viernes, 27 de noviembre de 2015

Derrota y reconstrucción del peronismo


Aritz Recalde, noviembre de 2015

El factor determinante que originó la derrota a nivel nacional del Frente Para la Victoria (FPV), fue ante todo, la incapacidad para consolidar y movilizar un sistema amplio de alianzas partidarias y sociales. La inusitada perdida de la provincia de Buenos Aires, es una de las manifestaciones de la crisis política de conducción del FPV. La derrota en Buenos Aires es un fenómeno que no tenía antecedentes, desde la gobernación radical de Alejandro Armendariz de 1983 y se suma al desplazamiento del peronismo en municipios como Lanús o Berisso. Habiendo sido debilitado en el bastión histórico del peronismo, el FPV desfiló hacia la derrota presidencial de Daniel Scioli.

La dinámica social y económica
El contexto económico actual se caracteriza por la baja de algunos de nuestros productos de exportación como la soja, cuestión que se refleja en la carencia de divisas del Banco Central. Este problema fue profundizado por decisión del complejo agropecuario de no vender la cosecha para debilitar al gobierno. La recesión económica de nuestro principal socio comercial Brasil y la baja del crecimiento de China, no permitieron un despegue económico en el corto plazo. Pese a la compleja situación, Argentina no perdió fuentes de trabajo  y tampoco cerró masivamente industrias. Es bueno destacar, que en contextos económicos más desfavorables, Carlos Ruckauf  mantuvo la gobernación de Buenos Aires a manos del peronismo en 1999.
La situación social pudo haber pesado en los electores, ya que siguen existiendo trabajo precario,  problemas de acceso a la vivienda y aspectos de seguridad no resueltos. Pese a las falencias, es innegable que se avanzó mucho en el terreno social en la última década, universalizando el apoyo del Estado a la infancia (Asignación Universal por Hijo), los adolescentes (Progresar) y a la tercera edad (cobertura jubilatoria del 90%). Se crearon nuevos puestos de trabajo y se aprobaron leyes muy importantes como es el caso de la regulación de las tareas en casas particulares. Sin desconocer el legitimo reclamo de muchos bonaerenses que votaron a Cambiemos, hay que recordar que Felipe Solá alcanzó el cargo de gobernador en 2003 en un contexto social claramente más desfavorable que el actual.
Cambiemos tuvo el apoyo de los grupos económicos concentrados, de los oligopolios mediáticos y de miembros del poder judicial. En el año 2011 el FPV triunfó pese a la acción de estos mismos grupos.

La dinámica política
Néstor Kirchner en el 2003 se avocó a conformar un frente político plural en lo social, en lo económico y en lo partidario. Consiguió el apoyo de referentes de organizaciones sociales, de la CGT y de la CTA, de diversos gobernadores, de intendentes y de figuras de la cultura y la producción. Néstor ofició como el aglutinador  de una alianza que se desenvolvió en tensiones propias de una compleja y diversa articulación. En los últimos años Cristina Fernández se propuso refundar el sistema de alianzas del FPV, otorgando mayor centralidad a lo que consideró eran “los dirigentes propios”. Ello conllevó a ampliar protagonismo a Unidos y Organizados (UyO) y en especial a la agrupación Campora.
La presidenta se enfrentó a la conducción de la CGT y a parte de la CTA y pese a que la política laboral fue claramente progresista (paritarias, convenios colectivos, leyes protectoras, etc.). Ambas partes en disputa dieron sus argumentos y tenga quien tenga la razón, el balance fue la ruptura del gobierno con una parte importante de la dirigencia sindical. La vinculación con los representantes de los trabajadores fue difícil, por no decir tensa e incluso traumática con algunas de sus principales figuras. El FPV fue conformando una identidad de clase media, en lugar del perfil sindical, obrero o de barriadas humildes que supo tener el peronismo histórico.
No fue posible unificar al Partido Justicialista y al peronismo y Scioli fue derrotado ampliamente por Cambiemos en San Luis y Córdoba y Massa derivó un número muy importante de votos hacia la oposición al FPV.
El último armado de listas se organizó sobre los que Cristina consideró “propios”, que fueron quienes ocuparon los principales lugares de las legislaturas, los consejos deliberantes y la vicepresidencia de la nación. Esta decisión tensó la relación con el conjunto del peronismo y en particular, apareció como un condicionamiento para el candidato a presidente Daniel Scioli. El nuevo actor  político que impulsó Cristina no se consolidó como una alternativa electoral y tampoco fue reconocido como hegemónico dentro del peronismo. En este contexto, no existió claridad en la estrategia electoral y hubo más de un cierre de campaña y dos bunker el mismo día de la votación general. La falta de acompañamiento de la conducción nacional a Scioli, llevó a que buena parte de la militancia se expresara en la calle por su cuenta. Las bases salieron a militar a Scioli por sobre la quietud de sectores de la dirigencia. El desgaste de la figura de Aníbal Fernández resultado de la gestión y la baja representatividad electoral de Sabatella y de Zanini, no facilitaron la tarea de conservación del poder.

Por el contrario, Cambiemos consolidó una nueva alianza política que le permitió triunfar en distritos importantes como Jujuy, Mendoza o Buenos Aires. La expresión opositora al FPV se impuso en distritos populares, pese a que manejó una agenda conservadora orientada a los sectores medios altos. Cambiemos hizo campaña prometiendo bajar retenciones a las exportaciones, bajar el impuesto a los altos salarios o facilitar el acceso al dólar. Posiblemente, de sus temas de agenda con relevancia popular, el más importante fue el de la seguridad y la lucha con el narcotráfico que azotan las barriadas humildes.
Cumpliendo con sus promesas de campaña, Cambiemos nombró un  gabinete con representantes directos de los grupos económicos locales y trasnacionales como son los casos Alfonso Prat Gay (JP Morgan - Fortabat), Susana Malcorra (IBM – Telecom),  Guillermo Dietrich (concesionaria de autos),  Juan José Aranguren (Shell) o Ricardo Buryaile (Confederaciones Rurales Argentinas). Es pública la trayectoria a favor de los grupos económicos de Carlos Melconian. Patricia Bulrich protagonizó el recorte del 13% a los empleados públicos con Fernando De La Rua. El gabinete es coherente con el “capitalismo de familia” que profesa el grupo Macri, quién se enriqueció con el Estado durante la dictadura: en el año 1973 tenía 7 empresas y al fin del gobierno militar acumuló 47. Mauricio acrecentó su fortuna declarada de 39 millones en 2009 a 67 en 2012.
El anuncio de que van a eliminar el impuesto a los grandes productores agropecuarios para que estos “reinviertan”, nos retrotrae a la “teoría del derrame” de los años noventa, en la cual los ricos dejaron de aportar parte de su ingreso a la sociedad, para luego fugarlo al extranjero o derivarlo en consumo suntuoso.  El gobierno de los grupos económicos destruyó buena parte de Europa, quebró el sistema financiero de los EUA y profundizó el subdesarrollo latinoamericano en las décadas del ochenta y del noventa. ¿Será distinto desde ahora?.

El Frente Para la Victoria  maneja varias provincias y municipios y recibió el apoyo del 48% de los argentinos, luego de doce años que transformaron el país. En los próximos años se deberá trabajar arduamente en reconstruir la unidad de los sectores populares, sin sectarismos y con un profundo debate que permita comprender por qué no votó al FPV la mitad del país y qué espera el 48% que si lo hizo.


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