Nuevo libro de Ernesto Villanueva y Aritz Recalde
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Introducción
El peronismo y las universidades
El
Primer Peronismo Universitario: planificación y democratización social
El
Peronismo nació el 17 de octubre de 1945. Su antecedente directo fue la
Revolución del mes de junio de 1943 que inició un programa de gobierno de cariz
nacionalista, industrialista y de orientación social. Los militares que protagonizaron el proceso político
tenían diversos orígenes, distintas visiones del país y sus alianzas
partidarias no eran las mismas. Pese a su diversidad, en general había cierto
acuerdo sobre la necesidad de refundar la política exterior del país en un
contexto de finalización de la Segunda Guerra Mundial. Los militares
propugnaban modernizar la estructura productiva conformando una industria
dinámica, que era visualizada como el rasgo fundamental de los nacionalismos
del siglo XX. Proponían refundar el Estado dotándolo de los medios
institucionales necesarios para sortear el reordenamiento de la economía y de
la política internacional.
Para
implementar esta magna labor se requería de una firme voluntad y de un gran
poder de decisión. Los partidos políticos tradicionales estaban en crisis en la
Argentina, en la región y en el mundo. Los partidos liberales y conservadores
europeos que había guiado el ideario de nuestra dirigencia, eran cuestionados
por nuevos movimientos de carácter conservador como el falangismo español, el
fascismo italiano o el nazismo europeo y por expresiones socialistas o
comunistas. Ya desde finales de los años treinta en Iberoamérica surgieron
Movimientos de masas que pusieron en jaque a las elites partidarias. Estas
experiencias forjaron movilizaciones multitudinarias que trajeron nuevas
demandas sociales, como fueron las impulsadas por Getulio Vargas, por Lázaro
Cárdenas, por Raúl Haya de la Torre o por Víctor Paz Estenssoro.
Frente
a este escenario, los partidos argentinos Unión Cívica Radical (UCR),
socialista y conservador carecían de la fuerza, del programa y de la
legitimidad necesarias para encarar esa reforma. El peronismo fue la respuesta
a una demanda histórica y fue la expresión local del movimiento antiliberal
mundial.
Entre
los militares del proceso político abierto en 1943 se destacaron Juan Perón y
Eduardo Avalos. El primero, entabló un estrecho vínculo con el sindicalismo y
con dirigentes políticos de numerosas extracciones ideológicas, a los que
convocó desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social fundada sobre el
viejo Departamento de Trabajo. Avalos
implementó un acuerdo con la conducción de la UCR y se sublevó junto a otros militares
deteniendo a Perón y ofreciendo al radical Amadeo Sabatini la conducción de la
política nacional.
El
17 de octubre el pueblo fue el gran fiscal de la historia y con la masiva
movilización sacó al líder de su encierro en la isla Martin García e inició la
construcción del nuevo sujeto histórico. En el año 1945 nació un Movimiento
político que acentuó aún más la crisis de los partidos políticos tradicionales
y que propugnó la construcción de un nuevo Estado.
Estas
tensiones ingresaron de lleno a la universidad que era administrada, principalmente,
por autoridades y por docentes radicales, socialistas, conservadores y
liberales. Inicialmente, surgieron discrepancias en las Casas de Altos Estudios
con las intervenciones de los delegados nacionalistas dispuestas por la
Revolución de junio de 1943. Revirtiendo estas medidas, en febrero de 1945
Perón impulsó dos decretos tendientes a la normalización de los claustros (decreto
3.156) y a la reincorporación de los profesores cesanteados (decreto 3.157) en
las universidades de La Plata, del Litoral, de Córdoba y de Buenos Aires.
Lejos
de desaparecer los conflictos con ambas medidas, las tensiones con los
académicos continuaron y la institución y sus miembros se encolumnaron en los
dos grandes frentes políticos que apoyaban y que se oponían a Perón. Los
principales referentes de los partidos tradicionales conservador, radical,
socialista y comunista integraron la Unión Democrática y movilizaron sus
frentes estudiantiles (FUA o FUBA) y docentes contra el líder Justicialista.
Profundizando esa tensión, luego de que Perón asumiera la presidencia se
produjeron disputas, renuncias y cesantías de profesores.
El
bloque oficialista que triunfó en las elecciones de 1946 organizó un nuevo
espacio integrando a estudiantes, profesores y nodocentes de origen radical,
socialista, conservador y nacionalista. La importante participación sindical
dentro del peronismo, auspició una renovada agenda de reformas sociales en una
institución educativa que había tenido un carácter elitista.
El
gobierno iniciado en 1943 fundó el Consejo Nacional de Posguerra a partir del
cual se redactó el Primer Plan Quinquenal (1947-1951). Como parte del programa
de desarrollo, se sancionó la nueva normativa universitaria en el año 1947 que
buscó estrechar la educación y la ciencia con la economía y con el conjunto de
las políticas públicas. La legislación fue impulsada en el recinto por varios
diputados que habían militado en la UCR y que desde 1946 integraban el bloque
del oficialismo Justicialista. Tal cual vamos a comentar en el capítulo 1, la
ley 13.031/47 incluyó aspectos de la tradición reformista y le agregó conceptos
ligados a la planificación Estatal muy en boga en la etapa.
En
el año 1948 se creó la Universidad Obrera Nacional (UON) que se regionalizó
para atender las demandas productivas y tecnológicas de las zonas de influencia
dónde estaba inserta. En 1949 la nueva Constitución Nacional le otorgó la autonomía
a las universidades e incluyó una mención explícita a dicha regionalización.
El
Justicialismo impulsó la democratización del acceso a la educación. Primero lo
hizo otorgando subsidios y becas y luego lo complementó con la eliminación de
los aranceles que fue establecida en el mes de noviembre de 1949. Desde 1952 se
instituyó la gratuidad en todos los niveles educativos y en 1953 se eliminaron
los cursos de ingreso en las universidades.
Durante
la etapa Justicialista se aprobaron nuevos marcos regulatorios del trabajo
docente y nodocente. Los primeros adquirieron por ley los derechos a la
dedicación exclusiva, a la carrera docente y tener salarios dignos. Los
nodocentes inscribieron su labor en el marco del derecho laboral del personal
de la administración pública nacional. La etapa estuvo signada por la creación
de sindicatos y asociaciones de trabajadores, como fue la Federación Argentina
del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN) fundada en abril de 1949
o la Asociación Docente Argentina (ADA). En línea con el ideario de la
Comunidad Organizada que presentó Perón en el Congreso de Filosofía de Mendoza
en el año 1949, surgieron agrupaciones oficialistas de estudiantes secundarios
(UES), de jóvenes universitarios (Confederación General Universitaria) y de
profesores e intelectuales (Confederación General de Profesionales).
El
Justicialismo creó una Comisión de Construcciones Universitarias e implementó
un importante programa de infraestructura en las diversas instituciones de la
Argentina.
Tal
cual vamos a mostrar en el libro, si bien las luchas partidarias nacionales
atravesaron la vida universitaria, los diez años del Justicialismo fueron
sumamente importantes para el desenvolvimiento de las ciencias sociales,
humanas y en las disciplinas aplicadas a la innovación y el desarrollo
tecnológico.
El
Segundo Peronismo Universitario: la nacionalización de la juventud y de la
ciencia
En
el año 1955 se produjo un Golpe de Estado y los militares expulsaron a gran
parte de los docentes, nodocentes y autoridades de las universidades. El país
atravesó 18 años de regímenes de proscripciones y de dictaduras. En marzo de
1973 Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima triunfaron en las elecciones y
propugnaron la implementación de un nuevo programa de desarrollo nacional que
continuó los lineamientos generales del primer peronismo. Sus pautas fueron
diagramadas en un Plan Trienal (1974-1977) que presentó Juan Perón a la
Asamblea Legislativa.
El
tercer gobierno Justicialista fue acompañado masivamente por la juventud. Una
vez obtenido el triunfo electoral de marzo de 1973, las instituciones fueron
intervenidas por estudiantes, profesores y por nodocentes que acompañaban al
gobierno entrante.
La
política universitaria siguió los lineamientos fijados anteriormente en la Hora
de Pueblo y en las Coincidencias Programáticas de los Partidos Políticos. A
diferencia del año 1947, la nueva ley universitaria sancionada en 1974 tuvo el
apoyo del bloque legislativo de la UCR.
La
ley 20.654/74 siguió el ideario del primer Justicialismo en lo concerniente a
la inducir la vinculación de la ciencia con el desarrollo y a promover la
regionalización educativa y la cultura nacional y popular. Una de las
diferencias fundamentales en relación a la normativa de 1947, es que la
flamante Ley Taiana dotó de mayor autonomía a las universidades en lo referente
a la organización del cogobierno. La ley 20.654 conformó un gobierno tripartito
con docentes, estudiantes y nodocentes y fomentó la relación de la institución
con los representantes de la producción y del trabajo.
La
corta y convulsionada atapa que transcurrió de 1973 a 1975, fue un laboratorio
pedagógico, cultural y político sumamente importante en la historia de las
universidades argentinas. Se implementaron líneas de investigación sobre
Latinoamérica y el Tercer Mundo y se realizaron diversas experiencias de
articulación del conocimiento con el medio social y productivo. En línea con el
movimiento cultural de los años sesenta y setenta, se propugnó activamente el
compromiso del profesional con la política y con la reforma social y económica.
El
Tercer Peronismo Universitario: expansión universitaria y nuevas regulaciones
Tomando
distancia del justicialismo de los años cincuenta y del setenta, a partir del
año 1989 Carlos Menem aplicó un programa económico, cultural y social de corte neoliberal.
La política universitaria siguió un rumbo diferente y se expandió el Sistema Universitario
y el Estado lejos de desligarse de la planificación educativa tuvo un rol
activo y protagónico.
En
línea con los dos primeros peronismos que impulsaron la planificación estatal
educativa, en 1995 se creó una Secretaria de Políticas Universitarias. En 1995
se sancionó una nueva Ley de Educación Superior que le otorgó amplia autonomía
a las instituciones, en paralelo a que dio al Estado nacional nuevas
competencias regulatorias.
La
Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) supuso un
cambio fundamental en la gestión académica e instaló una nueva cultura
institucional que puso al interés público y a la evaluación universitaria en el
centro del sistema.
Se
profesionalizó el área de estadística universitaria otorgándole al Estado un instrumento
fundamental para la planificación. La política de Programas orientados a áreas
estratégicas o los originados con fondos especiales, le dieron al Estado un instrumento
importante para articular la autonomía académica con el desarrollo nacional.
El
Régimen de Incentivos instrumentado fue y sigue siendo una importante política
de impulso a la investigación entre los profesores. Si bien es perfectible, al
día de la fecha no fue remplazado, ni superado.
Durante
la etapa la esfera universitaria tuvo una expansión de los subsistemas públicos
y privados. Entre 1989 a 1996 se crearon nueve Universidades nacionales y un
Instituto de la misma índole, protagonizando uno de los ciclos de crecimiento
institucional más significativos de la historia del país.
El
Cuarto Peronismo Universitario: expansión del sistema y recuperación
presupuestaria
El
primero y el segundo peronismo fueron nacionalistas y el tercero neoliberal.
Desde 2003 el justicialismo adoptó un esquema económico de carácter
desarrollista.
Luego
de la crisis del 2001 y de la renuncia del mandatario Fernando de la Rúa,
asumió Eduardo Duhalde. El presidente
radical había aplicado una reducción del 13% al presupuesto público incluyendo
a las universidades. Revirtiendo la tendencia de los recortes y ajustes, en el año 2002 se crearon dos universidades y
poco a poco fue normalizándose la vida política argentina y también la propia
de la educación superior.
Continuando
el ideario Justicialista, desde 2003 se aprobó una importante legislación
laboral docente y nodocente que se consagró en dos flamantes Convenios
Colectivos de trabajo.
El
gobierno de Néstor Kirchner y luego el de Cristina Fernández continuaron las
políticas de democratización social instaladas por el primer Justicialismo. Se
implementaron diversos y masivos proyectos de becas sociales y científicas que
intentaron articular la inversión educativa con las áreas estratégicas del
desarrollo.
Desde
el Ministerio de Planificación Federal y luego con recursos de la Comunidad
Andina de Fomento, se impulsó un inédito programa de infraestructura y de
modernización universitaria en toda la Argentina.
Retomando
la tendencia de los años noventa, el Gobierno Nacional instrumentó la expansión
del sistema de universidades públicas más importante de la historia. En doce
años se aprobaron en el Congreso de la Nación las leyes de creación de
diecinueve universidades. Gracias a eso, la Argentina y por primera vez,
dispone de instituciones en todas las provincias.
El Peronismo Universitario: legado
y actualidad
El
Peronismo Universitario conformó el cuarto gran modelo de gestión de las
universidades argentinas, conjuntamente con los proyectos hispanoamericano, el
liberal y el reformista. En todos estos sistemas de administración de la
educación superior existen continuidades y rupturas con las iniciativas anteriores.
En cada caso, se retomaron aspectos prexistentes, se cambiaron políticas y se
fundaron nuevas modalidades.
Tal
cual vamos a destacar en el presente libro, el peronismo universitario se
integró con una confluencia de docentes, de investigadores, de nodocentes y de
estudiantes de militancia anterior en la UCR, el socialismo, nacionalismo y
otras corrientes partidarias. Este dialogo entre tradiciones ideológicas quedó
reflejado en el abrazo de Perón y Balbín y se profundizó en la militancia de
los años setenta y ello permitió forjar las Coincidencias Programáticas de los
Partidos Políticos y facilitó la aprobación de la ley 20.654/74 con acuerdo
unánime de todos los sectores.
Al
menos, hay cuatro pilares que identifican los aportes del Peronismo Universitario
y que integran el funcionamiento actual del sistema educativo.
La
expansión y regionalización de las universidades argentinas
El
Justicialismo es la fuerza política que más universidades nacionales fundó en
los doscientos años de historia de la Argentina: 33 sobre un total de 57. Es la
única expresión partidaria que en todas sus gestiones, sin excepciones, fundó
instituciones. Juan Perón creó la Universidad Obrera Nacional en su primer
gobierno e inauguró otras dos en su tercera gestión. Carlos Menem promovió
nueve, Eduardo Duhalde dos y Néstor y Cristina Kirchner diecinueve.
Con
la Universidad Obrera Nacional se inició una experiencia sumamente importante
de regionalización académica y en cada sede de la institución variaron las
carreras y las líneas de investigación. Se orientó la oferta académica a la
resolución de los problemas regionales y nacionales y eso promovió la apertura
de nuevas líneas de trabajo. Esta característica fue imponiéndose como cultura
institucional y actualmente nadie discute que las universidades deben regionalizarse
y responder, propietariamente, a la resolución de las diversas agendas de las
comunidades en donde están insertas.
La
formación de un sistema universitario nacional vinculado a los planes de
desarrollo
Con
el primer Plan Quinquenal y luego con la ley 13.031/47 el Justicialismo inició
la planificación universitaria argentina superando el concepto liberal y
reformista de la autonomía.
En
el año 1949 y en 1994 le otorgó a la autonomía rango Constitucional. El
justicialismo demostró en sus cuatro gestiones que las propuesta de los
representantes de la democracia de masas y la autonomía universitaria no son
contradictorios, sino complementarios.
Con
la finalidad de planificar y de orientar a la labor de las universidades
autónomas, el justicialismo sancionó cuatro leyes de educación superior (1947,
1954, 1974 y 1995) sobre cinco aprobadas en toda la historia del país. Se buscó
armonizar el desarrollo nacional con la dinámica interna universitaria y además
se propugnó superar el aislamiento entre las instituciones a las que se unificó
dentro de un mismo Sistema.
El
Justicialismo impulsó activamente la tarea de investigación en las
universidades y en el conjunto de instituciones
públicas. Su propuesta fue y sigue siendo la de promover programas
orientados a los Problemas Nacionales y regionales económica y socialmente
relevantes. En el Primer gobierno fundó el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas, en el Tercero el Programa de Incentivos y en el Cuarto
el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.
El
peronismo creó nuevos instrumentos de gestión institucional que permitieron que
el Estado potencie áreas estratégicas del desarrollo científico y que se
favorezca la organización de un sistema integrado con estándares compartidos. En
el año 1947 impulsó el Consejo Nacional Universitario, antecedente del actual
Consejo de Universidades. Fundó en 1949 el Ministerio de Educación de la Nación
y la Subsecretaria de Universidades, en 1993 la Secretaria de Política
Universitarias y en 1995 la CONEAU.
Actualmente,
se habla de autonomía responsable y se ofrecen distintos modelos posibles de
relación con el Estado. Ya prácticamente no se considera al conjunto de las
Políticas Públicas emanadas del sistema democrático como un “peligro” o como un
factor “distorsivo” de la ciencia. Por el contrario, cada día es más habitual
el dialogo y el apoyo mutuo entre la educación superior y el conjunto del
Estado. Paulatinamente gana consenso el concepto acerca de que la autonomía es
un medio necesario para la gestión científica y cultural, pero no conforma un
fin en sí mismo.
Los
derechos sociales y laborales de la comunidad académica
El
primer Justicialismo estableció la gratuidad de las universidades, fomentó los
horarios nocturnos, subsidió apuntes y creó por ley planes de becas. Tales
acciones tuvieron como finalidad derribar la histórica barrera de clase que
imponían las instituciones. Resultado de eso, aumentó considerablemente la
matrícula y se modificó el perfil de la clase dirigente del país. La
masificación del estudiantado permitió atender la demanda técnica generada por
la industrialización.
Durante
el tercer y cuarto peronismo se expandió el sistema universitario por todo el
país y principalmente en el conurbano bonaerense. Como resultado de este
proceso, hubo un aumento importante de estudiantes de primera generación
universitaria y originarios de los grupos más humildes.
Además,
el peronismo en la primera y la cuarta etapa fue el que instauró y que potenció
los principales derechos de los trabajadores docentes y nodocentes. Consagrando
esta vocación, el Justicialismo kirchnerista sancionó los Convenios Colectivos
de Trabajo nodocente (2006) y el de los profesores (2015).
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