por
Aritz Recalde, abril 2014
Arturo
Jauretche forjó una manera particular de entender, sentir y actuar la política
argentina, que podríamos denominar como Nacionalismo
Popular. El autor entiende que los argentinos tenemos que delinear, construir
y consolidar en el tiempo una Política Nacional de recuperación y de afirmación
de nuestra Soberanía económica, social, cultural y política. En su óptica, la
Nación se relaciona con el Pueblo al menos por dos cuestiones esenciales: por
el hecho de que el Pueblo es el sujeto político revolucionario que le va a dar
identidad y que va a construir y transformar la Nación, pero además, porque consideró
que la riqueza social del país tenía que beneficiar, principalmente, al Pueblo.
¿Qué es lo popular para Jauretche?
El
concepto de Pueblo y de defensa de lo popular, adquiere dimensiones políticas y
culturales. En el terreno político, el
compromiso del intelectual y del activista con el Pueblo, se ejerce a través del
vínculo directo con las luchas de los trabajadores y de sus Organizaciones. Para
Jauretche, defender los intereses del Pueblo implicó involucrarse activamente
en sus luchas concretas, interviniendo desde adentro de la esfera política. No
es exagerado sostener que Arturo Jauretche entregó todos sus años de vida a la
militancia estudiantil, periodística o partidaria. Tal es así, que participó en
el año 1933 en un levantamiento cívico militar contra el fraude electoral, la
proscripción del Radicalismo y la entrega económica del país. La arriesgada acción
que dejó un saldo de más de 50 muertos y en la que puso su propia vida en
juego, fue relatada en su libro del año 1934, El Paso de los Libres. Según mencionó Jorge Abelardo Ramos en el Prólogo
a la segunda edición: “Jauretche tuvo doble
autoridad para escribir el Paso de los Libres: su condición de soldado y de
poeta.”
En
el plano cultural, reivindicar lo popular implicó el respeto de sus valores,
prácticas y tradiciones, frente a la denigración y el desconocimiento ejercido
por las instituciones educativas. Su
punto de vista interpeló las bases del Pensamiento Liberal Neocolonial que fue impuesto
al país por las clases dirigentes aliadas al extranjero. Para el Liberalismo, el
Pueblo era bárbaro por ser mestizo, pobre y heredero de una cultura que asimiló
la tradición hispánica con los valores autóctonos. En nombre de la Civilización,
se divulgó la supuesta supremacía cultural y política del inmigrante blanco, de
clase alta, anglosajón y europeísta en sus costumbres. Contrariando la tesis de la Civilización y de la Barbarie, Jauretche
afirmó la existencia de una Cultura Nacional propia, conformada por la
identidad y por la práctica histórica del Pueblo argentino. A la oligarquía que
Sarmiento y Mitre bautizaron como portadora del “Progreso”, Jauretche la acusó de
aliarse al extranjero y de profundizar la condición dependiente del país.
Alberdi postuló la incapacidad de los argentinos para gobernarse de manera
independiente y planteó la sustitución de razas por intermedio de la inmigración
(bajo el lema de que civilizar es poblar).
Por el contrario, Jauretche encontró en el sustrato mestizo y popular, al
sujeto de la revolución nacional. A partir de aquí, puede entenderse su
reivindicación histórica de la acción de los Caudillos federales y de la masa
popular que los acompañó. Reivindicó, además, la capacidad política del Pueblo para
elevar a la Argentina a la condición de Potencia mundial. Frente al hecho
movilizador del 17 de Octubre de 1945 y de la asunción del Peronismo en el
gobierno, no fueron pocos los que postularon la incapacidad política casi congénita
del los argentinos de bajos recursos. Los trabajadores fueron caracterizados
como “víctimas” manipuladas por un régimen “fascista” o, incluso algunos
dirigentes, los consideraron “racialmente inferiores” y los compararon con los
animales (aluvión zoológico). Por el
contrario, Jauretche auguró que la asunción en el poder de la clase trabajadora
y del conjunto del Pueblo, generó las condiciones de posibilidad de una nueva Nación,
prospera y pujante. Con esta interpretación, se distanció del Liberalismo y de
la Izquierda. Los primeros, postularon que la conducción del país tenía que
recaer en la clase alta blanca y preferiblemente extranjera (civilizada). La Izquierda creyó que el Pueblo
tenía que ser dirigido por la clase media alta ilustrada, ya que ésta era poseedora
de la ciencia europea (vanguardia
marxista).
¿Qué es el Nacionalismo para Jauretche?
La
noción de Nacionalismo en Jauretche implica considerar tres aspectos
fundamentales: el territorio, la economía y la cultura. Defender la Nación era una
manera de afirmar los Derechos
territoriales de los argentinos y latinoamericanos, contra cualquier tipo
de Colonialismo. En la perspectiva del autor, el territorio nacional tenía dos grandes
dimensiones. La primera unidad geopolítica de la Nación, se organizó en torno
del territorio de la
actual Argentina. Según Jauretche, la posesión efectiva del
suelo la
garantizaron Juan Manuel de Rosas y Julio Roca. En este
sentido, reivindicó la defensa territorial efectuada por Rosas contra el
intento de ocupación militar de Francia, Inglaterra y Brasil. Por el contrario,
cuestionó con dureza a los argentinos aliados al extranjero francés e inglés y
que la historia oficial elevó a “libertadores”: Bartolomé Mitre, Valentín Alsina y
Esteban Echeverría. Aseveró Jauretche que mientras nuestro país se “achicaba” por la acción de los
titulares de la Patria
Chica , por el contrario “toda
la historia del Brasil es una dura y continuada lucha por el espacio.” La
segunda unidad nacional geopolítica era la “Patria Grande ”,
que Jauretche definió en torno de las fronteras del antiguo Virreinato y del
resto de Iberoamérica. La consideró una realidad histórica, cultural, social y política
anterior a la Argentina y sostuvo en consecuencia que: “Una Política Nacional supone una idea de Patria Grande, de finalidades
trascendentes y de empresa colectiva hacia un ideal nacional, no hacia formas
circunstanciales. Para reencontrarla hay que volver a la Patria Grande.” En
Ejército y Política, argumentó que
existían dos corrientes históricas enfrentadas en su concepción geopolítica y
territorial. La “Patria
Chica ”, postulada por Sarmiento que aseguró que “el mal que aqueja a la Argentina es la
extensión”, o por Rivadavia que no apoyó consecuentemente la guerra contra
España en el Alto Perú y que permitió la desmembración del Uruguay. Entre los
promotores de la Patria Grande, Jauretche nombró a José de San Martín, a Rosas,
a Yrigoyen y a Perón.
En El
plan Prebisch. Retorno al coloniaje, Jauretche postuló que la defensa
nacional tenía que ver con proteger nuestro Patrimonio económico. Mencionó como un requisito impostergable de
todos los Estados, la necesaria consolidación de una “Política Nacional” que motorice el esfuerzo productivo argentino en
beneficio propio. Se defiende a una Nación industrializándola y recuperando
para el país y el Pueblo, el patrimonio acaparado en manos extranjeras. Por
eso, defendió la Ley de Aduanas de Rosas de 1835 y consideró como actos
soberanos, la decisión de Perón de industrializar el país y de administrar
desde el Estado el crédito y la moneda, la energía, el transporte o el Comercio
Exterior.
Finalmente,
para Jauretche defender la Nación tenía que ver con afirmar la Soberanía cultural frente a la
Colonización Pedagógica impuesta por la oligarquía y por el Imperialismo. Gran
parte de la obra de Jauretche está dedicada a develar los efectos de la
Colonización Cultural en el terreno de la producción intelectual, académica y
periodística (Los Profetas del odio y la
Yapa), de la dirigencia política y social (Manual de las Zonceras Argentinas) o en el terreno historiográfico
(Política Nacional y revisionismo
histórico). Jauretche demuestra que los poderes extranjeros manejan los
valores y los contenidos transmitidos por las instituciones culturales tales
como la Escuela o la Prensa. El resultado de la dominación cultural, es la
conformación de una clase dirigente que no es “inteligente”, sino que se
conforma como una “intelligentzia” al servicio del extranjero y de la oligarquía. El
distanciamiento entre el intelectual y su Pueblo, conduce al primero a profesar
el odio, el racismo y el resentimiento contra el país y su gente. Jauretche
destacó que la tarea de imposición cultural colonial, atraviesa a todas las
clases y esferas sociales y va conformando un sentido común para ver y para
actuar, que denominó como “zonceras.” Además, argumentó que era necesario conformar
una clase dirigente y una masa social nacionalista
ya que: “Una política del desarrollo
económico nacional supone un paralelo y recíproco desarrollo de Pensamiento Nacional:
del pensamiento y la ética nacional, porque es necesario una moral nacional que
es lo que se llama patriotismo.”
1 comentario:
¡Exclente expliación!
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