Aritz Recalde, 22 de julio 2020
Revista VIENTOSUR
Juan Domingo Perón legó a
la posteridad una importante obra intelectual, una doctrina política y fundó
las bases de una Argentina industrial, moderna e integrada socialmente.
El
primer legado de Juan Perón: una obra intelectual
Juan Perón fue un lúcido
pensador y escribió una importante cantidad de libros y de artículos
periodísticos en los cuales reflexionó en profundidad sobre los problemas
nacionales y mundiales.
El mandatario adquirió una
sólida formación geopolítica, filosófica e histórica en el Colegio Militar y en
la Escuela Superior de Guerra. Recibió una importante influencia de la Iglesia
Católica y de las corrientes de la Doctrina Social de la Iglesia. En su paso
por la actividad gubernamental y política tuvo relación estrecha con el
sindicalismo y con sectores del activismo socialista. Estos dirigentes lo
acompañaron luego en su gobierno y le aportaron una renovada perspectiva sobre
los problemas de los trabajadores. A lo largo de sus viajes por el país, por la
región y por Europa, pudo tomar contacto con las distintas corrientes
ideológicas y políticas que le permitieron reforzar su ideario y forjar las
peculiaridades propias de su doctrina nacionalista, humanista y popular.
La formación
enciclopédica, metódica y permanente de Perón, y su habilidad en la escritura,
facilitaron la elaboración de tan importante producción, que fue escrita en
paralelo a su intensa vida política. Sus destacados dotes de orador y de
educador, y su carisma, le dieron potencia para comunicar y persuadir sobre su
ideario y su programa.
Fueron pocos los
mandatarios sudamericanos con estas condiciones intelectuales y con tan
prolifera, profunda y original obra. A mi modo de ver, Juan Domingo Perón y
José María Velasco Ibarra son los dos grandes arquetipos de presidentes, estadistas,
pensadores y escritores.
En una gran síntesis, los libros y los
diversos textos de Perón pueden ordenarse en cuatro grandes temas:
1- Historia, cultura y
coyuntura política: Toponimia Patagónica,
Apuntes de Historia Militar, Los Vende patria y La Fuerza es el Derecho de las Bestias. El primer trabajo es una
etimología araucana y los Apuntes reúnen
sus clases en la Escuela Superior de Guerra. Los dos últimos libros analizan,
centralmente, la coyuntura económica, política y social del país luego del
golpe de Estado del año 1955.
2- Filosofía y doctrina
nacional: La Comunidad Organizada y Filosofía Peronista. El primer trabajo
incluye su aporte en el Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949. Filosofía Peronista reúne algunos de sus
cursos en la Escuela Superior Peronista.
3- Organización política: Conducción Política y la Hora de los Pueblos. El primer trabajo
es un clásico y contiene algunas de sus clases en la Escuela Superior
Peronista. Si bien La Hora de los Pueblos
analiza distintos temas y no meramente cuestiones de organización política,
contiene la perspectiva de Perón acerca del agotamiento de los partidos
demoliberales. En el trabajo anuncia la evolución de los partidos y regímenes
políticos hacia nuevas formas sociales y de socialismo nacional. Hay varias
referencias de Perón al tema en los editoriales de Mundo Peronista y en otras
publicaciones.
4- Organización del
Estado: Planes Quinquenales, Plan Trienal y discursos de apertura a las
Sesiones Legislativas. La Planificación Justicialista del primer gobierno fue
formulada, inicialmente, en el Consejo Nacional de Posguerra. Esta obra aportó
una sólida visión estratégica y armónica del ordenamiento institucional,
tendiente a garantizar el bien común de la colectividad, a industrializar el
país y a generar condiciones de bienestar social. La planificación del Justicialismo
conformó una propuesta integral y alternativa al liberalismo, y ordenó las
relaciones entre capital y trabajo y entre el Estado y la economía.
Estos cuatro grandes temas
aparecen condensados en uno de sus más logrados libros: Modelo Argentino para el Proyecto Nacional. Esta obra tiene una actualidad y una riqueza
fundamental y contribuye a mantener vivo su ideario y su programa de gobierno, generación
tras generación.
Para formarse, los activistas de
izquierda leerán a Marx, Lenin, Mao, Trotski o Guevara y a sus ideólogos
Gramsci o Althusser. Los liberales harán lo mismo con Adam Smith, Locke o más
recientemente con Friedman o Popper. Los argentinos nacionalistas pueden leer a
Perón y a los intelectuales Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Antonio
Cafiero, Hernández Arregui, Fermín Chávez, Vicente Sierra o José María Rosa que
conforman un pensamiento totalizador y profundo, que nada tiene que envidiar a
liberales y a comunistas.
El
segundo legado de Juan Perón: el organizador político y el doctrinario
Perón diagramó, teorizó e
implementó un original modelo de organización política. Con este sistema alcanzó el poder y protagonizó
una experiencia revolucionaria exitosa de gobierno (1946-1955). Además, condujo
desde el exilio la dinámica de la resistencia a las dictaduras y a los gobiernos
fraudulentos cívico-militares (1955-1973). Con ese método regresó a la
presidencia luego de 18 años. Durante esta última experiencia, conformó un
inédito y efectivo modelo de concertación política (Hora del Pueblo),
institucional (Coincidencias Programáticas de los partidos políticos) y social
(Pacto Social).
Perón denominó a su sistema
de organización interna de poder como «Comunidad Organizada», mientras que la
proyección de la Nación en el plano internacional se denominó Tercera Posición.
La Comunidad Organizada consistía en un sistema civilizatorio alternativo al
liberalismo y al comunismo. Además, fue un modo original de distribuir el poder
social, político e institucional.
Perón destacó el hecho de
que la comunidad se organiza libremente atendiendo el bien común de sus
miembros y el cumplimiento de los fines de la colectividad. El Estado es un
medio para alcanzar el bien común y el orden justo de dicha comunidad. La
economía es un ámbito para la asignación y distribución de bienes y no
construye en sí mismo sociedad. Al poner a la comunidad organizada por sobre el
Estado, se diferenció del Comunismo. Al subordinar la economía a los fines de
la comunidad, se alejó del liberalismo.
El Movimiento Nacional
El Justicialismo se integró
a las corrientes políticas mundiales antiliberales del siglo XX, que desde la
izquierda y desde la derecha venían elaborando cuestionamientos al régimen de
gobierno y al de organización institucional y social vigente. Perón consideró
que los partidos políticos liberales habían agotado su función histórica y que
la democracia avanzaba hacia nuevas formas de participación social, a las que
bautizó como Movimiento Nacional.
El Movimiento
Justicialista integró a una amplia coalición social, partidaria y étnica, y
surgió como un instrumento para resolver los problemas permanentes de la
comunidad y no meramente para ganar elecciones. Su acción incluyó al Partido
(instrumento electoral), pero lo superó cualitativa y cuantitativamente.
Dentro del Justicialismo
hubo dirigentes originarios en la UCR, en el conservadurismo, en el socialismo,
en el nacionalismo y también comunistas, entre otros. Si bien había diferencias
entre ellos, los vinculó la orientación social y nacionalista del nuevo
Movimiento Político. Se sumaron católicos, musulmanes, judíos y agnósticos, y
durante su gestión se concilió armoniosamente la doctrina nacionalista, humanista
y cristiana junto con la existencia de una plena pluralidad de cultos.
El Movimiento fue
pluriclasista, aunque le dio poder, principalmente, al empresariado industrial
y al Movimiento obrero, este último caracterizado por Perón como la «columna
vertebral» del espacio.
El Modelo Sindical
Argentino
Uno de los grandes legados
de Perón es el Modelo Sindical Argentino, que fue reconocido institucionalmente
con la legislación de Asociaciones profesionales y de Convenciones Colectivas.
El Mandatario puso a los trabajadores como el centro del dispositivo político
del Justicialismo y los obreros ocuparon cargos de diputados, de senadores y de
ministros, e incluso tuvieron funciones en Embajadas. Perón abogó por la unidad
de los trabajadores en una sola central y favoreció el hecho de que se
convirtieran en instituciones de fomento y no solo de lucha. Con apoyo
gubernamental, el Movimiento Obrero capacitó a sus dirigentes y fue un gran
protagonista en la elaboración de programas nacionales de desarrollo desde 1943
hasta la fecha.
La burguesía nacional
Perón impulsó la formación
de un empresariado industrial dinámico y organizado institucionalmente. Con
esta meta, creó un Banco Industrial, una legislación protectora, y diagramó
ambiciosos Planes Quinquenales de promoción de la actividad. En el primer
gobierno les otorgó a sus representantes la administración del Banco Central y
del Comercio Exterior, entre otras estratégicas carteras del Estado.
El mandatario apoyó la
creación de la Confederación General Empresaria (CGE) y les otorgó centralidad
para intervenir en los Congresos de la Productividad y en otras diversas mesas
de debate.
Con la finalidad de
potenciar algunas áreas estratégicas del desarrollo industrial, Perón fomentó
la tarea productiva de los militares, que se complementaron, e incluso en
algunos casos remplazaron, a la de la burguesía nacional.
Una nueva cultura
política
El ascenso político del
Justicialismo reordenó el sistema de partidos e incluyó una nueva agenda de
problemas a resolver por parte de la dirigencia, creando una nueva noción de
derecho entre la masa popular. Juan Perón difundió y generalizó una cultura
política caracterizada por los valores nacionalistas y antimperialistas. El
justicialismo instaló además una preocupación genuina respecto de la resolución
de los problemas del pueblo.
Propuso la conformación de
una fuerza armada nacionalista y consustanciada con el desarrollo industrial y
científico argentino.
Su aparición en la esfera
pública debilitó a los partidos tradicionales y fundó en su lugar una fuerza
política que existe hasta la actualidad y que sigue definiendo el ordenamiento
institucional argentino. Desde 1974, ya sin su líder, esa organización varió
considerablemente. Actualmente, el espacio peronista funciona como una
federación de gobernadores, de intendentes, de sindicatos y de miles de agrupamientos,
a lo largo y a lo ancho del país. No existe un líder o un espacio político en
su vértice que lo centralice. John William Cooke sostuvo que el justicialismo
fue el hecho maldito del país burgués y, en buena medida, esa caracterización
sigue vigente. Hoy en día, y pese a las claudicaciones neoliberales de los años
noventa, el peronismo sigue manteniendo una vocación de rebeldía frente a los
poderosos de adentro y de afuera.
El
tercer legado de Juan Perón: el constructor de la Argentina moderna
Julio Argentino Roca llevó
a su esplendor el modelo liberal y refundó el Estado. Juan Perón constituyó un
nuevo programa de desarrollo nacionalista, industrialista e integrado
socialmente. Los debates políticos del siglo XIX y XX giraron en torno a estos dos
sistemas. El desarrollismo se acercó al programa de Juan Perón y el
neoliberalismo al esquema de Julio A. Roca.
En tan solo una década
(1946-1955), el Justicialismo potenció el perfil productivo e industrial
argentino y construyó una infraestructura moderna de transporte, puertos, rutas
y energía. Alcanzó históricos niveles de bienestar social y todo esto lo hizo
desendeudando al país y demostrando que se puede crecer con base en el ahorro y
en el trabajo nacional. En el año 1973, Perón ratificó todos estos planteos y
políticas con el revolucionario Plan Trienal.
El Justicialismo fue el
único programa de desarrollo integral que planificó el crecimiento armónico, el
poblamiento y el progreso sustentable de las provincias. En Tucumán se
producían Ferrocarriles y en Jujuy se instaló una potente actividad
siderúrgica; En Córdoba y en la zona centro se producían autos y aviones; La
Provincia de Buenos Aires, por su parte, potenció su tejido industrial y su
capacidad de fabricación naval, así como también fortaleció la producción
agropecuaria en el marco de una potente política de tecnificación del sector.
En el Sur del país se apoyó la producción petrolífera y energética y se fomentó
la ciencia atómica y el saber aplicado a la innovación.
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