Entrevista de JUAN BORGES para la Agencia Paco Urondo
14
Marzo 2024
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo ve al peronismo
actualmente?
ARITZ
RECALDE: El peronismo atraviesa una crisis en cuatro dimensiones: de
representación, de identidad, de organización y programática.
La
derrota electoral del 2023 refleja la crisis de representación y el deterioro
de su relación con la masa popular. Anteriormente, el justicialismo nacional
fue vencido en 2013, 2015, 2017 y 2021.
En 2023
el espacio fue derrotado a nivel nacional por una fuerza política nueva, sin
mucha trayectoria. La Libertad Avanza no tenía un armado político territorial,
si bien en la segunda vuelta tuvo el sostén del PRO. En la última etapa de la
campaña Milei no recibió apoyo de buena parte del periodismo concentrado y pese
a todo se quedó con muchos de los votos que en otras épocas estaban al Frente
para la Victoria y al Frente de Todos.
Además
del descalabro nacional, el justicialismo perdió varias provincias como es el
caso de Chaco, Santa Cruz, San Luis, San Juan, Santa Fe y Entre Ríos. Incluso,
ganando como fue el resultado de la provincia de Buenos Aires, perdió un
importante caudal de votos en relación a elecciones anteriores.
Las
clases medias y también los sectores populares, mayoritariamente, le dieron la
espalda a los candidatos peronistas. Incluso y es bueno destacarlo, un sector
considerable del electorado argentino votó a Milei por el hecho de que llevaba
la bandera del que se “vayan todos, que no quede ni uno sólo”, de la “anti
casta” y de la “motosierra contra el Estado” manejado por el binomio Alberto
Fernández y Cristina Kirchner.
El
espacio justicialista sufre además una crisis de identidad. En sus orígenes, el
Movimiento conducido por Perón formuló una doctrina nacionalista, popular,
antimperialista y de orientación humanista y cristiana. Luego, a partir de fines de los ochenta y durante la presidencia de Menem en los años
noventa, derivó en la ideología del neoliberalismo. Con Duhalde primero y luego
con Néstor Kirchner fue desarrollista. Desde 2019 con Alberto Fernández y con
Cristina Fernández el justicialismo derivó en un progresismo liberal
feminista.
En
general, las elites provinciales del peronismo no adhirieron a la ideología
progresista ya que en sus comunidades
los pueblos tienen una identidad federal, tradicionalista y mayoritariamente
cristiana. Lo mismo ocurrió en las gobernaciones radicales, del PRO y en las
manejadas por expresiones locales que no asimilaron la revolución cultural que
promovió el gobierno nacional del 2019.
APU: ¿Predomina una mutación en el peronismo?
A.R:
Como parte de estas constantes mutaciones, el peronismo carece de una doctrina
unificada y hay dirigentes que bajo un mismo sello partidario profesan
posiciones políticas e ideológicas totalmente enfrentadas y no existe una
conducción que pueda sintetizarlas y encausarlas.
La
carencia de una identidad partidaria acentuó la crisis de representación y
profundizó la crisis de la organización. En temas organizativos, Perón creó un
movimiento pluri-clasista con eje en los trabajadores sindicalizados. La
identidad fue pluri-étnica y se amalgamó a partir de un humanismo cristiano. El
movimiento se estructuró como un espacio pluri ideológico y reunió a referentes
provenientes de la izquierda, derecha, radicales y socialistas, creyentes y
agnósticos. El movimiento no se disgregó pese a la diversidad de dirigentes e
ideologías, ya que tenía un conductor estratégico que los convocó a dejar en un
segundo lugar sus diferencias y orígenes partidarios, para construir una agenda
compartida de una patria libre (soberanía política), justa (justicia social) y
soberana (independencia económica). El centro del dispositivo de poder del
proyecto fueron el sindicalismo, la iglesia y las fuerzas armadas. La ruptura
de Perón con estos dos últimos factores de poder auspició su caída en el año
1955. También conllevó una gran dificultad para gobernar en el año 1973. En su
tercera gestión Perón intentó reorganizar su frente político acercando
nuevamente a los militares, la iglesia y a los empresarios. Encontró un alto
hostigamiento por parte del capital trasnacional y del empresariado concentrado
interno. En su Movimiento rechazaron la convocatoria a la unidad sectores de la
juventud que se referenciaban en la izquierda y la lucha armada y por grupos
identificados con la derecha.
Con la
muerte de Perón terminó el proyecto fundacional y nació una nueva etapa
política caracterizada por las distintas y contradictorias apropiaciones y usos
de su legado. Emulando su nombre, a nivel nacional surgieron el menemismo, el
duhaldismo, el kirchnerismo, el cristinismo y un amplio abanico de partidos,
organizaciones y dirigentes provinciales y municipales. En cada uno de estos
momentos históricos se modificaron las alianzas internas, las formas de ejercer
el poder y las agendas de política de Estado.
Menem
hizo un pacto con las corporaciones extranjeras y gobernó con la rama política.
Para alcanzar el poder, diagramó un acuerdo con la provincia de Buenos Aires. A
medida que avanzaban las privatizaciones y la desindustrialización, rompió con
sectores del histórico sindicalismo peronista que pasaron a la oposición. El
Presidente terminó de destruir lo que quedaba de las fuerzas armadas.
También
Néstor Kirchner llegó de la mano de la rama política a partir de un acuerdo de
gobernadores. La articulación con la provincia de Buenos Aires referenciada en
la figura de Duhalde, se asemejó al esquema del año 1989 por el cual Menem
alcanzó la primera magistratura. Kirchner intentó recuperar la alianza con los
trabajadores formales de la CGT/CTA y también con los obreros informales
organizados en los años noventa en oposición a Menem y De la Rúa. El mandatario
pasó de promover la transversalidad con el progresismo, a la conducción
personal del Partido Justicialista. Kirchner aplicó una férrea centralización
del poder, debilitó a los gobernadores justicialistas y bloqueó la posibilidad
de construir frentes políticos federales.
Con su
muerte, terminó el kirchnerismo y surgió el cristinismo que se propuso hacer
una nueva síntesis política con centro en los sectores medios juveniles. A
partir del año 2013 la mandataria se propuso suplir la falta de
representatividad de los nuevos dirigentes otorgándoles cargos públicos. La
agrupación de Cristina construyó un entramado federal con los puestos
gerenciales y con las designaciones de empleados en las empresas como
Aerolíneas, PAMI y ANSES. Desde allí, se empezó a diagramar una disputa
electoral contra los referentes locales y provinciales con los cuales se había
caminado anteriormente bajo la comandancia de Kirchner. Desde la desaparición
de Néstor y particularmente con la opción de Cristina de tener una agrupación
propia, se tensó la relación con intendentes, gobernadores, sindicatos y organizaciones sociales. Esa disputa y sus
consecuentes grietas internas, permanece hasta nuestros días.
Como
consecuencia de estas y de otras cuestiones, hoy no existe una mesa nacional
del peronismo y hay una gran dispersión. El desastre electoral en las
provincias tampoco facilita la posibilidad de hacer un frente de gobernadores e
intendentes. Como resultado de las incapacidades de los dirigentes, del estado
emocional de la militancia y por decisión de las conducciones del justicialismo
de los últimos 20 años, las ramas política, femenina, sindical, juvenil y las
organizaciones sociales están divididas y enfrentadas.
APU: ¿Falta un norte respecto hacia donde
ir en materia económica?
AR:
Como consecuencia de lo que venimos diciendo, el justicialismo no tiene un
programa nacional de desarrollo y tampoco un norte que marque el camino. Hace
varios años que se remplazó la bandera del proyecto nacional y la planificación
social a futuro, por un relato nostálgico del pasado kirchnerista. Hace tiempo
que no coincide el relato con lo que efectivamente ocurre. Los datos de la
economía muestran la acumulación de una década de estancamiento. Solamente
durante el último año de gobierno de Alberto y Cristina se alcanzó una
inflación cercana al 200%. La educación, la salud, la seguridad y la
infraestructura públicas atraviesan serios problemas. En la última década se
llegó a la preocupante realidad de que se puede ser pobre trabajando en blanco,
teniendo profesión y oficio.
Al
trabajador formal y a la clase media no le importó el relato de la dirigencia y
buscaron salvar a sus familias de la decadencia argentina. Se fueron
masivamente de la escuela pública a la privada, se pagaron obras sociales y
sistemas de prepagas, financiaron seguridad privada o viven en barrios
cerrados. Al sector informal se le aplicó una política de contención que
reprodujo su condición de pobreza y hace años que en las barriadas populares se
vive cada día peor. Es por eso que votaron a la Libertad Avanza y no solamente
porque se lo recomendó Milei desde TikTok o un periodista de La Nación TV.
En este
contexto, si el justicialismo no vuelve a la realidad, difícilmente tenga
posibilidad de formular un programa de desarrollo. Sin un plan se convertirá, definitivamente,
en el pragmático administrador del subdesarrollo nacional y no en el gran motor
de progreso económico y social que supo ser.
Los
problemas de identidad, de organización, de programa y la manera de ejercer la conducción
estrategia y táctica le quitaron musculatura partidaria, capacidad de decisión
gubernamental y competitividad electoral. El frente electoral que permitió
ganar la elección del 2019 fue un fracaso como alianza de gobierno y Alberto
Fernández se convirtió en el equivalente al mal gobierno de Dilma Rousseff en
Brasil que habilitó a Bolsonaro.
Paradoja
de la historia, en nombre del kirchnerismo el gobierno saliente en el año 2023
dejó el país en las terribles condiciones en las que lo encontró Néstor en
2003: la mitad de los argentinos pobres, el pueblo descree de los políticos, la
clase media y los jóvenes desencantados se van del país, la deuda externa ahoga
al Estado, el sindicalismo y las organizaciones sociales están divididas y el
justicialismo nacional se encuentra balcanizado.
APU: ¿Considera posible su reunificación en
la actual coyuntura?
AR:
Desde la vuelta de la democracia el peronismo estuvo mayoritariamente en el
poder estatal y el manejo de sus recursos muchas veces funcionó como un
ordenador partidario. Un dirigente o una agrupación podían no compartir el
rumbo del gobierno, pero se ordenaban a cambio de los fondos para sostener sus
estructuras. Sin recursos la estrategia de “conducir es contratar” hoy entró en
crisis y no es simple que ningún sector del peronismo acepte una conducción
única.
Luego
del año 2015 Cristina se propuso ordenar a la oposición utilizando el capital
político kirchnerista. Su derrota en el año 2017 demostró que con ella
solamente no se puede triunfar y también hizo evidente que sin ella tampoco se
gana. De esa realidad nació la candidatura de Alberto Fernández a presidente.
Actualmente, el deterioro creciente de la figura de Cristina y el crecimiento
de su imagen negativa achican considerablemente la capacidad de imposición de
su conducción.
Hay un
tema que auspicia la reunificación justicialista y es la decisión de la
Libertad Avanza de implementar cambios radicales en la economía, en la cultura,
en el Estado y en la forma de financiar a los gobiernos federales. Los
distintos frentes abiertos por Milei van construyendo un adversario en común y
auspician la posibilidad de la unidad del justicialismo y de la acción conjunta
con otros partidos provinciales.
La gran
mayoría de los sindicatos se ven perjudicados por el empobrecimiento de sus
afiliados, por el intento de eliminar convenios y por el programa económico.
Los gremios estatales están en conflicto por drástica reducción del personal.
Hay que ver qué ocurre con los empresarios de la obra pública, con los
proveedores del Estado y con aquellos perjudicados por la recesión y la
apertura. Los ajustes en las universidades nacionales y en el sistema educativo
provincial van a empujar a sectores de la juventud al conflicto callejero.
APU: Hay ahogamiento de los gobiernos
provinciales...
AR: Los
gobernadores están recibiendo un hostigamiento presupuestario y Milei les exige
que hagan el ajuste. En este marco, algunos optaron por pactar con el
oficialismo a cambio de recursos como es el caso del justicialismo de Tucumán.
Otros, intentan negociar y al mismo tiempo amenazan a confrontar como ocurre
con los gobernadores de la UCR e incluso del PRO. Parte de estos sectores
impulsaron un frente de Gobernadores de la Patagonia, que emitió varios
mensajes duros contra la política oficial. Existen mandatarios que se enfrentan
públicamente a Milei como es el caso de los titulares de La Rioja, de Formosa o
de Buenos Aires.
Si
Milei se fusiona definitivamente con el PRO y rompe sus alianzas con los
salteños, los cordobeses y los misioneros, se abre la posibilidad de un nuevo
frente anti oficialista. La relación de la Libertad Avanza con la UCR tampoco
es simple y lineal y en el futuro puede reconfigurarse el espacio
político.
Si el
Ejecutivo nacional continúa con su programa de ajuste, los gobernadores
justicialistas pueden tender a unificarse y a articular acciones con los
sindicatos, los empresarios, los sectores de la cultura y con las
representaciones de la economía informal. También pueden sumar a otros
gobernadores de distintos partidos políticos. Objetivamente, todos estos
sectores sociales, partidarios y culturales tienen a Milei enfrente.
Subjetivamente aún eso no está claro. Políticamente tampoco.
Igualmente,
a tan solo tres meses de iniciado el gobierno es muy promisorio adelantar la
forma que adquirirá el peronismo o cómo se llame el espacio. Dependerá mucho de
la mejora o no de la economía y de la suerte del actual frente de gobierno
nacional.
También
hay que ver qué ocurre con la gestión y con la proyección de los flamantes
gobernadores como el de Córdoba o de otras tradiciones políticas como el de
Santa Fe. Hay una nueva generación política joven en lugares de responsabilidad
que tienen mucho futuro. Estamos en la antesala de un cambio político
generacional.
APU: ¿Cuáles deberían ser los planteos que
deberían retomarse en esta etapa tan adversa para volver a ser alternativa de
poder?
AR:
Primero, hay que volver a la realidad y dejar atrás el relato de autobombo. Hay
que interpretar el contundente mensaje de las urnas. Hay que poner el oído en
el planteo de la iglesia católica, que en soledad, está denunciando el descarte
humano y el temerario panorama social del país. Es momento de escuchar a los
sectores populares, al empresariado del comercio, los servicios, del agro y de
la industria. Es fundamental recuperar el dialogo con las comunidades
provinciales y eso demanda dejar atrás la cultura del progresismo porteño, para
adherir a un pluralismo de verdad, a una identidad federal y popular.
Nuevamente, el peronismo debe representar una alternativa realista de mejora y
tiene que generar una expectativa en la gran masa de pueblo. Políticamente, hay
que terminar con el sectarismo y con las divisiones que destruyeron al
peronismo y que fueron parte causal del actual drama argentino. Primero la patria, después el Movimiento y
finamente los hombres.
Es
fundamental recuperar una identidad a partir de la cual construir una unidad de
destino, unificar a la organización y darle un nuevo mito movilizador a la
militancia. Hoy Milei tiene un relato de futuro y genera una emoción entre los
jóvenes que el justicialismo perdió hace años. Con realismo, con un amplio
acuerdo movimentista de dirigentes, con una identidad doctrinaria y cargados de
valores movilizadores estamos en condiciones de avanzar en la reorganización. Digo organización y no
frente electoral, cuestión que tiene que venir luego de tener acuerdos
programáticos y políticos.
Otro
tema central es la formulación de un programa que sea el resultado de una
doctrina y de un acuerdo nacional. Sobre
esta cuestión, solamente quiero destacar un par de ejes. El primero, es que
tenemos que recuperar la cultura del trabajo y no creo en que se pueda
construir un país sobre el consumo o sobre el subsidio a la pobreza. Se puede
vivir dignamente trabajando con un salario modesto. Por el contrario, la
persona humana es humillada malviviendo del bolsón de comida y del eterno
subsidio de desempleo estatal.
APU: ¿Falta recuperar un proyecto nacional
vinculado a la producción?
AR: Es
fundamental reordenar el Estado y motorizar las voluntades detrás de un
proyecto de producción y de trabajo. El actual intento de controlar la
inflación y de sanear las rentas públicas, son solamente aspectos parciales de
la economía y no suponen un programa de desarrollo. El peronismo debe ser la
fuerza de la producción y tiene que enfrentar a los especuladores financieros y
a sus socios en el gobierno que organizan la fuga de la riqueza e impiden la
existencia de un capital nacional. La renegociación de deuda y la reforma del
marco institucional que garantiza la especulación (ley de entidades financieras
y regulación del Banco Central) deben ser parte de una causa nacional.
Es
fundamental tener acuerdos básicos para la explotación de los recursos naturales
y el desarrollo eficiente de las empresas públicas estratégicas.
Un tema
fundamental es volver a la doctrina acerca de que los únicos privilegiados son
los niños. La crisis de la Pandemia fue, posiblemente, la única desde el año
1983 en adelante en la cual frente al desastre social el peronismo no priorizó
el cuidado de embarazadas y de los bebés del pueblo que quedaron totalmente
desamparados. El gobierno saliente dejó el 60% de pibes pobres y eso es una
inmoralidad injustificable. La marginalidad juvenil actual es uno de los
grandes impedimentos para el desarrollo futuro.
Otro
tema estratégico es avanzar en un acuerdo federal y pluri-partidario sobre la
educación, la capacitación en oficio y la ciencia. Esto involucra al justicialismo y a todos los
gobernadores y actores del sistema.
Luego
está la cuestión de la seguridad y la terrible violencia en las barriadas
populares. El narcotráfico hace que la Argentina avance, vertiginosamente,
hacia una fragmentación y a la pérdida de soberanía territorial como ya ocurre
en México o en Colombia. Miles de pibes
están involucrados en el menudeo de droga, mueren consumiendo ese veneno y a
partir de la brutal violencia vinculada a esta criminalidad como trágicamente
se muestra hoy en Rosario.
La política
exterior también debe ser parte de una agenda nacional. No es bueno el partidismo de corto plazo en
relaciones internacionales. El MERCOSUR tiene que ser la primera prioridad y
con este fin hay que afianzar la relación con Brasil. Poco contribuyó en este
sentido el trato despectivo de Alberto Fernández a Bolsonaro y el actual de
Milei hacia Lula.
Un país
como el nuestro que padece una ocupación extranjera en Malvinas y que está
frente a un conflicto mundial en la Antártida, no puede darse el lujo de no
tener políticas de defensa.
Solamente
se puede encarar esta gesta de refundación con patriotismo y con valores de
solidaridad social.
APU: ¿Ve algún liderazgo posible en
perspectiva?
AR: En
el contexto de descalabro político general actual, Cristina conserva un piso de
legitimidad, aunque las encuestas muestran que cada día es más baja su
popularidad y más alto el rechazo a su figura. Desde el 2013 en adelante, la ex
mandataria trabajó para que crezca su tropa propia y conformó una liga de
intendentes y una representación en ambas Cámaras Legislativas. Cristina puede
aplicar ese capital político para intentar dividir al peronismo, impidiendo que
surja alguna alternativa electoral competitiva de una provincia o de un gremio.
Otra posibilidad y dada que su debilidad relativa es mayor que la del 2019,
puede mandatar a su espacio a acoplarse a un frente más grande.
No hay
claridad de cómo jugaran en el mediano plazo los otros candidatos justicialistas
históricos. Scioli está integrado al gabinete de Milei. Massa permanece en
silencio y reordena su militancia del Frente Renovador. Parte del gabinete de
Milei se completó con figuras cercanas a Schiaretti. Pichetto creó el bloque
legislativo Hacemos Coalición Federal y van de un apoyo crítico a Milei a un
aparente distanciamiento para volver al justicialismo. Guillermo Moreno desde Principios y Valores
impulsa una reunificación del justicialismo de base amplia.
Hay
gobernadores e intendentes con gestión, con recursos y con representación. Los
gobernadores del justicialismo de la Pampa, de la Rioja y de Formosa hoy están
activos. Ziliotto participa de la mesa de gobernadores de la Patagonia,
Quintela se muestra públicamente en la oposición a Milei e Insfran es un
histórico referente del Partido Justicialista Nacional. Jalil de Catamarca y
Jaldo de Tucumán hoy están cercanos a la estrategia de Milei y no parecen tener
voluntad de formar o de conducir un frente peronista opositor en el corto plazo.
Por
volumen demográfico, por importancia económica y por representar nuevos
liderazgos, los gobernadores justicialistas de Córdoba y de Buenos Aires
seguramente intentaran conducir un espacio propio. El primero sumando a los
sectores no cristinistas y el segundo a partir de apropiarse de la tradición y
militancia de la ex mandataria.
Los
sindicatos tienen una estructura nacional y una base popular organizada. Es de
lo poco que quedó en pie del peronismo histórico y frente a la crisis de los
partidos seguramente van a tener mayor voz en las decisiones que vienen.
Luego
existen miles de agrupaciones políticas, culturales, deportivas, estudiantiles,
profesionales, sociales, empresarias y religiosas a lo largo y lo ancho del
territorio del país que funcionan de manera autónoma y descentralizada y que se
pueden movilizar si existiera una conducción y un proyecto. Todo lo que hoy
digamos es especulación. Se inicia una etapa de renovación generacional
política y hay que ver cómo juegan los nuevos dirigentes.
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