Aritz Recalde, agosto 2017
“Desarmados
de egoísmos individuales o sectoriales, las conciencias y los actos deben
encontrarse en el amplio espacio común de un proyecto nacional que nos
contenga. Un espacio donde desde muchas ideas pueda contribuirse a una
finalidad común”.
Néstor Kirchner
La opinión pública y
el neoliberalismo
No es la primera oportunidad en que un
gobierno neoliberal llega al poder por intermedio de las urnas. La reelección presidencial
de Carlos Menem o el triunfo electoral de 1999 de Fernando De La Rúa, son
antecedentes a tener en cuenta. Incluso, el riojano ganó la elección nacional del
año 2003 y posteriormente y en reiteradas ocasiones, se impuso en su provincia.
En la Argentina hay un importante sector de
la opinión pública que acompaña las políticas neoliberales o que al menos no
las percibe como contrarias a sus intereses. Mauricio Macri tiene la habilidad
de organizar a este sector, de darle una estrategia de construcción de poder y de
potenciarlo electoralmente.
El gobierno de CAMBIEMOS se integró al actual
realineamiento geopolítico internacional. EUA y los conservadores y liberales
europeos apoyan públicamente a los mandatarios como Macri o Michel Temer, que en
teoría vendrían a terminar con los modelos de país que bautizaron como
“populismo”. La campaña política de CAMBIEMOS se replica en toda la región y se
articula con el accionar de las derechas de Brasil, de Paraguay o de Venezuela.
Los grupos de presión multinacional tienen fuerte presencia en la televisión, en
las redes sociales y movilizan mucho dinero en fundaciones y partidos
políticos.
El frente CAMBIEMOS
No fueron casualidad los triunfos de CAMBIEMOS
en 2015 y en 2017. Este frente electoral se fortalece por sus aciertos que son
potenciados por las incapacidades de la oposición. Macri desarticuló o directamente
conduce a la mayoría de la vieja oposición al Frente Para la Victoria (FPV)
proveniente de la UCR, el Frente Amplio Progresista o la Coalición Cívica[1].
La acumulación de poder de esta nueva fuerza
política fue vertiginosa. Hasta el año 2013 el Partido Propuesta Republicana
(PRO) no tenía otro gobierno que el de la Ciudad de Buenos Aires. En 2007 fundaron
la Unión-PRO y en 2009 con De Narváez y Felipe Solá se impusieron en la
provincia de Buenos Aires (34 % de los votos).
En el año 2011 De Narváez se alió con la UCR[2] y tuvo un magro resultado en
su candidatura a gobernador (16 %) y se fue apartando del centro político. Pese
a la pérdida de centralidad de Francisco De Narváez y de la UCR, el PRO mantuvo
su estrategia de acumulación de poder y hoy conduce a muchos dirigentes de
ambos espacios partidarios.
En el año 2011 el PRO no presentó candidato en
las elecciones presidenciales nacionales. En esa oportunidad, Elisa Carrio de
la Coalición Cívica obtuvo menos del 2% de los votos del país. Actualmente, la
líder de la Coalición Cívica alcanzó 48% de los escaños en Capital Federal. Tal
cual ella misma lo manifestó públicamente, es la primera oportunidad en que
triunfa en una elección y no es casualidad que lo haga bajo el paraguas de
Macri.
De manera opuesta a Carrio, el Ministro de
Economía de Cristina Kirchner y Embajador en los Estados Unidos de Macri,
Martín Lousteau, obtuvo un magro 14% en las PASO de Ciudad de Buenos Aires de 2017.
Con UNEN[3] había obtenido más de 32%
en 2013 y con el Frente ECO casi gana
las elecciones en la segunda vuelta de 2015 (48%). Actualmente, enfrentar a
CAMBIEMOS no parece ser cosa simple y la estrategia de su conducción nacional le
viene dando muy buenos resultados.
En el año 2013 el PRO realizó una importante
elección en la Provincia de Santa Fe, cuestión anticipatoria del cambio de
época que se avecinaba. A partir de allí, Macri se convirtió en el líder de la
nueva oposición nacional al FPV y el progresismo socialista iniciaría un
paulatino y prolongado relegamiento.
En el año 2015 y desafiando todos los
cálculos, CAMBIEMOS triunfó en la Provincia de Buenos Aires demostrando gran
habilidad política. En las PASO, Vidal había sacado el 29% de los votos y en
las generales aumentó al 39%. De manera inversa, el FPV bajó del 40% al 35%. En
las PASO 2017, CAMBIEMOS aumentó su porcentaje al 34% y la Unidad Ciudadana no
alcanzó el 40% del 2015. Queda abierta la pregunta sobre si el 34% de Esteban
Bulrich es el piso o el techo de CAMBIEMOS y si la Unidad Ciudadana puede alcanzar
los 40% con el peronismo dividido.
En 2015 el frente político CAMBIEMOS alcanzó
las gobernaciones de Jujuy y de Mendoza, que estaban en manos de candidatos
justicialistas. Continuando la tendencia, en 2017 triunfó (en alguna o en las
tres listas en juego) en los fundamentales distritos electorales como Mendoza,
Córdoba, Santa Cruz o Entre Ríos. Se impuso en provincias con oficialismos
consolidados como son los casos de San Luis, La Pampa o Neuquén.
Mauricio
Macri conductor político
CAMBIEMOS tiene una conducción política
nacional unificada en Mauricio Macri y su tarea se viene ejerciendo con pocas
fisuras y de manera exitosa. Por mucho tiempo se subestimó al Presidente por
considerarlo incapaz de conducir políticamente. Se sigue diciendo que es un títere
de los grupos económicos, lo que lo tornaría un actor carente de capacidad de
decisión y de maniobra. Por el contrario, Macri conduce a un gabinete con los más
capacitados cuadros políticos de los CEOS y ello demuestra dotes de dirigente y
capacidad de manejo de los grupos de interés.
Macri demostró cualidades de jefe político en
Boca Junior, en la Ciudad de Buenos Aires y ahora lo está evidenciando desde la
gestión de la Nación. En cada espacio que gobernó organizó tropa política propia
que hoy le reporta lealmente como es el caso de Daniel Angelici, figura central
en el armado judicial, político y cultural. Boca Junior fue la principal
referencia de Macri para llegar al poder y hoy sigue controlando el club con mucha
habilidad.
El triunfo electoral de María Eugenia Vidal le
permitió obtener la primera magistratura y el Presidente le está dando apoyo económico
y político para que crezca. Horacio Rodríguez Larreta obtuvo un rotundo triunfo
en estas PASO y ello no derivó en públicas rivalidades y disputas como sí
ocurrió permanentemente en el FPV.
La conducción de Macri supone nuevos desafíos
para el peronismo por el hecho de que a diferencia del ciclo Kirchner, está
dispuesto a darle poder económico y político a la Provincia de Buenos Aires y a
su mandataria. Por el contrario, el FPV se dedicó a debilitar al gobernador y a
ejercer la conducción de manera directa entre el Gobierno Nacional y los
intendentes.
La
oposición en la provincia de Buenos Aires
El FPV que obtuvo 55% de votos en la
provincia de Buenos Aires en el año 2011, perdió tres elecciones consecutivas:
en 2013 contra el Frente Renovador y en 2015 y en 2017 contra CAMBIEMOS (resta
ver el recuento de votos en Senadores Nacionales y esperar las elecciones
generales de octubre).
CAMBIEMOS mantiene sus votos duros y sale a
ampliar su base. Al momento de la elección gobernaba 69 municipios y triunfaban
electoralmente en 101. Dejó se der un partido que tracciona votos meramente en
el interior rural y hoy administra localidades urbanas como La Plata, Morón, General
Pueyrredón, Tres de Febrero, Lanús o Quilmes.
CAMBIEMOS está construyendo la figura de
Vidal recuperando dos valores e imaginarios que fueron propios de nuestra
tradición política: el perfil renovador y progresista de Cafiero y la capacidad
de gestión de Duhalde.
El Partido Justicialista, que supo ser el
centro del dispositivo de poder bonaerense, está en crisis. El peronismo no
asimiló las derrotas de 2013 y de 2015 y no se rearmó de cara a ofrecerse como
alternativa de poder frente a la sociedad. Su ex presidente Fernando Espinoza
se presentó en la Unidad Ciudadana y sigue abierta una pregunta acerca de qué
ocurrirá con el Partido. La crisis actual del justicialismo bonaerense debe
analizarse en perspectiva. Néstor Kirchner se propuso cercenar el poder de su
anterior aliado Eduardo Duhalde y la estrategia incluyó la disputa electoral de
2005 y la cooptación y asimilación paulatina de la estructura territorial y política
justicialista. Implementó la tarea con Alberto Balestrini y con Felipe Sola,
entre otros importantes e históricos dirigentes. Desde la muerte de Kirchner y
ya sin ambos líderes, se abrió un vacío de conducción cuya primer –y
contundente- demostración fue la histórica derrota del 2015 contra María
Eugenia Vidal.
El ex FPV está dividido y no consolida
fácilmente una conducción que represente a todos los sectores que integraban el
espacio. Actualmente la Unidad Ciudadana no pudo contener y organizar el piso
electoral del 40% de los electores de 2015 y el peronismo juega dividido en
tres sectores (Frente Renovador, CUMPLIR y Unidad Ciudadana). Si bien la Unidad
Ciudadana sigue siendo fuerte en la Tercera Sección electoral, no se debe
desconocer que CAMBIEMOS aumentó sus votos en prácticamente todos los distritos
que la componen. Además y tema no menor, la Tercera Sección electoral la ganó
el Frente Renovador en el año 2013 cuestión que da cuenta de una volatilidad de
los electores que debe tenerse en cuenta de cara al 2019.
La
estrategia electoral bonaerense
CAMBIEMOS representa al poder económico
trasnacional y tiene apoyo judicial y mediático y lo utiliza con suma destreza. La comunicación del
oficialismo unifica a su electorado de cara a sus adversarios. Por el
contrario, la prensa opositora nos divide, nos enfrenta y dificulta aún más la
unidad del bloque nacional y popular.
CAMBIEMOS, si bien no apela a una épica
política movilizadora, tiene un discurso unificado a nivel nacional que convoca
al futuro, a la esperanza y a la renovación. Asume que existen problemas económicos
y sociales y los atribuye principalmente al gobierno anterior (“pesada herencia”)
y también a las incapacidades propias. En este último aspecto aplica la noción
de Duran Barba de que los líderes son personas comunes y no mandatarios
infalibles.
CAMBIEMOS reitera una estrategia de dividir
la política entre “pasado y futuro”
que aplicaron Raúl Alfonsín con “Renovación y Cambio” y Antonio Cafiero con la
“Renovación Peronista”. Algo similar postuló Néstor Kirchner en el año 2003 cuando
sostuvo que venía a “proponer un sueño”
(promesa de futuro) y que el "cambio[4]
es el nombre del futuro” (evitar la vuelta al pasado).
Macri y Vidal muestran a sus candidatos como
personas que traen propuestas para el futuro: Bulrich la educación, Ocaña
políticas para la tercera edad y Montenegro la seguridad. CAMBIEMOS tiene una
estrategia de poder de mediano y largo plazo y Macri está empoderando a Vidal y
a Larreta para garantizar la continuidad del proyecto.
El discurso de la oposición está fragmentado
en todas las provincias e incluso es contradictorio y traduce las grietas entre
los distintos grupos. La oposición nacional no consigue construir un liderazgo y
está en un conflicto interno que no termina de ordenarse en un cambiante, complejo
y diverso mapa político.
En cada provincia hay una realidad propia y
no se puede explicar la reciente elección con la dicotomía “Cristina vs Macri”.
Triunfaron gobernadores cercanos al oficialismo nacional (Uturbey) o
enfrentados (Insfran). Perdieron dirigentes que se aproximaron a Cristina (Saa)
y también otros que la desafían públicamente (Schiaretti). En la provincia de
Buenos Aires CAMBIEMOS se impuso en municipios ultra kirchneristas (Mercedes o
25 de Mayo), massistas (en dos categorías en Tigre) y también en los peronistas
randazzistas de Hurlingham y de San Martin.
La Unidad Ciudadana bonaerense hace
publicidad sosteniendo que los problemas de la carencia de vida son el
resultado de un año y medio de gobierno de CAMBIEMOS. La campaña muestra
frustraciones y dolores y en el marco de una deprimente angustia, se convoca a
volver al pasado idílico de la década ganada. Unidad Ciudadana eliminó a los
dirigentes del centro de la escena y puso al frente los problemas de la gente.
En las PASO 2017 la estrategia opositora no superó por mucho el piso electoral
histórico del justicialismo bonaerense, que lo condujo a las derrotas de 2009
(32%), de 2013 (32%) y de 2015 (35%).
Unidos
o dominados
“La
conducción es un arte de ejecución simple: acierta el que gana y desacierta el
que pierde (…) El conductor es un constructor de éxitos”. Juan Perón
El primer paso para enfrentar un problema es
asumirlo como tal. Atribuirle el triunfo del oficialismo a la casualidad, al
mero fraude electoral o al determinismo de la historia[5], es una simplificación
peligrosa para la oposición.
La recesión económica parece ser el principal
aliado de la dividida y enfrentada oposición. De modificarse la situación
económica y de mantenerse la fortaleza política, CAMBIEMOS llegaría al 2019 con
grandes posibilidades de triunfo. Si no se une el bloque nacional y popular, los
CEOS extranjeros van a quedarse varios mandatos más al mando del Estado. Como
resultado de su gestión, el país va a destruir su estructura productiva y la
sociedad va a ir perdiendo el piso de derechos alcanzados.
El frente nacional debe trabajar por la unidad
y para eso hay que construir acuerdos básicos y generales sobre lo que queremos
para la Argentina. Luego habrá tiempo para la sintonía fina de lo qué vamos
hacer y cómo. Recién a partir de acá, puede hablarse de la planificación y de la
estrategia de la campaña[6]. La fortaleza del adversario
(nacional e internacional) debería concientizarnos de que no hay resto para
seguir dividiendo a los dirigentes con ideas similares del peronismo, del
progresismo kirchnerista, del Frente Renovador y de las organizaciones de la
producción y del trabajo. La división entre la rama política y la sindical de
los últimos años es contraproducente e innecesaria.
Si bien no es fácil hacer el “baño de
humildad”, no debería descartarse la imperiosa búsqueda de consensos y la necesaria
formación de una conducción legitimada. Se puede conducir políticamente
persuadiendo (con argumentos o con emociones), contratando (con recursos
estatales o privados los “dirigentes se ordenan”) o atendiendo al mensaje de
las urnas (llamando a internas partidarias). Si los dirigentes no acuerdan
iremos a internas partidarias, lo que no podemos hacer es partir el frente
electoral. En política también se puede mandar y exigir que se haga lo que el
dirigente pide sin debatirlo (con la fuerza o con el temor). El peligro de ésta
última estrategia es la división actual en la que estamos inmersos.
Es imprescindible conformar un peronismo nacional
que articule a los gobernadores y a las organizaciones libres del pueblo de la
Argentina. Hay experiencias de desarrollo exitosas que pueden tomarse de
ejemplo como el Modelo Formoseño, la Segunda Reconstrucción de San Juan y el
Modelo San Luis y sus mandatarios y sus dirigentes de base tienen mucho que
aportarle a la refundación del justicialismo.
Además y tema central, hay que reconstruir y
fortalecer el peronismo bonaerense, sin el cual cualquier estrategia de
política nacional quedará truncada. Para eso hay tres grandes legados
históricos de nuestro movimiento provincial que debemos retomar que son la
justicia y la igualdad social (Domingo Mercante), la renovación popular y la actualización
política del Movimiento (Antonio Cafiero) y la capacidad de gestionar el Estado
y de refundar la infraestructura (Eduardo Duhalde).
[1] En el año 2011
Ricardo Alfonsín (UCR) alcanzó alrededor de 10% en las elecciones nacionales. En
la misma contienda, el Frente Amplio Progresista de Hermes Binner alcanzó el
12%.
[2] En las PASO del año 2017
Sergio Massa siguió la estrategia de De Narváez de unir progresismo y peronismo
y perdió caudal electoral. En el año 2013 Massa obtuvo el 43% de los votos, en
2015 un 19% y ahora solamente el 14%. Su actual aliada Margarita Stolbizer supo
tener un piso cercano al 10% de los escaños, que esta vez fueron a CAMBIEMOS.
Otro intento de fusionar progresismo y peronismo fue la fórmula del FPV del año
2015 que llevó a un peronista y a un candidato de Nuevo Encuentro. Este último
partido venía manteniendo un apoyo del electorado bonaerense cercano al 5%. En el
año 2015 perdieron Morón y Nuevo Encuentro no sumó demasiado en la elección al
punto tal de que el FPV fue derrotado sin superar el piso mínimo del 35%
histórico del justicialismo bonaerense.
[3] UNEN se conformó
inicialmente con la Coalición Cívica – ARI (Carrio), Proyecto Sur (Pino Solanas
- Argumedo), Libres del Sur (Tumini – Donda), GEN (Margarita Stolbizer), la UCR
(Ernesto Sáenz) y con el Partido Socialista (Roy Cortina), entre otros. Los
miembros de UNEN y ECO, Carrio, Sáenz, Ocaña o Prat Gay pasaron a CAMBIEMOS.
Otras figuras como Solanas y Donda se distanciaron de Macri.
[4] En el discurso de
asunción frente al Congreso de mayo de 2003, Kirchner destacó que había que
avanzar hacia lo “nuevo” y manifestó que
“el pueblo ha marcado una fuerte opción
por el futuro y el cambio”. La palabra “cambio” fue mencionada más de 20
veces en ese discurso.
[5] Alfonsín, Menem y
Néstor Kirchner ganaron las primeras elecciones de medio término luego de
asumir la Presidencia.
[6] La oposición copió la
estrategia comunicacional de Durán Barba y no superó el piso electoral de los votos
propios. La propuesta desorientó a la militancia y no atrajo nuevos electores
que antes no los votaban y ahora tampoco. El primer paso previo a definir la
estrategia de comunicación tiene que ser la unidad.
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