y tuvieron que ver con temas económicos, sociales, culturales y políticos. El día 22 de junio de 1935 estando en la localidad de Baradero, remarcó que “queremos que los ideales de la Revolución de Septiembre de 1930, que han sido el norte inflexible del Gobierno del General Justo, continúen imperando en la provincia de Buenos Aires, animando nuestra acción cívica y estimulando nuestro patriotismo” (Fresco 1936: 17). 

El contexto internacional estaba atravesado por disputas geopolíticas derivadas de la crisis del capitalismo liberal, del ascenso del comunismo ruso y de las nuevas fuerzas políticas del fascismo italiano, del corporativismo portugués y del nazismo alemán. Durante la campaña bonaerense del año 1935 Fresco se manifestó contrario a la izquierda y también cuestionó las negativas derivaciones sociales que traían aparejado el libre mercado y la no intervención del Estado propias del capitalismo liberal. Es bueno destacar, que durante la campaña -y también en el gobierno bonaerense-, Fresco y sus funcionarios se inscribieron en la tradición política e institucional liberal y republicana[1]. Durante esta etapa no plantearon cambiar los principios fundamentales del sistema político cómo y por ejemplo, habían considerado el presidente José F. Uriburu y algunos de los pensadores corporativistas y nacionalistas que lo apoyaron en el año 1930.

En este contexto, desde el Partido Demócrata bonaerense se propusieron disputarle a los radicales el sentido y los alcances de las nociones de democracia y de reforma electoral.  En un acto en la localidad de Saladillo del mes de septiembre, Fresco efectuó una pública defensa de la reforma electoral de la Ley Sáenz Peña. Puntualizó que la propuesta tenía un conjunto de principios a sostener: “El secreto del voto; lo respetamos; La obligatoriedad del voto; la respetamos; La Descentralización del comicio; la respetamos. No sólo respetamos la ley, sino que la perfeccionamos” (Fresco 1936: 99).

El día 22 de octubre en Chivilcoy sostuvo que “no quiero dejar de decir una vez más a los ciudadanos de Buenos Aires, que queremos el comicio libre, honesto, leal” (Fresco 1936: 146). Tres días después en Torquinst estableció que “creemos en el pueblo y en la democracia, que es el poder del pueblo” (Fresco 1936: 156).

El candidato del Partido Demócrata argumentó que la UCR había aplicado métodos violentos para acceder al poder. Él y un grupo de activistas conservadores, habían sido baleados en la localidad de Lincoln. A lo largo de la campaña denunció lo que consideraba era una violación permanente de las “libertades ciudadanas”.

Cuestionó la agresión con armas de fuego que habían recibido sus compañeros de partido. Nombró, entre otros casos, los atentados que recibieron el legislador y ex ministro Luis María Medús y Sánchez Elía quién fuera candidato a vicegobernador de Rodolfo Moreno. Sostuvo que “¿Se han olvidado ya que en Pehuajó nos asesinaron al doctor Artigas y al doctor Julio Naón, al terminar un acto electoral (…) en la plaza de Lincoln, donde fuimos bárbaramente acribillados a balazos (…) ¿se olvidaron que en la plaza del Once, donde se levantaba una tribuna antipersonalista, fue muerto de un tiro por el Klan radical, institución democrática por excelencia desde el punto de vista irigoyenista, Pío Iturria y herido el doctor Reynelli? ¿Se han olvidado que en las calles Paraná y Corrientes, en momentos en que se oía una tribuna la voz valiente del doctor Cantoni, fue agredido a balazos?. Incidentes en la localidad de las Flores dejaron el saldo de dos muertos, en Campana balearon camiones de propaganda partidaria y recibieron disparos de armas de fuego militantes en San Andrés de Giles. El 22 de octubre en la ciudad de Chivilcoy Fresco directamente sostuvo que “he recibido en la presidencia del Partido varias denuncias de atropellos, que revelan la ejecución de un plan terrorista para intimidarnos (…) Reaparece, ciudadanos, como un fuego fatuo aquella institución tenebrosa que se llamaba el Klan. A medida que la seguridad de la derrota penetra en el espíritu de los caídos, se afirma el sentimiento de la violencia en ellos y las armas substituyen a las palabras con sus trágicas consecuencias” (Fresco 1936: 101-104, 145-146).

Fresco denunció la aplicación de procedimientos electorales fraudulentos, revirtiendo la carga de las acusaciones que su fuerza política recibió históricamente por parte de la UCR. Sostuvo que “de ciento diez comunas, nos despojaron con la trampa, el fraude y la violencia de sesenta y dos municipios. No hubo sistema y procedimiento, por más refinado que fuera, que no se pusiera en práctica, recurriendo unas veces a los concejos deliberantes, otras veces a las presiones de la policía, otras a las resoluciones del ministro de gobierno y otras veces a los fallos de los tribunales, y llegaron en su afán de no perturbar todo lo que formaba parte de la gran colectividad irigoyenista, a corromper a la Suprema Corte de la Provincia”  (Fresco 1936: 108).

En un acto en Tres Arroyos el 26 de octubre denunció que “Apenas puesta en juego la Ley Sáenz Peña, en 1911, necesitaron la intervención nacional para triunfar en Santa Fe, la necesitaron en Buenos Aires en 1917, en Salta, en Corrientes, y como a pesar del apoyo oficial no pudieron conquistar la supremacía en San Luis, la tuvieron permanentemente intervenida” (Fresco 1936: 191). 


Reivindicación de las Políticas del Gobierno Nacional

“Después de quince años de gobierno radical, señores, la provincia de Buenos Aires quedó en una postración que no puede compararse sino con la de un Estado que saliera de una guerra penosa, y que saliera derrotado... Es que hay que decirlo, señores: el radicalismo derrotó a Buenos Aires. La revolución del 6 de septiembre encontró a Buenos Aires pobre, endeudada, llena de trampas y de empeños; sin esperanza”. Manuel Fresco, 15 de agosto de 1935

 

Manuel Fresco consideraba que durante el período que trascurrió entre 1930 y 1935 el país se “restablece; se ha organizado la administración; hemos gobernado con honestidad; hemos mejorado las condiciones de vida del pueblo, estabilizando la moneda y creando un régimen económico severo que permite aspirar a una época mejor para el pueblo trabajador de la República”. En otro acto remarcó que “desde 1932 hasta el presente, más de cuarenta leyes han sido incorporadas al cuerpo jurídico de la Nación” (Fresco 1936: 31 y 136).

Un tema que destacó positivamente en varias oportunidades,  fue la creación de las Juntas Reguladoras de carnes y de granos que le dieron estabilidad al campo argentino en el marco de una profunda crisis mundial.

Fresco reivindicó la política de vialidad que impulsó el presidente Justo. En el año 1932 el mandatario nacional sancionó la ley 11.658 creando la Dirección Nacional de Vialidad sobre una entonces Dirección General. La norma aprobó la apertura de un Fondo Nacional de Vialidad compuesto con contribuciones a las naftas y aceites, aportes de rentas generales, recursos de la ley 5315/07 de concesiones ferroviarias y emisión de bonos, entre otros recursos. El ente gubernamental desarrolló una importante labor y del año 1932 al 1944 aumentó la red caminera de 3200 a más de 30.000 kilómetros (Piñeiro Iñiguez 2021: 181).  En el punto de vista de Fresco, con dicha política pública se “ha transformado la economía interna del país, abriendo vías de comunicación amplias y cómodas (…) la obra caminera realizada desde 1930 ha sido tan importante que puede afirmarse, sin incurrir en error, que en los últimos cuatro años se han construido en el país caminos que alteran toralmente la fisionomía vial de la República” (Fresco 1936: 113-114).

En un acto en Tres Arroyos Fresco remarcó que “en materia de engrandecimiento material, se ha realizado un esfuerzo excepcional con la construcción de una obra pública que abarca todo el país y que ha distribuido a manos llenas escuelas, hospitales, asilos, puentes, caminos, diques, canales, no improvisadamente ni jugando con la inversión inmoderada de la renta, sino obedeciendo a planes elaborados con prudencia y contemplando las necesidades de cada provincia y de cada territorio” (Fresco 1936: 197). Todas estas políticas habían creado puestos de trabajo en “momentos en que la desocupación es un cáncer terrible de la vida  económica argentina” (Fresco 1936: 171).

El candidato demócrata destacó la inversión realizada del gobierno nacional en educación. En un acto del mes de octubre del año 1935 Fresco mencionó que entre septiembre de 1930 y el presente, habían aumentado la cantidad de escuelas en la provincia de 2080 a 2154 y el número de maestros de 7876 a 10.992. Luego de casi dos décadas de incumplimientos, se pagó puntualmente el sueldo de los maestros bonaerenses (Fresco 1936: 116, 117 y 168).

 

La reorganización del Partido Demócrata y la implementación de medios de comunicación modernos para la difusión del mensaje entre la masa.

“Tengo fe en el pueblo de la provincia; conozco sus ideales con los cuales me he identificado en todas las horas, e interpretado sus anhelos y sus esperanzas, espero confiado el momento decisivo del comicio”. Manuel Fresco 21 de julio de 1935

 

Manuel Fresco diagramó una novedosa y moderna estrategia para interpelar y movilizar al pueblo. Un tema fundamental, es que se propuso darle al partido una base social amplia, disputándole a la UCR el electorado de los sectores medios y de los trabajadores manuales urbanos y rurales.

Con esta finalidad, impulsó una estrategia de campaña que incluyó la movilización de activistas y la implementación de técnicas modernas de formación de la opinión pública. Fresco se propuso refundar su fuerza política ya que y en sus palabras del día 15 de junio de 1935 “El Partido Demócrata Nacional ha vivido una época de caos y crisis permanente (….) Este periodo de transición, de inadaptabilidad, lo alejó de la vida permanente de agitación que caracteriza a los partidos modernos y que le dio en la oposición tan definida personalidad. Las tribunas se acallaron, sus organismos directivos se tornaron pesados y displicentes, su malestar interno lo hizo abúlico y despreocupado y la falta de estímulo en la lucha, lo creó en “el estado de lasitud”. Hoy señores, todo ha cambiado, sus objetivos realizados, sus mecanismos de dirección en plena actividad, su juventud agitada, brotan por todas partes centros como retoños de primavera. Ha retomado vigorosamente el contacto con el pueblo que lo acoge con brío, entusiasmo y emoción (…) más de tres mil quinientos encargados de mesa y otros tantos fiscales de comicio, recorren campos y ciudades, toman contacto con electores a quienes visitan, consultan, solicitan, interesan y vinculan a la acción partidaria en un plan militarmente organizado” (Fresco 1936: 7 y 9).   


La era de la movilización de masas

“El vasto territorio de la Provincia ha sido recorrido por nosotros en marcha triunfal. Caminamos hacia el éxito. Nada ni nadie puede detenernos. Las sombras del pasado luctuoso que sufrió el país no volverán. No volverán porque ha de impedirlo la opinión consciente del pueblo de la provincia de Buenos Aires”. Manuel Fresco, 22 de septiembre de 1935

 

Una de las características centrales de la campaña electoral de Fresco, fue la amplia movilización popular realizada en asambleas municipales y en diversos actos públicos en los cuales divulgó sus ideas y sus propuestas. El 22 de octubre desde Chivilcoy remarcó que “mis propósitos de gobierno expresados en esta intensa y larga campaña electoral de más de medio año – la más intensa y más extensa que ha realizado jamás ningún otro partido político argentino- están en conocimiento del pueblo elector. He hablado para todos desde cada una de las ciudades de la Provincia que he recorrido” (Fresco 1936: 146).

Disponiendo del apoyo organizativo de Daniel Videla Dorna, su partido efectuó un histórico desfile en las calles de la Capital Federal el día 13 de octubre de 1935 (Pagni 2023: 205-210) (Walter 1985: 190). En un acto realizado en la localidad de San Isidro el día 18 de octubre, Fresco se refirió a la masiva manifestación y sostuvo que “Perdura aún en mi espíritu la intensa emoción que me produjera el desfile entusiasta y clamoroso de la inmensa muchedumbre humana que se volcara en horas, conducida por todos los medios de transporte, en las calles de la Capital Federal, para rectificar con su presencia el decidido apoyo de la opinión popular al Partido Demócrata Nacional”. El candidato demócrata enfatizó “el éxito indiscutido de aquel acto democrático sin precedentes en la historia política del país” (Fresco 1936: 121).

Según sus estimaciones, fueron 100 mil los manifestantes que dieron nacimiento a una nueva era política y “Nunca el Partido Demócrata Nacional ha realizado una campaña electoral tan amplia y tan intensa como ahora, ni tampoco encontró jamás mayor apoyo en la opinión, ni mayor entusiasmo en el pueblo por el triunfo de sus principios y sus ideales” (Fresco 1936: 125).

El 20 de octubre desde un estrado en la localidad de Neocochea sostuvo “se ha destruido la vieja leyenda de la mayoría radical en la provincia de Buenos Aires. No han podido ellos realizar el más mínimo acto de carácter cívico popular que compense, no digo ya el acto de la Capital Federal, sino ni siquiera cualquiera de nuestras asambleas locales” (Fresco 1936: 133).

 

La tecnología moderna aplicada a la campaña electoral

“La difusión de estas asambleas populares por la radiotelefonía, me ha permitido dirigirme desde cada ciudad a los ciudadanos de toda la Provincia”. Manuel Fresco 29 de septiembre de 1935

 

La actividad proselitista demócrata bonaerense incluyó una potente política de comunicación a partir de crear cadenas de diarios, semanarios y periódicos que, según Fresco, en el mes de junio del año 1935 registraban “ciento cuarenta y nueve unidades, con un tiraje mensual de un millón de ejemplares, para la difusión de noticias, artículos, programas y de acción democrática. Se ha creado la semi prensa de la agrupación. Manos febriles percuten en nuestra secretaría los teclados de numerosas máquinas de escribir y miles de circulares, cartas y telegramas dirigidos a los distritos ordenan, disponen, aconsejan, asesoran, responden”.

Los demócratas distribuyeron centenares de miles de folletos con su obra parlamentaria. Se sumaron a la campaña músicos y pintores para “dotar al Partido de instrumentos modernos, aconsejados por la técnica de la propaganda electoral” (Fresco 1936: 8). 

Un tema de avanzada para la época, fue el manejo de la comunicación política que se hizo desde las radios que llevaron un mensaje superando las distancias geográficas y los límites del analfabetismo de los electores. Fresco puntualizó que “Diez grandes broadcasting mantienen despiertos a nuestros afiliados y simpatizantes, haciendo llegar a los oídos alfabetos y analfabetos el programa de gobierno (…) Quienes no me oyeron de viva voz, me oyeron por radiotelefonía” (Fresco 1936: 8 y 146).  

El candidato demócrata disputó activamente la comunicación de la esfera pública y “camiones en circulación permanente fijan medio millón de carteles mensuales en los ciento diez distritos y distribuyen otros tantos volantes, proclamas y manifiestos” (Fresco 1936: 8). 

 

 El programa del Partido Demócrata bonaerense

“Tenemos una orientación política (…) Nos acogemos a la verdad de un programa que reconoce fundamentos históricos y que tiene arraigo y prestigio tradicionales, que se orienta resueltamente en el sentido de todas las reformas políticas, sociales y económicas exigidas por los nuevos métodos y las sucesivas necesidades de la vida. Nunca fuimos conservadores para defender rutinas vetustas, preocupaciones atrasadas, privilegios aristocráticos o favoritismos odiosos. Lo fuimos y lo somos para defender lo que es la esencia misma de nuestra nacionalidad”. Manuel Fresco, 29 de junio de 1935

 

Durante la campaña electoral Manuel Fresco puntualizó en más de una oportunidad que cumpliría el programa del Partido Conservador de Buenos Aires. A esta definición, en el mes de junio del año 1935 le agregó que debía tenerse en cuenta la “evolución constante de la vida de las sociedades para su mejor gobierno, sin sentirnos atados a preceptos rígidos que pudieron tener su oportunidad en siglos pasados, pero que hoy constituyen una rémora para nuestros tiempos” (Fresco 1936: 19).

Atendiendo esta necesaria evolución, el candidato fomentó propuestas rupturistas con la tradición social, política, cultural y económica de los partidos de su tiempo y de los grupos económicos e intelectuales liberales.   

 

Economía e intervencionismo estatal

“Consciente de mi responsabilidad, anticipo desde ya que participo en la convicción de quienes entienden que es necesario para la prosperidad común, la intervención del Estado en las industrias privadas que afectan los intereses sociales”. Manuel Fresco, 22 de septiembre de 1935

 

Manuel Fresco propugnó la intervención del Estado en la regulación de la economía. Cuestionó que “Buenos Aires carece de una legislación destinada a proteger las industrias que constituyen la base de su patrimonio económico”. En este marco, se proponía “asumir desde el gobierno la responsabilidad de encauzar y dirigir las corrientes económicas, orientando y defendiendo las industrias privadas”. Para justificar esta nueva política argumentó que “si giramos la vista a nuestro alrededor y percibimos lo que pasa en el resto del mundo, en las naciones más civilizadas, encontraremos que en todas ellas ha sido necesario que el Estado impusiera la organización y el orden, para que la balanza económica pudiera mantenerse, tanto en el mercado interno como en el comercio exterior” (Fresco 1936: 146-147).

El 25 de octubre en la localidad de Coronel Suarez reivindicó la ley de granos y las juntas reguladoras creadas por el Poder Ejecutivo Nacional, que habían permitido mantener un precio mínimo de los cereales en un contexto de crisis internacional  (Fresco 1936: 174).

Políticas agrarias y de colonización

Fresco instaló en la campaña el tema de la colonización agraria. El 22 de junio del año 1935 sostuvo que “convencido de los beneficios que ha de reportar a la colectividad en general el parcelamiento de la tierra, estudiaremos para realizarla enseguida, la entrega de las tierras que pertenecen al fisco, en lotes moderados, a los actuales arrendatarios con preferencia, y a todos aquellos que deseen adquirirla con propósito de trabajo personal” (Fresco 1936: 25). El día 25 de octubre en Coronel Suarez retomó la cuestión y propuso crear un catastro parcelario para tener conocimiento de toda la tierra pública y en particular la que fue apropiada de manera indebida mediante títulos fraguados, para luego poder “entregársela al pobre labrador”  (Fresco 1936: 176). 

En diversos actos destacó su voluntad de sancionar leyes protectoras para fijar precios mínimos de los productos, revirtiendo el inconveniente resultante de la caída de los valores en el mercado mundial.

Incluyó en su programa la creación de chacras experimentales, el fomento a la industria pesquera en los mares, lagunas y ríos, el apoyo al crédito ganadero y agrícola, el impulso a la lechería, a la industria de la frutilla y el tomate y a la explotación de canteras. Fresco argumentó que su programa no era totalmente novedoso en la Argentina y que la protección de las industria locales ya había dado buenos resultados en el norte del país con la protección del azúcar y en cuyo donde se estimulaba la producción vitivinícola (Fresco 1936: 38, 119, 128 y 148). 

El 8 de septiembre en la ciudad de Junín resumió su propuesta de la siguiente manera: “en el orden económico la sanción de una legislación rural de fomento a la pequeña propiedad, con el parcelamiento de las tierras fiscales, entregándoselas al agricultor que trabaja directa y personalmente esas tierras, estimular la sanción de leyes protectoras que establezcan el precio mínimo de esos productos, desenvolvimiento del crédito ganadero y agrícola, instalación de mercados regionales en el territorio de la Provincia, creación y fundación de chacras experimentales” (Fresco 1936: 82).  

La seguridad y la reforma de la policía

En un acto en la localidad de Nueve de julio del día 22 de septiembre, Fresco mencionó que reprimiría los delitos producidos en la campaña rural. Centralmente, hizo referencia al cuatrerismo. Propuso con este fin crear una Comisión Especial integrada con juristas, miembros policiales y productores rurales.

Retomó el tema de la seguridad en un acto en Pigüé del 25 de octubre. Allí  se refirió a la reforma policial sosteniendo que “no me gusta la policía prepotente y brava. En cambio, tengo simpatía por la policía bondadosa y amiga de todos”. Propugnó la necesidad de tener una fuerza disciplinada e impulsó la creación de una policía judiciaria, “formada por abogados, para que los sumarios reflejen el pensamiento jurídico de hombres capacitados  (Fresco 1936: 162).


La reforma educativa

Durante los actos de campaña Fresco prometió impulsar varios cambios para la educación, incluyendo la mejora en los salarios y en la inversión en infraestructura.

Se proponía dar solución a lo que consideró era una negativa desconexión educativa con el mundo de la producción y del trabajo. Puntualizó que existía un “exceso de maestros, bachilleres y universitarios” y promovió en su lugar una educación para el trabajo que requería “obreros especializados que nuestro pueblo no está hoy en condiciones de suministrar”  (Fresco 1936: 23). Con este fin, fomentó la apertura de institutos de enseñanza práctica, escuelas orientadas a las ramas de la industria, de los oficios y del arte manual para “dotar a las nuevas generaciones con la aptitud que requiere la industria moderna (…) hay que hacer escuelas prácticas de artes y oficios, de enseñanzas manuales y agrícolas (Fresco 1936: 117 y 162).

En la ciudad de Baradero el día 22 de junio sostuvo que su gobierno entablaría la lucha contra el analfabetismo y promovería la educación física (Fresco 1936: 23 y 24).

Sin dar demasiados detalles, el 26 de octubre en la localidad de Tres Arroyos mencionó que impulsaría la educación religiosa. Puntualizó que “nuestra Constitución establece la obligación de informar la enseñanza escolar en los principios de la moral cristiana” (Fresco 1936: 192). 

Políticas sociales y sanitarias

El candidato a gobernador sostuvo en campaña que promovería un Departamento de Trabajo y otro de Higiene. 

En un acto en Bragado del día 21 de julio de 1935 Fresco estableció que “como médico que ejerce su profesión, encontrarán mis conciudadanos los motivos de mi preferencia por los problemas que crea la asistencia social. En contacto diario con el dolor y la enfermedad, conozco y aprecio las tribulaciones de los pobladores del territorio de la Provincia, cuando les aflige algún mal físico (…) la carencia de institutos especializados en la atención de múltiples y diversos casos que plantea la cirugía moderna en todas las variedades obliga al habitante pobre a mendigar su asistencia en los grandes hospitales de la Capital Federal, peregrinando a veces de uno a otro sin encontrar cama” (Fresco 1936: 49). 

A partir de este diagnóstico, el candidato promovió la construcción de un instituto de cirugía, la creación de hospitales, sanatorios y la programación de una política integral de prevención, de asistencia y de curación de la tuberculosis (Fresco 1936: 49 y 137).  

Finanzas públicas y reformas tributarias

Uno de los ejes de la campaña fue su reivindicación del equilibrio presupuestario y de la necesaria racionalización de la administración pública. Sobre éste último aspecto, Fresco remarcó que había que reordenar las entidades burocráticas “sistematizando sus servicios y agrupando las oficinas dispersas por la analogía de sus trabajos, en núcleos orgánicos que simplifiquen el expedienteo y el movimiento en las gestiones y trámites de asuntos, cuyo ordenamiento facilitará el ahorro en los gastos y una mayor eficacia en la acción permanente de la vigilancia en los intereses comunes” (Fresco 1936: 21). 

Con el fin de alcanzar el equilibrio presupuestario, Fresco remarcó la necesidad de revisar y de consolidar la deuda pública para reducir los servicios de amortización. En su punto de vista, el endeudamiento de las gobernaciones radicales había sido parte de una mala política de “imprevisión” y “desorden”. El día 15 de agosto sostuvo que el “problema financiero de Buenos Aires, que fue también el de todo el país, comienza al poco tiempo del advenimiento del radicalismo: comienza cuando se gasta desmesuradamente, cuando se gasta lo que hay, y se gasta, desordenadamente, más de lo que se puede (…)  en el año 1915 la deuda de la Provincia oscilaba alrededor de los cuatrocientos millones de pesos; después de consolidada la deuda del radicalismo que encontró la revolución, esa cifra alcanza a setecientos treinta y cinco millones (…) en 1915 cada habitante de la provincia debía contribuir con la suma de diez pesos con treinta centavos para la atención de la deuda pública de la provincia (…) en 1931… cada uno de nosotros debió aportar al fisco, por medio de los distintos impuestos, la suma de diecisiete pesos con ochenta centavos. Casi el doble (Fresco 1936: 56 y 59). 

Se proponía  aumentar la recaudación modernizando las oficinas públicas y modificando las cargas tributarias atendiendo las diferencias de ingresos.

En varios actos Fresco remarcó la necesidad de implementar una reforma impositiva. La misma estaría caracterizada por cobrar impuestos “proporcionados a las fortunas y las ganancias de los contribuyentes; de la disminución paulatina hasta su extensión, de los gravámenes al comercio y a la industria que pesan en realidad sobre el consumidor”. (Fresco 1936: 118). Hizo hincapié en la importancia de avanzar en un sistema tributario que tenga justicia distributiva. En este sentido, cuestionó que un “pequeño y modesto propietario de una insignificante chacra”, pague lo mismo que un “poderoso rico que tiene enormes extensiones de tierra privilegiada”. Puntualizó que “corresponde modificar la tasa impositiva de la revaluación territorial para desgravar a las clases pobres con tasas más bajas y gravar a los privilegiados, a los potentados, a los muy ricos, porque una razón de justicia distributiva establece y determina que el beneficio debe ser proporcional al sacrificio” (Fresco 1936: 174).   

Sostuvo que la contribución inmobiliaria tenía que “guardar relación con el rendimiento económico y transformarse en una verdadera cédula especial de impuesto nacional sobre la renta” (Fresco 1936: 21).

Propugnó la modificación de la valuación de la tierra avanzando en un esquema progresivo para la “justa y equitativa distribución de las cargas públicas” (Fresco 1936: 47). 

 

Resolver el déficit ferroviario

Durante la campaña Fresco cuestionó el déficit para el presupuesto que ocasionaba el Ferrocarril Provincial a Meridiano V, siendo en su punto de vista el origen de “la más importante proporción de la deuda pública” (Fresco 1936: 21).

El candidato reconoció la importancia que encontró el ferrocarril al surgir entre los años 1910 y 1913. Entre sus principales razones originarias, estaban las de fomento de la producción agropecuaria, el contralor de la tarifa de los transportes particulares y el apoyo a las corrientes de exportación. Con el tiempo su función se fue desdibujando y Fresco cuestionó que y “como ocurrió con el Ferrocarril Oeste, la incapacidad industrial del Estado, lo hizo causa de ingentes pérdidas al erario”.

Proponía para resolver el problema pasar el servicio a la esfera del Estado Nacional o convertirlo en empresa mixta (Fresco 1936: 22, 46-49).

 

Bibliografía citada

Fresco Manuel (1936) Ocho meses de campaña electoral, S/E, La Plata.

Pagni Carlos (2023) El Nudo, Planeta, CABA.

Piñeiro Iñiguez Carlos (2021) Alvearismo y justismo. La  fractura política en los años 30, PROMETEO, CABA.

Walter Richard (1985) La provincia de Buenos Aires en la política Argentina, Emecé, Buenos Aires.



[1] Solamente en uno de los actos de campaña del año 1935, Fresco se manifestaría públicamente crítico al voto secreto. En una reunión en Olavarría del día 26 de octubre de 1935 destacó que “siempre fui un ciudadano celoso y respetuoso de las normas del sufragio universal y del voto obligatorio”. Acto seguido, Fresco criticó el “cuarto oscuro” al que caracterizó de “encrucijada de la traición de los cobardes” que había permitido la asunción de Yrigoyen. Más allá de esta caracterización, allí no postuló su derogación, sino que promovió un cambio de valores entre el electorado y afirmó la tradición liberal del país: “reorganicemos nuestra democracia, obliguemos al voto, pero estimulemos los tradicionales sentimientos nobles del pueblo argentino; reorganicemos la mentalidad civil de nuestra juventud, para que vuelvan a surgir, de tiempo en tiempo, los San Martin, los Necochea, los Sarmiento, los Avellaneda, los Pellegrini, que jamás se refugiaron en la mezquindad oblicua del cuarto oscuro” (Fresco 1936: 179-184).

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