Aritz Recalde junio 2016
La palabra populismo es una categoría ideológica
y política difundida desde las Potencias occidentales. Su alcance interpretativo
suele ser difuso y una misma definición incluye a conductas de representantes
políticos, a ideologías diversas y a múltiples tipos de acciones colectivas.
La categoría es difundida en ámbitos
académicos, políticos y durante las últimas décadas, tiene gran notoriedad
periodística.
Durante el siglo XX la caracterización de
populista fue aplicada a las experiencias de gobierno de Lázaro Cárdenas en
México, de Velasco Ibarra en Ecuador, de Getulio Vargas en Brasil o de Juan
Perón en la Argentina. En los últimos años, son definidos con esta categoría
Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula Da Silva en Brasil, Rafael
Correa en Ecuador o Cristina Kirchner en nuestro país.
La noción populismo tiene una función
fundamental, que consiste en delimitar los marcos de posibilidad en los cuales deberían
desarrollarse las acciones políticas en Iberoamérica. La categoría describe y
evalúa los comportamientos sociales y divide a los dirigentes y a sus gobiernos,
entre aquellos que impulsarían:
a- una acción política
responsable y deseable caracterizada como la representación del progreso y de
la modernidad universal. Estos actores
son poseedores de una conducta “racional”.
b- una acción política
peligrosa y repudiable, por el hecho de ser demagógica y desenvolverse a
contramano de las tendencias históricas de la época. Estos grupos son “irracionales”.
De un lado, quedaría caracterizada la acción
política “normal” propia de la república liberal y que sería depositaria de la
racionalidad objetiva. La contracara de de la modernidad, es el populismo que
es definido como una forma política autoritaria y pese a que sus principales
figuras alcanzaron el poder por intermedio de las urnas y lo ratificaron de
manera plebiscitaria. Según los críticos liberales y también no pocos de
izquierda, los líderes populistas ejercerían su dominio a partir del control
emocional e irracional de las masas.
Más allá de los diversos usos que adquirió la
palabra ya desde su origen en Rusia a fines del siglo XIX, nos interesa resumir
dos aspectos fundamentales de su aplicación actual. El primero, es que implica
una reactualización norteamericana de la tesis de la “civilización y la
barbarie” europea. El segundo aspecto, es que delimita los marcos de
posibilidad de la política sudamericana actual, con la finalidad de garantizar los
intereses de las Potencias occidentales.
Actualización de la tesis europea de
la civilización y de la barbarie.
La noción de civilización fue el nombre que
llevó el programa de desarrollo y de expansión mundial de Inglaterra y de Francia
en los siglos XVIII y XIX. La noción de civilización favoreció los intereses
europeos y justificó los procesos de:
-
imperialismo
político y militar (colonialismo y neocolonialismo).
-
exterminio
racial y étnico de los pueblos ocupados en los cinco continentes.
-
imposición
comercial sobre los mercados (liberalismo económico).
La noción de civilización, justificó la
organización del poder mundial sobre la base de una tendenciosa distribución de
roles entre países, clases y tradiciones étnico raciales. Bajo ésta bandera, Europa
impulsó una acción bélica y política agresiva conformando una organización
económica (división del trabajo) y una división militar de alcance planetario. Los
promotores de la civilización suponían que la cultura europea era universal y
es por ello, que impulsaron su religión por la fuerza y destruyeron la
diversidad étnica de los cinco continentes. Una de las manifestaciones de la
división internacional del trabajo, se expresó en que a Iberoamérica le fue
bloqueado su desarrollo científico y tecnológico.
Variable
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Civilización
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Barbarie
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Raza
Genero
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Representantes masculinos de la Europa
blanca. Inglaterra y Francia conquistan el mundo remplazando las razas por
intermedio del genocidio y luego la inmigración.
La mujer es dominada por el hombre que
desarrolla la actividad política.
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Son los representantes de la población
india, negra o hispanoamericana. Las comunidades definidas como barbarás,
fueron sometidas a campos de explotación laboral y a sistemas de esclavitud.
El mundo fue organizado colonialmente y Europa convirtió a la humanidad en un
laboratorio de experimentación racial.
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Economía
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Europa desarrolla manufacturas y un
excedente de producción. Le impone al mundo un modelo económico universal justificado
con la razón occidental (ciencia). Se exporta un sistema “único” de economía
y todo aquel que se opone, es bárbaro y debe ser destruido en nombre del
progreso universal. Las Potencias protegen su economía y obligan a los otros
países a liberalizar el comercio para poder europeizarse: el libre comercio
es una política comercial y también racial, al promover la inmigración.
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El proteccionismo económico americano es
acusado de feudal y atrasado. El proyecto de ley de aduanas de Juan Manuel de
Rosas de 1835 o las acciones económicas de Francisco Solano López en Paraguay,
fueron cuestionados por no permitir la apertura a la manufactura inglesa o
francesa. Los barbaros no estarían capacitados para la industria y es por
ello que se los remplazó, guerra mediante, por inmigrantes blancos poseedores
del saber europeo. Los trabajadores y productores sudamericanos, a lo sumo,
podían ser mano de obra barata de Europa y nunca el centro del modelo de
desarrollo. Las economías barbarás fueron destruidas militar y comercialmente.
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Política
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Inglaterra y Francia tienen derecho al
colonialismo por ser superiores racial, étnica, militar y económicamente. Su
acción bélica genocida es conceptuada como instrumento de progreso y fuente
de desarrollo económico y demográfico.
El hombre blanco europeo o el hispanoamericano
adinerado, son los únicos que pueden participar en política, no así los representantes
indios, pobres o las mujeres.
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Las prácticas políticas del pueblo son
acusadas de atrasadas, como es el caso de las Montoneras Federales argentinas.
La organización popular y comunitaria va a ser reprimida militarmente. Superada
la etapa de la guerra, los civilizados le bloquean institucionalmente los
derechos de ciudadanía política a indios, negros, hispanoamericanos pobres o mujeres.
Los extranjeros europeos adquieren derechos al comercio y a la política, como
un medio de impedir la asunción del mando de la “barbarie local”.
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Cultura
Ciencia
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Las clases altas de Inglaterra y de Francia
imponen sus valores como supuesta “cultura universal”. Exportan su religión,
sus costumbres o sus leyes sobre el supuesto de disponer de superioridad
objetiva y racional.
La tecnología europea y su relación valorativa
con la economía y con el medio ambiente, es considerada la única fuente de progreso.
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Las religiones no católicas son bárbaras y
tienen que eliminarse, incluso al costo de la metodología de las guerras
religiosas o la inquisición. Luego, la operación será continuada con un
enfrentamiento del protestantismo, contra catolicísimo hispanoamericano. El
pueblo produce malos hábitos y costumbres perniciosas y no genera “civilización”
y sus prácticas van a ser erradicadas con el sistema oficial - estatal de
cultura. La tecnología y las formas de producción de la “barbarie” van a ser destruidas.
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Los civilizados ingleses y franceses se
consideraron los únicos depositarios del movimiento universal de la historia.
Hicieron la guerra a países y a pueblos en nombre del progreso y asesinaron
dirigentes políticos bajo la bandera de la libertad. Su cultura fue considerada
superior y justificaron su brutal racismo sobre principios supuestamente
científicos y objetivos.
El populismo en la perspectiva de los EUA
Los norteamericanos retomaron el principio binario
de la civilización y de la barbarie y lo reorganizaron en función de sus
objetivos nacionales. Desde mediados del siglo XX, EUA se presentó como el
guardián universal de la modernidad y del progreso, frente a los enemigos
comunistas y/o populistas. Caído el Muro de Berlín y derrotado el comunismo de
la Unión Soviética, el populismo pasó a ser el representante bárbaro por excelencia
que no se sometió a la panacea neoliberal del Consenso de Washington.
Luego de terminada la Segunda Guerra y con más
fuerza desde los años 1970, los norteamericanos exportan “su modelo” de
sociedad y tomaron distancia de Europa. EUA fundó su sistema de dominio a
partir de las categorías ideológicas de “libertad política” y de “neoliberalismo
económico y social”. En éste último sistema de organización, el sujeto del
desarrollo es el capital extranjero. A diferencia de la Europa civilizada, no
van a impulsar la inmigración de personas y el remplazo racial de pueblos, sino
el desembarco de capitales y la imposición de nuevas relaciones de producción (empresas
multinacionales y capital financiero).
Todos los países del mundo tienen que
refundar sus sistemas políticos, económicos y sociales para garantizar la
llegada triunfal del “capital extranjero y de las inversiones norteamericanas”.
Se les requiere a los gobiernos sudamericanos achicar el Estado por intermedio
de privatizaciones. Iberoamérica tiene que eliminar las regulaciones protectoras
de la economía, con la finalidad de flexibilizar la libre movilidad del capital
y de que EUA adquiera todas las empresas de envergadura y los bancos locales. Se
propone la necesaria desaparición de los sindicatos y de las organizaciones
obreras, con el objetivo de bajar salarios y de eliminar leyes laborales. El
trabajador es contemplado como una mercancía que atrae o que espanta al capital
extranjero y cuanto más se lo explote, será más “atractivo” al inversor. En
este esquema de dominio político, aquellos países que no privatizaron sus
empresas, que no entregaron sus recursos naturales, financieros y comerciales,
que no aplicaron los tratados de libre comercio, que no concedieron sus
desarrollos tecnológicos a las multinacionales o que no derogaron leyes
laborales, son populistas y están evitando que llegue el inversor extranjero y
el progreso.
Variable
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Modernidad, libertad y progreso
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Lógica del Populismo
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Economía
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Propiedad Privada. Privatizar atrae inversiones. Apertura comercial de Sudamérica. Extranjerizar la economía iberoamericana es progresivo. Sudamérica provee alimentos y materias primas. |
Propiedad colectiva o privada, pero con
función
social. Estado empresario que administra áreas estratégicas.
Protección económica y social de la nación.
Proteger la industria nacional genera empleo
y poder nacional.
Hay que industrializar los países.
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Sociedad
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El trabajador es una mercancía y debe ser explotado para atraer capital extranjero. El mercado debe asignar los servicios de salud, la educación o la vivienda. |
Los trabajadores y sus familias tienen derechos sociales y humanos. El
fin de la economía es el bienestar social y no la mera ganancia del capital
El Estado tiene la obligación de garantizar
los derechos sociales y la salud o la educación no son meras mercancías.
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Política
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El ciudadano es el actor de la política. La única función del ciudadano es votar y controlar por la WEB La agenda política es moderada y conservadora y se presenta como “armónica” y sin conflicto. |
El pueblo y/o la clase es el sujeto
político.
La Organización Libre del Pueblo es
permanente
y se impulsa la movilización.
Se
forma una agenda radical de cambio que instala demandas sociales y hace
públicos intereses opuestos (nación-imperio; oligarquía – pueblo).
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Actualmente, Sudamérica está en una etapa de
transición histórica y política. No son pocas las dificultades económicas y
sociales de los países, en un contexto de deterioro de los precios de las
exportaciones de varios productos y de la reducción de los saldos exportadores resultante
de la baja de crecimiento de los BRICS o de Europa.
En este contexto, las Potencias mundiales
están intentando imponer sus intereses y recuperar el espacio ganado por los gobiernos
nacionalistas y populares de la última década. Nuevamente como en los años 1980
y 1990, las usinas ideológicas multinacionales están instalando en la agenda
pública la necesidad de las privatizaciones de empresas estatales y de los recursos
naturales. El argumento esgrimido es conocido y consiste en sostener que si una
empresa privada pasa al Estado es un acto populista sumamente pernicioso y si
el camino es el inverso y se privatiza y la administra un grupo extranjero, es una
representación del progreso y de la modernidad universal. Los inversores norteamericanos
desarrollarían los países y por el contrario, los pueblos y Estados
sudamericanos malgastarían la riqueza en irracionales sistemas populistas. Se
tienen que aumentar las ganancias de las multinacionales y la salida de
capitales para hacer atractivos los países y cualquier intento de utilizar la
riqueza sudamericana para mejorar condiciones de vida o proteger la producción nacional,
es populismo y solamente será una “mentira transitoria”.
Se insiste en que el mantenimiento de los
derechos sociales alcanzados en la
última década, son resabios populistas y que la familia sudamericana tiene que
bajar su nivel de consumo y perder sus derechos para aumentar la tasa de
ganancia del inversor externo. Los Estados tienen que considerar al trabajador
una mercancía y explotarlo más que los otros países del mundo, así el inversor
vendría a Iberoamérica. Los gobiernos deben entregar sus recursos naturales y
destruir el medio ambiente con la única finalidad de conseguir capital
extranjero, abandonando cualquier debate sobre la soberanía y la
sustentabilidad.
El mundo está en una encrucijada civilizatoria
y parece imponerse el proyecto norteamericano y de las potencias europeas
caracterizado por la opulencia financiera, la violencia y desigualdad social y
la destrucción medio ambiental. Frente a este dilema, es la actividad política
de las Organizaciones Libres del Pueblo, la única alternativa para resguardar y
profundizar los logros de los nacionalismos iberoamericanos.
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