Aritz
Recalde, noviembre de 2015
El factor determinante que originó la derrota
a nivel nacional del Frente Para la Victoria (FPV), fue ante todo, la
incapacidad para consolidar y movilizar un sistema amplio de alianzas
partidarias y sociales. La inusitada perdida de la provincia de Buenos Aires,
es una de las manifestaciones de la crisis política de conducción del FPV. La
derrota en Buenos Aires es un fenómeno que no tenía antecedentes, desde la
gobernación radical de Alejandro Armendariz de 1983 y se suma al desplazamiento
del peronismo en municipios como Lanús o Berisso. Habiendo sido debilitado en
el bastión histórico del peronismo, el FPV desfiló hacia la derrota
presidencial de Daniel Scioli.
La
dinámica social y económica
El contexto
económico actual se caracteriza por la baja de algunos de nuestros
productos de exportación como la soja, cuestión que se refleja en la carencia
de divisas del Banco Central. Este problema fue profundizado por decisión del
complejo agropecuario de no vender la cosecha para debilitar al gobierno. La
recesión económica de nuestro principal socio comercial Brasil y la baja del
crecimiento de China, no permitieron un despegue económico en el corto plazo.
Pese a la compleja situación, Argentina no perdió fuentes de trabajo y tampoco cerró masivamente industrias. Es
bueno destacar, que en contextos económicos más desfavorables, Carlos
Ruckauf mantuvo la gobernación de Buenos
Aires a manos del peronismo en 1999.
La situación
social pudo haber pesado en los electores, ya que siguen existiendo trabajo
precario, problemas de acceso a la
vivienda y aspectos de seguridad no resueltos. Pese a las falencias, es
innegable que se avanzó mucho en el terreno social en la última década, universalizando
el apoyo del Estado a la infancia (Asignación Universal por Hijo), los adolescentes
(Progresar) y a la tercera edad (cobertura jubilatoria del 90%). Se crearon
nuevos puestos de trabajo y se aprobaron leyes muy importantes como es el caso
de la regulación de las tareas en casas particulares. Sin desconocer el
legitimo reclamo de muchos bonaerenses que votaron a Cambiemos, hay que recordar que Felipe Solá alcanzó el cargo de
gobernador en 2003 en un contexto social claramente más desfavorable que el
actual.
Cambiemos
tuvo
el apoyo de los grupos económicos concentrados, de los oligopolios mediáticos y
de miembros del poder judicial. En el año 2011 el FPV triunfó pese a la acción
de estos mismos grupos.
La
dinámica política
Néstor Kirchner en el 2003 se avocó a
conformar un frente político plural en lo social, en lo económico y en lo
partidario. Consiguió el apoyo de referentes de organizaciones sociales, de la
CGT y de la CTA, de diversos gobernadores, de intendentes y de figuras de la
cultura y la producción. Néstor ofició como el aglutinador de una alianza que se desenvolvió en
tensiones propias de una compleja y diversa articulación. En los últimos años
Cristina Fernández se propuso refundar el sistema de alianzas del FPV,
otorgando mayor centralidad a lo que consideró eran “los dirigentes propios”.
Ello conllevó a ampliar protagonismo a Unidos
y Organizados (UyO) y en especial a la agrupación Campora.
La presidenta se enfrentó a la conducción de
la CGT y a parte de la CTA y pese a que la política laboral fue claramente
progresista (paritarias, convenios colectivos, leyes protectoras, etc.). Ambas
partes en disputa dieron sus argumentos y tenga quien tenga la razón, el
balance fue la ruptura del gobierno con una parte importante de la dirigencia
sindical. La vinculación con los representantes de los trabajadores fue
difícil, por no decir tensa e incluso traumática con algunas de sus principales
figuras. El FPV fue conformando una identidad de clase media, en lugar del
perfil sindical, obrero o de barriadas humildes que supo tener el peronismo
histórico.
No fue posible unificar al Partido
Justicialista y al peronismo y Scioli fue derrotado ampliamente por Cambiemos en San Luis y Córdoba y Massa
derivó un número muy importante de votos hacia la oposición al FPV.
El último armado de listas se organizó sobre
los que Cristina consideró “propios”, que fueron quienes ocuparon los
principales lugares de las legislaturas, los consejos deliberantes y la
vicepresidencia de la nación. Esta decisión tensó la relación con el conjunto
del peronismo y en particular, apareció como un condicionamiento para el candidato
a presidente Daniel Scioli. El nuevo actor
político que impulsó Cristina no se consolidó como una alternativa
electoral y tampoco fue reconocido como hegemónico dentro del peronismo. En
este contexto, no existió claridad en la estrategia electoral y hubo más de un
cierre de campaña y dos bunker el mismo día de la votación general. La falta de
acompañamiento de la conducción nacional a Scioli, llevó a que buena parte de
la militancia se expresara en la calle por su cuenta. Las bases salieron a
militar a Scioli por sobre la quietud de sectores de la dirigencia. El desgaste
de la figura de Aníbal Fernández resultado de la gestión y la baja
representatividad electoral de Sabatella y de Zanini, no facilitaron la tarea
de conservación del poder.
Por el contrario, Cambiemos consolidó una nueva alianza política que le permitió
triunfar en distritos importantes como Jujuy, Mendoza o Buenos Aires. La
expresión opositora al FPV se impuso en distritos populares, pese a que manejó
una agenda conservadora orientada a los sectores medios altos. Cambiemos hizo campaña prometiendo bajar
retenciones a las exportaciones, bajar el impuesto a los altos salarios o facilitar
el acceso al dólar. Posiblemente, de sus temas de agenda con relevancia
popular, el más importante fue el de la seguridad y la lucha con el narcotráfico
que azotan las barriadas humildes.
Cumpliendo con sus promesas de campaña, Cambiemos nombró un gabinete con representantes directos de los
grupos económicos locales y trasnacionales como son los casos Alfonso Prat Gay
(JP Morgan - Fortabat), Susana Malcorra (IBM – Telecom), Guillermo Dietrich (concesionaria de
autos), Juan José Aranguren (Shell) o
Ricardo Buryaile (Confederaciones Rurales Argentinas). Es pública la trayectoria a favor de los grupos económicos
de Carlos Melconian. Patricia Bulrich protagonizó el recorte del 13% a los
empleados públicos con Fernando De La Rua. El gabinete es coherente con el
“capitalismo de familia” que profesa el grupo Macri, quién se enriqueció con el
Estado durante la dictadura: en el año 1973 tenía 7 empresas y al fin del
gobierno militar acumuló 47. Mauricio acrecentó su fortuna declarada de 39
millones en 2009 a 67 en 2012.
El anuncio de que van a eliminar el impuesto
a los grandes productores agropecuarios para que estos “reinviertan”, nos
retrotrae a la “teoría del derrame” de los años noventa, en la cual los ricos
dejaron de aportar parte de su ingreso a la sociedad, para luego fugarlo al
extranjero o derivarlo en consumo suntuoso.
El gobierno de los grupos económicos destruyó buena parte de Europa,
quebró el sistema financiero de los EUA y profundizó el subdesarrollo
latinoamericano en las décadas del ochenta y del noventa. ¿Será distinto desde ahora?.
El Frente Para la Victoria maneja varias provincias y municipios y
recibió el apoyo del 48% de los argentinos, luego de doce años que
transformaron el país. En los próximos años se deberá trabajar arduamente en
reconstruir la unidad de los sectores populares, sin sectarismos y con un
profundo debate que permita comprender por qué no votó al FPV la mitad del país
y qué espera el 48% que si lo hizo.
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