“Estamos acá para decir basta: de la resistencia de
500 años a la toma del poder por otros 500 años (…) nuestros antepasados
lucharon. Túpac Katari para restaurar el Tahuantinsuyo, Simón Bolívar que luchó
por esa patria grande, el Che Guevara que luchó por un nuevo mundo en
igualdad”. Evo
Morales, 22 de enero de 2006
“En Bolivia no mandan los gringos, sino los indios”. Evo Morales, 22 de enero
de 2015
En Bolivia desde el año 2006 se está
desenvolviendo una revolución nacional, popular y antiimperialista que refundó
el país. La revolución boliviana encarna en su seno dos tradiciones políticas
que son la nacionalista de izquierda y la indigenista. La
fórmula presidencial es emblemática de la fusión de las dos corrientes ideológicas:
nacido en Oruro y de origen humilde, el presidente Evo Morales Ayma es
étnicamente aymara y buena parte de su trayectoria política se ligó a la lucha
sindical campesina junto a los pueblos indígenas. El vicepresidente de Bolivia
es Álvaro García Linera, quien tiene una formación universitaria en sociología
y en matemática y una ideología de izquierda nacionalista y marxista.
El nacionalismo antiimperialista
boliviano
“Nosotros
desde el principio hemos sido antiimperialistas, anticapitalistas”. Evo
Morales Ayma (2014: 112)
“El dinero internacional asumió parte conductora en los mecanismos del Estado (…) Bolivia ya no vive propiamente por sí. Representa, sumisa al dictado ajeno, el rol que un desconocido y lejano poder le asigna. Su dependencia del extranjero, sólo ideológica hasta ese día, toma formas definidamente serviles de la dependencia económica”. Carlos Montenegro (2003: 224)
Carlos Montenegro (1903 – 1953)
quien fuera uno de los ideólogos originarios del Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR), mencionó que en Bolivia coexistieron dos tradiciones políticas opuestas:
la colonialista y la
nacionalista. Al momento de la independencia de Bolivia, la
tendencia nacionalista enfrentó a las “corrientes
foráneas de dominio”, representadas en una aristocracia de nobles y de
hacendados ligados a los negocios con las potencias mundiales. La “casta directora” como la denominó el autor, adhirió a la teoría
económica de Inglaterra y “con leyes
traídas del Viejo Mundo querían eliminar el origen y la historia del país (…)
su sensibilidad europeísta que despreciaba al indio y al cholo integrantes de
las clases populares, puede explicar el menosprecio con que miró, o no miró, la
suerte de las masas” (Montenegro 2003: 109 y 209).
Montenegro mencionó que la
independencia boliviana se produjo por la acción heroica de la “clase popular” y de los “caudillos” del
estilo de Manuel Asencio Padilla, Juana Azurduy, Pedro Domingo Murillo o de
José Miguel Lanza. El autor destacó que a partir del año 1825, el nacionalismo
que tuvo como finalidad la “libertad para
la nación misma” y la “efectiva
soberanía”, fue enarbolado por las figuras de Simón Bolívar, de Antonio
Sucre, del Mariscal Andrés Santa Cruz y de José Ballivián.
Montenegro destacó que la mayoría de
los caudillos y dirigentes populares de orientación nacionalista, murieron o
fueron desplazados del gobierno, favoreciendo la asunción de mando de la
oligarquía “colonial”. El autor mencionó que como resultante del proyecto de
país y de las incapacidades de la “casta
directora”, se produjo el “desastre
nacional de 1879” , en el cual Bolivia y Perú perdieron la guerra
contra Chile que se apropió de la salida al mar del primero. Montenegro
entiende que el desastre bélico “derruía” los valores de la clase
dirigente y generó las condiciones para el surgimiento de un nuevo nacionalismo
boliviano.
En la misma línea histórica,
Montenegro sostuvo que la clase oligárquica fue incompetente en la conducción
de la Guerra del Chaco contra Paraguay (1932 – 1935). Luego del colapso y de la
derrota, retornó el “sentimiento
nacionalista” y “cada soldado vuelto
del frente, trajo en sí una partícula ansia afirmativa de Bolivia (…) lo
prodigioso de la guerra del Chaco, se cifra en esta revelación de la
autenticidad boliviana ante la conciencia colectiva” (Montenegro 2003:
240). Montenegro se estaba refiriendo al proceso político iniciado en el año
1936 con el golpe militar de Germán Busch (1904-1939), que impulsó a David Toro
(1898-1977) a la presidencia en el año 1936. En su discurso de asunción, Toro
mencionó su objetivo que era el de “implantar
el socialismo de estado con el concurso de los partidos de izquierda”.
Durante su mandato se creó el Ministerio de Trabajo y Previsión Social, se
nacionalizó el petróleo que era controlado por la Estándar Oil (EUA) y
se reconocieron derechos civiles a las mujeres (aun no el voto, logrado
definitivamente en el año 1952).
Toro renunció para que asuma Busch
en el año 1937. El presidente entrante impulsó un Código de Trabajo,
nacionalizó el Banco Central y la exportación minera y sancionó la Constitución
de 1938 que incluyó un régimen social, uno “económico financiero”, una sección
para el “campesinado”, un “régimen cultural” y un apartado de “la familia”.
Buena parte de las iniciativas
nacionalistas y populares se profundizaron e institucionalizaron a partir de la
revolución del año 1952, que realizó una reforma agraria eliminando el
latifundio, promovió el control estatal de la economía, estableció el voto
universal, nacionalizó la minería, masificó la educación básica y reformó las
Fuerzas Armadas y creó milicias. La revolución desplazó a la oligarquía de los
cargos de gobierno y favoreció que la Central Obrera Boliviana
ocupe lugares importantes de decisión en el gobierno, con dirigentes como Juan
Lechin.
Previo a la llegada de Evo Morales
en el año 2006, el nacionalismo boliviano tuvo una última experiencia durante
los gobiernos de los militares Alfredo Obando y de Juan José Torres. En la
tercera presidencia de Ovando (1969 – 1970), se desempeñó como ministro de
Energía e Hidrocarburos el intelectual nacionalista y socialista Marcelo
Quiroga Santa Cruz, quien aseveró terminantemente que “desde el punto de vista económico, Bolivia es para el imperialismo un
mercado irrenunciable de abastecimiento de recursos naturales no renovables de
carácter estratégico” (Quiroga 1979: 128). Bajo la iniciativa de Quiroga y
con la finalidad de revertir la acción imperialista, el 17 de octubre del año
1969 se nacionalizó la compañía norteamericana Gulf Oil, otorgando a la empresa
estatal YPFB el control y la administración de los hidrocarburos.
Con Juan José Torres en la primera
magistratura, se rescindió el contrato de la mina Matilde y el
Estado adquirió el control del zinc, en el contexto de un gobierno con
importante participación obrera.
En el año 1971 Hugo Banzer derrocó
al presidente Torres y en palabras de Quiroga Santa Cruz “la burguesía pro imperialista asalta el poder” (Quiroga 1979: 15).
A partir de esa fecha, se produce en palabras de Quiroga la “desnacionalización de Bolivia”, que
favoreció el accionar de las empresas multinacionales, del FMI y el Banco
Mundial que poco a poco, aumentaron su control sobre las políticas de petróleo,
la minería y el conjunto de recursos naturales y de espacios de gobierno de
Bolivia.
Evo Morales y García Linera forman
parte de la tradición política nacionalista que describió Montenegro y que
postuló Quiroga Santa Cruz. El actual presidente de Bolivia desenvolvió una
histórica lucha contra el imperialismo norteamericano, que promovió la
destrucción de las plantaciones de coca. La defensa del cultivo frente a la
intromisión norteamericana, adquirió dimensiones económicas, ideológicas,
políticas y culturales. El cultivo genera empleo, es utilizado para trabajar en
las acuciantes condiciones de la altura y en la minería y forma parte de las
tradiciones identitarias del país.
Morales destacó que con el pretexto
de combatir el tráfico de drogas, el gobierno de los EUA por intermedio de su embajada
y de la Drug
Enforcement Agency (DEA), asumió el mando de la policía y de las
Fuerzas Armadas que reprimieron violentamente al pueblo boliviano. No es
casualidad por ello, que Evo Morales expulsó en el año 2008 al embajador de los
EUA Philip Goldberg y echó a la DEA de Bolivia. Según el presidente, la
decisión se tomó para detener la influencia del país del norte en la política
interna y en sus palabras “hemos tenido
que tomar medidas drásticas, como decidir la salida del embajador de Estados
Unidos y sus agencias del país, porque tenemos que destruir las bases de esa
intervención permanente. No imaginan cómo trabajan las ONG´s, la USAID. Van y
hablan con dirigentes para que hagan oposición a Evo Morales” (Calloni
2009: 341).
En sintonía con Busch y con Toro y
por intermedio del Decreto 28.701/06 “Héroes del Chaco”, Evo Morales
nacionalizó los hidrocarburos y refundó YPFB, que actualmente asume la gestión
y el control de la cadena de producción y de distribución de
hidrocarburos.
Las luchas indígenas de liberación
“Los valores
y principios no se descubren sino que vienen de nuestros antepasados como Túpac
Katari, Bartolina Sisa, Zarate Villca, los hermanos Catari, ellos nos dejaron
un línea, hay que refrescar la memoria, revisar la historia”. Evo Morales (2014: 123)
“Las naciones indígenas oprimidas por siglos, los movimientos sociales
explotados por décadas no solo han retomado el protagonismo histórico sino que,
como en Bolivia, se han vuelto poder de Estado y hoy conducen el país”.
Álvaro García Linera, 22 de enero
2015
Además de la tradición nacionalista
y antiimperialista, la revolución del año 2006 se inscribe como parte de las históricas
resistencias indígenas al accionar del colonialismo. Tal cual afirmó Evo en el
epígrafe, las luchas actuales se ligan a las reivindicaciones de referentes
como Tupac Katari, Bartolina Sisa y otros
dirigentes de los pueblos originarios.
El Preámbulo de la nueva
Constitución Nacional sancionada en el año 2009, se refiere explícitamente a la
existencia de las comunidades precolombinas y la resistencia al colonialismo
que fue protagonizada por la comunidad indígena. En la letra de la Carta Magna
se menciona que “El pueblo boliviano, de
composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las
luchas del pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la
independencia, en las luchas populares de liberación, en las marchas indígenas,
sociales y sindicales, en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por
la tierra y territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un
nuevo Estado”.
Las organizaciones libres del pueblo
son el corazón del proceso político y ofician como el sector más dinámico de la
revolución. Según García Linera la Confederación Sindical Única de Trabajadores
Campesinos de Bolivia, la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales
de Bolivia y la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas
Originarias de Bolivia Bartolina Sisa, conjuntamente a otras organizaciones
sociales, son “la base de este Gobierno
Revolucionario” (García Linera 2013: 127).
Según vamos a mencionar a
continuación, a partir de la revolución las organizaciones indígenas ocupan los
cargos de responsabilidad de gobierno y son el sujeto fundamental hacia donde
se orientan las políticas del Estado.
La
revolución política
Evo Morales fundó su construcción de
poder sobre el accionar de las organizaciones libres del pueblo. Estas
organizaciones sindicales y campesinas resistieron al imperialismo por siglos y
derrotaron al neoliberalismo en las marchas y sublevaciones del año 2000 al
2005.
El ascenso al poder de los
campesinos organizados en el Movimiento al Socialismo (MAS), reflejó la crisis
del sistema de partidos de Bolivia. Los partidos liberales y los espacios de
tradición antiimperialista o socialista como el Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR) o del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR),
habían perdido legitimidad por su apoyo otorgado a programas antinacionales y neoliberales.
En el año 1972 Quiroga Santa Cruz ya había profetizado que el acompañamiento
del MNR al dictador Hugo Banzer, era “una
deserción que le llevó a pactar con la burguesía hegemónica y a claudicar con
el imperialismo” (Quiroga 1979: 130).
En el año 1999 en pleno contexto de crisis
de representación de los partidos demoliberales, se organizó el primer congreso
de Movimiento al Socialismo[1].
El partido elevó tres banderas fundamentales que fueron suspender la
erradicación de las plantaciones de coca, la nacionalización de los
hidrocarburos y la convocatoria a una Asamblea Constituyente de refundación
nacional.
El ciclo político neoliberal se
cerró con la presidencia inconclusa de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien alcanzó
la presidencia desde el MNR y contó con el apoyo de otros partidos como el MIR.[2]
El mandatario renunció como resultado de la lucha popular y fue Evo Morales el
que encabezó la resistencia contra Lozada. El MAS acusó a Lozada de intentar
explotar el gas por consorcios extranjeros sacándolo por puertos chilenos y de privatizar
el agua, como parte de las políticas económicas recomendadas por el Banco
Mundial y por el FMI. Morales resaltó que el presidente Lozada continuó las
políticas de los EUA, concernientes a eliminar las plantaciones de coca y a
militarizar con bases la región.
La salida del mandatario fue con una
brutal represión y solamente entre los meses de septiembre y de octubre del año
2003, murieron 67 personas en los enfrentamientos del pueblo contras las
fuerzas públicas. El 17 de octubre Lozada renunció y partió, sugestivamente, a
los Estados Unidos. En el año 2013 se sancionó una ley que declaró al 17 de
octubre como “Día de la Soberanía
Nacional” en Bolivia.
Los indígenas al poder
“La nueva Constitución política del Estado reconoce a 36
idiomas y naciones indígenas con derechos incluso previos a la propia formación
de la República boliviana (…) Acá son las naciones indígenas, resistentes a la
Colonia y a la República etnocida, las que devienen Estado; en otras palabras,
las que convierten la diversidad societal en complejidad estatal y horizonte
plural”.
Álvaro García Linera (2014: 44)
A lo largo de décadas los sindicatos
campesinos y mineros desarrollaron una importante tarea social, cuestión que
les otorgó legitimidad política, masividad y base territorialidad y es por eso
que Evo mencionó que “en el altiplano y
en el trópico, el sindicato es también Estado, porque se preocupa no sólo de
defender los intereses y derechos de sus afiliados, sino por proporcionar
servicios básicos” como las escuelas, campos deportivos o caminos.
Como resultado de la revolución del
año 2006, cambió el componente de clase, racial y étnico de la dirigencia política
boliviana. Según aseveró García Linera, la independencia de Bolivia del año
1825 sancionó un sistema de poder que institucionalizó la exclusión clasista y
étnico racial del mundo indígena, a los que
se consideró como “irreductibles a
la ciudadanía, igual que un martillo o una vaca, no obstante necesarios para
acumular riquezas; nunca se los considerará iguales, ni en el origen ni en
derechos y menos cuanto a destino compartido” (García Linera 2014: 31).
Para Linera la revolución boliviana
del año 1952 amplió el acceso a derechos a los trabajadores reunidos en
sindicatos, principalmente mineros. El proceso político que nacionalizó las
minas, realizó la reforma agraria y amplió los derechos electorales, no quedó
en manos de los trabajadores, sino que fue la “pequeña burguesía letrada e intermediaria” quien asumió el
liderazgo (se refiere a Paz Estenssoro y el MNR).
Linera destacó que a partir del año
2006 con la instauración del Estado Plurinacional, se reconoce la “existencia de las naciones indígenas en la
construcción material del nuevo Estado” (García Linera 2014: 37 - 43). A
partir de la actual revolución boliviana, los pueblos originarios son el eje de
construcción política. Según datos de García Linera “en los nueve departamentos, las Asambleas Departamentales cuentan con
asambleístas seleccionados orgánicamente por las federaciones de trabajadores,
campesinos, de organizaciones indígenas y vecinales del departamento (…) Del
Total de los 130 asambleístas de la Cámara de Diputados, 73 diputados son de
Organizaciones Sociales indígenas, obreras, campesinas, vecinales y laborales”
(García Linera 2013: 120-121).
Los indígenas ocupan lugares en las
legislaturas y demás cargos del sistema político como diputaciones, órganos de
justicia, puestos públicos y en la oficialidad militar. Linera destaca que “la historia dominante y colonial había
preparado un destino en el que el indio era agricultor, albañil u obrero (…) un
campesino se vuelve presidente, un indígena se convierte en Ministro, Director
o Senador, un obrero se vuelve viceministro, concejal o Alcalde, en fin, que el
orden hasta acá acatado de las cosas se vuelca, se pode de cabeza” (García
Linera 2013: 124-125). Sus idiomas son reconocidos por el Estado, tienen su
propio sistema de justicia indígena, se regularizan sus tierras[3]
y los movimientos sociales administran recursos desde sus organizaciones
(ayllus, sindicatos, federaciones o confederaciones indígenas) (García Linera
2014: 46).
La mujer en la revolución
Además del ingreso de la clase
popular y del indígena, la revolución favoreció la asunción de la mujer en la
política boliviana. Dijo Evo Morales sobre el particular que “Cuando llegué a la Federación en 1988 no
había organización sindical de mujeres, sólo una vez en el congreso participó
una sola. En 1990 ya participaban mujeres y ahí dijimos hay que organizar a las
mujeres” (Morales 2014: 119). Actualmente, la mujer tiene un rol central en
la revolución, ocupando puestos ejecutivos y legislativos fundamentales.
La igualdad de género para las mujeres adquirió rango constitucional
y en los artículos 11, 15, 26, 45, 48, 66, 78, 147, 210, 395 o 402 se menciona
que el Estado garantizará sus derechos a no sufrir violencia, a la igualdad
política, a la maternidad segura, al trabajo en paridad de condiciones y
remuneración y al acceso a la tierra. El artículo 147 de la Constitución
estableció que “En la elección de asambleístas se garantizará la igual participación de
hombres y mujeres”.
Para dar contenido a la Constitución, el gobierno sancionó
la Ley Integral N 348 para Garantizar a
las mujeres una Vida Libre de Violencia. El artículo 13 de la ley mencionó
que “Para el acceso a un cargo público de
cualquier Órgano del Estado o nivel de administración, sea mediante elección,
designación, nombramiento o contratación, además de las previstas por Ley, se
considerará como un requisito inexcusable el no contar con antecedentes de
violencia ejercida contra una mujer o cualquier miembro de su familia”.
La nueva
Bolivia
“Tres fueron
los principales mitos a cuya advocación encomendó su suerte la oligarquía: el
mito de la libertad, el del sufragio, y el de la ley (…) la oligarquía tomó
entonces para sí los atributos y funciones de la nación entera –los del
gobierno y los del pueblo- eliminando por completo las demás clases integrantes
de la comunidad”. Carlos Montenegro (2003: 215 y 220)
Cambios culturales
“Clases
plebeyas y naciones indígenas son hoy en día el bloque social dirigente del
Estado Plurinacional (...) tenemos una firme indianización de la narrativa
estatal oficial, la historia legítima, el idioma oficial, la enseñanza pública,
los símbolos cívicos, los hábitos culturales gubernamentales (…) ni la
blanquitud de la piel ni la blanquitud cultural concentran privilegios”. Álvaro García Linera
(2014: 50-52)
En Bolivia se están produciendo
cambios radicales en el terreno cultural. Los pueblos originarios que
históricamente sufrieron racismo y discriminación, hoy son postulados como el
sujeto del cambio de la historia.
Desde el año 2009, el Estado se
definió como Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario. La
Constitución Nacional introdujo un Capítulo con los Derechos de la naciones y pueblos indígena originarios campesinos,
que incluyó un largo decálogo de derechos culturales que van de la identidad,
al idioma, la religión o la educación.
Los idiomas de los pueblos indígenas adquieren reconocimiento oficial y
el sistema educativo es bilingüe por ley.
Como símbolos patrios además de la
bandera tricolor, se incluyó la wiphala que representa a las naciones
indígenas.
Tal cual mencionó Linera en el
epígrafe, el país está formando parte de un revisionismo histórico. Un caso
importante para analizar, son los cambios introducidos en el Museo Casa de la Libertad de Sucre. En la histórica Sala de la Independencia, la revolución elevó
en el panteón de los héroes nacionales junto al libertador Bolívar, Antonio
José de Sucre y José Ballivián, a
las imágenes de Túpac Katari y de Bartolina Sisa. Con éste y otros gestos de
política pública, los indígenas pasan a ser reconocidos como artífices
fundamentales de la liberación boliviana respecto del colonialismo español.
La asunción presidencia
de Evo Morales en Tiwuanacu[4]
con a las organizaciones libres del pueblo, forma parte de la recuperación
histórica de las tradiciones indígenas. Los pueblos originarios son reubicados
en la historia y ya no son meros sujetos colonizados, sino que se postulan como
los fundadores de una civilización propia y pujante.
En uno de los Museos de Tiwanaku hay
una imagen que reproduce una línea de tiempo y que expresa la interpretación de
la actual revolución, acerca del rol jugado por los pueblos originarios en la
conformación de Bolivia. La iconografía cronológica transcurre del Imperio
Tiwuanaku, pasando por los Señoríos Regionales, los Incas y en la titulada
“Época Actual”, hay una mención al Estado Plurinacional, a Evo Morales y al
satélite Túpac Katari. El satélite simboliza la búsqueda de soberanía
científica de la actual revolución, que se inscribe a sí misma en los
históricos logros tecnológicos, productivos y civilizatorios del Imperio
Tiwanaku, de los señoríos indígenas y de los Incas. Es bueno destacar, que en
la línea de tiempo no aparece el colonialismo europeo.
En el año 2008 Bolivia fue declara
libre de analfabetismo, como el resultado de un programa educativo que contó
con el apoyo protagónico de los maestros de Cuba. La
inversión en educación pasó de 6519 millones de bolivianos en 2005, a 15.023
millones en 2013 (Informe de Gestión 2013).
El desarrollo económico
Las nacionalizaciones, la
reinversión del Estado y los altos precios internacionales de los hidrocarburos
y los minerales, generaron las condiciones para el histórico crecimiento del
Producto Interno Bruto de Bolivia, que se elevó de 9.521 millones de dólares en
2005, a 34.000 millones en el año 2014.
Las nacionalizaciones le otorgaron
al gobierno una masa de recursos que fue reinvertida en el país. Según
palabras de Evo Morales en el marco de la reciente asunción presidencial, la
renta petrolera que quedaba en Bolivia en el año 2005 era de 300 millones de
dólares y en 2014 se multiplicó hasta alcanzar la cifra de 5.330 millones de
dólares.
El
presidente sostuvo que la inversión estatal en el país subió un 795% entre 2006
y 2014, frente al escaso crecimiento del 15% registrado entre 1997 y 2005. A
partir de acá, el gobierno aumentó las transferencias a gobernaciones,
municipios y universidades que pasaron de 6.669 millones de bolivianos en 2006,
a 29.221 millones en 2014. En el terreno de la salud el presupuesto público del
2005 era de 2.773 mil millones de bolivianos y en 2013 la cifra alcanzó los
10.054 millones (Informe de Gestión 2013).
Lejos de su histórico destino
económico subdesarrollado que le fue impuesto por la división internacional del
trabajo, Bolivia está planificando la refundación productiva del país. Entre
2006 y el 2013 se crearon 103.217 empresas privadas (Informe de Gestión 2013). El
gobierno adquirió un satélite, renovó su equipamiento militar y se propone
aumentar la inversión en ciencia y tecnología. Bolivia está impulsando planes
de desarrollo para la industrialización de los hidrocarburos, la modernización
de la producción de alimentos (EMAPA), la minería, los transportes aéreos (BOA)
las telecomunicaciones (ENTEL) o la manufactura (García Linera 2013: 97-103)
Los cambios sociales
“América
Latina no sufría problemas de riqueza, sino su injusta distribución y la falta
de equilibrio económico para fomentar la producción”. Evo Morales (2014: 276).
La revolución les otorgó una renta
universal a todos los alumnos de la escuela primaria, que se denominó Bono
Juancito Pinto. Los adultos mayores de sesenta años de edad reciben la Renta
Dignidad y el gobierno efectuó un aporte económico para atender médicamente a
las mujeres embarazadas y a los niños menos de dos años (Bono Juana Azurduy)[5].
Según
expresó Morales, a contrapelo del neoliberalismo los salarios de los
trabajadores subieron por encima del 200 % en los 9 años y el salario mínimo pasó
de 440 bolivianos en el año 2005, a 1.440 bolivianos en el 2014. Una de las
manifestaciones de la mejora del ingreso, es que hoy la comunidad boliviana
consume y los mercados, paseos y lugares turísticos están siendo disfrutados
masivamente por los hijos del país.
La cifra de desempleo es la más
baja de la historia de Bolivia y llegó al 3,2 %, aunque sigue existiendo una
alta tasa de trabajo informal y de menores[6].
Del 37 % de extrema pobreza que
tenía el país en 2005, el gobierno la bajó al 18,8 % en 2014 y se propone que
sea menor a un digito en 2020.
Bolivia no conoció en su historia
un plan de infraestructura como el actual, que aumentó la cobertura de energía eléctrica al 83%, amplió el
agua potable al 85,2% de la población (programa MiAgua) y el gas llegó al 74 % de
los habitantes. El Estado está desarrollando un Programa de Energía Nuclear con
fines pacíficos, construyendo aeropuertos y modernizando la red caminera
nacional.
Como parte del “vivir bien” el
gobierno construye polideportivos en todo el país, que les permiten el acceso
al deporte y a la recreación a todos los bolivianos sin distinción social
alguna.
El país hoy tiene una política exterior independiente que le permite integrase a la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) o requerir el ingreso como miembro pleno del MERCOSUR.
Bolivia, ese país que Rogelio
García Lupo caracterizó como el “laboratorio
de ideas que más tarde germinan en todo el continente”, está avanzando en
la consolidación de un programa nacional de desarrollo independiente. Desde el
año 2006 se cumple el postulado de Marcelo Quiroga Santa Cruz que afirmó que “las ideas cuando son de deliberación de todo
cuanto deprime y lastra al ser nacional, se enraízan en el espíritu de la
juventud, prenden en el corazón del pueblo, se hacen pasión colectiva y surge,
no un golpe afianzador del injusto orden establecido, sino, una Revolución, así
con mayúscula, que primero es del espíritu y después de la acción”.
Bibliografía citada
Aguiar
Montaño José Luis (2010) Marcelo Quiroga
Santa Cruz. Esplendor y Tragedia, Ed. OKIPUS, Cochabamba, Bolivia.
Calloni
Estela (2009) Evo en la mira. CIA y DEA
en Bolivia,
Ed. Punto de Encuentro, Buenos AIres.
García
Linera (2013) El
oenegismo, enfermedad infantil del derechismo, Vicepresidencia del Estado, Bolivia.
(2014) Identidad Boliviana. Nación, mestizaje y
plurinacionalidad, Vicepresidencia del Estado, Bolivia.
Informe de Gestión 2013, Presidencia de Bolivia, http://www.presidencia.gob.bo/documentos/mensaje_22-01-2014.pdf
Mesa F.,
Gisbert Carbonell y Mesa Gisbert (2012) Historia
de Bolivia, Ed. Gisbert, Bolivia.
Montenegro
Carlos
(2003) Nacionalismo y coloniaje, Ed.
De La Juventud, La Paz, Bolivia.
Morales Evo (2014) Mi vida, de Orinoco al Palacio Quemado, Ed.
Colihue, Buenos Aires.
(2015) Discurso
de asunción presidencial, 22/01/15, http://comunicacion.presidencia.gob.bo/index.php
Piñeiro
Iñiguez
(2006) “Carlos Montenegro: pasión por la nacionalidad americana”, en Pensadores latinoamericanos del siglo XX,
Ed. Siglo XXI, Buenos Aires.
Quiroga
Santa Cruz Marcelo (1979) El saqueo de
Bolivia, Ed. Puerta del Sol, La Paz, Bolivia.
[1] Recuerda Evo Morales que
“David Añez Pedraza nos regaló la sigla,
él era el jefe de ese partido” (Morales 2014: 228).
[2] Al MNR se sumaron el
Movimiento Bolivia Libre, el ya mencionado MIR, Acción Democrática Nacionalista
y la Unidad Cívica y Solidaridad. Luego se agregó la Nueva Fuerza Republicana
(Morales 2014: 258).
[3] Evo
Morales mencionó que fueron 580.000 los títulos de tierra entregados desde el
2006 a la fecha.
[4] La organización
económica, política y cultural del Imperio Tiwanaku, ocupó un lugar central en
un amplio territorio sudamericano. Ubicada a 70 km de la ciudad de La Paz, en
su etapa expansiva alcanzó importante influencia en Bolivia, Perú y en el norte
de Chile y de Argentina. Los historiadores dividen su desenvolvimiento en tres
etapas: período formativo, período urbano y período expansivo. El primer
período se inició en el año 1500 antes de Cristo y el Imperio llegó a su ocaso
en los siglos XII y XIII. Desarrollaron una importante arquitectura que
actualmente se puede visitar en el Museo Tiwanaku y que incluyó la construcción
de ciudades, templos, sistemas de riego, el manejo de cobre, el oro y la plata
y la producción de una refinada cerámica y piedra esculpida.
[5] García Linera sostiene
que “sólo el año 2010, con el Bono Juancito Pinto, se entregaron USD 59,1
millones a más de 1,8 millones de niños y niñas. Con la Renta dignidad, USD 240
millones a 600.000 ancianos y ancianas; y con el Bono Juana Azurduy, USD 13,4 millones
a 208.000 madres y 342.000 niños menos de un año” (García Linera 2013: 18).
[6] El
gobierno reguló el trabajo infantil en la Ley 548 Código Niño, Niña y Adolescente.
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