jueves, 1 de diciembre de 2022

Restricciones para investigar en Universidades Nacionales

 

Aritz Recalde, noviembre 2022


Publicado en Investigación en Movimiento 

 

Primera restricción: problemas de articulación entre las carteras de investigación, de universidades y de acreditación  

En el año 2007 se creó el MINCyT desdoblando las carteras de ciencia y la de educación. Como resultante de eso, la Secretaría de Política Universitaria (SPU) se quedó con funciones ligadas centralmente a la docencia y a la cooperación. En general, las convocatorias de investigación o de apoyo a los posgrados -que culminan con instancias de investigación-, suelen disponer de bajo financiamiento atendiendo la dimensión del Sistema Universitario Argentino.  

Buena parte de los recursos y de los programas ciencia e investigación pasaron a la órbita del MINCyT, que es el principal órgano de aplicación de las leyes 23.877 de Promoción y Fomento de la Innovación Tecnológica, de la 25.467 de Ciencia, Tecnología e Innovación y de la 27.614 de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Con ésta última norma el Estado Nacional se comprometió a destinar el 1% de PBI en la actividad en el plazo de una década. Lamentablemente, las universidades prácticamente no fueron incluidas en la regulación y tienen escasa injerencia en la orientación de dicho financiamiento.

El tercer actor vinculado al tema de la investigación en las universidades es la CONEAU, que no dispone de fondos propios para programas de mejora y tampoco tiene injerencia en la asignación de recursos del MINCyT. El organismo tiene funciones de evaluación y de acreditación y es importante el trabajo que hace para fomentar la investigación entre los docentes y para promover las actividades científicas en los laboratorios. La CONEAU exige como un estándar de acreditación de los posgrados que exista investigación de calidad y que los estudiantes participen en ellas, que los docentes publiquen y que las instituciones apoyen la formación permanente de los planteles docentes orientándolos a alcanzar el nivel máximo de formación doctoral. Las carreras que cumplen los estándares y que aprueban las evaluaciones no encuentran en la CONEAU incentivos económicos para mejorar la investigación, las publicaciones o al menos para mantener la calidad de sus laboratorios. Ocurre algo similar en las carreras de grado de interés público.  

 

Segunda restricción: limitantes presupuestarios de las universidades

Las universidades invierten, en promedio, entre el 80-90% de sus fondos propios para garantizar la función administrativa y salarial. En este escenario, son escasos los recursos que se pueden destinar para la investigación y el desarrollo.

Los fondos específicos para actividades científicas que se giran por planilla del Congreso de La Nación son bajos. En instituciones con laboratorios y con maquinaria compleja en muchos casos esos recursos no alcanzan para cubrir los costos operativos. Con esos montos es muy difícil encarar obras o la adquisición de equipamientos tecnológicos.    

La SPU aporta un refuerzo anual que tampoco le permite a las instituciones resolver fácilmente el limitante presupuestario y solventar con facilidad las actividades y las publicaciones de I + D.

Gracias a algunas convocatorias del MINCyT y de otros organismos públicos las instituciones adquirieron equipamientos valiosos. Suele ocurrir que luego las universidades no puedan solventar los insumos para su funcionamiento o que no logran reparar los desperfectos técnicos o las renovaciones del equipamiento.

Estas restricciones suelen agravarse en las instituciones de reciente creación y que en general tienen mayores dificultades para acceder a financiamientos por concursos y convocatorias abiertas, frente a otras instituciones de mayor trayectoria caracterizadas por disponer de equipos de docentes investigadores consolidados.

 Tercera restricción: dificultades de los docentes investigadores y de los estudiantes en formación

La mayoría de los docentes del país realizan su labor con una dedicación simple (65,9%), cuestión que no contribuye a que investiguen. Es bajo el porcentaje de las dedicaciones semi exclusivas (18,5%) y exclusivas (11,6%) que están en condiciones más oportunas para realizar actividades por fuera de la docencia.

En muchos casos los profesores suelen tener una alta carga horaria frente a cursos y disponen de poco tiempo para realizar otras actividades. El deterioro en los salarios que se viene produciendo hace varios años tampoco es un incentivo a que los profesores investiguen.

El Programa de Incentivos está desfinanciado y perdió importancia. Por si no fuera poco, el PRINUAR que tiene que implementar el Sistema de Categorización viene acarreando problemas serios de funcionamiento.

Los estudiantes que acceden a becas internas de investigación o las becas EVC-CIN de promoción y de formación se encuentran que en general tienen montos bajos. Por el contrario, las exigencias de calidad de las iniciativas como las EVC-CIN son altas al requerirse direcciones de estudiantes con doctorado y la redacción de proyectos que son sometidos a evaluaciones de pares.

 Cuarta restricción: dificultades administrativas propias de las universidades

La gestión financiera de la función de la investigación en universidades encuentra una seria restricción en la aplicación del sistema de compras de la Administración Pública. Es muy complejo para los investigadores completar los trámites para adquirir un equipamiento o un insumo por bajo valor que tenga el mismo.

Esto induce a que se produzcan dilaciones en los plazos de las compras y que lleguen a destiempo y que se adquieran con aumentos de precios por la inflación. 

El problema no es solamente propio de las universidades públicas y el esquema de la Agencia nacional que administra recursos del BID, también es sumamente engorroso para el investigador.

Otro tema que complejiza la gestión de las áreas de investigación es la dificultad para reunir y sistematizar la información acerca de la labor de los equipos. Sigue sin resolverse una mejor articulación entre el CV-ar y el SIGEVA. Con el actual software es muy difícil  conocer la producción de los equipos y hacer estadística sobre las publicaciones, acerca de la formación de los investigadores o sobre la participación y/o organización de actividades.

 Quinta restricción: prejuicios limitantes de la función de investigación y desarrollo

Si bien las universidades son diferentes en historia, contexto e idiosincrasia, suelen compartir nociones elitistas de la función de investigación que son propias de la tradición liberal. Lo mismo ocurre con la influencia del reformismo y del cientificismo que cruza todas las prácticas y que suele alejar a las instituciones del contexto social, político y productivo.  

Un tema que debe debatirse en las universidades es la falta de inclusión de los nodocentes en las investigaciones, ya que ello conlleva la pérdida de un capital humano muy valioso. Durante las últimas dos décadas el sector amplió su participación en el sistema y el Convenio Colectivo del año 2006 favoreció su formación continua. Miles de nodocentes son profesionales y muchos se capacitaron en las tecnicaturas y en las licenciaturas financiadas por la FATUN. Su  inserción en las diversas áreas de las universidades les otorga un conocimiento fundamental y a diferencia de los docentes, todos los trabajadores se desempeñan a tiempo completo.

Una cuestión a revisar es la falta de articulación de la tarea de investigación con el sector productivo y social. Esta situación le quita impacto a muchas investigaciones que no terminan alcanzando el resultado esperado. Asimismo, se pierde la posibilidad de conseguir fuentes de financiamiento y de conformar agendas de temas de relevancia para el desarrollo productivo y la promoción del trabajo argentino.   

Otro tema que puede ponerse en discusión es el supuesto acerca de que todos los docentes tienen que investigar. Hay muchos profesores que no tienen vocación y tampoco la necesaria formación en investigación y sus perfiles se orientan más a las acciones de cooperación y de vinculación. En las convocatorias no pocos docente se integran formalmente a equipos de investigación con el sólo fin de completar su designación, sin aportar nada sustancial al proyecto, a la universidad y al país. Se produce una carga administrativa innecesaria y se desincentiva su capacidad creativa en funciones como la vinculación y la cooperación, entre otras.

Finalmente, no podemos desconocer la dificultad que tenemos los universitarios para consolidar una agenda de investigación que contribuya a la construcción de la soberanía cultural, económica y política y a que nuestras sociedades que nos financian y otorgan sentido vivan mejor. En muchos casos, importamos los temas del mundo anglosajón y producimos conocimiento poco arraigado en la comunidad. Esta dependencia cultural dificulta la posibilidad de formular una investigación orientada a problemas, regionalizada y social y productivamente con impacto.

 

Algunas propuestas para conformar un sistema integrado de investigación y desarrollo

1- Se podrían reunificar las carteras de universidad y de investigación en un nuevo Ministerio de Universidades, Ciencia y Desarrollo Federal.

2- La  CONEAU podría tener recursos propios para el fortalecimiento de la calidad o al menos sus dictámenes deberían incidir directamente en la asignación de los programas y fondos del MINCyT y de la SPU. 

3- Se debería impulsar que la Ley de presupuesto del Congreso incluya una línea para el mantenimiento de Laboratorios, Institutos y Centros de investigación y ciencia acreditados. Podría funcionar de manera similar al ítem de transferencia de recursos a los hospitales universitarios.

4- La SPU y las universidades deben trabajar en el mejoramiento de las dedicaciones docentes, ya que es muy difícil esperar que existan investigaciones con designaciones simples.

5- Todas las instituciones deberían permitir y fomentar el ingreso de los nodocentes a los proyectos de investigación.

6- Las instituciones tienen que avanzar a una visión integral de las designaciones de sus profesores, incluyendo alternativas que van más allá de la función del “docente investigador” y que incluyan a los extensionistas, a las actividades de vinculación, de capación a la comunidad, la producción artística, etc.-.

7- Es fundamental desburocratizar los sistemas de gestión universitaria de la ciencia y de la investigación. Sería importante que la SPU promueva un nuevo marco para la gestión científica en universidades, en línea con la Ley 23.877 de promoción de las UVT. Se tienen que fomentar los subsidios no rembolsables orientando la evaluación institucional al resultado y el impacto de la investigación y no al cumplimiento administrativo y formal de las rendiciones como muchas veces ocurre.

8- Es estratégico regionalizar y orientar las investigaciones a resolver problemas de la realidad y no meramente a reproducir agendas foráneas o a discutir endógenamente con los textos.

9- La Argentina requiere de un Sistema Nacional de estadísticas de I + D. Entre otras cuestiones, debe producirse  un trabajo conjunto entre CV-Ar, SIGEVA y las instituciones internacionales de gestión de la actividad que vienen avanzando en este aspecto.

10- Es importante que en articulación entre la SPU, la CONEAU y el MINCyT se diagramen políticas de promoción de la formación doctoral en temas estratégicos y que se implementen apoyos a las revistas, a la edición de libros, audiovisuales y otros mecanismos de publicación y divulgación de la actividad científica. 

 

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Entrevista a Aritz Recalde sobre Antonio Cafiero

 Entrevista del  Avión Negro 



En general, se suele hablar poco del Antonio Cafiero economista. Vos, en tu libro, le dedicás bastantes páginas a este tema en particular. ¿Cuál fue su aporte concreto, según tu mirada, a la economía nacional desde una perspectiva justicialista? ¿Cuál fue su participación, también, en el primer gobierno peronista en ese sentido?

AR: Antonio Cafiero era economista y doctor en economía de la UBA. Tenía una sólida formación teórica e histórica y su paso por la militancia y por la gestión le dio una perspectiva integral y realista del desarrollo.

Su obra teórica condensó una crítica a la escuela económica liberal. En el libro Cinco Años después, debatió con la economía clásica. La consideró una teoría incapaz de garantizar un desarrollo nacional en la Argentina. Menos aún el liberalismo podía garantizar un piso mínimo de dignidad humana y social y por el contrario aumentaba la desigualdad entre países y entre sectores. 

Cafiero contrastó la teoría liberal con la historia. Demostró que los procesos de desarrollo de las naciones en ascenso y en diputa con Inglaterra como fueron Alemania y los EUA, desarrollaron políticas proteccionistas. No implementaron linealmente la ideología liberal y escribieron sus propias doctrinas económicas adecuadas a su realidad, a su tiempo y a su espacio. En este punto remarcó el importante aporte de los pensadores como Federico List o Keynes. A diferencia del planteo de sus fundadores, Cafiero entendió que el liberalismo no era una teoría universal y neutral, sino que más bien era la ideología británica que profundizaba las desigualdades entre las naciones centrales y los países del sur. 

Cafiero puntualizó que en la Argentina la ruptura con el liberalismo económico se inició en la década del 30, cuando se crearon las Juntas Reguladoras y el Banco Central. Una década después el Justicialismo profundizó esas acciones y construyó un proyecto nacional de marcada orientación antiliberal.

En el libro Cinco Años después documentó la forma a partir de la cual el Estado nacionalizó Banco Central, los depósitos bancarios, el comercio exterior y los servicio públicos. Con estos fondos el Justicialismo encaró los Planes Quinquenales que estuvieron integrados por grandes obras públicas. La recuperación de los recursos financieros que anteriormente eran fugados del país, permitió consagrar la justicia social. El resultante del nuevo modelo de Argentina fue la afirmación de nuestra soberanía nacional y popular, anteriormente enajenada en manos extranjeras.

Cafiero remarcó que esta inmensa obra de reparación nacional y social se hizo sin pedir préstamos al extranjero y sin someterse a ninguna potencia foránea. También demostró con datos estadísticos y con fuentes documentales que el cambio de política económica iniciado en 1955 fue sumamente negativo para el país que se endeudó, aumentó el desempleo y se desindustrializó. 

En el libro el Peronismo que viene  publicado en el año 1995, Cafiero reactualizó su crítica a la nueva política neoliberal. Mantuvo su cuestionamiento al FMI en línea con su planteo de juventud y agudizó el cuestionamiento al modelo de especulación financiera que desde 1976 destruyó la industria y la producción real en el país. Es bueno destacar que si bien el mundo, la Argentina y el justicialismo habían cambiado, en los años noventa Cafiero mantuvo firme sus ideales tendientes a forjar una economía nacional, industrialista y de orientación social. Nunca adhirió al neoliberalismo a diferencia de muchos de sus contemporáneos. 

Además de ser un teórico, Cafiero fue un importante doctrinario de formación cristiana. Desde su juventud militó en Acción Católica y era habitual a la hora de hablar de economía que referenciara a algún Papa o a los textos vaticanos. En su punto de vista, la economía debía estar ordenada al bien común y a la construcción de la comunidad nacional. Al Justicialismo lo definió como un proyecto político antiliberal, organizado en base a los principios de las Encíclicas sociales.

En su paso por la gestión articuló la teoría y la doctrina. Siendo agregado financiero de la Embajada Argentina en Washington, le recomendó al Poder Ejecutivo no ingresar al entonces flamante FMI, cuestión que el Gobierno Nacional acató.

En el año 1952 Perón designó a Cafiero como Ministro de Comercio Exterior. Junto a su par Gómez Morales fueron los encargados de resolver la encrucijada económica argentina, que enfrentaba una inflación importada por la Guerra de Corea y por el aumento de los alimentos resultantes de la sequía. El país tenía problemas de acceso a las divisas para importar la maquinaria que era necesaria para proceso de industrialización. En ese contexto, Cafiero implementó una original política de comercio bilateral caracterizada por el intercambio de bienes entre países, sin necesidad de utilizar dólares. Durante su gestión ministerial se fomentó el multilateralismo, aumentando las relaciones comerciales con el bloque soviético, Europa, América Latina y los EUA.  Cafiero impulsó una política tendiente a que el comercio entonces regulado por el estatal IAPI, sea realizado por cooperativas. En los años cincuenta acompañó el histórico Congreso de la Productividad que demostró que se puede superar una crisis a partir del acuerdo entre el capital y el trabajo argentinos y que no hay necesidad de explotar a la familia trabajadora o de hacer concesiones antinacionales a las corporaciones foráneas.

Esta misma estrategia la implementó nuevamente el peronismo en el año 1973 con el Pacto Social implementado por el ministro Gelbard. Siguiendo esta doctrina y siendo Ministro de Economía de La Nación en 1975, Cafiero impulsó las Actas Acuerdo entre la GCT y la CGE.

 

Los planteos del primer Cafiero siguen siendo actuales. Las soluciones que implementó para resolver las crisis de los años cincuenta hoy podrían recuperarse, tanto el sistema del comercio bilateral, como la idea del Pacto Social y de la construcción de un Mercado Sudamericano. Hay que volver a estudiar sus libros ya que tienen muchas soluciones a los problemas actuales de la dependencia argentina.

 

 Cafiero cumple un rol preponderante en el comienzo de la actual etapa democrática. En primera instancia, es uno de los referentes del peronismo en el año 1983 e incluso se llega a hablar de él como posible candidato.  Posteriormente, encabeza la renovación, también es uno de los que participa junto con el presidente Alfonsín en el famoso balcón de plaza de Mayo durante el levantamiento carapintada y accede a la gobernación en 1987 en una victoria épica para el peronismo. Después, pierde la interna presidencial contra Carlos Saúl Menem y su proyecto nacional queda inconcluso.

¿Qué opinión tenés particularmente de esta etapa de Antonio Cafiero?

¿Cuáles creés que son las principales políticas de su gobierno en la provincia de Buenos Aires y cuál es su legado?

¿Qué hubiera implicado en el comienzo de los años de hegemonía neoliberal, una constitución como la que fue derrotada en el referéndum de 1990 en la provincia de Buenos Aires? 

AR.: El justicialismo había sido desalojado del poder y perseguido por el gobierno militar desde 1976.  La derrota electoral de 1983 profundizó aún más una crisis ya iniciada con la muerte de Perón y con los terribles sucesos de la dictadura.

En ese marco, Cafiero trabajó arduamente por la reorganización del peronismo. Bregó por su actualización doctrinaria sin por ello abandonar los principios básicos del Movimiento, como haría luego Menem que se convirtió en un neoliberal. Su larga trayectoria en el justicialismo le daba una legitimidad que pocos dirigentes tenían en 1983.

Cafiero le dio al peronismo una nueva mística y una renovada capacidad de movilización que llevaron al espacio a recuperar centralidad política y social. Como resultado de eso, el justicialismo con Cafiero de candidato recuperó la provincia de Buenos Aires y le dio competitividad nacional al partido. Durante la etapa bregó por el nacionalismo económico en un contexto adverso, caracterizado por la reaparición de ideas liberales que eran difundidas por intelectuales como Alsogaray y varios periodistas.

En los años ochenta Cafiero continuó defendiendo la doctrina de una comunidad organizada, que tenía que integrarse en base al trabajo y la justicia social.  Convocó a refundar la identidad cultural movilizadora, devolviéndoles a los argentinos la fe en las capacidades nacionales.

En la gobernación de la provincia de Buenos Aires puso en práctica su doctrina y su larga experiencia. Creó un espacio de reflexión y formuló un Plan Trienal de desarrollo, continuando la tradición Justicialista del Consejo Nacional de Posguerra y de los Planes Quinquenales. Acompañó la participación de las organizaciones libres del pueblo en la gestión y lo justificó en la doctrina justicialista de la Comunidad Organizada. Con este fin, impulsó consejos participativos  como los de seguridad, de la mujer o de salud. En paralelo, apoyó activamente la autonomía municipal considerando que desde el gobierno local tenía que construirse la democracia popular. 

El contexto no era fácil, sino más bien de crisis. La pobreza aparecía con mucha centralidad e incluso con dramatismo por la inestabilidad económica. La hiperinflación y la tensión política de un país con levantamientos militares y guerrilleros, generaban un contexto de ingobernabilidad. Pese a todo, el gobernador Cafiero implementó una política de desarrollo integral. Fue un gobierno popular en su modalidad de toma de decisiones y también en la orientación de su política. Construyó viviendas con cooperativas, reformó el sistema de salud e implementó una política de ayuda a los humildes sumergidos en la indigencia por la política económica de la UCR.  Se hicieron obras públicas fundamentales, como el Polo Tecnológico en Berisso o aquellas tendientes a terminar con el drama de las inundaciones.

Cafiero era consciente de que la suerte de la Argentina estaba directamente relacionada al triunfo del federalismo bonaerense. Uno de los temas característicos de su gestión fue la política cultural orientada a recuperar la tradición federal bonaerense y a construir una nueva identidad. La conciencia bonaerense era central para poder defender los intereses de la provincia y Cafiero bregó por obtener la reparación fiscal con la Nación. Esa agenda le permitió luego a Duhalde negociar con Menem la reparación histórica y lanzar el Ente del Conurbano. Trabajó arduamente para recuperar el protagonismo de nuestra provincia  y se consideró continuador de Dorrego, Rosas, Hernández y Alem.

Cafiero perdió la interna partidaria con Menem. Un sector del peronismo bonaerense con Duhalde a la cabeza se pasó a trabajar con el líder riojano.  En ese contexto político, perdió el plebiscito para reforma la Constitución provincial, que constituía los pilares de un verdadero programa de desarrollo bonaerense.

Su importancia política se fue apagando y el menemismo ocupó el centro del espacio político y condujo al país al neoliberalismo y a la alineación dependiente al nuevo orden mundial.

La derrota de Cafiero supuso la derrota del último gran doctrinario del desarrollo justicialista. Eso aparejó también la derrota de la Argentina, que perdió identidad, derechos sociales y soberanía. Durante los años noventa Cafiero fue crítico de la política económica, pero en general su prédica no encontró un actor político capaz de revertir  lo que finalmente ocurrió. 

 Teniendo en cuenta el rol preponderante que ocupó durante los años del retorno a la democracia, ¿cuáles son hoy las significaciones y las representaciones que se tienen de aquel Antonio Cafiero?

Unos lo colocan casi en el lugar de uno de los padres de la democracia junto a Alfonsín. Otros lo ponen como un referente de una renovación peronista inconclusa que no hubiera sido neoliberal. Y, en tercer término, hay quienes lo colocan como el primer peronista socialdemócrata. ¿Cuál es tu opinión en ese sentido, y cuál es su legado hoy?

AR.: La figura de Cafiero está en disputa, ya que trae aparejado el debate sobre la significación del peronismo en su totalidad.

En general, hay una ignorancia grande sobre su obra teórica que quedó condensada en una decena de libros y cientos de artículos. Los académicos y la dirigencia política deberían retomar esos textos y estudiarlos en profundidad.

La recuperación política actual de su figura es tendenciosa. Algunos lo consideran un socialdemócrata asimilable a Alfonsín, cuestión históricamente falaz por varias cuestiones. La primera obviedad es que Cafiero era peronista y estuvo preso en 1955 por una dictadura  orquestada por la UCR y por varios de los dirigentes con los que se referenció siempre Alfonsín. En 1976 Cafiero nuevamente fue preso, habiendo siendo Ministro de Isabel Perón. Hubo muchos intendentes de la UCR gobernando en acuerdo con la dictadura y en ese contexto  Cafiero estaba con los sindicatos y dirigentes justicialistas resistiendo la brutal violencia. Cafiero era peronista y no compartió gran parte de la estrategia política de la UCR que fue implementada desde 1945 en adelante.   

En 1987 Cafiero apoyó a Alfonsín y cuestionó el levantamiento militar carapintada de Semana Santa. Esta actitud no era seguidismo a la UCR, ni tampoco a Alfonsín que no es el padre de la democracia y menos aún lo es su partido que estuvo comprometido con la violencia política iniciada desde 1955 y que padeció Cafiero. En realidad, lo de Cafiero fue coherencia histórica: se opuso al golpe de 1955 apoyado por la UCR y enfrentó las proscripciones de los años cincuenta y sesenta que también impulsadas por la UCR.  Entre 1973 y 1976 fue totalmente crítico de las guerrillas peronistas y marxistas, de los paramilitares de derecha y de los intentos golpistas militares.

Todas esas luchas del peronismo contribuyeron a recuperar la democracia en 1983, que no tuvo un sólo padre, sino más bien varias generaciones de padres, de madres, de abuelas y de hijos que militaron la causa y que padecieron exilios y cárceles. Siendo gobernador se opuso, de la misma manera que lo hizo en 1974 y 1975, al asalto violento a los cuarteles impulsado por Gorriaran Merlo.

Esto no implicó que Cafiero no haya participado y fomentado el dialogo con la UCR. Por el contrario, Cafiero fue uno de los artífices y protagonistas de la Hora del Pueblo y de las Coincidencias Programáticas de los partidos políticos en la antesala del año 1973.  Ahora, siempre lo hizo desde el justicialismo y no desde una emulación a la socialdemocracia radical o nada que se le parezca. 

Un tema del que no se habla, es del fuerte vínculo de Cafiero con la CGT. Luego de 1955 fue asesor de Vandor, de Rucci y del sindicalismo que lo propuso en más de una oportunidad como su candidato a ministro y a presidente. Siendo gobernador apoyó una corriente gremial de la renovación y Cafiero conservó el tercio de los espacios en las listas.

Fiel a la doctrina justicialista, siempre propuso la construcción de un partido y de una democracia con centralidad y con protagonismo de las organizaciones libres del pueblo. Este posicionamiento lo distancia claramente de Alfonsín y en los años ochenta Cafiero hizo política con Ubaldini, cuando el mandatario radical proponía la Ley Mucci y el debilitamiento sindical.

Poco se sabe de la activa acción que realizó Cafiero para fomentar la unidad sudamericana. Lo hizo en su condición de ministro en 1952 y firmó convenios con los países de la región tendientes a fomentar un mercado regional. En los años noventa y siendo embajador en Chile planteó lucidamente la necesidad de aliarnos con este país, para fortalecer la salida comercial al pacífico en la nueva geopolítica que tenía a China en el centro. Escribió a favor de la unidad sudamericana y fue un protagonista importante de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina.

 

En lo doctrinario Cafiero era cristiano y no liberal de izquierda o socialdemócrata. Mantuvo esa identidad a lo largo de toda su vida. Incluso cuestionó la alianza de Kirchner con el progresismo, corriente política a la que caracterizó de moderada en su voluntad de transformación e incapaz de impulsar un cambio real. El peronismo era la contracara del progresismo y profesaba una identidad cristiana y no de izquierda y tenía una práctica transformadora y revolucionaria. 

 Cafiero dejó varios libros que hay que estudiar para entender al peronismo y para formular un nuevo proyecto nacional.  Las nuevas generaciones tienen que conocer su crítica a la violencia política y particularmente su punto de vista de los enfrentamientos internos del justicialismo de 1974 y 1975 para no repetir esos mismos errores. A los bonaerenses nos dejó un modelo de desarrollo y una causa a reparar que es el abandono de nuestra provincia y la pérdida de centralidad en los destinos nacionales. 

 

Por último, ¿cómo calificarías el vínculo entre Juan Domingo Perón y Antonio Cafiero en sus distintas etapas, sea en los primeros años de gobierno peronista, como en la resistencia, como en el tercer gobierno peronista, ya con Perón de regreso?

Cafiero conoció a Perón en su juventud siendo militante universitario. Cafiero fue el primer consejero estudiantil de justicialismo y el fundador del peronismo universitario.

En el primer gobierno tuvo un cargo público en la Embajada de los EUA. En el segundo gobierno Perón lo designó como Ministro de Comercio Exterior y Antonio tenía tan sólo 30 años. En 1955 la relación entre ambos se tensó por el enfrentamiento con la Iglesia. Cafiero criticó con dureza al ministro de Educación Méndez San Martin que apoyaba la ruptura. Por este tema, presentó su renuncia y se alejó de la política, cuestión que no impidió que terminara preso luego del golpe de 1955.

En los años sesenta recompuso su relación con Perón y ocupó varios cargos partidarios. En 1964 estuvo en la organización del Operativo Retorno. Participó también de la Hora del Pueblo y en agosto de 1972 estuvo junto a Perón en Puerta de Hierro cuando se hizo el anuncio de los “Diez Puntos”. Ahí el líder justicialista definió las condiciones mínimas para su retorno al poder. En ese marco Cafiero apareció como uno de los posibles candidatos a presidente junto a Campora.

En octubre de 1972 Cafiero tuvo una reunión secreta con Lanusse y el militar la difundió desvirtuando lo allí conversado. Pese a que Cafiero hizo un descargo, a Perón no le gustó nada la situación y se generó una crisis de confianza. Pese a este desencuentro, Cafiero viajó en la comitiva del “avión negro” que trajo a Perón a la Argentina el 17 de noviembre. La muerte temprana de Perón no permitió que afiancen nuevamente sus vínculos.

Durante las presidencias de Cámpora y de Perón ocupó funciones no muy importantes. Con Isabel adquirió mayor protagonismo siendo interventor en Mendoza y Ministro de Economía, entre otros diversos cargos. 

Durante mucho tiempo circuló la mentira de que Perón afirmaba que “Antonio era un buen muchacho pero se quedaba con los vueltos”.  Eso lo dijo Alberto Samid en televisión y luego fue levantado por la revista Noticias. Samid aseguraba que esas palabras de Perón  estaban en los libros de historia, cosa que no era cierto y no hay ninguna fuente documental que lo evidencie. Cafiero llevó el tema a la Justicia y Samid fue declarado culpable del delito de injurias en 1994 y en 2005 se conoció su condena.

 

 

 

domingo, 11 de septiembre de 2022

Antonio Cafiero el profeta de la esperanza

 

Aritz Recalde (*), septiembre 2022

“Llevo en mí todas y cada una de las marcas de esta lucha siempre renovada por los fundamentos históricos del peronismo, por su identidad y su destino”. Antonio Cafiero, año 2011

 

A continuación ofrecemos un resumen del ideario político y social de Antonio F. Cafiero. El objetivo fundamental del artículo es convocar a las nuevas generaciones al encuentro del pensador, del doctrinario y del teórico bonaerense.

Compartimos plenamente el planteo de Andrew McAdam acerca de que la trayectoria política de Cafiero fue reconocida y no así sus aportes intelectuales y “En realidad, nunca se han valorado suficientemente sus dotes como escritor. Su prolífera pluma ha servido persuasivamente a los intereses de su partido político a través de las décadas y, más aún, a su país mediante la exposición de sus vastos conocimientos sobre economía. Su erudición se nutrió de la ávida lectura como dueño de una verdadera biblioteca de aproximadamente cuatro mil libros sobre economía, filosofía, religión, ecología, historia, y peronismo, que constituye en sí un gran tema. Cafiero es un genuino intelectual”.

 

1-   El Pensador Nacional y doctrinario del Justicialismo

“Los movimientos populares no nos divorciamos del pensamiento filosófico, ni de las verdades permanentes, ni de los atributos de la cultura y afirmamos que además de emociones, sentimientos, premisas y luchas en el campo político y electoral, tratamos de anudar toda esta acción, que de otra manera no tendría sentido, con verdades superiores del pensamiento”. Antonio Cafiero, año 1989

 

Antonio Cafiero fue un pensador nacional y un doctrinario del Justicialismo. Si bien dedicó su vida centralmente a la actividad política, no por eso abandonó la labor de reflexionar, de debatir y de escribir.

Tuvo la capacidad como pocos dirigentes políticos de articular su pensamiento doctrinario con la acción concreta de gobierno. En este sentido, se destacó su labor de gobernador bonaerense en dónde puso en actos la noción de Comunidad Organizada.

 

Sus obras doctrinarias

Entre sus obras de doctrina más destacadas se encuentra el libro “Cinco años después” (1961). El texto fue reeditado por EUDEBA en el año 1974 con el título “De la economía social justicialista al régimen liberal capitalista”. Si bien el núcleo del trabajo es la historia de la economía peronista, allí Cafiero introdujo dos apartados sobre el tema doctrinario analizando en profundidad los modelos civilizatorios del capitalismo, del liberalismo, del marxismo y del cristianismo a la luz del Justicialismo.

Cafiero fue un gran predicador y protagonizó activamente la “lucha por la idea” expresando su ideario en actos, reuniones y en publicaciones. En los años cincuenta dictó cursos en la Escuela Superior Peronista y en otros espacios gremiales y partidarios.

Fue docente de la FCE de la Universidad de Buenos Aires hasta 1955 cuando lo expulsaron junto a cientos de profesores. En los años sesenta dictó clases en la Universidad Argentina de Ciencias Sociales.

Luego del golpe de Estado de 1955 fue asesor permanente del Movimiento Obrero Organizado y docente del Instituto de Capacitación y Formación de la CGT. Esta relación la mantuvo durante su extensa carrera política y el sindicalismo lo honró  postulándolo como candidato a ministro de La Nación y a Presidente.

El tema doctrinario fue retomado en un artículo publicado en la revista Mayoría que fue titulado “A 25 años del Congreso Nacional de Filosofía: las ideas filosóficas de un presidente” (1974).

Siendo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Cafiero organizó el Simposio “A 40 años de la Comunidad organizada: proyecciones del pensamiento nacional” (1989). En el acto de clausura del encuentro presentó la ponencia “Ideología y Comunidad Organizada” en la que profundizó sus reflexiones acerca del origen y provenir del hombre argentino, de la Nación, del sentido del trabajo y del peronismo.

A lo largo de su trayectoria impulsó distintos ámbitos de debate y de divulgación de la doctrina como fue el Instituto de Altos Estudios Juan Perón que ofició como órgano de capacitación del Partido Justicialista (2004). Desde allí estimuló las revistas Movimiento y Reseñas y Debates, entre otras publicaciones.

Historiador del Justicialismo

“Para saber adónde se va, es imprescindible saber de dónde se viene”. Antonio Cafiero, año 1995

 

El libro “Cinco años después” es uno de los primeros textos históricos que documentan y que explican en profundidad el funcionamiento de la economía peronista. El trabajo introdujo un estudio de los períodos que transcurren de 1946 a 1955 y de 1955 a 1960. La investigación tiene la gran virtud de articular la teoría y la historia económica con el conocimiento de la experiencia práctica y política, habiendo sido Cafiero un protagonista directo de la gestión Justicialista.

Entre sus trabajos históricos más importantes se encuentran “La política exterior peronista” (1996). Esta investigación se propuso superar lo que en su óptica era la “falacia del mito aislacionista”. Analizó el contexto de la Guerra Fría y la propuesta de la Tercera Posición Justicialista en la que tuvo una destacada participación el Canciller Juan Atilio Bramuglia.  Cafiero demostró con fuentes documentales y con argumentos sólidos que el peronismo formuló una activa Política Internacional que incluyó vínculos con el Bloque Soviético, con los EUA e Inglaterra y con los gobiernos de la región.

En una línea de revisión histórica de tono autobiográfico se destacan “Mis diálogos con Evita” (2002), “Desde que grité: viva Perón!” (1983) y sus extensas memorias “Militancia sin tiempo: mi vida en el peronismo” (2011).  


La doctrina Cristiana

“Alguna vez he dicho, repitiendo las palabras de Juan Pablo II, que nuestra vocación por la política es, después de la vocación religiosa, la más eminente y noble en el ser humano”. Antonio Cafiero, año 1994

 

Antonio Cafiero era cristiano. Desde joven militó en Acción Católica y su formación religiosa lo acompañó a lo largo de su vida pública y privada.

En sus libros reivindicó los textos del Papa Pío XI y de la Encíclica Quadragesimo Anno por su acertada crítica al materialismo liberal y por postular la necesidad de que el Estado sea un garante del bien común y de un piso de dignidad social.

En la visión de Cafiero, estos valores fueron encarnados por el peronismo al que caracterizó como un movimiento de filiación social cristiana. Interpretó que Eva tenía una “pasión casi religiosa” y que retomaba la doctrina de los profetas del Antiguo Testamento que no ahorraban expresiones para “denunciar las injusticias de los ricos”. También la primera dama era la cristalización de los ideales del Nuevo Testamento donde se postulaba que la “justicia social es dar lo suyo a quien le ha sido arrebatado”.

En el convulsionado año 1955 le manifestó personalmente a Juan Perón que se estaba cometiendo un grave error en la ruptura con la Iglesia. Estas diferencias con la Revolución Justicialista lo llevaron a dimitir al Ministerio de Comercio Exterior presentando su renuncia en el mes de enero y nuevamente en abril de 1955.

Renunció a los honores y no así a la lucha y poco tiempo de establecida la dictadura autodenominada Revolución Libertadora, Cafiero fue encarcelado iniciando la resistencia junto a las organizaciones libres del pueblo.  

En el año 1976 Isabel Martínez de Perón lo designó Embajador Argentino ante la Santa Sede. Al poco tiempo de haber  llegado a Roma en la Argentina fue derrocada la Presidenta y se inició la Dictadura. A pesar de no poder asumir formalmente en la función, Cafiero se reunió en una audiencia privada con el Papa Paulo VI quién le manifestó “No se preocupe, señor embajador, los pueblo siempre vencen”.

En el libro “El peronismo que viene” publicado en el año 1995 Cafiero mantuvo incólume su ideario y aseveró que “El Justicialismo debe ratificar los fundamentos humanistas y cristianos de su doctrina, asumiendo la tradición cultural argentina. Lejos del confesionalismo religioso, pero al amparo de una antropología definida”.

 

 2-   El dirigente político

No vamos a salir de esta crisis sólo con planes macroeconómicos o microeconómicos o ajustando el déficit fiscal. Esto es más profundo en lo ético, en lo moral, en los subsuelos en donde se edifica la sociedad visible de nuestro tiempo. Tenemos que buscar la salida y resolver cómo concretamos la Comunidad Organizada. Entendemos entonces que es necesario avanzar hacia la Unión Nacional”. Antonio Cafiero, año 1989

“La crisis de la política es también la crisis de la sociedad en su conjunto”. Antonio Cafiero, año 2001

 

Antonio Cafiero protagonizó una extensa trayectoria política iniciada ya desde su juventud en las filas de Acción Católica.

Se movilizó junto a la gran masa del pueblo el 17 de octubre del año 1945.

Es uno de los fundadores del peronismo universitario en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA  y fue  el primer Consejero Estudiantil Justicialista de la historia. En este contexto, entabló relaciones personales con Eva Duarte a las que se refirió en detalle en su libro Mis diálogos con Evita” (2002).

Entre otras diversas funciones institucionales Cafiero fue Agregado Financiero de la Embajada Argentina en los EUA (1948), Ministro de Comercio Exterior de La Nación (1952), Titular de la Caja Nacional de Ahorro y Seguros de La Nación (1973),  Interventor Federal en la Provincia de Mendoza (1974), Embajador ante el Mercado Común Europeo (1975), Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires (1985), Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (1987), Senador de La Nación (1991), Embajador en Chile (1991) y Convencional Constituyente (1994).

Ocupó destacados cargos políticos y partidarios. En la resistencia peronista iniciada desde el año 1955 representó a Buenos Aires en el Consejo Coordinador del Movimiento Justicialista (1964) y presidió la Secretaría de Asuntos Técnicos del Consejo Nacional del Partido Justicialista.

Intervino activamente en la formación de la Hora del Pueblo y en la construcción de la unidad nacional para el regreso de la democracia en 1973. 

A la vuelta de la democracia fundó la Renovación y presidió el Partido Justicialista de la Provincia (1986) y el Partido Justicialista Nacional (1988).

Fue un crítico acérrimo de la violencia política en todas sus manifestaciones e ideologías. Su intervención en la Semana Santa del año 1987 lejos de ser especulación de coyuntura, fue la ratificación de sus valores democráticos. Su acción de defensa del gobierno de Alfonsín y su crítica a los golpistas favoreció la posibilidad de terminar el ciclo de los golpes militares en la Argentina.

 

 La gestión económica

“El desarrollo económico es un imperativo, una exigencia social. El desarrollo económico materializa la voluntad de las naciones de asegurar a sus pueblos más altos niveles de vida. La elevación moral, el progreso cultural, la justicia social, la paz social, el bienestar y otros ideales que el hombre contemporáneo busca empeñosamente no son realizables en plenitud si las condiciones económicas de las distintas colectividades no se levantan a la atura del hombre”. Antonio Cafiero, año 1954

 

Cafiero obtuvo el título de Contador Público Nacional (1944) y de Doctor en Ciencias Económicas (1948).

Desde su juventud puso en práctica su sólida formación académica desempeñándose en los años cincuenta en los cargos de Agregado Financiero de la Embajada Argentina en los EUA, de Director de Economía Social de la Cancillería y de Ministro de Comercio Exterior de La Nación.

En el tercer gobierno peronista ocupó las funciones de Titular de la Caja de Ahorro y Seguros de La Nación (1973), de Secretario de Comercio por dos semanas (1974), de Embajador Argentino ante la Comunidad Económica Europea y de Ministro de Economía de La Nación.

En todas sus intervenciones practicó una posición doctrinaria y teórica sumamente sólida. En el año 1949 ejerciendo la función de asesor financiero de la Embajada Argentina en Washington formuló el “Informe XXI” y le recomendó al Poder Ejecutivo no ingresar al FMI -cosa que Perón respetó a rajatabla-.

Poco tiempo después desde el Ministerio de Comercio Exterior propugnó la diversificación de los mercados de exportación e importación e implementó junto a Gómez Morales una original y activa política bilateral de acuerdos comerciales.

Algunas de las ideas económicas de Cafiero de ésta etapa fueron reunidas en la selección de notas e informes de los libros “Razones para ser peronista” publicado por la COPPPAL (2007) y “La independencia económica” editado por Punto de Encuentro (2017).

En el Gabinete económico del año 1975 tuvo que enfrentar la difícil crisis del petróleo y soportó varios bloqueos de venta y de comercialización por parte del sector agropecuario. Pese a las terribles dificultades de la convulsionada década del setenta, propugnó una política gradualista a favor de la producción nacional y de los derechos de los trabajadores. Con este fin y poniendo en práctica la noción de Comunidad Organizada firmó un “Acta de Concertación Social Dinámica” entre la CGT y la CGE.

A lo largo de su trayectoria no abandonó la doctrina económica justicialista y durante los años noventa fue sumamente crítico del neoliberalismo aplicado desde 1976. En 1995 publicó el libro “El peronismo que viene” y allí cuestionó con dureza la extranjerización de la economía, el pragmatismo de la política exterior menemista y el accionar antinacional y anti productivo del modelo de la convertibilidad aplicado por el ministro Domingo Cavallo.

En pleno auge neoliberal, Cafiero siguió defiendo las ideas de soberanía nacional y de independencia económica a las que les sumó las propuestas de Estado de Justicia y del Desarrollo Sustentable.

 

El político Renovador

“Renovar la lucha por la idea no es un planteo puramente intelectual. Significa devolverle al Peronismo el estilo inconfundible de su mística política, sus utopías movilizadoras, el sentido fraterno y misional de su prédica social. Es volver a reconstruirlo como sujeto histórico, como fuerza transformadora, y relanzarlo a los escenarios del mundo –a nuestra América Latina, primero- para seguir luchando por aquello mismo que lo vio nacer: la dignidad humana y la justicia social.”. Antonio Cafiero, año 1995

 

En el documento fundacional de la Renovación Peronista del mes de diciembre del año 1985, Cafiero dejó claramente expresado cuáles los nuevos desafíos para el Justicialismo.

Propuso renovar los liderazgos políticos con la finalidad de atender la realidad propia de su tiempo y de evitar la disgregación del Justicialismo al que caracterizó como un Movimiento y como un Partido.

En su óptica, era fundamental refundar al peronismo para no perder la capacidad transformadora y revolucionaria que caracterizó al espacio desde su origen.

Las nuevas dirigencias tenían que surgir de manera plebiscitada y democráticamente y para eso Cafiero impulsó la elección directa de los candidatos y la participación activa de las organizaciones libres del pueblo dentro del Partido.

La Renovación bregó por la Unidad Nacional  y por la construcción de un país con justicia social que impida terminar en “una democracia administradora de la injusticia e indiferente a los reclamos populares”.

Cafiero propuso recuperar la mística de la rebeldía popular para “no claudicar frente a los poderosos”.

En el año 1995 hizo una actualización política y doctrinaria y convocó a una nueva renovación y “Nos falta ahora, en los noventa, resistir la ofensiva de la ideología neoliberal que está intentando imponer sus creencias, valores y paradigmas al peronismo”.

 

El Gobernador bonaerense

En el año 1962 Cafiero acompañó la candidatura de Framini a gobernador del cual y según fuentes periodísticas, iba a ser su Ministro de Economía. Los militares impidieron la asunción del mando y Antonio tendría que esperar hasta el año 1987 para ocupar un lugar de responsabilidad en la provincia en la que vivió y de la que se sintió sumamente orgulloso.

En la Gobernación iniciada en 1987 puso en acción la doctrina justicialista por la cual bregó a lo largo de los años. Si bien el contexto no era el mejor (hiperinflación, levantamientos militares y guerrilleros y una oposición por parte del Gobierno Nacional de Alfonsín y luego de Menem) Cafiero pudo  formular y poner en práctica un exitoso Proyecto Bonaerense para el Modelo Nacional.   

Los ejes fundamentales de la gestión fueron la planificación de las Políticas de Estado, el Gobierno Participativo, la edificación de una Democracia Social y la elevación de la conciencia histórica y política bonaerense.

Sus acciones fueron reunidas en los Boletines Informativos que elaboró la provincia titulados “Síntesis Bonaerense”. El área de prensa elaboró un resumen titulado “Los doscientos emprendimientos, obras y logros del Gobierno del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, 1987-1991” que fue adjuntado en la biografía de Cafiero formulada por Andrew McAdam (1996) y en la investigación que nosotros realizamos desde la UNLa y que publicamos en el año 2020.


Político y doctrinario de la Unidad Sudamericana

“Hoy está claro que la integración regional no es sólo una histórica nostalgia, cantada por intelectuales y poetas, sino una condición para su desarrollo nacional y colectivo”. Antonio Cafiero, año 1978

“Ha nacido así lo que nos animamos a denominar el concepto de Soberanía Regional que, para el peronismo que viene, debería ser el nuevo nombre de la Soberanía Nacional”. Antonio Cafiero, año 1995

 

En el año 1995 Cafiero planteó que “El peronismo que viene debe asumir que la Soberanía Nacional en el siglo próximo cambiará los conceptos del siglo pasado. Ello nos debe inducir prioritariamente al avance hacia formas de soberanía regional y a la paulatina constitución de la Ciudadanía Latinoamericana”. Esta última ciudadanía tenía que ser económica, jurídica, política y cultural.

Siendo Ministro de Comercio Exterior en el segundo Gobierno Justicialista, había adquirido conciencia de la importancia económica y política de la unidad regional. En ese contexto y buscando ampliar la soberanía comercial del país, impulsó acuerdos con varios países de la región. 

Cafiero ejerció tareas diplomáticas como Embajador Argentino ante la República de Chile (1991) y desde allí pudo ver la estratégica necesidad de una alianza con el país vecino para fortalecer la ruta comercial del pacifico.

Desde el año 2004 presidió la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL) y desde allí acompañó activamente la construcción de la unidad política y cultural de la región.

Muchas de sus ideas americanistas presentadas en artículos y en ponencias fueron reunidas en el libro “Testimonios sobre América Latina y democracia” publicado con el auspicio de la COPPPAL (2006).

 

3-   El profeta de la esperanza

“Ningún peronista de ley sabe lo que es renunciar a la esperanza”. Antonio Cafiero, año 1996

 

Antonio Cafiero fue parte de la tumultuosa y dramática historia argentina del siglo XX que estuvo atravesada por los golpes de Estado, las catástrofes económicas y sociales, las grietas y los enfrentamientos políticos feroces. Conoció el éxito y también atravesó el llano, padeció la cárcel y la persecución, vivió la pobreza y la bonanza, la ilusión y el desencanto.

Pese a todo y cuestión que lo caracterizó, Cafiero nunca perdió la fe en la posibilidad de construir una patria justa, libre y soberana en la que realmente valga la pena vivir y de la que nos sintamos orgullosos.

Su militancia se desenvolvió, en sus palabras, como un “obstinado canto a la esperanza”. En el año 1996 en el Postfacio a la reedición del “Peronismo que viene” convocó a los lectores y compañeros: “vamos, no queda tiempo para el desánimo o la queja inactiva, vacía de propuestas. Hay otro camino. Y es posible la utopía de recorrerlo juntos como solidarios y comprometidos argentinos del fin de milenio”. Que así sea.

 

(*) Secretario de Investigación y Posgrado de la UNLa. Autor del libro “Antonio Cafiero, el estadista bonaerense”, FABRO, CABA, 2020.

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