lunes, 20 de junio de 2016

Dios capital extranjero


Aritz Recalde, junio 2016

El Gobierno Nacional impulsa un modelo de desarrollo centrado en el capital extranjero y es por ello que le dieron la administración de las principales decisiones del Estado a los CEO. Con la finalidad de entregar el país al capital foráneo, CAMBIEMOS está destruyendo la estructura institucional que fue organizada en los últimos años y que consistió en:
-       el mantenimiento de un mercado interno de consumo;
-       la protección de áreas de la economía regulando importaciones y subsidiando sectores estratégicos para el conjunto social;
-       la redistribución social del ingreso.  

Tal cual mencionó Javier González Fraga, CAMBIEMOS propone bajar el consumo popular, liberando las divisas que serán destinadas a elevar la ganancia del capital extranjero. La inserción económica internacional del país, conlleva la apertura de las importaciones destruyendo la industria nacional. La decisión de otorgar inmensas ganancias a las empresas de servicios y de mantener altas las tasas de interés financiero, hace poco viable la producción de bienes manufacturados en la Argentina.
El Gobierno Nacional garantiza una redistribución del ingreso que favorece la especulación financiera y el aumento de la rentabilidad de los oligopolios cerealeros y de las empresas de servicios. Como resultado de esta política de Estado, se sacrifica el empleo, baja el consumo y se pierden los derechos sociales de las familias trabajadoras. En la Argentina de CAMBIEMOS los obreros y los empresarios nacionales deben empobrecerse para “seducir” al inversor extranjero. En la lógica del oficialismo, los más de 150.000 nuevos desempleados resultantes del plan económico, deberían están “ilusionados” ya que serían recontratados en el futuro por un capitalista foráneo. Según la predica oficialista, el empleo obtenido en la última década sería “artificial” o “carente de dignidad” (desempleo encubierto).
Las PYMES bajaron exponencialmente las ventas como resultado de la retracción del consumo popular y disminuyeron sus ganancias para entregársela a las empresas de servicios. Según CAMBIEMOS, el objetivo de este Plan que está quebrando el capitalismo nacional, es que desaparezcan áreas “no competitivas” y que los inversores foráneos adquieran las empresas argentinas y les otorguen idoneidad.
La conducción política de la Argentina está desalentando cualquier tipo de actividad industrial, con la finalidad de transferir el ahorro nacional a los capitalistas extranjeros y a los grupos económicos oligopólicos locales. Lejos de ser una ley natural de la economía o una “pesada herencia”, de lo que se trata es de institucionalizar la restauración conservadora. Todos los habitantes estamos aportando nuestro ahorro y trabajo diario, generando las extraordinarias rentabilidades de tres actores económicos:

a-     Sector financiero.  
CAMBIEMOS emitió 16.500 millones de dólares para sufragar a los Fondos Buitres. Las LEBAC están pagando una tasa del 34% en pesos, dejando como saldo en los primeros meses del año una ganancia de 3.074 millones de dólares. En el mes de enero el Banco Central tomó un préstamo puente de 5.000 millones de dólares, a una tasa cercana al 7% en dólares. Las provincias consiguieron el aval de Nación para acrecentar una deuda que ya superó los 8.200 millones de dólares.  
El gobierno de Macri en tan solo el primer semestre, incrementó una deuda para el Estado argentino superior a 32.000 millones de dólares. La Dictadura de 1976 – 83 acumuló 38.000 millones de dólares de deuda, pasando de 8.000 a 46.000. De manera similar a la Dictadura, los préstamos actuales derivan en pagos a los bonistas y bancos extranjeros, en fuga de capitales, en intermediación financiera o en gastos corrientes del gobierno. En ningún caso, este oneroso proceso de endeudamiento parece derivar en inversiones productivas o en infraestructuras que permitan asumir estos costos en el mediano y largo plazo. El país transcurre a paso acelerado a la quiebra, reiterando lo que ocurrió en los años noventa. Es de esperar como en la etapa de Menem, que para enfrentar esta debacle macroeconómica CAMBIEMOS acelere las privatizaciones del Estado. No es casualidad que la reforma del ANSES que están impulsando, propone liquidar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad hoy en manos del Estado.
  
b-    Sector agroexportador.
Una de las primeras medidas aplicadas por la cartera económica nacional, fue la reducción y la eliminación de retenciones a la soja y a la minería. La baja del impuesto a las exportaciones de cereales, dejaría una ganancia adicional cercana a los 3.700 millones de dólares anuales (más de 50.000 millones de pesos). Las exportadoras mineras aumentaron potencialmente su ganancia en 220 millones de dólares en un año (más de 3.000 millones de pesos).  Alfredo Zaiat calculó que los productores y exportadores retuvieron sin vender alrededor de 11.000 millones de dólares, a la espera del cambio de gobierno (soja, maíz y trigo). La diferencia de exportar los granos a un dólar a $ 9, 5 a uno cercano a $ 14,  dejó como resultante una ganancia adicional potencial cercana a los $ 50.000 millones de pesos.
Para completar el esquema de ganancias de estos grupos, hay que sumarle la altísima inflación en el mercado interno de los productos como carne, el pan, la leche y otros alimentos.  

c-     Empresas de servicios.
En nombre de “racionalizar” las tarifas, lo que se está haciendo desde el gobierno es garantizar una inmensa transferencia de ingresos del conjunto de la sociedad, a un grupo oligopólico de empresas.

Llegó el segundo semestre y fue una verdadera fiesta para bancos, especulares, oligopolios cerealeros y empresas de servicios, que en su mayoría, son de capital extranjero. En la medida que variables como la energía o el alimento sean administrados como meras mercancías, se pone en juego la sustentabilidad económica y social del pueblo argentino.
Una de las manifestaciones de la lucha de clases es la relación existente entre la inflación, las paritarias y la recuperación y reinversión colectiva de la riqueza por parte del Estado. En esa disputa están ganando ampliamente los grandes empresarios extranjeros y la familia argentina se empobreció enormemente en tan sólo seis meses. Se quiere presentar el aumento de la leche, la carne o el pan como un problema del gobierno anterior, cuando en realidad es una decisión deliberada de CAMBIEMOS para enriquecer a los exportadores de alimentos a costa del hambre argentina. El Estado está siendo desfinanciado y reorienta su gasto para garantizar, principalmente, la especulación de los financistas y de los oligopolios extranjeros.

Para el nacionalismo popular por el contario al liberalismo gobernante, la energía es un recurso estratégico  y debe ser la apoyatura de la independencia económica y de la justicia social. Lo mismo ocurre con la producción de carnes o de cereales que tienen que estar orientados, fundamentalmente, a garantizar la salud pública.
La entrega del país al capital internacional está poniendo en riesgo la estructura industrial y la sustentabilidad social del conjunto de los argentinos. Frente a ello, hay que recordar que el nacionalismo trabaja por la grandeza nacional y por la felicidad del pueblo. Tal cual sostuvo Juan Perón: “frente a la experiencia vivida, sería ingenuo pensar que los Estados Unidos vayan a  poner en peligro su economía y su moneda para ayudar al “mundo libre” (…) los Estados Unidos no sólo no nos ayudaron sino que nos sabotearon”. A la acción del poder internacional y de las oligarquías internas se le opondrá el pueblo organizado y como dijo Perón “los pueblos que no se deciden a luchar por su liberación merecen la esclavitud (…) cuando la justicia ha perdido su fuerza es preciso que la fuerza sea justa y la única fuerza justa es la que emerge del pueblo”.


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