Aritz Recalde, junio de 2017
“Individuos
y pueblos, ciudadanos y conductores tienen que conocer a dónde van, qué
persiguen en la vida. Estamos ante fenómenos nuevos y sorprendentes: la
Humanidad unificada y en camino de creciente e intensa unificación y en actitud
de rebeldía contra todas las profundas injusticias de la existencia, y los
cosmonautas surcando los cielos, preparándose para conquistar otras moradas y
para interrumpir indefinidamente el silencio solitario del espacio. ¿Qué
significa todo esto? ¿A dónde va la humanidad?”. Velasco Ibarra, 1965
Pocos
presidentes en la historia de Iberoamérica conciliaron la actividad política
con la labor intelectual, como fue el caso del ecuatoriano José María Velasco
Ibarra. Su extensa obra[1] es una de las expresiones
más originales del cruce entre la actividad política, el periodismo, la cátedra
y la producción de libros y de artículos de aguda profundidad conceptual y
filosófica.
I-
Vida
de José María Velasco Ibarra
“Hay que
escribir para cumplir con el deber; con el deber de cerrar el paso a la mentira
y señalar el sendero de la justicia”. Velasco
Ibarra, 1963
Velasco
Ibarra nació en Quito, Ecuador, en el año 1893 y falleció en la misma ciudad en
1979. Realizó estudios secundarios en el Seminario Menor y en Colegio San
Gabriel de los Jesuitas. Se graduó el derecho en la Facultad de jurisprudencia
de la Universidad Central de Ecuador y su tesis para el egreso fue publicada en
el año 1922 bajo el título El
Sindicalismo y versa sobre las funciones, la historia y las perspectivas de
las organizaciones gremiales.
En el
año 1923 fundó la Federación de
Estudiantes del Ecuador y se desempeñó como docente en la Universidad
Central de dicho país (Loudet 1938).
Trabajó
como periodista en El Comercio y en El Día de Quito, entre otros órganos de
prensa. Publicó varias notas con el seudónimo de Labriolle y por sus considerables dotes de escritor fue designado
en la Academia Ecuatoriana de Lengua.
Luego ingresaría a la Academia Nacional
de Historia por sus trabajos sobre el pensamiento de Simón Bolívar y de Vicente
Rocafuerte (Salvador Lara 2009: 486). En este periodo publicó Estudios Varios (1928), Meditaciones y Luchas (1930) y Democracia y Constitucionalismo (1929) (Ayala
Mora 2000: 10) (Loudet 1938).
En su
juventud viajó a Europa realizando cursos sobre derecho internacional y sus
ideas del tema formaron parte de textos y reflexiones como Aspectos de Derecho Constitucional (1939), Lecciones de Derecho Político (1943), Experiencias Jurídicas Hispanoamericanas (1943) o Derecho Internacional del futuro (1943).
En el
año 1932 fue electo diputado y se desempeñó como férreo opositor al gobierno
liberal de Juan de Dios Martínez Mera (1932-33), al cual obligaron a renunciar.
Con apoyo conservador y reivindicando medidas de corte liberal, en el año 1933 fue
candidato a Presidente asumiendo el primero
(1933-34) de cinco mandatos. En su carácter de Presidente viajó a Bolivia,
Chile, Argentina y al Perú donde se reunió con Víctor Raúl Haya de la Torre. En
el año 1938 Velasco los recordó y destacó que con su gira hispanoamericana quiso “que el Ecuador abandonara el aislamiento tradicional (…) era preciso
contribuir aunque sea modestamente para despertar el alma latinoamericana. Lo
que Bolívar y San Martín quisieron fue un pueblo –el hispanoamericano- fuerte
económicamente, fuerte espiritualmente por la colaboración generosa de los Estados
en que ese pueblo estaba dividido” (Velasco Ibarra 1938: 60).
Ecuador
ingresó a la Sociedad de las Naciones a la que Velasco concibió como “el más pretensioso ensayo de organización de
la comunidad internacional” (Velasco 1963: 164). En su primera presidencia se
estableció el servicio militar obligatorio y se impulsó activamente la obra
vial. Se modernizaron las Fuerzas Armadas, se apoyó el regadío y se aumentó la
inversión en educación (Salvador Lara 2009: 487- 488). Fue derrocado por una oposición
liberal y luego de su caída emprendió un autoexilio que incluyó la Argentina,
lugar donde conoció a su segunda y última esposa Corina Parral Durán. En el año
1937 publicó uno de sus trabajos más difundidos, Conciencia y Barbarie.
En el
año 1940 fue candidato a Presidente enfrentando al liberal Carlos Alberto
Arroyo del Río quien lo derrotó bajo sospechas de fraude y gobernó hasta 1944.
Éste último año el Mandatario fue expulsado del cargo tras una insurrección
popular que inició la “Revolución de
Mayo”. Entre las falencias que le atribuyeron al Presidente saliente, se
incluyó la impericia en la Guerra con Perú (1941-42) y la firma del Protocolo de Río de Janeiro por el cual
Ecuador perdió territorio (Salvador Lara 2009: 474-476 y 488).
En el
año 1944 Velasco regresó al país bajo una aclamación popular y fue el candidato
presidencial de la Acción Democrática
Ecuatoriana (ADE). Integró un frente electoral que incluyó a conservadores,
liberales y comunistas. Retomando las iniciativas de su primera gestión, impulsó
obras viales y financió la provisión y modernización de los militares.
Estableció la libertad educativa derogando el monopolio estatal y a partir de esta
medida es que surgió la Universidad Católica de Ecuador. Sancionó la ley de Escalafón
y Sueldos del Magisterio reclamada históricamente por los maestros. Nacionalizó
la Empresa Ferroviaria del Sur y Ecuador se integró a la ONU. Presionado por la
izquierda, convocó a una nueva Asamblea Constituyente y dictó otra Carta Magna
en el año 1946.
Durante
esta etapa nació la Federación de
Trabajadores del Ecuador (Ayala Mora 2000: 14). Fue derrocado en el año
1947 por su Ministro de Defensa Carlos Mancheno Cajas, justo en el momento que
el Canciller José Trujillo salía hacia la ciudad de Río de Janeiro a discutir
el Protocolo de la guerra con Perú (Salvador Lara 2009: 490).
Viajó
a la Argentina y en su estadía dictó cátedra en la Universidad Nacional de La
Plata. Según Raúl Eugenio Zaffaroni el cargo lo obtuvo luego de una entrevista
con Juan Perón “que lo recibió y lo
recomendó a las autoridades de la universidad. Le encargaron las clases de
historia del derecho político o constitucional argentino”. Velasco “Admiraba al peronismo, a la reivindicación
de los trabajadores, al pueblo peronista, a Eva Perón, Evita, pero no a Perón.
Creo que eran dos modelos de caudillo muy diferentes, no solo de pueblos, sino
quizás incluso de época (…) Velasco tenía una profunda admiración por el pueblo
peronista, casi diría que envidiaba a Perón, que era lo que alguna vez me
sugirió Salvador Ferla tomando un café en una esquina después de un almuerzo en
casa de Velasco: «¡Cómo puede haber envidia incluso entre los grandes!», se
asombraba Ferla, con su sonrisa un poco tristona pero bonachona” (Zaffaroni
2017).
En
esta etapa publicó el libro Tragedia Humana
y Cristianismo (1951).
Luego
de cinco años en la ciudad de Buenos Aires regresó a Ecuador y en 1952 fue
elegido presidente por tercera vez (1952-56), siendo la única de las cinco gestiones
que pudo concluir. Obtuvo la cifra más alta de electores a la primera
magistratura en toda la historia del Ecuador. Conformó un frente electoral
plural compuesto por un nuevo partido (CEP), el movimiento de jóvenes Acción Revolucionaria Nacional Ecuatoriana (ARNE)
y sus seguidores velasquistas.
Asediado
por la oposición, clausuró momentáneamente los periódicos El Comercio de Quito, La
Nación y La Hora de Guayaquil. Impulsó
el I Plan Vial, se construyeron 20
puentes, se terminaron 311 escuelas y se crearon nueve campamentos militares.
Velasco impulsó el Hogar Indígena de Conocoto, la Cárcel de Mujeres de Quito,
los teléfonos automáticos de Guayaquil y creó la Junta Nacional de Planificación y Coordinación Económica (Salvador
Lara 2009: 501-502).
En el
año 1960 y luego de transcurrido el gobierno de Camilo Ponce Enríquez[2], fue elegido presidente con
un rotundo triunfo donde reunió más votos que sus tres adversarios juntos. Durante
la campaña desenvolvió un discurso anti oligárquico y reclamó la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro. El gobierno
capturó barcos pesqueros norteamericanos en infracción, tensando la relación
con los EUA. Manifestando públicas diferencias con Velasco, su vicepresidente
Carlos Julio Aroserema viajó a la Unión Soviética. Se profundizaron las disputas
entre ambos y tras un levantamiento militar el Presidente pidió la detención de
su vice y de algunos legisladores.
Su cuarto
mandato duró muy poco en un contexto de crisis económica y de contiendas
de la Guerra Fría, siendo destituido en
el año 1961. En su corto gobierno inició el II
Plan Vial, creó el Banco Ecuatoriano de la Vivienda e impulsó el Sistema
Mutualista de Ahorro y Crédito para la vivienda (Salvador Lara 2009: 512-513).
Luego
de su destitución viajó nuevamente a la Argentina y en ésta etapa publicó los
libros Caos político en el mundo
contemporáneo (1963) y Servidumbre y
Liberación (1965).
En el
año 1968 obtuvo su quinta y última presidencia en un pacto con sus históricos
adversarios del Partido Liberal Radical. El triunfo electoral convertía nuevamente
en realidad su legendaria frase “dadme un
balcón en cada pueblo y triunfaré”. En
el año 1969 Ecuador integró el Pacto
Andino, luego refundado como Comunidad
Andina (Ayala Mora 2008: 110). Acorralado por la oposición en el año 1970 desconoció
la Constitución de 1968, suprimió el Congreso y gobernó con poderes especiales
en el marco de un acuerdo con un grupo de militares que luego lo derrocaron. Defendió con severidad la soberanía
ecuatoriana de las 200 millas de mar territorial y ello lo enfrentó a los
norteamericanos que pescaban ilegalmente. Impulsó importantes obras de
infraestructura hidroeléctricas, oleoductos, puentes y canales de riego. En el
año 1972 y a pocos meses de finalizar su mandato, fue derrocado por el General
nacionalista Guillermo Rodríguez Lara[3]. Entre otras cuestiones,
el golpe militar impidió la posibilidad de triunfo electoral de Assad Bucaram (Salvador
Lara 2009: 514-515 y 536).
Se
exilió nuevamente en Buenos Aires. Su esposa murió en un accidente de colectivo
el 7 de febrero del año 1979. Poco tiempo después Ibarra regresó a Ecuador,
donde falleció en total austeridad. Al llegar a su suelo natal había dicho “solo he venido a meditar y morir” y
cumplió al pie de la letra con su palabra.
Gobernó
el país durante 13 años con aciertos y con errores, pero siempre con una fe
inquebrantable en la capacidad del hombre de superarse y de salir de la
profunda crisis social y moral en la cual estaba inmerso. En su libro Caos político en el mundo contemporáneo (1963)
estableció que “la historia triunfará. La
verdad, el derecho, la fraternidad se acercaran al lejano horizonte rompiendo
obstáculos, separando mediocres y farsantes”. Velasco consideró que en esa
marcha hacia la verdad y la justicia “el
pensamiento austero que guía a la voluntad heroica es siempre omnipotente. Y
hay que respetar también la obra del tiempo. El tiempo no acepta que hombre
alguno pretenda eliminarlo. Las cosas tienen también su latencia intrínseca de
madurez. Pasamiento, voluntad y tiempo son los grandes creadores de las
estructuras humanas” (Velasco Ibarra 1963: 186).
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[1]
Vamos a trabajar con la antología de los textos de José María Velasco Ibarra
realizada por Enrique Ayala Mora (2000) y con otras obras completas del autor.
[2]
Ponce Enríquez había sido designado a los 32 años como Ministro de Relaciones
Exteriores de Velasco Ibarra. Durante el tercer velasquimo fue Ministro de
Gobierno y tuvo a cargo la clausura de los periódicos. Fundó el Partido
Demócrata Nacional y el Partido
Social Cristiano. Se desempeñó como profesor de la Universidad Católica
(Salvador Lara 2009).
[3]
El militar Guillermo Rodríguez Lara (1972- 1976) impulsó programas de
desarrollo nacionalista en línea con los gobiernos de sus contemporáneos Velasco
Alvarado y Juan Perón. Durante su mandato Ecuador nacionalizó el petróleo, el
país ingresó a la OPEP y se creó la Flota Petrolera Ecuatoriana.
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