sábado, 6 de mayo de 2023

La sanción e implementación de la Ley de Cupo Femenino 24.012/91 de 1991

 Aritz Recalde, mayo 2023 


 

“Las mujeres argentinas inician una nueva etapa en su evolución social, merced a tres hechos de gran trascendencia: la concesión de sus derechos políticos, la generalización del trabajo fuera del hogar y el despertar de la conciencia de los derechos de las trabajadoras, iniciado con la Revolución”. Lucila De Gregorio Lavié, año 1948

 

En el año 1991 se aprobó la Ley de Cupo Femenino 24.012, que le otorgó un impulso fundamental a la participación política de las mujeres en la República Argentina.

Nuevamente y de manera similar a la reforma electoral del año 1947 lo hicieron posible la convergencia entre la militancia y el apoyo gubernamental del Justicialismo.

 

1. Antecedentes a la Ley Nacional 24.012/91

 

·         El Justicialismo y los derechos políticos de las mujeres

“Tengo fe en las mujeres de mi Patria como reserva moral de la argentinidad, puesto que ellas, como madres actuales o en potencia, son la raíz de nuestro pueblo”. Juan D. Perón, año 1950


La reforma electoral de 1947

“Aquí estamos, mujeres argentinas, de pie, conscientes de nuestro deber y conscientes,  también de nuestros derechos. Aquí estamos para servirle, mi General, en esta cruzada histórica que se avecina, en la que la mujer argentina, al votar, cumplirá con Perón, como Perón cumplió con nosotras (…) En mi calidad de presidenta del Partido Peronista Femenino no puedo traicionar a las mujeres que en él se agrupan por millones. Sus esperanzas no pueden ser defraudadas. No puedo dejar de traer, valiente y honradamente, el pensamiento que ellas a diario depositan en mis manos, y por el cual están luchando”. Eva Duarte, año 1951


El Justicialismo fue la principal fuerza política en lo concerniente a la consagración de los derechos políticos de las mujeres en la Argentina.

Con anterioridad al peronismo diversos partidos y expresiones culturales venían bregando por el tema. Con este fin se habían impulsado reformas electorales en algunas provincias y varias iniciativas de ley nacional que nunca fueron aprobadas.

Juan Domingo Perón tuvo el acierto de recuperar esta militancia y de consagrar muchos de los históricos reclamos. Es oportuno remarcar el hecho de que la aprobación de la ley de voto femenino de 1947 contó con el apoyo de los radicales y de los socialistas integrados al oficialismo. Por ejemplo, el proyecto inicial de la futura ley 13.010 lo escribió el mendocino Lorenzo Soler de la UCR-JR y en la legislatura fue fundamental el apoyo del senador Diego Luis Molinari que había sido un histórico militante Yrigoyenista que se sumó al justicialismo. Por requerimiento de Juan Perón el Ministro del Interior de origen socialista, Ángel Borlenghi, participó en el recinto y fue un gran protagonista para que la ley se aprobara.

Buena parte de los dirigentes de los partidos de oposición, planteando reparos, apoyaron el proyecto oficialista y votaron a favor de la ley 13.010/47.

Marcela Durrieu destacó que “El fuerte impulso del peronismo al proyecto de voto femenino obligó a los otros partidos a acompañar afirmativamente la iniciática y eso se vio en los votos de los legisladores en el recinto. Por fuera del parlamento varios de sus dirigentes se oponían a la medida por considerar que provenía de un gobierno autoritario. Es importante remarcar que el peronismo consagró los derechos y le dio muchos lugares a la mujer en tan sólo algunos pocos años. Si bien existían mujeres de gran trayectoria de militancia sufragista, luego del año 1947 ni la UCR, ni el Partido Socialista tuvieron dirigentes femeninas en sus listas hasta los años setenta. Ni siquiera alcanzaron la banca figuras de larga trayectoria como Alicia Moreau de Justo. Dentro del socialismo la primera mujer diputada ingresó luego de la reforma electoral del año 1991” (Entrevista Marcela Durrieu 2023).

Tal cual mencionamos, el proyecto originario de la reforma electoral del oficialismo fue elaborado por el senador Lorenzo Soler de antigua militancia radical. La iniciativa fue aprobada en comisión el día 21 de agosto de 1946 y se envió al recito con las firmas de Pablo Ramella, de Vicente Leónidas Saadi y de Diego Luis Molinari.

Lorenzo destacó que había militado 25 años la propuesta y que el “proyecto representa una promesa del Poder Ejecutivo de La Nación”. Puntualizó que las primeras iniciativas de ley se elevaron ya en 1919 y al año 1946 había acumulados alrededor de 15 proyectos parlamentarios.

Ramella argumentó que en la provincia de San Juan en la época de la gobernación de Domingo F. Sarmiento (1862-1864), las mujeres votaban en cargos municipales. También detalló que la reforma constitucional provincial del año 1927 había incluido ese derecho[1]. Lo mismo se había hecho en la Constitución de Santa Fe del año 1921. Citó además como antecedentes los casos de EUA (1919), de Inglaterra (1928), de España (1931), de Uruguay (1932) y de Brasil (1933). Argumentó que la Iglesia Católica bajo los papados de Benedicto XV y de Pio II auspiciaba la participación política femenina. En su óptica, las mujeres habían tenido importancia fundamental en la política mundial como fue el caso de Isabel la Católica o de Catalina de Rusia.

Diego Luis Molinari destacó que ya en la década del veinte un grupo de diputados seguidores de Hipólito Yrigoyen promovieron una ley de “derechos civiles de la mujer”. Su posicionamiento político de apoyo al proyecto del año 1946 significaba continuar con las banderas del caudillo radical, que fueron retomadas y actualizadas el 17 de octubre de 1945.

El 9 de septiembre del año 1947 la iniciativa se trató en la Cámara de Diputados. El proyecto de la mayoría parlamentaria fue discutido el día 5 del mismo mes en la Comisión de Asuntos Constitucionales y se envió al pleno con las firmas de Graña Echeverry, Díaz de Vivar, Oscar Abrieu y John W. Cooke.

Había varios despachos de minoría. Uno de ellos fue elaborado por el conservador Reynaldo Pastor quien en el recinto destacó que la Carta Orgánica de su partido incluía el apoyo al “voto femenino”. En el recinto marcó una diferencia con la iniciativa del oficialismo ya que él promovía el voto optativo y no obligatorio de la mujer.

Se presentó un proyecto del radical Ernesto Sanmartino. Dentro del oficialismo formularon iniciativas Petruzzy y Visca quienes en el recito destacaron la función política de Eva Duarte y apoyaron fervientemente la ley.

El diputado Graña Echeverry hizo un extenso recorrido histórico, destacando que en el siglo XIX se inició “el movimiento feminista con una fuerza organizada en el viejo y el nuevo mundo”. Remarcó que el bloque legislativo mayoritario promovía la “igualdad completa de derechos y obligaciones” y citó a Eva Duarte a la que caracterizó como la “más alta luchadora del feminismo argentino”.

Abrieu argumentó a favor del proyecto diciendo que la “lucha lleva siglos” y que Cristo “redimió en Magdalena a todas las mujeres. El mito de la superioridad masculina en naturaleza ha perdido todo su aparente valor”. Sostuvo que “negar a la mujer el derecho de conformar la voluntad general es desconocer su dignidad (…) la entidad del pueblo soberano no tiene calidad si se la cercena en razón de sexos, en el grado actual que ha alcanzado nuestra civilización”.  

Como ya adelantamos, intervino en el recinto el Ministro de Interior Ángel Borlenghi, quien destacó la centralidad de la mujer en el mundo sindical y sostuvo que “si ejerce su defensa económica, también puede ejercer los derechos políticos”. Remarcó que la mujer fue protagonista en el 17 de octubre y también en la campaña electoral posterior y “esta ley viene a reconocer un derecho que a mujer ha conquistado por sus propios méritos”.

 

Luego de aprobada en el recinto, la ley 13.010 se promulgó el día 23 de septiembre del año 1947 por intermedio del Decreto 29.465.

 

 El apoyo a la organización política de la mujer

“El hecho de que nos aprestemos a trazar nuestra propia trayectoria, como mujeres y como ciudadanas, no significa ni podría significar separarnos de la revolución nacional peronista, ni dividir al movimiento peronista, que es el órgano político de la revolución (…) la unidad femenina peronista debe ser nuestra preocupación básica y debe constituir nuestro objetivo diario y superior de ciudadanas y de mujeres. Esa unidad es la palanca a cuyo impulso poderoso no habrá privilegio que resista, enemigo que contenga, intereses que dominen o coalición interna o exterior que logre vencer”. Eva Duarte, año 1949

 

La Revolución del año 1943 había impulsado la formación del Comité Pro Sufragio Femenino (1944). En una reunión de dicho Comité del mes de julio de 1945 Perón manifestó, públicamente, que “soy partidario de otorgar el sufragio a la mujer”. 

En el mes de agosto del año 1944 se creó la División de Trabajo y Asistencia de la Mujer, considerada como el primer organismo gubernamental abocado al tema. La flamante cartera del Estado estuvo a cargo de la abogada Lucila De Gregorio Lavié (Recalde 2020: 220).

En el año 1948 Lavié destacó que el Justicialismo había contribuido positivamente a la formación de la conciencia política de la mujer con la reforma electoral de 1947 y “como una preciosa conquista de la Revolución se han consagrado sus Derechos Cívicos y dentro de dos años podrán ejercitar por primera vez el voto, para elegir sus representantes y ser elegidas”. Además, el peronismo garantizó que “la enseñanza secundaria y universitaria están abiertas para las mujeres y gracias a las previsiones del Plan Quinquenal, la vocación y las aptitudes podrán ser cultivadas por todos, aboliendo el privilegio de los recursos familiares”. Lavié remarcó como un hecho positivo que el proceso de industrialización había favorecido la inserción laboral de la mujer y las “obreras pueblan fábricas y talleres realizando las más diversas tareas con seriedad y rendimiento en los grandes centros industriales. Las trabajadoras a la par de sus compañeros, bregan por la justicia social y luchan por las condiciones de trabajo”. Puntualizó que la Secretaría  de Trabajo y Previsión había avanzado en la regulación del trabajo femenino, aunque aún no había igualdad en las remuneraciones con el conjunto de los obreros. En sintonía directa con el ideario de Eva Duarte, también remarcó que el trabajo de la mujer “no debe significar el abandono del hogar” (Lavié 1948). 

Estas acciones fueron apoyadas activamente por Eva Duarte y por el presidente Juan D. Perón. El acompañamiento de los conductores del espacio político permitió la reforma normativa y su posterior efectivo cumplimiento[2].

Luego de aprobada la ley 13.010 Eva se dedicó activamente a la organización política de la mujer. Fomentó los Centros Cívicos Femeninos y el empadronamiento de las mujeres[3]. El día 26 de julio de 1949 se reunió la Primera Asamblea Nacional del Movimiento Peronista Femenino. Pocos días después se fundó el Partido Peronista Femenino (Recalde 2020: 280). Al año 1951 existían 3600 Unidades Básicas de la rama femenina en todo el país (Duarte 1951).

El oficialismo y marcando una clara diferencia con todos los partidos de la época, inició la política de incluir el tercio de los lugares para las mujeres en sus listas de legisladores. La primera elección fue en el año 1951 y desde esa histórica jornada y hasta el día de la fecha el Justicialismo siempre tuvo mujeres en sus listas.   

El resultado fue que por muchas décadas el peronismo se convirtió en el partido con mayor representación política de la mujer de la Argentina. En el marco del debate de la Ley del Cupo Femenino del año 1991 la diputada nacional Ángela Sureda (UCR) mencionó que con el peronismo “llega al Congreso cl porcentaje más alto de mujeres que hubo en nuestra historia. El 25 por ciento se encontraba en el Senado y el 16 por ciento en esta Cámara”.

El importante rol político de Eva Duarte condujo a que el Movimiento Obrero Organizado apoyara su candidatura a la vicepresidencia. La Primera Dama venía siendo el interlocutor directo entre la Revolución y los trabajadores y había adquirido un poder institucional y político nunca alcanzado antes por ninguna mujer en el país.  

Es bueno destacar el hecho de que la mera aprobación de la reforma electoral del año 1947 no garantizó el ingreso de mujeres en las listas de todos los partidos. Por ejemplo, la primera diputada de la UCR fue María Teresa Merciadri de Morini y alcanzó el cargo de legisladora nacional recién en el año 1973. En el marco del debate de la Ley de Cupo de 1991 la diputada radical Gómez Miranda estableció que “La verdadera inspiradora ha sido la primera diputada radical, a la que recién tuvimos como en todo partido muy machista en el año 1973. Me refiero a la que fuera diputada de la Unión Cívica Radical por la provincia de Córdoba, quien se encuentra en el Palco Bandeja, Teresa Morini”.

La recuperación democrática del año 1973 de la mano del Justicialismo le aportó un nuevo impulso a la participación femenina. Integraron las listas y luego asumieron las bancas varias diputadas y senadoras del oficialismo y también de otros partidos de la oposición.

En línea con la centralidad que tuvo Eva Duarte en el primer Justicialismo, en el año 1974 María Estela Martínez ocupó la vicepresidencia. Muerto Juan Domingo Perón asumió la presidencia siendo la primera mujer del mundo en alcanzar esa función (Mazzieri 2020: 199). En el año 1975 la Presidenta destacó que “La igualdad que la mujer anhela es la del mutuo respeto, conviviendo armoniosamente con el hombre y tomando parte activa en la lucha por la existencia Hombre y Mujer, avanzando en la vida lado a lado, enfrentando el porvenir con decisión y fe, unidos solidariamente” (Martínez 1975).

  

·         La apertura democrática del año 1983 y después

“Si la mujer vive dentro de un ámbito de respeto y goza de los mismos derechos que el hombre, su aporte a la comunidad será de gran valor para el país, puesto que dentro de su espíritu femenino, posee grandes valores intuitivos y su imaginación alcanza alturas insospechadas, que pueden derivarse en importantes adelantos para su comunidad (…) La mujer por su actuación permanente en todos los terrenos, tiene mucho que aportar a la solución integral y equitativa de estos graves problemas”. Presidenta María Estela Martínez, año 1975

 

La apertura democrática del año 1983 no supuso un aumento del número de dirigentes femeninas en las listas. Incluso, en algunas fuerzas ocurrió lo contrario y se redujo su intervención en relación a los años cincuenta y setenta. Mabel Muller se refirió a esta cuestión y mencionó que “Con Eva Duarte tuvimos las primeras diputadas mujeres en la historia. Dada su embestidura y su poder nadie enfrentaba sus iniciativas. Desde 1983 en adelante y ya sin una figura como ella, tuvimos muy poca representación y mucha resistencia masculina” (Entrevista a Mabel Muller 2023).  En el año 1991 en el marco del tratamiento de la Ley de Cupo la diputada Matilde Quarracino (UCR) puntualizó que entre los años “1952 y 1955 el Parlamento tuvo un piso del 22 por ciento de mujeres; en 1963 y 1964 bajó al 1% a y partir de 1983 no pasó del 7%”.

Dentro del Justicialismo un grupo de mujeres empezó a reclamar la participación del 33% de los lugares en las listas, exigiendo el histórico rol de la rama femenina. Juliana Marino mencionó que el debate se dio en el marco  de la “transición democrática”, que estuvo caracterizada por un considerable espíritu de compromiso y por unas altas expectativas en la capacidad de la política para transformar la realidad.  Puntualizó que “El justicialismo de la Capital discutía la forma de la conducción tras la desaparición de Perón, quién dirigía un Movimiento con eje en el Movimiento Obrero, al que se sumó la rama femenina y luego la juventud. El Partido en la etapa de Perón era meramente la herramienta electoral y el centro del dispositivo era el Movimiento. A la vuelta de la democracia nos propusimos hacer un partido con una estructura dinámica, movimentista y democrática. Las mujeres intervinimos activamente desde 1983 en el marco de un clima de participación y compromiso. Nos afiliamos y empadronamos en muchos casos más que los hombres” (Entrevista a Juliana Marino 2023).

Marcela Durrieu sostuvo que en esa época sus acciones recuperaban la figura de Eva Duarte que “fue forjadora de una tradición partidaria que si bien estuvo en disputa, fue favorable a nuestras reivindicaciones” (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

Tal cual vamos a comentar en el punto siguiente del artículo, dentro de UCR también las mujeres se movilizaron detrás de cambios partidarios y políticos y redactaron dos iniciativas de ley que fueron presentadas en las Cámaras de Diputados y de Senadores.

 

La Plataforma Nacional del Partido Justicialista de 1989

Carlos Menem y Eduardo Duhalde alcanzaron la presidencia en el año 1989.  La Plataforma Nacional del Partido Justicialista[4] había incluido un apartado titulado “La Mujer”. Allí se estableció que “el sentido justicialista de la política con relación a la mujer no se caracteriza por considerarla en situación de diferencia con el hombre, sino junto a él preservando los derechos y funciones sociales que le son propios. Se estimulará la participación de la mujer en todos los ámbitos de la política social y sus organismos, en la actividad productiva, científica y cultural; en escuelas, hospitales servicios sociales abastecimiento y precios. Se promoverá la adecuación de algunos de los estatutos profesionales, para asegurar el principio de igualdad distributiva y laboral de la mujer, evitando aspectos discriminatorios”.

En cumplimento de la plataforma, Carlos Menem apoyó la sanción de la Ley de Cupo de 1991 y creó con dependencia directa del Presidente de la Nación el Consejo Nacional de la Mujer (Decreto 1426/92). El organismo tenía entre sus objetivos los de implementar la “Convención sobre la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer”  de la ONU, a la cual la Argentina adhirió por la ley 23179/85 y que luego fue incluida en la Constitución de 1994.

 

2. La  aprobación de la Ley Nacional 24.012/91

A partir del año 1989 y en un gran resumen, se produjeron tres cuestiones que auspiciaron la sanción de la Ley de Cupo Femenino:

- La asunción de un gobierno Justicialista que de manera similar al año 1947 apoyó la reforma del código electoral. El Presidente Carlos Saúl Menem y su Ministro del Interior, José Luis Manzano, fueron protagonistas directos y auspiciaron la militancia femenina y garantizaron la aprobación legislativa en el recinto;

- El activismo de un grupo de mujeres que en línea con el Comité Pro Voto Femenino de los años cuarenta, salieron a militar la iniciativa enfrentando oposiciones dentro y fuera de su partido. Tuvieron conciencia histórica y generaron las condiciones políticas de posibilidad para el reconocimiento de su derecho a participar en igualdad de condiciones;

- El acuerdo entre sectores de los dos principales partidos nacionales Unión Cívica Radical y Partido Justicialista. La militancia de varias fuerzas políticas fue fundamental para habilitar este acuerdo y también para aprobar la ley en el recinto.


Se inicia el debate legislativo sobre el cupo femenino

Finalizando el gobierno de Raúl Alfonsín un grupo de legisladoras de la UCR entre las que se destacaban Margarita Malharro de Torres y Norma Allegrone, presentaron dos proyectos de Ley de Cupo en las Cámaras de Senadores (EXP-SEN: 0518-S-89) y de Diputados (EXP-DIP: 1526-89). Con la certeza de que ya no tendrían tratamiento y tras el triunfo del Justicialismo del año 1989, dichas militantes se reunieron con sus pares del Consejo Nacional del PJ. Participaron por el peronismo Olivera Del Valle Rivas, Juliana Marino y Liliana Gurdulich, entre otras (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

En base a estos encuentros y debates se logró un acuerdo básico inicial entre  las militantes de las dos principales fuerzas políticas de la Argentina. Ese núcleo de legisladores y de activistas inició un importante número de acciones públicas tendientes a darle el tratamiento al proyecto de Margarita Malharro de Torres. Las dirigentes del Justicialismo diagramaron la estrategia política de iniciar el tratamiento en Senadores y luego ir a Diputados donde sería más difícil su aprobación (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

En el mismo año 1989 se le dio media sanción a la iniciativa de ley en la Cámara de Senadores. Marcela Durrieu entiende que, posiblemente, algunos senadores que estaban en contra de la reforma la auspiciaron creyendo que la propuesta no se aprobaría luego en la Cámara de Diputados.

A partir de acá, las militantes Justicialistas del núcleo inicial se fueron ampliando y se implementó una activa campaña nacional. Marcela Durrieu recuerda que “recorrimos el país y entramos en contacto con dirigentes de todas las fuerzas. Dentro del PJ había legisladoras como Irma Roy e Inés Botella que acompañaban. Otras mujeres como María J. Alsogaray de la UCEDE directamente se oponían[5](Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

En este contexto un grupo de dirigentes femeninas del PJ se reunió con el presidente Carlos Saúl Menem. Tal cual sostiene Marcela Durrieu quién participó del encuentro, el mandatario les recomendó que se militara el tema en todo el país y que se instalara en la agenda pública la necesidad de la reforma electoral. Además y cuestión fundamental, el Presidente se comprometió con la sanción de la norma asunto que posteriormente cumplió.

Debate en la Cámara de Senadores

El tema se discutió e 20 y 21 de septiembre de 1990. A diferencia de año 1947 y si bien eran muy pocas, en los años noventa había mujeres en el recinto. En la Cámara de Senadores de La Nación eran cuatro sobre 46.

La Senadora Liliana Gurdulich (PJ) defendió la iniciativa remarcando que el Justicialismo le había otorgado el 33% de los lugares en las listas a las mujeres y que se trataba de recuperar el impuso de la ley 13.010. En su punto de vista ello potenciaría “a la sociedad argentina para salir de la crisis presente, con una verdadera acción de conjunto que es lo que pretendemos todas las mujeres”.

La senadora de la UCR y promotora de la ley Margarita Malharro de Torres hizo un extenso alegato. Puntualizó la importancia de las acciones de Perón y de Eva y recuperó la trascendencia del proyecto del radical Miguel Ortiz de Zarate del año 1939. Sostuvo críticamente que en la apertura democrática de 1983 nadie convocó a las mujeres a afiliarse y que tuvieron que hacerlo por su cuenta y sin apoyo partidario.

El chaqueño Deolindo Bitell (PJ) apoyó la propuesta y citó como antecedente a la senadora por la entonces provincia Presidente Perón, María del Carmen del Casco Aguer, quien ocupó el cargo en el año 1953. También detalló el reparto de los cargos del PJ que incluyó inicialmente el “tercio” femenino y desde los años setenta el “cuarto” de representación con el fin de que ingrese la juventud.

Debate en la Cámara de Diputados

El proyecto fue tratado en las Comisiones de Asuntos Constitucionales, Familia, Mujer y Minoridad. Se consiguió la adhesión al proyecto del diputado justicialista Jorge  Rodríguez.

El proyecto se debatió en varias sesiones y los últimos días de tratamiento fueron el 6 y 7 de noviembre del año 1991. Días antes la Rama Femenina del Justicialismo realizó un acto de apoyo a la iniciativa en la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, con la participación de 10.000 mujeres (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

Las mujeres ocuparon la sala del Congreso y se movilizaron en las inmediaciones. La diputada Inés Botella (PJ) sostuvo en el recinto que “Las mujeres que han venido a presenciar este debate recorrieron muchos kilómetros. Han venido de Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Rosario, la provincia de Buenos Aires, Río Negro; hay obreras textiles y de plantas automotrices, entre otras; y amas de casa y docentes. Queremos que todas puedan participar políticamente”.

La legisladora Gabriela González Gass (UCR) recordó que casi en paralelo al proyecto de Malharro de Torres, las diputadas Inés Botella (PJ), Norma Allegrone (UCR) y María Gómez Miranda (UCR) habían formulado una iniciativa de tercio. Remarcó la importancia de que en ese momento Raúl Alfonsín y Carlos Menem apoyen la iniciativa. Hizo un recuento de las luchas feministas, anarquistas, socialistas y radicales. 

La diputada formoseña Marta Martín De Nardo (PJ) realizó un extenso alegato. Puntualizó que el proyecto de cupo tenía originar un cambio en la composición de los partidos políticos. Citó la importancia de la 11.357/26 de Derechos Civiles de la Mujer, la reforma constitucional de Federico Cantoni en San Juan y la ley 13.010. Remarcó que desde la muerte de Eva la mujer había sido desplazada de los “lugares de conducción política, no de los lugares de la militancia y del esfuerzo”.

La diputada Ruth Monjardín de Masci (UCR-Partido Federal) sostuvo que la reforma de 1947 continuó el “anhelo de la Ley Sáenz Peña”. Reivindicó la labor histórica del Partido Socialista de Alfredo Palacios. Sostuvo que en los últimos 40 años se produjo una “involución” en la participación política de la mujer.

Con el fin de apoyar la propuesta, el diputado Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista Popular) argumentó “La educación gratuita no significa ir contra los mejores, sino dar a todos la misma oportunidad. De igual forma, el cupo no significa favorecer a las mujeres ineptas para que accedan a puestos de responsabilidad, sino otorgar a todas las mujeres, ineptas o no, las mismas responsabilidades que se les da a todos los hombres, ineptos o no”.

La diputada correntina Emma Tacta de Romero (PJ) sostuvo que “soy consciente de que es necesario sancionar esta iniciativa, pero también se debe complementar con leyes esenciales y modificaciones fundamentales al estatuto ele los partidos políticos (…) Si aprobamos el proyecto de Ley de Cupos sin modificar el Estatuto de los Partidos Políticos, seguirán siendo los hombres quienes elegirán a las favorecidas por esta merced”. Puntualizó que luego del año 1947 “las primeras mujeres que ocuparon estas bancas -entre las que destaco a Delia Parodi, Juana Larrauri, Nélida de Miguel, Magdalena Álvarez y otras-, no llegaron al Parlamento señaladas por el dedo de ningún interventor (…) Eva Perón les enseño a luchar y a ganar sus cargos”.

La diputada por Santa Cruz Ángela Sureda (UCR) mencionó que “16 mujeres integramos esta honorable Cámara (…) detrás de esta iniciativa estamos las mujeres del norte y las del sur, las radicales y las peronistas”. Remarcó que “La lucha de las mujeres no es solamente la lucha por el cupo. Debemos tener presentes otras banderas: la lucha contra la trata de blancas y contra la violencia en la familia, el acoso sexual y la discriminación en el trabajo”. Culminó su alocución remarcando que “Queremos estar al lado del hombre. Cuando a alguna mujer la escucho hablar contra del hombre, me siento incómoda, porque creo que en nuestro país no podemos permitirnos un enfrentamiento con el hombre, desde ningún punto de vista”.

La legisladora María Gómez Miranda (UCR) destacó que “les aseguro que el voto femenino lo tuvimos porque hubo una mujer con poder político. Si Eva Perón no hubiera tenido poder político aún estaríamos luchando por el voto femenino. Tan cierta es esta reflexión que cuando murió Eva Perón, los hombres no se acordaron más del poder político de Eva Perón y fueron quitándonos día a día nuestra participación política”.

La diputada María Cristina Guzmán (Movimiento Popular Jujeño) sostuvo que “Desde el punto de vista sociocultural, recuerdo que en la Cámara de  73 participamos en una lucha por los derechos de la mujer. Se recordó a la diputada radical María Teresa Merciadri de Morini. Éramos solamente dos las diputadas de la oposición. Pero había 25 legisladoras del Partido Justicialista en una época en la que se respetaba aquello de la rama femenina, que a algunos les parecía reaccionario pero que implicaba una mayor participación de la mujer”. Sostuvo que “Llegamos al momento actual, en el que las mujeres estamos en la plena igualdad jurídica. Es cierto, tenemos la plena igualdad jurídica, pero todos sabemos que no tenemos la igualdad social”.

Habían pasado casi 12 horas de debate y el proyecto de ley parecía entrar en un pantano. Por pedido del presidente Carlos Menem estuvo en el recinto el Ministro del Interior José Luis Manzano. El Ministro destacó que existía una oposición mediática a la propuesta y que la “postura de avanzar en una ley que determine por cupo la presencia femenina, en términos de resultado electoral posiblemente signifique un costo y no un beneficio para quienes la impulsamos. Pero el ejercicio de la condición de políticos y de dirigentes de la sociedad nos obliga a la búsqueda de la justicia sin especulaciones políticas”.

Manzano sostuvo que “la sociedad, como el mercado, no es neutra. Se ha construido de determinada manera, asigna y quita poder y asigna y quita riquezas. No está constituida por escenarios quietos donde los actores se desenvuelven libremente. La historia de la humanidad está cargada de luchas por la libertad y la justicia. Ningún espacio de libertad o de justicia del que ahora disfrutamos se ha obtenido gratuitamente, tampoco éste se obtendrá fácilmente”. El Ministro argumentó que la no intervención estatal era una manera de profundizar las desigualdades y si a las mujeres las “dejamos solas tendrán un 3 % de participación a pesar del 22 % que tuvieran otrora. Si las dejamos solas, en cuatro años no quedará ninguna mujer en este cuerpo (…) Venimos con una norma escrita a destruir una norma no escrita, pero con una vigencia secular: que las mujeres no son capaces de hacer las cosas igual que los hombres”.

Luego del extenso debate parlamentario y tras la votación la Secretaria de la Cámara leyó los resultados y “Sobré 153 señores diputados presentes, 142 han votado por la afirmativa y 7 por la negativa, registrándose 3 abstenciones”.

La Ley 24.012 estableció que “Las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del 30 % de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas”. La norma fue la primera en el mundo en la materia y según Marcela Durrieu “introdujo la noción de “acción positiva” que fue superadora del mero concepto de igualdad ante la ley. La norma fue la primera internacionalmente y tuve la suerte de visitar varios países para explicarla y difundirla. El modelo de “acción positiva” lo tomaron desde las Naciones Unidas y luego de dos años ya 18 países habían aplicado esquemas similares” (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

 

3. De la ley al hecho hay un largo trecho

Luego de la sanción de la ley se inició un difícil proceso de implementación en las provincias y en las municipalidades.

Marcela Durrieu destaca el hecho de que la redacción de la norma no fue del todo clara y eso permitió en muchos casos que las mujeres no ingresen a las legislaturas ya que podían ser ubicadas en los puestos 3, 6 y 9 de las listas (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

Mabel Muller remarcó que “la sola aprobación de la ley no fue garantía de su cumplimiento y menos aún de igualdad de posibilidades de acceso al poder político. En el año 1993 de un total de 257 diputados solo 12 eran mujeres. Para esa misma época, solamente había 3 senadoras mujeres sobre 48” (Entrevista a Mabel Muller).

La Reforma Constitucional de 1994

Marcela Durrieu mencionó el hecho de que la ley 24.012 contradecía la Constitución vigente y que se corría el riesgo que los conflictos y litigios por las listas llegaran a la Corte Suprema y que ésta los impugnara. Es por eso que la Reforma de la Carta Magna impulsada por Menem se volvió un tema estratégico para consagrar el avance político femenino.

Si bien inicialmente el tema no se había incluido en las coincidencias básicas del Pacto de Olivos, eso no impidió su tratamiento y posterior aprobación en la constituyente.

Finalmente, en el año 1994 se incluyeron los derechos de la mujer en la nueva Carta Magna. El artículo 37 de la CN estableció que “Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio. La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral”.

La Constitución incluyó la figura de “acciones positivas” en los partidos y en régimen electoral que fue introducida en la reforma 1991. Además postuló la adhesión de la Argentina a laConvención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer” (Art. 75 Inc 22).

 

Textos Citados

- Barry Carolina (2020) Chicas de provincias argentinas: notas sobre la inclusión y representación femenina en legislaturas y convenciones constituyentes entre 1951 y 1955, CERAC-UNLPam, en línea https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/quintosol/article/view/4163/6704

- Debates Parlamentarios para la sanción de las leyes 13.010 y  24.012/91. En línea https://www.hcdn.gob.ar/secparl/dgral_info_parlamentaria/dip/debates

- De Gregorio Lavié, Lucila (1948) Las mujeres de América y la Paz, Instituto Social UNL, Santa Fé.

- Duarte Eva (1951) Resolución firmada por Eva Perón, en su carácter de presidenta del Partido Peronista Femenino, 21 de febrero de 1951.

- Martinez María Estela (1975) El año internacional de la mujer, Hechos e Ideas, Año 2, N 8, Tercera Época, Enero-Abril, Buenos Aires.

- Mazzieri Diego (2020) María Estela Martínez por siempre de Perón, FABRO, CABA.

- Menem, Duhalde (1989) Plataforma Electoral 1989, Partido Justicialista, Buenos Aires.

- Recalde Iciar (2020) Santa Eva Perón, FABRO, CABA.

 

Entrevistas

Marcela Durrieu, marzo y mayo 2023.

Mabel Muller, abril 2023.

Juliana Marino, mayo 2023.



[1] En el marco del debate de la Ley de Cupo del año 1991 el diputado Héctor Seguí (UCR) reivindicó la iniciativa de Federico Cantoni (UCR bloquista), remarcando que la provincia fue “la primera en América que sentó a una mujer en la banca”. El diputado se refería a Emar Acosta quien fue electa en el año 1934 por el Partido Demócrata Nacional.

[2] Marcela Durrieu puntualizó que “Además de la ley de 1947, Eva Duarte mandó a modificar el Código Electoral en lo concerniente a las trayectorias necesarias de las candidatas de los partidos. Esta medida permitió armar las listas en el año 1951” (Entrevista a Marcela Durrieu 2023).

[3] El empadronamiento lo realizó el Registro Nacional de las Personas creado por ley 13.482 del año 1948. Según estimaciones, las mujeres representaron alrededor del 48 % del padrón y participaron de la elección el 90% de las inscriptas. Según un estudio de Carolina Barry el número total de legisladoras es de “133, compuesto por 23 diputadas nacionales, 3 delegadas territoriales, 6 senadoras nacionales y 97 legisladoras provinciales. A ellas deben sumarse 4 convencionales constituyentes pampeanas” (Barry 2020).

[4] El Consejo Nacional del Partido estaba a cargo de Antonio Cafiero. Las mujeres integrantes del Consejo eran Olga Riutort (a cargo de la Secretaría de la Mujer del PJ), María Oldra, Azucena Zarate, Irma Guglielmo, Olijela de Valle, Liliana Gurdulich, Teresa Soto, Silvia Soto, Lucía Cruzat, Juliana Marino y Graciela Giannetassio.

[5] Adelina Inés Dalesio de Viola de la UCEDE se opuso en Comisión de la Cámara de Diputados al proyecto de Ley de Cupo. El diputado Alberto Albamonte de su bloque siguió la misma política en el recinto cuando se trató la propuesta de la ley. Allí argumentó que en la UCEDE no había discriminación contra las mujeres y que la reforma tendría que nacer de los propios partidos políticos. Puntualizó que en su fuerza “hace dos años los primeros candidatos a diputado y senador eran mujeres (…)  En esta Honorable Cámara hay más de veinte bloques y sólo dos mujeres con el cargo de secretaria parlamentaria: en nuestro bloque y en el del Partido Justicialista”.

martes, 25 de abril de 2023

La universidad y la cultura[1]

 Aritz Recalde, 


Director del Departamento de Humanidades y Artes de la UNLa

Abril, 2023

El Departamento de Humanidades y Artes de la UNLa

El Departamento de Humanidades y Artes (en adelante DHyA) es una comunidad organizada de trabajo, ciencia y arte. Tiene dos grandes finalidades que son las de transmitir cultura y la de formar profesionales. Sus finalidades se desenvuelven a partir de las actividades de docencia, investigación, cooperación y trasferencia.

Con estos fines el DHyA organizó la función docente en cinco licenciaturas que son Diseño y Comunicación Visual, Diseño Industrial, Audiovisión, Música de Cámara y Sinfónica y el Traductorado Público en Idioma Ingles. Además, ofrece las cuatro Carreras de Posgrado de Especialización y de Maestría en Metodología de la Investigación Científica, de Especialización en Tecnologías en Fabricación Digital y el Doctorado en Filosofía.

La función de investigación se desenvuelve en los Institutos de la Universidad y en los cinco Centros dependientes del Departamento. Estos últimos son los Centros de “Investigaciones Éticas”, de “Investigaciones Históricas”, de “Teorías y Prácticas Científicas”, el de “Producción Sonora y Audiovisual” y el de “Estudios Musicales”.

Del DHyA dependen el Estudio de Grabación “Santos Dicepolo”, el Sello “Discográfica del Sur”, el Laboratorio de Diseño Industrial y los Talleres de Diseño Industrial. Allí se realizan tareas de apoyo a la docencia, de investigación, de cooperación y de transferencia.

Nuestros músicos participan de las orquestas de la UNLa de Cámara y la Académica.


De las dos grandes finalidades de la universidad

Primera finalidad del DHyA: la producción de cultura

La cultura es el conjunto de bienes materiales y simbólicos a partir de los cuales los seres humanos construyen su identidad y edifican sus relaciones sociales y sus formas de vida. Nos referimos por expresión simbólica de la cultura a cuestiones no tangibles físicamente como el lenguaje, la religión, los conceptos artísticos, etc. Los bienes materiales de la cultura son el resultado de los bienes simbólicos como es el caso de un instrumento musical, de un desarrollo tecnológico aplicado a la industria o de una obra arquitectónica.

El DHyA es un ámbito de producción y de divulgación de la cultura en sentido amplio. Todas nuestras carreras e investigaciones integran y articulan bienes simbólicos y materiales aplicados al diseño, la música, el sonido, la imagen, el lenguaje, la filosofía, la historia, la epistemología y otras humanidades.

 

La labor cultural: pasado, presente y futuro

Cultura, pasado y tradición

El DHyA tiene la irrenunciable función de transmitir el acervo cultural, tecnológico y artístico acumulado a lo largo del tiempo. Esto implica recuperar y difundir la tradición pasada.

Cada generación nunca empieza de cero su vida en comunidad, sino que retoma el legado y el mandato de sus antecesores. Los artistas y pensadores son seres sociales y sus obras contienen la cultura de un tiempo histórico.

Cultura e invención permanente

Los académicos tenemos la función de producir y de renovar permanentemente la cultura. Dicha cuestión requiere de la invención personal y colectiva presente.

Cultura y futuro

Entre nuestras tareas se destaca la de proyectar la organización de la obra cultural y las universidades son instituciones forjadoras de utopía y de futuro.

El DHyA tiene que contribuir a la organización de una cultura nacional que incluye una conciencia histórica, un principio de solidaridad social y una unidad de destino de un pueblo.  

La regionalización de la cultura

A las tres tareas mencionadas le sumamos una cuarta que las atraviesa y que tiene que ver con la condición histórica nacional y regional de la cultura. Nuestra labor tiene que tener una perspectiva situada temporal, social y geográficamente poniendo en valor, difundiendo y reactualizando el conocimiento universal a la luz de nuestra particularidad cultural local, provincial, nacional y suramericana.

 

Las cuatro dimensiones del proceso de producción de la cultura

La cultura universal

La cultura tiene, potencialmente, una dimensión universal. Si bien originariamente los desarrollos culturales tienen un origen especifico, estos pueden ser utilizados en distintas comunidades, ecúmenes y momentos de la historia.

Las instituciones educativas tenemos que conocer y transmitir los desarrollos y las producciones de la técnica, la tecnología, de las ciencias humanas y del arte que fueron y que son el resultante de actividades sociales y colectivas en diversas latitudes y épocas.

Por ejemplo, una partitura es un recurso tecnológico que permite la conservación, la lectura y la interpretación musical de un artista en cualquier lugar del planeta. Un instrumento como un violín o una guitarra si bien tienen un origen histórico particular, su proyección y utilización los hacen potencialmente universales para toda la humanidad. Lo mismo podemos decir de un desarrollo de tecnología aplicable al diseño, a la comunicación, al idioma o al video.

Las instituciones tenemos que tener la capacidad de recuperar y de difundir aquellas dimensiones culturales que la humanidad fue produciendo y que son capaces de elevar nuestra forma de vida y de contribuir al desarrollo de la persona humana.

En este punto hay que ser conscientes de dos cuestiones. La primera, es importante remarcar que las humanidades y las artes no nacieron en la universidad y la institución lejos está de ser el único y menos aún el principal ámbito de producción cultural. Además y cuestión fundamental, somos conscientes que detrás de la producción y de la divulgación de la cultura hay disputas de poder entre Estados, comunidades, clases y factores de presión. Es a partir de acá, que generalmente lo que llamamos cultura universal es en realidad parte de la expansión de los valores de occidente.

 

Los ámbitos de producción cultural históricos y geográficos

“Nuestra cultura, es de raíz hispánica pero la construcción de nuestro destino es americana”. J. J. Hernández Arregui

 

La vivencia, la creación y la transmisión de la cultura son particulares en cada época histórica y en las diferentes geografías en las que producen los hombres. Los contextos de aplicación temporal y regional inducen, moldean e incluso condicionan las expresiones culturales. En cada lugar y tiempo histórico existen actores de poder e instituciones que influyen en la fisonomía cultural otorgándole formas particulares.

Con el fin de interpretar el funcionamiento del sistema mundo, Samuel Huntington recuperó y resignificó el concepto de “civilización” que fue formulado por pensadores franceses en contraposición a la cultura de los otros pueblos a la que caracterizaban de “barbarie”. El autor remarcó el hecho de que las sociedades se ordenan en torno de grandes  civilizaciones o “grandes culturas” como lo planteó anteriormente Oswald Spengler. Las civilizaciones son entidades culturales compuestas por la lengua, la historia, la religión, las costumbres, etc. Todo este conjunto activo y dinámico forma la “auto identificación subjetiva” de un pueblo, que lo lleva a comportarse de una manera particular a lo largo del tiempo. Una de las características fundamentales de la civilización es su “larga continuidad histórica” y su vocación por transmitirse de generación a generación como un mandato cultural que se refleja en obras de arte, en el pensamiento filosófico y político y en las tradiciones y formas de vida que dan fisonomía a un pueblo. Es bueno remarcar, que el autor caracterizó a Latinoamérica como una civilización propia y diferenciada de las otras.

En el campo de la pintura se puede ver claramente esta característica condicionante y/o estimulante de un tipo particular de expresión cultural. Si bien una diversidad de artistas puede compartir una misma técnica potencialmente universal, las obras van a variar según sus contextos civilizatorios, institucionales, políticos, sociales e ideológicos de producción.

Benito Quinquela Martín (1890-1977) pintó el paisaje natural, urbano y social de la localidad de la Boca mostrando el cauce del Riachueleo, los astilleros y su contexto cultural. Su obra resalta la actividad de los trabajadores portuarios y el esfuerzo diario que lo caracteriza. Quinquela retracta el contexto social que conoció, destacando el sacrificio obrero en la construcción de la sociedad.  

Ricardo Carpani (1930-1997) orientó su obra pictórica al contexto argentino y suramericano. El autor propugnó el compromiso político del artista y trabajó por forjar lo que consideró era un “arte revolucionario”. Retrató a figuras de nuestra historia como el Chaco Peñaloza o el mártir dirigente gremial Felipe Vallese. Su pintura recorre los conflictos de la etapa en la que vivió y son frecuentes los retratos de los trabajadores argentinos y los de sus organizaciones.

Florencio Molina Campos (1891-1959) pintó al gaucho y a su medio rural. Sus cuadros retractan el hogar popular y sus costumbres argentinas y rioplatenses como el horno a leña, el mate, la danza, la guitarra, el caballo y la vestimenta. Todas estas imágenes son bien características de la pampa bonaerense. 

Podríamos seguir citando ejemplos de la importancia y del significado que adquiere el contexto histórico natural y cultural de producción de los artistas y de los pensadores de las humanidades.

Juan José Hernández Arregui sostiene que existe una cultura latinoamericana. Para el autor, la uniformidad no proviene de un determinismo geográfico de la naturaleza, sino más bien por el hecho de que los pueblos compartieron una historia y un devenir político y social en común. De Europa provinieron las practicas artísticas y un sistema de valores para interpretarlas, una religión, un lenguaje, un concepto jurídico y estatal, un sistema de instituciones educativas y sociales. Se produjo un encuentro único entre el habitante europeo, el mundo precolombino y la influencia étnica de la población afrodescendiente. Al componente cultural se le sumó una geografía de inmensidades y de naturalezas de fuerte carácter que motivaron a los artistas y a los pensadores. A partir de acá dice Arregui que “el folclore hispanoamericano se asienta sobre los diversos grupos étnicos y lingüísticos. La influencia indígena y negra, a través de los contactos culturales y del mestizaje sexual, marca la estratigrafía espiritual del continente (…) la fusión de civilizaciones y razas es el fenómeno normal de la historia (…) Hay en nosotros algo nuevo (…) nos reconocemos sin esfuerzo hispanoamericanos y sólo por abstracción mental –o por inferioridad emocional- europeos”.   


La individualidad del artista y del hombre de pensamiento

Si bien hay elementos universales y otros que son históricos y contextuales, es innegable que cada artista y pensador desarrolla su labor con márgenes de libertad poniendo en acción sentimientos, temperamentos y medios de expresión e inspiración que le son propios. Los artistas y pensadores son individualidades movidas por factores racionales y también inconscientes, por instintos y por emociones.

Por ejemplo y si tomamos la música, la guitarra suena y transmite emociones de manera diferente en el español Andrés Segovia (1893-1987) y en el bonaerense Atahualpa Yupanqui (1908-1992). Esos artistas son únicos ya desde el recorte del canon que interpretan, en el modo de transmitir los sentimientos y en la forma de aplicar la técnica instrumental.

La guitarra eléctrica no suena igual, no comunica el mismo mensaje artístico en los músicos y compositores contemporáneos bonaerenses vinculados a la música popular y particularmente al rock como Luis Salinas (1957-), Ricardo Mollo (1957-) o Claudio Marciello (1963-). Todos ellos nacieron en la misma provincia, son contemporáneos y posiblemente tuvieron acceso a un mismo repertorio de músicos nacionales e internacionales, pero cada uno forjó su estilo que es propio de su personalidad y de sus aptitudes.

Astor Piazzolla (1921-1992) sintetiza en buena medida lo que venimos explicando. Es, sin ánimo a equivocarnos, uno de los compositores y músicos de tango más importantes del siglo pasado. Adquirió una formación académica clásica con docentes y con artistas de renombre internacional. Se destacó en el bandoneón, instrumento cuyo origen es alemán y que fue argentinizado en el tango y en el folclore de las provincias. El tango es una expresión musical rioplatense que fusionó la diversidad étnica de la inmigración, principalmente europea, con las expresiones y modos culturales hispanoamericanos. Con la técnica académica universal, con un instrumento de origen europeo argentinizado y con el tango local y rioplatense, Piazzolla hizo un producto nuevo, único, original y de vanguardia. En su disco Libertango (1974) el artista y el compositor pusieron en desenvolvimiento su capacidad original creadora y su ideario sobre la libertad expresiva. Piazzolla interpretó el tango con sonidos clásicos y modernos. Organizó un grupo conformado con músicos de bajo, guitarra y órgano eléctricos. El piano y la flauta traversa le dieron el tono e influencia de la música académica. El bandoneón le otorgó al grupo el tono del tango de Buenos Aires que caracterizó a Piazzolla a lo largo de su vida artística. Pocas formaciones musicales son emocionalmente hablando tan argentinas y tan porteñas y a su vez tan universales en su proyección técnica, artística y emocional.


Las dimensiones políticas de la producción cultural

La cultura es un terreno de la disputa de poder entre las naciones y entre los grupos políticos y sociales internos de cada país.

Cada diseñador, cada filósofo, cada artista tiene su tono, su temperamento y su individualidad proyectada en un estilo y en una obra.  Ahora bien y tal cual sostiene Juan José Hernández Arregui, el artista y el pensador obtienen sus reconocimientos y cumplen sus deseos narcisistas a partir de parámetros impuestos por las instituciones sociales. Para explicar este proceso Arregui desarrolló el concepto de “circulo literario”. Este se estructura a partir de la acción de críticos, de periodistas, de premios y de opiniones de grupos de poder que imponen “valoraciones rígidas”, “modas” y criterios de prestigio y legitimidad en torno de los cuales se produce la cultura.     

Una persona, un grupo o un proyecto político y civilizacional pueden promover un tipo específico de arte y de humanidades con fines de cambio o de conservación del poder. El ya mencionado Ricardo Carpani o los pintores y muralistas mexicanos Rivera y Siqueiros se proponían conscientemente hacer un arte revolucionario con fines de cambio social. Los Estados Nacionales modernos dedicaron recursos a la función cultural en la educación pública, en escuelas de música, danza o pintura. Todas las comunidades políticas destinan recursos a mantener vigentes y a promover sus valores,  su lenguaje y tradiciones religiosas y étnicas que hacen a su identidad.

Lo mismo ocurre con los bienes materiales de la cultura y muchos de las aplicaciones tecnológicas actuales fueron precedidos por políticas de impulso y de protección pública y privada.  

Un Estado puede imponer a otras naciones sus intereses civilizacionales por intermedio de la fuerza y también a partir de la persuasión o acción cultural. Esta última modalidad se denomina neocolonialismo.

Para explicar este proceso, Arturo Jauretche desarrolló la noción de “Aparato de la Colonización Pedagógica” que junto al concepto de “círculos literarios” de Hernández Arregui, condensan los principios teóricos rectores para entender la modalidad de funcionamiento de la producción cultural en los países dependientes. Jauretche y Arregui consideraban que los Estados latinoamericanos eran sometidos política y económicamente a partir del neocolonialismo, que era asimilado acriticamente por los sectores medios y altos.

 

Segunda finalidad del DHyA: formar profesionales comprometidos

Se trata de indagar el camino del logaritmo nacional, o dicho de otra forma descubrir cuál es el camino que nos lleve a encontrar y realizar nuestro destino como nación partiendo de nuestra realidad nacional”. Ana Jaramillo

 

La segunda gran misión del DHyA y de las universidades es la de formar profesionales con excelencia académica, comprometidos con su tiempo histórico y útiles a la comunidad nacional.

Las elites, mayoritariamente, se educan en las universidades. Las instituciones académicas tienen la tarea de capacitar técnica y valorativamente a la generación política conductora de un tiempo histórico. De nuestras aulas egresan los futuros conductores o responsables de empresas, de las organizaciones libres del pueblo, partidos políticos y gobiernos.

A partir de acá, no podemos descuidar la importancia de formar a los egresados en valores. Tal cual destaca Ana Jaramillo, tenemos la responsabilidad de “educar  en  la solidaridad y la retribución a la sociedad por los  esfuerzos que realiza para sostener la prestación de la educación superior gratuita”.

No se trata de educar ni en el mero idealismo, ni tampoco en el materialismo y el egoísmo. En su lugar, propugnamos forjar una perspectiva valorativa nacional y social en la cual el individuo tenga la certeza de que solamente se puede realizar en una comunidad libre y emancipada. En nuestras aulas transmitimos la técnica, la ciencia y el arte con un sentido moral fomentando una conducta anclada en los valores del bien común y del compromiso con el desarrollo integral del pueblo y de la Nación.

Desde la universidad reivindicamos la importancia que supone fomentar entre nuestra comunidad académica el valor del compromiso con tres grandes cuestiones:

1- Con el mandato que emana de las generaciones anteriores y con la agenda de problemas de nuestro tiempo. Con este fin, el profesional debe adquirir  conciencia nacional e histórica.

2- Con la defensa de los bienes materiales y culturales de nuestro territorio. Este sentimiento se denomina patriotismo.

3- Con el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo que les financió los estudios y con el cual construye su destino en el teatro de las naciones. Este sentimiento de  solidaridad social es fundamental para mantener unida a la comunidad y para que el país adquiera entidad política y civilizacional en el orden internacional.

 

Profesionales técnica y científicamente útiles a La Nación

“Nuestra universidad urbana comprometida ha decidido que es la comunidad con sus problemas la que define su currícula (…) nuestra función hoy debe ser textualizar los problemas, más que problematizar los textos”. Ana Jaramillo

 

El DHyA nació y se desarrolló a partir de la noción de Universidad Urbana Comprometida que fue impulsada por la rectora fundadora de nuestra Casa de Altos Estudios, la Dra. Ana Jaramillo. En esta tradición intelectual los egresados de las carreras y los resultados de nuestras investigaciones e iniciativas deben ser útiles a la comunidad local, regional y nacional.  

Este punto de partida guía los procesos de organización académica. A partir de acá, se planifican las carreras, las investigaciones y los perfiles profesionales.  Atendiendo la realidad cambiante, somos conscientes de la importancia de actualizar permanentemente la oferta académica y la formación de nuestros profesionales para que tengan el conocimiento necesario para interpretar, actuar y transforma su medio.

Los profesionales son agentes del desarrollo integral de la Nación y como sostiene Ana Jaramillo, nuestros egresados deben ser “gestores sociales” con “vocación  de  liderazgo, conocimientos  y  formación  en  el  área  en  que  se  desenvuelva  y  capacidad  técnica  y administrativa”.

 

Profesionales que se realicen individualmente y en comunidad

Somos conscientes en la importancia que supone que nuestra formación favorezca el mejoramiento material, cultural y espiritual de los profesionales y de sus familias. A partir de acá es que defendemos tres principios:

1- La universidad tiene que ser un medio de ascenso e igualación social y no una institución que profundice las desigualdades de origen económico y político de nuestros estudiantes. 

2- Nuestros profesionales tienen que poder insertarse laboralmente en la sociedad. Lo peor que puede ocurrirle a una institución académica es convertirse en una fábrica de desempleados.

3- El conocimiento tiene que elevar culturalmente a los estudiantes, a sus familias y a su medio, favoreciendo la construcción de la personalidad libre espiritual e intelectualmente.

La universidad: proyecto colectivo

La universidad es una comunidad de trabajo de docentes, nodocentes, graduados y estudiantes. Todos y cada uno de nosotros no podemos olvidar que tenemos derechos y también obligaciones y deberes que cumplir muchos de los cuales ya fueron aquí enumerados.

A los jóvenes los invito a desarrollar su vocación intelectual con compromiso social y nacional y a poner todo su esfuerzo en el estudio.  A partir de acá, es que estarán honrando el lugar que el pueblo les dio al momento de financiarles los estudios.

Finalmente y para cerrar, quiero compartir una propuesta de Alfredo Calcagno y de Luis Dellepiane del año 1947 que condensa mucho de lo dicho anteriormente. Ambos siendo entonces diputados nacionales, presentaron una iniciativa de ley universitaria y entre otras cuestiones allí propusieron convertir a nuestras instituciones en institutos de “alta cultura” que trabajen “por la Ciencia, por la Patria, por la Libertad y por América”. Que así sea.



[1] Presentación realizada en el mes de febrero de 2023 a los estudiantes del Curso de Ingreso del Departamento de Humanidades y Artes de la UNLa. Intervinieron en la actividad el Vicerrector, Daniel Bozzani y la Secretaria Académica Valeria Suarez.

La sanción e implementación de la Ley de Cupo Femenino 24.012/91 de 1991

  Aritz Recalde, mayo 2023    “Las mujeres argentinas inician una nueva etapa en su evolución social, merced a tres hechos de gran trasc...