Aritz Recalde, junio 2016
El Gobierno Nacional impulsa un modelo de
desarrollo centrado en el capital extranjero y es por ello que le dieron la administración
de las principales decisiones del Estado a los CEO. Con la finalidad de
entregar el país al capital foráneo, CAMBIEMOS está destruyendo la estructura
institucional que fue organizada en los últimos años y que consistió en:
-
el
mantenimiento de un mercado interno de consumo;
-
la
protección de áreas de la economía regulando importaciones y subsidiando
sectores estratégicos para el conjunto social;
-
la
redistribución social del ingreso.
Tal cual mencionó Javier González Fraga, CAMBIEMOS
propone bajar el consumo popular, liberando las divisas que serán destinadas a
elevar la ganancia del capital extranjero. La inserción económica internacional
del país, conlleva la apertura de las importaciones destruyendo la industria
nacional. La decisión de otorgar inmensas ganancias a las empresas de servicios
y de mantener altas las tasas de interés financiero, hace poco viable la producción
de bienes manufacturados en la Argentina.
El Gobierno Nacional garantiza una
redistribución del ingreso que favorece la especulación financiera y el aumento
de la rentabilidad de los oligopolios cerealeros y de las empresas de servicios.
Como resultado de esta política de Estado, se sacrifica el empleo, baja el consumo
y se pierden los derechos sociales de las familias trabajadoras. En la
Argentina de CAMBIEMOS los obreros y los empresarios nacionales deben empobrecerse
para “seducir” al inversor extranjero. En la lógica del oficialismo, los más de
150.000 nuevos desempleados resultantes del plan económico, deberían están “ilusionados”
ya que serían recontratados en el futuro por un capitalista foráneo. Según la
predica oficialista, el empleo obtenido en la última década sería “artificial”
o “carente de dignidad” (desempleo encubierto).
Las PYMES bajaron exponencialmente las ventas
como resultado de la retracción del consumo popular y disminuyeron sus ganancias
para entregársela a las empresas de servicios. Según CAMBIEMOS, el objetivo de
este Plan que está quebrando el capitalismo nacional, es que desaparezcan áreas
“no competitivas” y que los inversores foráneos adquieran las empresas
argentinas y les otorguen idoneidad.
La conducción política de la Argentina está
desalentando cualquier tipo de actividad industrial, con la finalidad de
transferir el ahorro nacional a los capitalistas extranjeros y a los grupos económicos
oligopólicos locales. Lejos de ser una ley natural de la economía o una “pesada
herencia”, de lo que se trata es de institucionalizar la restauración
conservadora. Todos los habitantes estamos aportando nuestro ahorro y trabajo diario,
generando las extraordinarias rentabilidades de tres actores económicos:
a-
Sector financiero.
CAMBIEMOS emitió 16.500 millones de dólares
para sufragar a los Fondos Buitres. Las LEBAC están pagando una tasa del 34% en
pesos, dejando como saldo en los primeros meses del año una ganancia de 3.074
millones de dólares. En el mes de enero el Banco Central tomó un préstamo puente
de 5.000 millones de dólares, a una tasa cercana al 7% en dólares. Las
provincias consiguieron el aval de Nación para acrecentar una deuda que ya superó
los 8.200 millones de dólares.
El gobierno de Macri en tan solo el primer
semestre, incrementó una deuda para el Estado argentino superior a 32.000
millones de dólares. La Dictadura de 1976 – 83 acumuló 38.000 millones de dólares
de deuda, pasando de 8.000 a 46.000. De manera similar a la Dictadura, los préstamos
actuales derivan en pagos a los bonistas y bancos extranjeros, en fuga de
capitales, en intermediación financiera o en gastos corrientes del gobierno. En
ningún caso, este oneroso proceso de endeudamiento parece derivar en
inversiones productivas o en infraestructuras que permitan asumir estos costos
en el mediano y largo plazo. El país transcurre a paso acelerado a la quiebra, reiterando
lo que ocurrió en los años noventa. Es de esperar como en la etapa de Menem, que
para enfrentar esta debacle macroeconómica CAMBIEMOS acelere las
privatizaciones del Estado. No es casualidad que la reforma del ANSES que están
impulsando, propone liquidar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad hoy en
manos del Estado.
b-
Sector agroexportador.
Una de las primeras medidas aplicadas por la
cartera económica nacional, fue la reducción y la eliminación de retenciones a
la soja y a la minería. La baja del impuesto a las exportaciones de cereales, dejaría
una ganancia adicional cercana a los 3.700 millones de dólares anuales (más de
50.000 millones de pesos). Las exportadoras mineras aumentaron potencialmente su
ganancia en 220 millones de dólares en un año (más de 3.000 millones de pesos).
Alfredo Zaiat calculó que los
productores y exportadores retuvieron sin vender alrededor de 11.000 millones
de dólares, a la espera del cambio de gobierno (soja, maíz y trigo). La
diferencia de exportar los granos a un dólar a $ 9, 5 a uno cercano a $ 14, dejó como resultante una ganancia adicional potencial
cercana a los $ 50.000 millones de pesos.
Para completar el esquema de ganancias de
estos grupos, hay que sumarle la altísima inflación en el mercado interno de
los productos como carne, el pan, la leche y otros alimentos.
c-
Empresas de servicios.
En nombre de “racionalizar” las tarifas, lo
que se está haciendo desde el gobierno es garantizar una inmensa transferencia
de ingresos del conjunto de la sociedad, a un grupo oligopólico de empresas.
Llegó el segundo semestre y fue una verdadera
fiesta para bancos, especulares, oligopolios cerealeros y empresas de servicios,
que en su mayoría, son de capital extranjero. En la medida que variables como
la energía o el alimento sean administrados como meras mercancías, se pone en
juego la sustentabilidad económica y social del pueblo argentino.
Una de las manifestaciones de la lucha de
clases es la relación existente entre la inflación, las paritarias y la
recuperación y reinversión colectiva de la riqueza por parte del Estado. En esa
disputa están ganando ampliamente los grandes empresarios extranjeros y la
familia argentina se empobreció enormemente en tan sólo seis meses. Se quiere presentar
el aumento de la leche, la carne o el pan como un problema del gobierno
anterior, cuando en realidad es una decisión deliberada de CAMBIEMOS para enriquecer
a los exportadores de alimentos a costa del hambre argentina. El Estado está
siendo desfinanciado y reorienta su gasto para garantizar, principalmente, la
especulación de los financistas y de los oligopolios extranjeros.
Para el nacionalismo popular por el contario
al liberalismo gobernante, la energía es un recurso estratégico y debe ser la apoyatura de la independencia
económica y de la justicia social. Lo mismo ocurre con la producción de carnes
o de cereales que tienen que estar orientados, fundamentalmente, a garantizar
la salud pública.
La entrega del país al capital internacional
está poniendo en riesgo la estructura industrial y la sustentabilidad social
del conjunto de los argentinos. Frente a ello, hay que recordar que el
nacionalismo trabaja por la grandeza nacional y por la felicidad del pueblo.
Tal cual sostuvo Juan Perón: “frente a la
experiencia vivida, sería ingenuo pensar que los Estados Unidos vayan a poner en peligro su economía y su moneda para
ayudar al “mundo libre” (…) los Estados Unidos no sólo no nos ayudaron sino que
nos sabotearon”. A la acción del poder internacional y de las oligarquías
internas se le opondrá el pueblo organizado y como dijo Perón “los pueblos que no se deciden a luchar por
su liberación merecen la esclavitud (…) cuando la justicia ha perdido su fuerza
es preciso que la fuerza sea justa y la única fuerza justa es la que emerge del
pueblo”.
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