El 17 de octubre del año 1945 los
trabajadores fundaron el peronismo como movimiento político y manifestaron la
decisión férrea y trascendente, de profundizar la Revolución Justicialista
iniciada en 1943.
El motivo originario que desató de la
movilización, fue la detención de Juan Perón por parte de sus colegas
militares. Con la decisión de liberar al General, el 12 de octubre de 1945 se
reunió la CGT y determinó con 18 votos a favor y 11 en contra, la realización
de una huelga para el día 18. Adelantándose y superando a la dirigencia, el 17
de octubre del año 1945 las bases obreras salieron multitudinariamente a la
calle.
A
partir de la histórica movilización, nació el peronismo como movimiento político
revolucionario y junto a él, surgió la Nueva Argentina
industrial, soberana y justa.
La marcha de los trabajadores permitió
que nuestro país abandone su condición de colonia agropecuaria anglo
norteamericana. El 17 de octubre liberó a Perón y cuestión más fundamental aún,
torció el brazo de la GEOPOLÍTICA mundial, poniendo a la Argentina como epicentro
del nacionalismo anticolonial de los pueblos del tercer mundo. La movilización
implicó el repudio a la intervención del imperialismo norteamericano y a su
embajador Spruille Braden. La revolución
venció en un mismo tiempo a la oligarquía, al poder económico concentrado, a
los partidos de oposición, a los medios de comunicación y al imperialismo internacional.
En la jornada, el pueblo se hace consciente de su poder y a partir acá se
fortaleció su conciencia nacional y antiimperialista.
En el terreno POLÍTICO interno, el 17
de octubre implicó el apoyo explicito de los sectores populares a Juan Perón,
desarticulando la oposición de sus adversarios civiles y militares dentro y
fuera del gobierno. La movilización fue la garantía para recuperar la soberanía
política del país y al debilitar a la oligarquía, esta se vio impedida de
aplicar el fraude electoral vigente desde 1930. Las elecciones libres de febrero del año 1946, son el resultado de la
movilización popular y no una mera concesión del régimen.
El 17 de octubre fortaleció el frente
político entre los trabajadores y los sectores nacionalistas del ejército. Resultado
del acuerdo, es que se produjo el ingreso protagónico de los obreros en la
planificación de la política estatal. Como resultado de la movilización, los asalariados
pasaron a ser el centro de las decisiones del gobierno. Lo expresó claramente
Eva cuando sostuvo que “este pueblo, que
había sido siempre gobernado por cien familias, ha tenido el privilegio de
contar ahora con ministros obreros”. Desde febrero de 1946 y como dijo Eva,
“Patria, trabajadores y gobernantes constituyen
una misma cosa” y varios dirigentes gremiales alcanzaron lugares
estratégicos de la gestión, como fueron el sindicalista de comercio Ángel
Borlenghi (Ministro de Interior), el abogado de la Unión Ferroviaria Atilio
Bramuglia (Canciller) o el dirigente del vidrio José María Freire (Secretario
de Trabajo y Previsión). Un tercio de los cargos del oficialismo en las
legislaturas fueron para los trabajadores, que también ocuparon espacios
institucionales en las embajadas (agregadurías obreras).
El liberalismo había postulado que el
sujeto de la nación era la clase alta blanca porteña y el extranjero
(inmigrante). El 17 de octubre refundó cultural y políticamente el país, que
desde ahora, sería conducido revolucionariamente por obreros, morochos y pobres
del interior sufrido y profundo y como describió Eva “cuando las clases dirigentes vegetaban, el pueblo fue el que tomó la
antorcha de mando. Cuando los demás fracasaban en su misión ejecutiva o negaban
capciosamente el derecho al poder de las masas argentinas, fue ese pueblo el
que supo enfrentar el destino de la Republica (…) Esta fue la resurrección del
Hombre, en la Argentina. Vale más un solo brazo de nuestros trabajadores que
mil libros destinados a engañar una conciencia o a disfrazar la ansiedad de un
pueblo”.
La movilización ratificó la senda de INDEPENDENCIA
ECONÓMICA y le permitió al país profundizar el proceso de industrialización apoyado
desde 1943. Al liberar a Perón y otorgarle el mando de la Argentina, los
obreros confirmaron el programa de
nacionalizaciones iniciado con la recuperación de los puertos, del comercio
exterior o los bancos. Gracias al triunfo de la movilización, se profundizaron
las políticas nacionalistas del Estado y se fue consolidando la Nueva Argentina
potencia mundial.
El 17 de octubre instauró la ERA
SOCIAL en la Argentina y los trabajadores obligaron al capital a distribuir la
riqueza social y como postuló Eva “los pobres
serán menos pobres y los ricos menos ricos”. La movilización es el resultante
de que el pueblo argentino decidió defender los logros sociales de la
revolución iniciada en 1943. Tal cual documentó el libro de Claudio Díaz , desde 1936 a 1940 los sindicatos
firmaron 46 convenios y entre 1944 y 1945 la cifra aumentó a más de 700. Resultado
del triunfo de la movilización, el trabajador fortaleció una conciencia de sus
derechos frente al capital y el Estado y se decidió a exigir y a defender un
piso de bienestar nunca antes alcanzado.
El
17 de octubre es la afirmación plena de la soberanía política y económica de la
Argentina frente a las potencias extranjeras y a la oligarquía. La jornada
fue la garantía del cumplimientos de los derechos sociales de los trabajadores,
que dejaron de ser explotados y humillados. El 24 de marzo del año 1976 fue la respuesta frontal y brutal, a la
movilización nacional y popular del año 1945 y la dictadura se propuso hacer
de la Argentina una semicolonia de los EUA y una tierra de desigualdades y
opresiones contra el trabajador. Más allá de la violencia militar de las
dictaduras y social y económicas de las democracias demoliberales, la
Revolución Justicialista no fue derrotada ya que y tal cual mencionó Eva “el peronismo no es, en esencia, otra cosa
que el gobierno ejercido por el pueblo, y los pueblos no renuncian nunca a los
derechos adquiridos. Si necesario fuera, el pueblo del 17 de octubre saldría
otra vez a la calle a demostrar a los falsos apóstoles, a los farsantes, a los
ambiciosos y aun a los traidores que no se le engaña fácilmente, y mantiene su
fe en quienes, como Perón, no los han engañado nunca”.
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