Aritz Recalde, septiembre de 2015
“La
organización masiva de los trabajadores fue obra de Perón. Este progreso, no
sólo es un hecho histórico, sino la herencia que Perón ha dejado, con su
resultado, la resistencia heroica al sistema de millones de trabajadores”. Juan José Hernández Arregui
·
La etapa fundacional
de la Revolución Justicialista y los sindicatos
La Revolución Justicialista se desarrolló a
partir de transitar tres etapas fundamentales: la social, la política y la
económica. La fase social del proceso político permitió la emancipación del
obrero y de sus familias, que alcanzaron derechos al trabajo digno y regulado
por el Estado, a la educación, a la salud o al espaciamiento. La etapa política
de la revolución transformó la fuerza social en poder institucional,
garantizando el triunfo electoral de febrero de 1946 y la asunción del Estado
por parte de las organizaciones libres del pueblo. A partir de acá, la
Argentina avanzó con la consolidación de la independencia económica traducida en
los dos Planes Quinquenales. El proceso de transformación iba camino a consolidar
la cuarta y última fase de la revolución, que era la institucionalización y el trasvasamiento generacional. Este proceso no
se produjo por causa del golpe de Estado de 1955 y de la seguidilla de dictaduras
cívico - militares.
La etapa social de la revolución se inició
desde el año 1943 y en particular, a partir de la asunción de Juan Perón en el
Departamento Nacional de Trabajo. El futuro presidente tejió una red de relaciones con las tres grandes
centrales sindicales de la época, que eran la CGT 1, la CGT2 y la Unión
Sindical Argentina (USA).
Con la participación activa de Domingo
Mercante, entabló relaciones con miembros de la CGT 1 de La Fraternidad y de la
Unión Ferroviaria (UF). Entre otras figuras destacadas de la UF, Perón inició
contacto con José Domenech y con el abogado del gremio Atilio Bamuglia
(socialista). José Domenech que luego se distanció del peronismo, es quien designó
en la ciudad de Rosario al futuro presidente como “el primer trabajador”. Bramuglia ocupó lugares fundamentales en la
política Argentina, como fueron los cargos de gobernador interventor de la
provincia de Buenos Aires en 1945 y el de Ministro de Relaciones Exteriores y
Culto del primer gobierno justicialista.
Una de las primeras intervenciones de Perón
en un conflicto gremial, fue en el marco de un frigorífico en la localidad de Avellaneda. El gremio de la
Carne estaba inscripto en la CGT 2 y tenía en la dirección a José Peter
(comunista). La intervención de Perón resolvió el conflicto a favor de los
obreros y garantizó la liberación de la cárcel de Peter. Tiempo después, el oficialismo
se impuso en la conducción del sindicato con Cipriano Reyes, quien participó
activamente en la fundación del Partido Laborista, que llevó al triunfo a Perón
en el mes de febrero del año 1946. Proveniente de la CGT 2, Perón hizo
excelente relación con el dirigente socialista del gremio de comercio, Ángel
Gabriel Borlenghi, al cual acompañó en la sanción del régimen jubilatorio presentado
en un acto con más de 150.000 trabajadores, en el mes de diciembre del año
1944.
La estrategia de construcción sindical de
Perón que transcurre del año 1943 a 1945, se organizó en dos frentes:
a- Acción Social. La etapa incluyó la sanción
de leyes de defensa del obrero y de mejora de las condiciones de empleo, salud
y trabajo de la población.
Según la investigación de Claudio Díaz, desde
1936 a 1940 los sindicatos firmaron 46 convenios y entre 1944 y 1945 más de de
700. La determinación de la agenda de problemas y las propuestas de soluciones (leyes,
convenios, obras de infraestructura, etc.-) la realizaron en conjunto el
gobierno y los dirigentes sindicales.
Sin las agrupaciones de trabajadores, Perón
hubiere hecho muy poco en plano de la gestión social. La movilización del 17 de octubre del año 1945, fue el producto del
reconocimiento popular del trabajo social de los sindicatos y de las
capacidades extraordinarias de su nuevo líder.
b- Acción Política. Perón tuvo una
estrategia política de debilitamiento de los sindicatos opositores y de
creación de nuevos ámbitos de representación de los trabajadores. Por ejemplo,
en el año 1943 surgieron la Unión Obrera de la Construcción de la República
Argentina (UOCRA), la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y en 1944 la Federación
Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA), entre otras.
Luego de que Perón es detenido el 12 de
octubre de 1945, se reunió la CGT y determinó con 18 votos a favor y 11 en
contra, la realización de una huelga general para el día 18. En poco tiempo el
General nacionalista había contribuido a emancipar socialmente a los
trabajadores, concientizándolos de la importancia de movilizarse por la defensa
sus derechos. El 17 de octubre del año 1945
las bases obreras salieron a la calle superando a sus dirigentes y protagonizaron
un día histórico para los trabajadores latinoamericanos. En la jornada los
obreros derrotaron con una movilización de masas, al imperialismo
norteamericano (Braden), la oligarquía interna (SRA, UIA, etc.-) y a los
partidos del régimen de derecha a izquierda.
La
labor política en los sindicatos, le permitió a Perón conformar la estructura
de cuadros dirigentes que fundó la principal herramienta electoral de 1946 (Partido
Laborista) y que gestionó el Estado desde 1943 a 1955.
·
Los sindicatos en la
óptica de Juan Perón: cinco aspectos fundamentales
“El peronismo fue el que agitó
las masas, el que organizó el proletariado. La Confederación General del
Trabajo, que no llegaba a 200.000 afiliados en la época pre – peronista, y
estaba dividida en dos centrales irreconciliables, pasó luego a tener 4.000.000
(…) Eva Perón fomentaba el odio a la oligarquía y actuaba como agitadora de la
lucha de clases”. John William Cooke
1)
Los sindicatos eran reconocidos legalmente por el Estado,
abandonando la etapa represiva de los gobiernos anteriores.
Una vez que Perón alcanzó protagonismo en la
revolución iniciada en el año 1943, derogó buena parte de la legislación
represiva contra los gremios[1].
A partir de su gestión, se aprobaron normas que canalizaron históricas
reivindicaciones obreras como son el Estatuto del Peón Rural, los Tribunales
del Trabajo, los beneficios jubilatorios, el Instituto Nacional de las
Remuneración (fijaba el salario mínimo, entre otras funciones), la prevención
de accidentes, el cumplimiento de la jornada de 8 horas o los aguinaldos.
Dando reconocimiento institucional a las
organizaciones de trabajadores, en el año 1947 se sancionó la ley de Asociaciones
Profesionales 12.921 y en 1953 la de Convenios Colectivos de Trabajo. Ambos
instrumentos legales, sentaron las bases del funcionamiento de sindicalismo
argentino actual.
La Constitución Nacional aprobada en el año
1949, incluyó un apartado sobre los Derechos del trabajador, de la familia, de
la ancianidad y de la educación y la cultura. Nunca los derechos de los obreros
habían alcanzado semejante importancia y menos aún, el rango constitucional que
adquirieron.
2)
Los sindicatos son el centro del armado político
electoral y de la administración del Estado
“Los
objetivos de las organizaciones de trabajadores consisten en la participación
plena, la colaboración institucionalizada en la elaboración del Proyecto Nacional
y su instrumentación en la tarea del desarrollo del país. Los trabajadores
tienen que organizarse para que su participación trascienda largamente la discusión
de salarios y condiciones de trabajo. El país necesita que los trabajadores,
como grupo social, definan cuál es la comunidad a la que aspiran, de la misma
manera que los demás grupos políticos y sociales. Se requiere la presencia
activa de los trabajadores en todos los niveles”. Juan Perón.
El Partido Laborista fue el centro de la
estrategia electoral del peronismo y se organizó a partir de la acción y
movilización de los dirigentes sindicales. El primer presidente del partido fue
el telefónico y ex USA Luis Gay, que era segundado en Buenos Aires por Cipriano
Reyes (carnes).
Una vez al mando del gobierno, Perón les
otorgó a los sindicalistas un tercio de los cargos legislativos de la nueva fuerza,
modificando la composición de clase de la dirigencia política. Los trabajadores
llegaban al poder desplazando a las elites políticas tradicionales.
Perón se propuso exportar la revolución y le
otorgó a los sindicatos la tarea de difundir la ideología justicialista en los pueblos
de América. Los dirigentes de la CGT ocuparon lugares en las agregadurías
obreras de las Embajadas Argentinas en el mundo. Además de las agregadurías
obreras, los sindicatos intervinieron en la fundación de la Asociación de
Trabajadores Latinoamericanistas Sindicalistas (ATLAS). Los obreros iban a
impulsar la ideología de la Tercera Posición, que ubicó al país fuera de la
egida directa de los EUA y de la Unión Soviética. Una de las causas de la
salida de Luis Gay (telefónico) de la Secretaría General de la CGT, fue su
relación con la central norteamericana AFL – CIO.
En paralelo al trabajo con los pueblos, Perón
impulsó la unidad de los gobiernos iberoamericanos por intermedio de firmas de
convenios y acuerdos comerciales.
Varios dirigentes gremiales alcanzaron
lugares estratégicos en el gobierno, como fueron los casos del trabajador de
comercio Ángel Borlenghi (Ministro de Interior), del abogado de la Unión
Ferroviaria Atilio Bramuglia (Canciller) o del dirigente del vidrio José María
Freire (Secretario de Trabajo y Previsión).
La participación en el gobierno de los obreros,
no les impidió mantener una agenda de reclamos y huelgas, como fueron los casos
de los trabajadores bancarios, portuarios o ferroviarios.
3) Los sindicatos tienen
que ser masivos y debe unificarse en una sola CGT.
“Si los
trabajadores se dividen pierden todo su poder. Yo he visitado numerosos países
del mundo donde hay dos o tres centrales obreras: es como si no hubiera ninguna”.
Juan Perón
Perón encontró tres centrales gremiales en el
año 1943 e impulsó la organización de una sola herramienta sindical unificada. Durante
los primeros gobiernos justicialistas existió una CGT única, que fue conducida
por las secretarías de Luis Gay, Aurelio Hernández, José Espejo, Eduardo
Vuletich y en 1955 por Hugo Di Pietro.
Varios años después y previo a asumir su
tercer mandato, Perón abogó por la unidad de las CGT y ello permitió la
unificación bajo la secretaría de José Ignacio Rucci.
Perón impulsó el esquema de funcionamiento
gremial con representación única por rama o actividad. El presidente justificó
la propuesta en que la proliferación y fragmentación de los sindicatos, debilitaba
el poder de negociación política de los obreros.
4) Los sindicatos son
instituciones de fomento y no meramente de lucha
Previo a la asunción del peronismo, los
diversos gobiernos conservadores y radicales, habían reprimido la actividad de
los trabajadores organizados. El sindicalismo socialista o anarquista de
inicios del siglo XX, protagonizó diversos enfrentamientos a un régimen
político que utilizó la violencia reprimiendo la acción gremial, declarando el
estado de sitio para impedir los reclamos o incluso, conduciendo acciones
sangrientas como las represiones en los talleres Vasena y en la Patagonia.
Con la Revolución Justicialista se terminó la
época de represión y los obreros no necesitaron encarar una resistencia y una
lucha permanente contra el gobierno. En este contexto, se generaron las
condiciones para que los sindicatos desarrollen actividades de fomento social y
cultural. Con apoyo del gobierno, los sindicatos obreros construyeron hoteles,
campings, predios deportivos, hospitales, planes de vivienda o diagramaron
programas de salud y acciones de capacitación.
5)
El sindicalismo tiene que conformar y consolidar una
conciencia nacional y política revolucionaria.
“Si un mérito nadie le niega a
Perón es el haber desarrollado en los trabajadores sentido de clase y la
conciencia de su fuerza (…) el merito del nuevo movimiento es hacer del
imperialismo el problema central”. John William Cooke
La Revolución Justicialista impulsó la
formación política e ideológica de los trabajadores. Con esta finalidad, la
revolución inauguró la Escuela Superior
Peronista donde dictaron cursos Juan Perón y Eva Duarte. Las clases del Presidente
derivaron el su obra “Conducción Política”
y seis de las disertaciones de Eva se reunieron en “Historia del Peronismo”.
La revolución elevó la conciencia política y
social de los trabajadores, por intermedio de tres grandes mecanismos. El
primero y principal, con la justicia social y con el derecho concreto al
ejercicio del gobierno político por los obreros. Los logros sociales generaron
una conciencia de los derechos de los trabajadores argentinos, frente al
capital y al Estado. El segundo aspecto, fue la democratización del acceso
educativo y cultural en todos sus niveles, permitiendo que los trabajadores ingresen
masivamente a la educación secundaria, técnica o universitaria (gratuita desde
1949). Finalmente, organismos como la Escuela Superior o el dialogo permanente
entre el líder, Eva y los cuadros de conducción y las organizaciones de base,
conformaron una ideología que solidificó una identidad que permitió la defensa
de los derechos de los trabajadores y del patrimonio de la Nación Argentina.
La ideología de los trabajadores y la tarea
de sus estructuras organizativas, permitieron la resistencia a las dictaduras iniciadas
en 1955 y el regreso de la democracia y de Perón en el año 1973. Además y
cuestión fundamental, la conciencia nacional y antiimperialista de los
trabajadores, quedó expresada en su agenda programática de las décadas del
cincuenta al setenta. El Programa de La Falda (1957), de Huerta Grande (1962) y
del primero de mayo de la CGT de los Argentinos (1968), son expresiones
concretas de la conciencia revolucionaria de los trabajadores.
Es importante destacar, que las
reivindicaciones de los tres programas sindicales no eran un tema meramente
intelectual y declarativo, sino que formaban parte de las acciones concretas de
la revolución justicialista en su etapa fundacional. El Programa de La Falda y el de Huerta grande
postulaban el manejo estatal del comercio exterior, que ya se había alcanzado
con el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). Huerta Grande
propuso la nacionalización de los bancos, cuestión que ya había sido realizada
con la administración estatal de los depósitos y con la reforma del Banco Central
del año 1946. El Programa de la CGTA, en línea con la Falda y Huerta Grande,
convocaba a la nacionalización de empresas públicas en sintonía con el gobierno
de 1946 a 1955 que había estatizado ferrocarriles, comunicaciones o energía[2].
[1] El gobierno iniciado
en junio de 1943 clausuró la CGT 2 y detuvo a varios dirigentes comunistas,
entre ellos a José Peter. Los militares intervinieron la Fraternidad y la Unión
Ferroviaria de la CGT 1. Ese mismo año sancionaron un Estatuto de Organizaciones
Gremiales que controlaba el accionar de los gremios.
[2] Las ideas estatistas que otorgaban una importancia
central a las nacionalizaciones, ya estaban expresadas en los funcionarios del gobierno
de 1946 en las iniciativas José Figuerola (Secretaría Técnica de la Presidencia,
entre otras), Juan Eugenio Maggi (Agua y Energía Eléctrica, entre otras)
o Juan Ignacio San Martín (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado,
entre otras).
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