Aritz Recalde, septiembre 2013
En los ámbitos políticos, académicos y
periodísticos, se encuentra abierta la polémica acerca de cuál es la identidad
del proceso de gobierno iniciado en el 2003.
Sus enemigos
de la derecha liberal, lo definen como un programa “autoritario” que conduce al país hacia el “modelo de Cuba y de Venezuela”. Esta opinión conlleva dos falacias.
Primero, da a suponer que repetir las experiencias de Cuba o de Venezuela, implica
un hecho negativo. Segundo, la última década de gobierno demostró que los tres
países tienen puntos de encuentro y además, considerables diferencias[1].
Es cierto que los tres Estados comparten algunas metas en los terrenos de la
salud, la vivienda o la educación. Pero también quedó claro, que cada uno de
ellos tiene su propia dinámica política y su original sistema de acumulación económico
y de organización cultural. Sus adversarios
de izquierda, acusan al kirchnerismo de ser la “expresión política burguesa” que salvó a los sectores dominantes de
la hecatombe en 2001. La expropiación de YPF, la Asignación Universal por Hijo,
el PROCREAR o la política de integración latinoamericana, serían “concesiones”
que el gobierno entrega con la finalidad de ocultar los grandes negocios de las
clases dominantes. El justicialismo no
kichnerista, suele acusar al gobierno de abandonar las “verdades peronistas”, para conducir el
movimiento desde un “sector de los Montoneros
expulsados de la plaza en 1974”. Considero que ninguna de estas concepciones explica demasiado y que no es necesario
decir mucho al respecto.
El debate también involucra a los actores que
componen el mismo frente político kirchnerista.
Néstor y Cristina adhieren al peronismo desde su juventud y de la mano de esa
ideología y por intermedio de corrientes políticas de dicho partido, ocuparon
sus cargos de gobierno. Pese a esa realidad, dentro del complejo mapa de
actores que componen el Frente Para la Victorial y sus aliados, algunos sectores consideran que el proyecto
iniciado en el año 2003, es “único” y diferenciable del peronismo. Incluso,
hay actores que destacan que “modificó y
superó” en muchos aspectos, el programa de gobierno nacido con la
revolución de 1943 y con el 17 de octubre de 1945. Frente a esta opinión, quiero presentar dos
hipótesis:
Primero: el kichnerismo es una manifestación del peronismo histórico. La
particularidad de la realidad en la cual se gestó, lo condujo a oficiar como
una versión “moderada” del peronismo
histórico. Cabe destacar, que la “moderación” en política, no es un debate intelectual
o la manifestación de un “deber ser” que todos los proyectos tienen que
repetir, sino que es una condición histórica de posibilidad resultante de la
realidad en la que se desenvuelve la política. Con su estilo propio, el
kichnerismo es el único gobierno que desde la muerte del primer mandatario en
julio del año 1974 a la fecha, intentó reiterar el programa histórico de la
revolución peronista[2].
Segundo: negar que el kirchnerismo es una expresión del peronismo, suele ser el resultante de
un “preconcepto” negativo de éste último.
La economía
Perón plateó la coexistencia de la economía
privada argentina, la empresa estatal, el cooperativismo y el capital
extranjero. Desde el 2003, el Estado retomó el manejo de empresas de servicios,
impulsó programas de cooperativas como Argentina Trabaja, apoyó al capital
argentino y fomentó la inversión extranjera.
Ambos gobiernos son industrialistas, a
diferencia del menemismo o de varios dirigentes justicialistas que están ligados
a los grupos financieros y a los sectores concentrados del agro. El peronismo histórico
en el plano de la economía es antiliberal y rompe con el modelo de la
dependencia agroexportadora. La apuesta a la reindustrialización iniciada en
2003, generó las condiciones para que el empleo, la producción y el consumo,
sean el eje del proceso político, de manera similar a lo ocurrido entre 1943 y
1955.
El objetivo de la independencia económica
peronista, trajo aparejada la necesidad de controlar recursos y actividades
estratégicas desde el Estado, que se tornó empresario. El peronismo nacionalizó
el Banco Central, los depósitos bancarios, el Comercio Exterior y gran parte de
los servicios públicos y de la estructura productiva argentina. La recuperación
de YPF o de Aerolíneas impulsada por Cristina, van en ésta misma línea de
política. La regulación del Banco Central o el intento de intervenir activamente
en el funcionamiento del comercio exterior que impulsó el kirchnerismo, fueron
iniciativas estimuladas anteriormente en los tres gobiernos peronistas.
La
diferencia entre ambos proyectos no es de objetivos, sino de gradualidad.
La política interna y externa
El habitual que se diga que el kirchnerismo
inventó la “transversalidad”. Dicha definición no es acertada por el hecho de que
el frente político generado entre 1943 a 1955, era sumamente plural y diverso
en lo ideológico y en lo político. A partir del año 1946 Perón gobernó con un vicepresidente
de la UCR (Quijano), con ministros socialistas (Borlenghi o Bramuglia), con
empresarios (Miranda o Jorge Antonio), con dirigentes católicos (Sampay o Hernán
Benítez), con apoyos de organismos judíos (OIA o el asesor Amram Blum), con
funcionarios pro árabes (Arce) o con dirigentes o intelectuales de origen comunista
(Gelbard o Astesano). Esta diversidad implicó que Perón gobernó con dirigentes
de derecha e izquierda, en un esquema de enfrentamientos internos permanentes. De
la misma manera, el kirchnerismo es un programa sumamente diverso que incluye
gobernadores, intendentes, sindicalistas o empresarios con ideologías e
incluso, con intereses diferentes. En el proyecto político actual, coexisten católicos,
dirigentes pro iraníes, miembros de la comunidad judía, referentes de
extracción comunista, socialista o derechista.
Cristina impulsó la participación de los jóvenes
en política, de forma similar a lo realizado por Perón con la Unión de Estudiantes
Secundarios (UES) o la Confederación General Universitaria (CGU). El kirchnerismo
se apoyó en la juventud de clase media y con esa decisión, reiteró el proceso
de nacionalización de los años sesenta y setenta.
En la misma línea del histórico 17 de
octubre, el kirchnerismo recuperó la calle y la movilización popular, como el teatro
donde se desarrolla la política
Néstor promovió la reforma de la Corte
Suprema de Justicia como lo había hecho Perón en 1946.
Se dice que el kirchnerismo se diferencia del
peronismo por la política de Derechos Humanos.
Perón asumió luego de una “década infame” que no causó los asesinatos y
las desapariciones como la de 1976, cuestión que marca una diferencia
sustancial de agenda. Atendiendo esta particularidad y sin descartar las
diferencias, el gobierno impulsó otros aspectos resaltados en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de Ginebra. La Constitución Nacional de 1949
sostuvo cuestiones cruciales como que “En caso de duda, deberá estarse siempre a lo más
favorable al procesado. Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por
causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles serán
sanas y limpias, y adecuadas para la reeducación social de los detenidos en
ellas; y toda medida que, a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más
allá de lo que la seguridad exija, hará responsable al juez o funcionario que
la autorice”. Es bueno destacar,
que la política de derechos humanos actual juzga a los asesinos de los
militantes peronistas –entre otros-, cuestión que le da coherencia y
continuidad, a las luchas de la generación
justicialista de los setenta y la nuestra.
Perón devolvió trofeos
y pidió disculpas en nombre del Estado Argentino, por el genocidio cometido en
la Guerra del Paraguay.
El kirchnerimo afirmó nuestro poder de
decisión en la geopolítica mundial, retomando con ello el programa del
peronismo histórico. En la primera década peronista, Bramuglia nos representó
en el Consejo de Seguridad de la ONU, de manera similar a la actual
cancillería.
La inestimable vocación latinoamericanista de
Néstor y de Cristina, abrevan del ABC y el ATLAS de los años cincuenta o de
nuestro apoyo a Cuba en 1973.
El intento de ampliar mercados en África o
Asia que impulsa Guillermo Moreno, estaba presente en la política de Perón cuando
inició relaciones diplomáticas y comerciales con Rusia soviética o cuando nos
incluyó entre los Países No alineados en la histórica reunión de Argel.
Los
enemigos políticos el kirchnerismo lo definen claramente como peronista. Igual que en los
años cincuenta, nos enfrentamos a la SRA, a los grupos financieros extranjeros,
a empresas multinacionales petroleras y recibimos la oposición constante del neocolonialismo
cultural. Dicha continuidad quedó evidenciada cuando Perón se negó a ingresar
al FMI y Néstor nos permitió cortar amarras con estos mismos grupos financieros.
La cultura
Cristina impulsó una ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, de la misma manera que lo hizo Perón en 1953.
El Ministerio de Planificación Federal
desarrolla la TV digital, continuando la decisión del Estado de 1951 de crear
la televisión pública o promover las radios de frontera.
Actualmente, nos enfrentamos a Clarín, de
manera similar al peronismo con el diario La Prensa.
Perón sancionó la gratuidad de la universidad
en 1949 para el ingreso del pueblo a la educación y actualmente, se abren
universidades en el conurbano bonaerense y se amplían las becas para sectores
humildes. La primera década peronista construyó obras educativas como las
cientos de escuelas o la Ciudad Universitaria de Córdoba, de la misma manera
que se lo hace actualmente.
Cristina promovió un Ministerio de Ciencia,
retomando la decisión de Perón de darle a la educación rango ministerial.
El cine argentino actual está recibiendo los
subsidios que inició el gobierno de Perón y tiene un apoyo estatal similar al
que en su momento, permitió organizar al festival de Mar del Plata.
Cristina es revisionista, de la misma manera
que Perón lo manifestó en los Vendepatria
de 1957. El actual feriado del día 20 de noviembre, nació del apoyo peronista dado
a la propuesta de José María Rosa para declararlo día de la soberanía nacional.
En el terreno de las reivindicaciones de
género, hoy se reconocen derechos con la ley de matrimonio igualitario. En términos
históricos, esa medida es equivalente a la ley de voto femenino de 1947 que
otorgó poder político y reconocimiento cultural, a las mujeres argentinas.
Justicia social
Según Evita, los “únicos privilegiados son
los niños” y ese mismo contenido tiene la Asignación Universal por Hijo. Hasta la
llegada de Perón, casi no existían las jubilaciones y pensiones. Desde que
recuperamos las AFJP con Néstor y con Cristina, nuevamente la justicia social
alcanzó a los adultos mayores.
El Plan Federal de Viviendas, el PROCREAR y
las miles de obras públicas, son experiencias que retoman el rol dado al Banco
Hipotecario, a la Fundación Eva Perón y al Estado en los años cincuenta.
Hoy el Estado acompaña leyes de defensa de
los trabajadores, reiterando el mandato de programa político iniciado en 1943.
Posiblemente, en este universo de
realizaciones la diferencia entre ambos sea también de gradualidad. En los años
cincuenta se alcanzó el pleno empleo y el nivel de vida de la mayoría de los
trabajadores, no estaba fragmentado socialmente como ahora. Estas diferencias se
explican, entre otros temas, por el piso social y económico que encontró Perón
en 1943, distinto al del 2003.
El kirchnerismo
es una manifestación del peronismo por su historia, por las acciones
implementadas y por compartir sus mismos enemigos. El peronismo no es una invención cultural o un partido electoral, sino
que es la resolución política organizada y concreta, de los problemas de la
dependencia argentina.
No se trata de debatir si se “es” o “no se es”
peronista. El tema adquiere relevancia política a la hora de reconocer la vigencia o no, de la lucha por
alcanzar la soberanía política, la independencia económica y la justicia social.
A partir de acá, el peronismo se ofrece
como una experiencia histórica que introdujo una agenda de problemas y de
soluciones políticas, que acertadas o no, marcaron el punto más alto de la
independencia nacional y del bienestar del pueblo argentino.
Un pueblo sin conciencia histórica, está
condenado a reproducir los errores de las generaciones anteriores.
[1] Hace años que Cuba está promoviendo algunas reformas económicas y
políticas para “parecerse” a la Argentina de Perón y a la Venezuela de Hugo Chávez.
[2] Voy a definir al peronismo a partir del programa de la revolución
que quedó expresado en: 1) Primer y Segundo Plan Quinquenal; 2) Constitución Nacional
de 1949; 3) Plan Trienal.
1 comentario:
excelente informe
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