lunes, 2 de enero de 2023

FUTBOL Y POLÍTICA

 Aritz Recalde, diciembre 2022 


El pueblo argentino no interpreta, ni vive el mundial de fútbol con los parámetros, grietas y odios propios de la política y de la ideología partidaria. 

Con el fin de boicotear la competencia los  liberales anglosajones bregaron por sacar del mundial a la selección de Rusia. Sostuvieron que debía cancelarse el mundial por cuestiones de derechos humanos en Qatar e instalaron el planteo de que los deportistas tenían que expedirse públicamente por el jugador iraní juzgado en su país.

En la misma línea, los progresistas anglosajones impugnaron el mundial por el rol que ocupa la mujer en Qatar. Denunciaron el hecho de que era una competencia de hombres identificados mayoritariamente como heterosexuales y divulgaron en los medios el supuesto inconveniente de que no existan jugadores negros en nuestra selección.

Las operaciones políticas alcanzaron ribetes fantásticos. Algunos fanáticos de la grieta incluso culparon a Macri por la derrota del primer partido de la selección y lo acusaron de mover influencias en la FIFA con esa finalidad. Durante la competencia y luego de ella existieron peleas de ministros y dirigentes partidarios distribuyendo culpas acerca de los desmanes del festejo.

Más allá de los intentos de politizar el tema, quedó claro que en cuestiones de selección, al pueblo no le importó ninguna de esas ideologías y peleas. Tal cuestión quedó evidenciada en los masivos e históricos festejos. 

En realidad, el futbol es parte de nuestra tradición y se traspasa generación tras generación a partir de la predica, centralmente familiar, de abuelos/padres/tíos.

Es una expresión de religiosidad popular. Los jugadores de la selección tienen tatuado a Cristo, rosarios y a la Virgen, rezan al entrar y al salir de la cancha y le agradecen a Dios (cuestión imposible de entender para un progresista).

El futbol, junto al boxeo, es de los pocos deportes donde los pobres compiten y pueden ascender socialmente y en su ESTATUS (son modelos-ídolos a imitar).  El humilde se ve representado en ese pobre que salió de abajo y que llegó a lo alto (estereotipo maradoneano).

Al ser parte de la cultura popular argentina, no es casualidad la evocación en los canticos de las tribunas y en los vestuarios del tema Malvinas y el clásico “el que no salta es un inglés”. El sentimiento nacionalista malvinero tiene vigencia y pese a que históricamente los progresistas y liberales los quieren erradicar del ideario nacional.

El próximo mundial será en EUA, México y Canadá. Seguramente, los progresistas y liberales no van a denunciar la violación de los derechos humanos allí existentes, ya que los anglosajones que instalan esas agendas usan solamente esas banderas contra sus adversarios geopolíticos. La izquierda intentará criticar la política exterior Norteamérica.

 

Nuevamente, el pueblo les dará la espalda a los ideólogos y vivirá el mundial con la alegría, la pasión y la ilusión de siempre.

 

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