Noviembre 2014
I. Ortega Peña. Breves
apuntes biográficos
Rodolfo
Ortega Peña fue abogado, escritor y periodista. Nació el 12 de septiembre del
año 1935 en el seno de una familia católica y anti peronista. Cursó estudios
primarios en la
Escuela Argentina Modelo junto a figuras que cobrarían
pasados los años cierta relevancia en el campo intelectual argentino, tales
como Ernesto Laclau con el que trabó fuerte amistad. El Secundario lo realizó
en el Colegio Nacional Mariano Moreno graduándose en 1953. Posteriormente,
ingresó a la carrera de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde obtuvo
el título de abogado en 1956, con sólo 21 años. Estudió además, filosofía,
economía y ciencias exactas.
Fue
opositor al gobierno de Perón y aprobó su derrocamiento en el año 1955, aunque
Marcelo Duhalde asegura que sintió incomodidad ante la tristeza de los humildes
frente a la caída del Justicialismo. En el año 1956 conoció a Eduardo Luis
Duhalde con quien entabló una estrecha amistad que duró hasta su muerte. Militó
en la Juventud
Comunista en el año 1957. Se acercó al frondicismo y luego al
Peronismo a través de César Marcos. Ortega Peña mencionó en el prólogo al libro
Imperialismo y cultura de Juan José
Hernández Arregui que:
“Al producirse el 16 de septiembre, yo acababa de
cumplir 20 años. El ‘proceso’ peronista lo había vivido en una experiencia
indirecta, la de mis padres. Un hogar pequeño burgués, típicamente liberal, que
objetivamente se había beneficiado con la política económica de Perón, pero que
lo negaba en forma absoluta a nivel ideológico. (…) Así como gran parte de la
juventud universitaria, o simplemente de clase media, me embarcaba en
conspiraciones contra la “dictadura.” (…) El discurso de Lonardi me encontró
(…) en la Plaza de Mayo. (…) Decidí fijarme en quiénes estaban en la plaza. No era difícil
determinarlo. Estaban las señoras gordas, los amigos de mis padres, los
estudiantes. Era inútil buscar a los cabecitas. Ellos no estaban. A la tarde,
al alejarnos del centro, del barrio norte, y acercarnos a los conventillos de
la gran ciudad, advertimos miradas hoscas, recelosas, indignadas. El pueblo, el
auténtico pueblo, vivía su derrota. (…) Fui acercándome a los grupos de la UCR
vinculados a Frondizi. Conmigo muchos otros. La experiencia fue breve pero
profunda. (…) Decidimos ingresar al Partido Comunista.” (Hernández
Arregui, 1973: 8)
De la mano
de Hernández Arregui se incorporará al movimiento nacional peronista.
Su
formación ideológica se forjó en su paso por la universidad y a través de los aportes
e influencias de intelectuales que aparecen mencionados en sus obras, como Juan
José Hernández Arregui, José María Rosa, Jorge Abelardo Ramos o con Raúl Scalabrini
Ortiz, entre otros. Dirá Duhalde al respecto:
“Recibido de abogado a los 20
años, haciendo al mismo tiempo la carrera de Filosofía, estudiando luego
Ciencias Económicas; polemizando con Julián Marías sobre la ontología de
Unamuno; con Carlos Cossio sobre la teoría ontológica del derecho; con Tulio Halperín
Donghi sobre la significación del Facundo: con Marechal y Sábato sobre la
estructura de la novela; con Córdova Iturburu sobre las pinturas rupestres de
Cerro Colorado; pocos casos debe haber en nuestro país de un intelectual con
tanta capacidad y actividad interdisciplinaria. Al mismo tiempo, con tan poco
interés en dedicar su vida prioritariamente a cualquiera de esas disciplinas,
pese a haber sido hasta el fin, un ávido y obsesivo lector de todas ellas, en
castellano, inglés, francés, alemán, italiano, portugués, latín y griego.”
Entre
los años 1963 y 1964, participó activamente en los dos planes de lucha de la Confederación General
del Trabajo y fundó CONDOR (Centros Organizados Nacionales de Orientación
Revolucionaria) junto con Eduardo Luis Duhalde y Ricardo Carpani. Coadyuvó a la
formación de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) para resistir a las
dictaduras. En los años sesenta denunció la desaparición de Felipe Vallese en
el Diario Compañero, frente al
silencio de los medios de comunicación oficiales. Tres años después publicó el
volumen Felipe Vallese, proceso al
sistema. Fue asesor legal de Sindicatos importantes de la Argentina en
estos años, entre ellos la UOM.
Fundó
junto a otras figuras de la cultura y de la política del período, el Centro de
Estudios Históricos Felipe Varela y el Centro de Cultura Carlos Guido Spano.
Desde allí comenzó a publicar La Unión Americana. Organizó la editorial Sudestada donde fueron publicados varios autores
revisionistas. Participó en la película La Hora de los Hornos de Solanas y Getino y dirigió
la Revista
Mundo Nacionalista. La Patria es un peligro que florece.
Con
la llegada de la dictadura de 1966 Ortega Peña se convirtió en un activo
defensor de presos políticos. Colaboró en la organización de las comisiones de
familiares de presos y denunció las violaciones a los derechos humanos. Desde
el punto de vista profesional, ensayó todos los caminos de una práctica social
de la abogacía. Trabajó
incesantemente por la defensa de los trabajadores y contribuyó a la fundación
de la Asociación
Gremial de Abogados en 1971 y a la Agrupación de Abogados
Peronistas. Dese allí patrocinó a los presos políticos e intervino en causas
resonantes como la de los acusados por el secuestro de Aramburu y del
empresario Oberdan Sallustro.
Durante
la breve gestión de gobierno de Héctor Cámpora fue nombrado en el Instituto de
Historia del Derecho y como Director del Instituto de Historia Argentina y
Americana Dr. Emilio Ravignani, dependiente de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UBA. En
la etapa es designado profesor de Historia del Derecho Argentino. En estos años
dirigió la Revista Militancia peronista para la liberación (luego De Frente) y colaboró en El Mundo. En 1974 accedió al cargo de
diputado nacional y en sus cuatro breves meses de gestión visitó provincias,
hizo pedidos de informes, presentó múltiples proyectos de ley y denunció el
accionar terrorista de la
Triple A.
Se
integró al Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS), brazo cultural del
Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Fue asesinado por la el grupo
terrorista Triple A el 31 de julio de 1974. [1]
La política de la historia
Durante
toda su vida desarrolló una prolífica labor historiográfica desde una
perspectiva revisionista, rescatando figuras poco trabajadas por la
historiografía liberal como las de Felipe Varela o Facundo Quiroga. Entre sus
contribuciones más importantes deben mencionarse El asesinato de Dorrego, Felipe
Varela contra el imperialismo británico, Facundo y la montonera, Baring
Brothers y la historia política argentina, publicadas en coautoría con
Eduardo Luis Duhalde.
Para
el autor la historia oficial era una justificación del accionar de las clases
dominantes del país. A partir de acá, la disputa política con el poder
estatuido incluyó la crítica histórica. En la perspectiva de Rodolfo Ortega
Peña la historia es el reaseguro del entendimiento del presente. Propuso hurgar
en el pasado para no cometer los mismos errores, encontrar lazos de continuidad
en la lucha contra el imperialismo y en los actos de resistencia de las masas
populares. El autor postula entender el pasado para orientar una política
nacional en el presente. En sus palabras “No
fue un intento de manipular la historia para refrendar ninguna posición
presente, sino todo lo contrario: buscar en el ayer los criterios para la
comprensión del propio tiempo que nos tocaba vivir.” (Ortega Peña y
Duhalde, 1999: 6)
Cuenta
Eduardo Luis Duhalde al respecto que “Si
bien con Ortega Peña veníamos laborando hacía tiempo en la investigación
histórica, esta tarea había sido simultánea con la actividad política y
profesional. Este vuelco prácticamente total a la disciplina histórica no era
casual. Tenía que ver con el tiempo político de la Argentina y con el nuestro.”
(Ortega Peña y Duhalde, 1999: 5)
Ortega Peña desarrolló
una posición disonante de la historiografía liberal-oficial ya que en su punto
de vista:
“Con respecto a la actitud de la historiografía
oficial, debe señalarse que ésta se caracteriza por ese “científico” proceder,
consistente en pronunciarse sobre lo que le conviene, deformando u ocultando la
verdadera realidad. En este sentido, tal historiografía, es un elemento más,
sumamente importante, del sistema educativo de la clase oligárquica.” (Ortega
Peña y Duhalde, 1965b: 22)
El autor
entiende que superestructura cultural actúa otorgando o quitando prestigios a
quienes se sometan o no a la visión canonizada de nuestro pasado. Dirán Ortega
Peña y Duhalde:
“La miopía
histórica no equivale a ignorancia. Ni tampoco debe ser considerada casual.
Excelentes productos de una universidad colonial, los profesores de “nuestra”
historia, comprometidos con una falsa cientificidad, inventaron historias
autónomas para no tener que describir la dependencia económico-social de
nuestro país. Advino de ese modo la etapa de la monografía científica. Estos
profesores, incansables redactores de inacabables documentos, saben, por otra
parte, que la cuestión reside en mejorar su estilo. Con ello lograrán un día el
salto a las academias, y ser comentados dominicalmente por los fotograbados de
la “prensa seria.” (Ortega Peña y Duhalde, 1999: 41)
En paralelo
la crítica a la historiografía oficial, los autores buscan un lugar particular
dentro del revisionismo histórico. Ortega Peña y Duhalde quieren
desarrollar un revisionismo que profundice la tarea de los “precursores” y así
sostienen que “Si bien las
corrientes del revisionismo histórico tienen el mérito de haber cuestionado
aquella versión sacralizada y tendenciosa, elaborada por los sectores
dominantes de nuestra sociedad, sus propias limitaciones les han impedido -en
la mayoría de los casos- ir más allá de la polémica con el liberalismo como
contradiscurso ideológico.” (Ortega Peña y Duhalde,
1999: 6)
En su punto
de vista, uno de los aspectos menos desarrollados por la historiografía
revisionista tenía que ver con describir objetivamente la tarea cumplida por
los sectores populares. En sus palabras “La
corriente historiográfica liberal, el revisionismo ortodoxo, y el
desarrollismo, coinciden entonces en negar la presencia protagónica de las
masas en la historia argentina.” (Ortega Peña y
Duhalde, 1999: 180).
Escritas
en un lenguaje de fácil lectura, sus obras se sostienen con rigor documental. En
este sentido, respecto al método de investigación y en ocasión de la edición
del libro sobre Dorrego, los autores afirman que “Han creído conveniente, dado el carácter de ensayo de la obra, no
recargarlas con citas de libros, aunque por otra parte creen haber utilizado la
bibliografía más seria. Han recurrido a la cita de textos, cuando su
importancia así lo exigía.” (Ortega Peña y Duhalde, 1965b: 14)
[1]
La biografía del autor fue realizada con los aportes de los trabajos de Galasso,
2009, T II: 330-333; Memoria abierta, 2010: 25; Celesia y Waisberg, 2013; Duhalde,
2014 y Leoni Sanz, 2012.
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